Dinámica de la barrera hematoencefálica en la homeostasis cerebral
Los vasos
sanguíneos del sistema nervioso central (SNC) constituyen la puerta primaria de
entrada que regula el acceso de moléculas transportadas por la sangre al
cerebro y actúan como una interfase entre el cerebro y las influencias
periféricas. Esta barrera física que solamente permite el transporte molecular
selectivo a través de las células endoteliales (CE) y el parénquima cerebral es
conocida como la barrera hematoencefálica (BHE). El sustrato anatómico de la
BHE es la unidad neurovascular (UNV), un ensamble celular constituido por la
asociación funcional de CE, pericitos (embebidos con las CE en la lámina basal)
y astrocitos, apoyados por otros tipos de células del SNC. Las CE en el SNC
intervienen en el transporte paracelular a través de complejos de proteínas que
forman uniones estrechas y permiten el
paso de nutrientes y metabolitos solamente a través de un transporte finamente
regulado y limitan la entrada de productos no deseados vía transportadores y
transcitosis restringida. Aunque el endotelio es esencial en la UNV, su función
es regulada por impulsos de células adyacentes como pericitos, astrocitos,
microglias y neuronas. La disfunción de la BHE puede contribuir al inicio y
desarrollo de desórdenes neurodegenerativos, daño cerebrovascular y condiciones
neuroinflamatorias. Sin embargo, las variaciones fisiológicas de la BHE en
condiciones saludables y los mecanismos
que regulan las propiedades de la BHE para restaurar la homeostasis cerebral
son incompletamente entendidas.
La BHE es una estructura altamente dinámica en el intercambio de moléculas entre la
circulación sanguínea y el cerebro en respuestas a los ajustes homeostáticos en
salud y enfermedad. A lo largo de la vida, la BHE se adapta a continuos cambios
en diferentes estados fisiológicos. El feto es protegido de sustancias dañinas
circulantes en la sangre materna por la placenta. Sin embargo, la BHE ya está
formada en el embrión y confiere protección adicional al SNC en desarrollo. En
el enfoque clásico, la BHE era concebida como inmadura en las etapas fetal y
perinatal, pero los estudios recientes han modificado este concepto,
demostrando que la BHE ya es funcional en el embrión, aunque las alteraciones
en la barrera podrían tener un gran impacto en el desarrollo de un cerebro
altamente vulnerable. En humanos, los componentes de la barrera son detectables
a las 12 semanas de gestación. En roedores, la BHE se forma alrededor de los
13,5-15,5 días de vida embrionaria y requiere el reclutamiento de pericitos,
pues la interacción pericito-CE es necesaria para el establecimiento de las
uniones estrechas y la regulación de la transcitosis. El desarrollo de la BHE
sigue un patrón espacio-temporal en sincronía con otros procesos de
vascularización y desarrollo neuronal, como la formación de plexos vasculares
intraneurales o la migración cortical y tangencial de neuronas.
La complejidad de la organización celular de
la UNV aumenta en la vida postnatal con la incorporación de los astrocitos. Los
astrocitos y los pericitos, reguladores de la expresión de moléculas necesarias
para la integridad de la BHE, son
requeridos para el mantenimiento de la barrera en el adulto. Los componentes
moleculares de la BHE difieren entre neonatos y adultos; en el estado
perinatal, la expresión de las proteínas de las uniones estrechas (claudina-5 y
ocludina) y los componentes de la matriz extracelular (laminina y colágeno IV)
es mayor que en los adultos, mientras la expresión del receptor del factor de
crecimiento derivado de plaquetas (PDGFR) β, marcador de pericitos, aumenta
gradualmente con el tiempo. Estas diferencias moleculares entre la UNV en
desarrollo y la adulta pueden repercutir, por ejemplo, en la integridad de la
BHE bien preservada en ratas neonatales después de un shock agudo en
comparación con el daño vascular en adultos. Por el contrario, los niños y los
animales jóvenes son más susceptibles a la degradación de la BHE después de una
infección. Una posible explicación es que los animales jóvenes pueden
desarrollar una respuesta inflamatoria aguda mediada por neutrófilos más severa
junto con degradación de la BHE en comparación con los adultos.
La pubertad es un período transicional
crítico en el cual el cuerpo, incluyendo el cerebro, experimenta una
transformación hacia la adultez. Las hormonas sexuales inducen
sinaptogénesis, remodelación de espinas
dendríticas, modulación del crecimiento cerebral, potenciación del dimorfismo
sexual en algunas regiones cerebrales durante la adolescencia. Las hormonas esteroides, debido a su pequeño
tamaño y solubilidad en lípidos, pueden cruzar
la BHE bidireccionalmente. Aunque los tratamientos con testosterona y
estradiol disminuyen la permeabilidad de la BHE, poco se conoce acerca de los
efectos del pico de hormonas sexuales sobre la integridad de la BHE en la
adolescencia.
Una vez que se alcanza la madurez sexual, en
caso de embarazo, la BHE se adapta a las nuevas condiciones fisiológicas. El
embarazo requiere vasculogénesis y angiogénesis activas, con niveles
circulatorios aumentados de factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) y factor de crecimiento
placentario, conocidos por su capacidad para promover la permeabilidad
vascular. En ratas, los potenciales efectos de estos factores circulantes sobre
la integridad de la BHE son contrabalanceados durante el embarazo por la
liberación del receptor de VEGF 1 soluble en la circulación materna, lo cual
previene la degradación de la BHE y el edema cerebral durante la gestación.
Adicionalmente, el embarazo también se caracteriza por la secreción de
múltiples hormonas y citoquinas que potencialmente pueden afectar la función
neuronal. La BHE se adapta al embarazo modulando la expresión de
transportadores de entrada y salida y previniendo el paso de suero en el cerebro que podría provocar
daño cerebral. La inhibición de transportadores de salida induce una rápida y
sostenida actividad en el hipocampo preferencialmente en ratas embarazadas. Durante el embarazo, el
sistema cerebrovascular también está expuesto a fluctuaciones hemodinámicas que
pueden afectar la permeabilidad de la
BHE. Por ejemplo, en ratas embarazadas, la hipertensión aguda incrementa la
permeabilidad de la BHE. Más aún, la expresión del canal de agua aquaporina-4,
localizado en astrocitos y terminales nerviosos aumenta durante el embarazo con
un pico en la mitad de la gestación. Este incremento tiene una potencial
asociación con la formación de edema en respuesta a la hipertensión patológica.
Durante el envejecimiento reproductivo, se
ha reportado una disminución en la liberación de esteroides sexuales y un
incremento en la secreción de gonadotropinas en la menopausia/andropausia. Hay
una correlación entre la producción de gonadotropinas después de ovariectomía y
el aumento de permeabilidad de la BHE. Cuando la ovariectomía es realizada en
ratas adultas jóvenes y reproductivamente senescentes, la degradación de la BHE puede ser mitigada por
tratamiento con estradiol en animales jóvenes. Sin embargo, en ratas viejas con
mayor disrupción de la BHE en comparación con los animales jóvenes, el suplemento hormonal es inefectivo. La depleción de testosterona
gonadal incrementa la permeabilidad de la BHE en ratones machos y la
suplementación con testosterona en ratones castrados restaura la integridad de
la BHE. Las hormonas sexuales y las gonadotropinas regulan la expresión de
uniones estrechas y uniones gap (hemicanales que conectan la membrana
plasmática de CE adyacentes) en diferentes lechos vasculares. En ratas ovariectomizadas,
el tratamiento con estradiol también incrementa la expresión del transportador
de glucosa GLUT1 en las CE del cerebro.
Las imágenes de resonancia magnética de alta
resolución en humanos revelan un incremento progresivo de la permeabilidad de
la BHE con la edad en el hipocampo, el cual se agrava en individuos con
deterior cognitivo leve, sugiriendo que el incremento de la permeabilidad de la
BHE en el hipocampo puede contribuir al desarrollo de la demencia. Adicionalmente, la degradación de
la BHE puede ser un biomarcador temprano de enfermedad de Alzheimer (EA). En
los individuos con disrupción de la BHE se ha encontrado un aumento del nivel
del marcador de pericitos PDGFR en el líquido cerebroespinal, sugiriendo que el
daño de los pericitos podría ser un biomarcador efectivo de la degradación de
la BHE. En línea con esta observación, los estudios con ratones con deficiencia
de pericitos han demostrado una progresiva disrupción de la BHE dependiente de
la edad señalada por la acumulación de proteínas plasmáticas y macromoléculas
neurotóxicas en el parénquima cerebral. Asimismo, se ha reportado que la
efectividad del transportador de salida P-glucoproteína (P-gp) disminuye con la
edad en individuos sanos, especialmente en hombres. La disminución de la
función de P-gp también se ha observado en pacientes con EA, en línea con los
estudios que conectan la patología de la EA con disfunción de la BHE. Más aún,
el envejecimiento influye en la calidad del sueño y, en ratones, el sueño
fragmentado está asociado con degradación de la BHE y extravasación de la
citoquina pro-inflamatoria factor de necrosis tumoral (TNF)-α en el
parénquima cerebral. Esto sugiere que
las sustancias circulantes pueden impactar sobre el endotelio cerebral y
modular la integridad de la BHE en diferentes etapas de la vida. Por ejemplo,
en un estudio con un modelo de parabiosis heterocrónica se identificó al factor
de diferenciación de crecimiento (GDF) 11 como uno de los factores circulantes
que podría manejar la rejuvenización. El GDF11 no cruza la BHE, pero actúa
directamente sobre los vasos sanguíneos induciendo la liberación del factor de
permeabilidad VEGF.
El funcionamiento del SNC requiere un
adecuado soporte nutricional para sostener la función neuronal. El mantenimiento
de niveles balanceados de nutrientes esenciales en el ambiente del SNC requiere
que estos nutrientes sean transportados a través de la BHE. Los macronutrientes (glucosa, ácidos grasos y
aminoácidos) entran en el cerebro atravesando la BHE a partir de la sangre
circulante principalmente vía trasportador o transcitosis mediada por receptor. Más aún,
algunos micronutrientes [niacina (vitamina B3), piridoxina (vitamina B6),
inositol, folato y ácido ascórbico (vitamina C)] son transportados activamente
a través de la BHE y se mantienen en altas concentraciones en el cerebro en
comparación con otros tejidos. El mal funcionamiento de estos sistemas de
transporte puede provocar deficiencias nutricionales en el cerebro a pesar de
tener adecuados niveles en el resto del
cuerpo. Algunos de estos micronutrientes (ácido ascórbico y folato) y
ciertos iones (Na+, Cl- y HCO3-)
tienen acceso al cerebro a través del plexo coroideo en el líquido
cerebroespinal, constituyendo un reservorio a partir del cual estos nutrientes
difunden lentamente en el líquido extracelular, haciendo a las concentraciones
en el SNC resistentes a la depleción en el cuerpo. En modelos animales, la
malnutrición o los desbalances dietéticos debidos, por ejemplo, a dietas hipoproteicas o ricas en grasas
alteran la función de la BHE. Sin embargo, estos efectos están asociados con un
estado inflamatorio, lo cual hace difícil determinar los efectos directos de la
malnutrición sobre la función de la BHE.
Otra avenida interesante en el contexto de la
nutrición y la BHE es la dieta cetogénica. En la dieta cetogénica, el consumo
de carbohidratos es drásticamente reducido en favor del consumo de un alto
contenido de grasa y un moderado contenido de proteínas. Como resultado, el
cuerpo recibe una mínima fuente dietética de glucosa, la cual es requerida para todas las necesidades
metabólicas y los ácidos grasos se convierten en la mayor fuente de producción de energía
celular. Los ácidos grasos no cruzan fácilmente la BHE, pero en el hígado son
metabolizados en cetonas, las cuales cruzan la BHE y, en ausencia de glucosa,
son la fuente de energía preferida para el cerebro. Las cetonas cruzan la BHE
por difusión pasiva o mediante transportadores
monocarboxilato, los cuales son expresados por CE del cerebro, glias y
neuronas que en última instancia oxidan las cetonas para obtener ATP. La dieta
cetogénica es conocida por sus importantes efectos terapéuticos en patologías
como epilepsia y deficiencia del transportador de glucosa 1 (GLUT1), un
desorden metabólico que afecta al sistema nervioso causado por el pobre transporte de glucosa a través de la BHE, lo cual a su vez podría
cambiar el ecosistema de organismos simbióticos en el tracto gastrointestinal
(microbiota intestinal).
La creciente evidencia demuestra una
comunicación bidireccional entre la microbiota intestinal, el ecosistema de
microorganismos residentes en el tracto gastrointestinal, y el cerebro,
referido como el eje intestino-cerebro (o eje microbiota-intestino-cerebro). La
microbiota intestinal envía señales al cerebro a través de varias rutas,
incluyendo mecanismos neurales, endocrinos e inmunes a través de la producción
de metabolitos bacterianos como ácidos grasos de cadena corta, aminoácidos de
cadena ramificada y peptidoglucanos. La microbiota intestinal puede influir en
la fisiología cerebral y las alteraciones en la composición de este ecosistema
microbiano están involucradas en la patogénesis de varias enfermedades. Un
estudio reciente en ratones libres de gérmenes reporta que una carencia completa de microbiota intestinal
provoca disfunción de la BHE causada, al menos en parte, por una disminución de las proteínas ocludina
y claudina-5. Este mismo estudio señala que la integridad de la BHE puede ser
restaurada por la recolonización de microbiota intestinal, implicando un rol
causal de la microbiota intestinal. En otro estudio, ratones tratados con una
dosis baja de antibióticos administrada a la madre durante el embarazo y la
lactancia, mostraron incrementos en los niveles de expresión de ocludina y
Claudina-5 en hipocampo de machos y hembras. Más aún, los ratones machos
también mostraron un incremento de ocludina en la corteza frontal.
La obesidad impacta negativamente sobre la
salud. El tejido adiposo no solo está involucrado en el almacenamiento de
energía, también es un órgano endocrino que
secreta factores bioactivos colectivamente conocidos como citoquinas
(adipoquinas). En la obesidad, la secreción de estas citoquinas, las cuales
pueden ser anti- o pro-inflamatorias, es desregulada. En la medida que el
tejido adiposo se expande, secreta grandes cantidades de adipoquinas
pro-inflamatorias, como interleuquina (IL)-6 y TNF-α, las cuales pueden
provocar respuestas inflamatorias y disfunciones metabólicas asociadas con
obesidad. Más aún, estas adipoquinas
pueden cruzar la BHE por un mecanismo de transporte saturable, aunque no está
claro si la obesidad causa un cambio en el transporte de estas adipoquinas a
través de la BHE. La obesidad también provoca una reducción del transporte a
través de la BHE de proteínas involucradas en la regulación del apetito y la
ingesta de alimentos en el SNC, incluyendo leptina e insulina. Un estudio en adultos
mayores demuestra una elevación significativa de la relación líquido
cerebroespinal/albúmina en suero, una característica de disrupción de BHE, en
sujeto obesos en comparación con individuos delgados. La obesidad también
incrementa el estrés oxidativo a través de diferentes mecanismos como
hiperleptinemia, baja defensa antioxidante, inflamación crónica, generación de
especies reactivas de oxígeno (ROS), lo cual puede contribuir a la disrupción
de la BHE mediada por la obesidad. Por el contrario, el ejercicio físico
influye positivamente en la integridad de la BHE a través de efectos
anti-inflamatorios y antioxidantes. Los niveles de insulina en el SNC también
dependen de una BHE funcional. Las CE cerebrales regulan el transporte de
insulina a través del receptor de
insulina y vía trancitosis mediada por receptor. Este transporte de insulina
puede ser alterado por factores fisiológicos y patológicos incluyendo
hiperglucemia y estado diabético. La resistencia a la insulina acelera la
disminución cognitiva e incrementa el riesgo de demencia. En este contexto, los
estudios demuestran que la disrupción de la integridad de la BHE precede a la
disfunción cognitiva en humanos.
La BHE es sensible a influencias externas o
ambientales. Las temperaturas extremas afectan la permeabilidad de la BHE y los
estudios demuestran una asociación entre hipertermia y disrupción de la BHE. La
hipertermia es de particular interés debido a sus efectos perjudiciales en el
SNC, un simple episodio de hipertermia puede causar disfunción neurológica y
cognitiva en el corto o largo plazo. El estrés hipertérmico se puede originar a
partir de una temperatura externa elevada (por ejemplo, sobrecalentamiento del
cuerpo a más de 40oC) o por deficiencia del sistema termorregulador
del cuerpo (por ejemplo, fiebre extrema), lo cual eventualmente provocará una
elevación de la temperatura cerebral. Un cierto nivel de termotolerancia puede
desarrollarse en células o tejidos después de episodios repetidos de
hipertermia, a través de la expresión de proteínas de shock térmico. Este
fenómeno ha sido descrito en CE cerebrales en un modelo de BHE in vitro y
podría tener un efecto protector de la disrupción de la BHE en los próximos
episodios hipertérmicos. En el otro extremo, la hipotermia cerebral profunda
induce una leve degradación de la BHE y activación de glias. Sin embargo, en
ratas, la hipotermia local aplicada tempranamente después de un episodio de shock térmico tiene
un efecto protector, reduciendo significativamente la disrupción de la BHE a
través de la disminución de la pérdida de proteínas de las uniones estrechas.
Entre los factores externos que inducen
disrupción de la BHE, la hipoxia es probablemente el más estudiado. La hipoxia
es el punto final de muchos desórdenes como shock, paro cardiaco,
disfunción respiratoria y envenenamiento
con monóxido de carbono, pero también puede ser causada por reducción de la
presión parcial del oxígeno atmosférico, por ejemplo, en altas altitudes. La
disrupción de la BHE por hipoxia puede resultar en incremento de la permeabilidad, edema
vasogénico y daño tisular. La hipoxia induce la expresión del factor inducible
por hipoxia-1 (HIF-1), un regulador transcripcional del gen Vegf. El VEGF es
expresado principalmente por los astrocitos activados en el estrés hipóxico e
induce cambios en las proteínas de las uniones estrechas como ZO-1, claudina-5
y ocludina. El VEGF también induce aumento de la permeabilidad vascular vía
liberación de óxido nítrico (NO) a través de la activación de la sintetasa de
NO endotelial (eNOS). La hipoxia también ha sido asociada con aumento de la
transcitosis endotelial y varios mediadores incluyendo NO, entrada de calcio,
liberación de citoquinas inflamatorias y alteraciones hemodinámicas pueden ser
responsables de esta alteración. Los diferentes tipos de células de la UNV
exhiben distinta sensibilidad a la privación de oxígeno: las CE cerebrales son
marcadamente más sensibles que los pericitos y los astrocitos y los pericitos
más sensibles que los astrocitos. La tolerancia diferencial de estas células se
correlaciona con los niveles de oxígeno que experimentan en condiciones fisiológicas.
El estrés oxidativo se caracteriza por un
incremento de ROS y especies reactivas de nitrógeno (RNS). El consumo de
oxígeno relativamente alto por el cerebro (en humanos, aproximadamente 25% del
resto del cuerpo en condiciones de reposo) aumenta la susceptibilidad del
cerebro al estrés oxidativo. El estilo de vida, el envejecimiento y factores
ambientales externos o factores genéticos individuales influyen en el grado de
estrés oxidativo en el SNC. Para contrarrestar esto, el cerebro y sus CE están
equipados con potentes sistemas de defensa contra el estrés oxidativo,
incluyendo un incremento en glutatión (GSH), glutatión peroxidasa, glutatión
reductasa y catalasa. El GSH juega un importante rol en el mantenimiento de la
integridad de la BHE. El cerebro sano también contiene antioxidantes como
superóxido dismutasa y factor relacionado con NF-eritroide-2. Las CE cerebrales
tienen un alto contenido de mitocondrias
para producir energía y satisfacer la alta demanda de mecanismos de transporte
dependientes de energía y, por tanto,
juegan un rol esencial en el mantenimiento de la BHE. Sin embargo, está
descrito que las CE cerebrales obtienen la mayor parte de su energía a partir de la glucólisis anaeróbica
y el rol principal de las mitocondrias es la de un organelo de señalización
(por ejemplo, para la regulación del tono vascular). En cualquier caso, la alta
demanda de actividad mitocondrial en las CE cerebrales inevitablemente
involucra la generación de un incremento de estrés oxidativo.
La exposición a distintos tipos de estrés
psicológico activa respuestas fisiológicas para mantener la homeostasis y esta
adaptación puede afectar al cerebro de varias maneras. En condiciones de estrés
psicosocial, la integridad de la BHE es modulada por estímulos neuroendocrinos.
En humanos, el trauma psicológico en la infancia está asociado con incremento
en el nivel en suero de la proteína astrocítica S100β, un biomarcador de disrupción de la BHE. Más aún, el estrés
psicosocial agudo tiene efectos pro-inflamatorios mediados por la activación de
mastocitos y está asociado con apertura de la BHE. La hipótesis emergente de
estos hallazgos postula que la neuroinflamación inducida por el estrés promueve
alteraciones en la UNV y modula la integridad de la BHE.
En conclusión, la permeabilidad de la BHE es
altamente dinámica y responde a múltiples señales intrínsecas y extrínsecas
para asegurar la homeostasis cerebral después de alteraciones de diferente
origen. Los cambios en la permeabilidad de la BHE generalmente son manejados
por sustancias que circulan en la sangre como metabolitos, hormonas o
citoquinas que tienen un efecto directo sobre el endotelio cerebral o inducen
una respuesta inflamatoria leve que altera la función de la UNV. Las
variaciones en la BHE han sido documentadas en varios contextos, incluyendo
cambios durante el desarrollo, el embarazo y el envejecimiento en respuesta a
factores ambientales como estatus nutricional, temperatura extrema y estrés
psicosocial. El envejecimiento, en particular, es un período susceptible a
disfunción de la BHE, lo cual puede contribuir a la neurodegeneración y el
declive cognitivo.
Fuente: Segarra M
et al (2021). Blod-brain barrier dynamics to maintain brain homeostasis. Trends
in Neurosciences 44: 393-405.
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