Magnesio en obesidad, síndrome metabólico y diabetes
tipo 2
El magnesio (Mg2+)
es el segundo catión intracelular más abundante y el cuarto catión más
abundante en el cuerpo humano. Casi todo el Mg2+ del cuerpo se
encuentra en los huesos (aproximadamente 60%)
y los tejidos blandos (aproximadamente 40%), mientras <1% está en la
sangre. Es un cofactor de cientos de reacciones enzimáticas, actuando sobre las
enzimas como componente estructural o catalítico y sobre los sustratos. Un
ejemplo de la actividad bioactiva del Mg2+ está en las reacciones
que involucran al complejo Mg-ATP, el cual es un cofactor esencial de quinasas.
Por esta razón, el Mg2+ es un factor limitante para muchas enzimas
involucradas en el metabolismo de carbohidratos y energía. Más aún, el Mg2+
es esencial en el metabolismo intermediario para la síntesis de macromoléculas.
Otras funciones vitales dependientes de Mg2+ son la contracción y
relajación muscular, la función neurológica normal y la liberación de
neurotransmisores.
A nivel celular, la homeostasis de Mg2+
es regulada por la actividad coordinada de canales y transportadores en la
membrana celular. Algunos de ellos son expresados ubicuamente, como el receptor
potencial melastatina transitorio (TRPM) 7, el transportador de Mg2+
1 (MagT1) y el miembro 1 de la familia de transportadores de soluto 41
(SLC41A1). Otros son tejido-específicos, como el TRPM6 expresado en riñón y
colon, la ciclina y el dominio CBS del transportador de cationes metálicos
divalentes M2 (CNNM2), expresado en el riñón y el CNNM4 expresado en el colon.
La obesidad, el síndrome metabólico y la
diabetes tipo 2 son tres condiciones interrelacionadas que exhiben una serie de
mecanismos fisiopatológicos atribuibles a la inflamación sistémica de “bajo
grado”. El déficit de Mg2+ es
frecuente en sujetos obesos y es una condición altamente prevalente en
pacientes con diabetes y síndrome metabólico. Más aún, el Mg2+
incrementa el riesgo de desarrollar
diabetes tipo 2. Además, la depleción de Mg2+ puede promover la
inflamación crónica tanto directamente como indirectamente modificando la
microbiota intestinal.
Entre las pruebas de laboratorio más
frecuentemente usadas para evaluar el estatus de Mg2+ en la práctica clínica está la
magnesemia. Sin embargo, la magnesemia
no se correlaciona con los “pooles” tisulares porque el Mg2+ en
suero es un pequeño porcentaje del contenido de Mg2+
intracelular/total del cuerpo. Esta es una de las razones por las que la
deficiencia de Mg2+ generalmente es subestimada en los
desequilibrios electrolíticos. De acuerdo con los patrones de Mg2+
en la sangre, el rango de referencia
para la concentración de Mg2+ en suero es 0,75-0,95 mmol/L y la
hipomagnesemia generalmente es definida como <0,70 mmol/l de Mg2+
en suero. Recientemente, un panel de expertos propuso que la secreción urinaria
de Mg2+ también debe ser considerada. Específicamente, una
magnesemia <0,82 mmol/L con excreción urinaria de Mg2+ de 40-80
mg/d debe ser considerada indicativa de deficiencia de Mg2+. Dado
que el contenido de Mg2+ en suero es solo 1% del Mg2+ total en el cuerpo y no
es representativo del estatus intracelular global de Mg2+, la
deficiencia de Mg2+ puede ser subestimada y persistir latente por
años. La hipomagnesemia subclínica es responsable de una variedad de
manifestaciones clínicas que no son específicas y puede superponerse con los
síntomas de otros desbalances electrolíticos. Algunos de estos síntomas son
depresión, fatiga, espasmos musculares y arritmias cardiacas. Más aún, el
estatus de bajo Mg2+ crónico ha sido asociado con un incremento en
el riesgo de enfermedades no trasmisibles crónicas, como osteoporosis y
sarcopenia. La depleción severa de Mg2+, definida como una
concentración de Mg2+ en suero <0,3-0,4 mmol/l, puede provocar
arritmias cardiacas, tetania y convulsiones.
Hay varias causas de hipomagnesemia y una de
las más relevantes es una ingesta insuficiente. En efecto, varios estudios
demuestran que la mayoría de la población en Europa y Norte América consume
menos de la recomendación diaria de Mg2+ que es aproximadamente de
420 mg de Mg2+ para hombres adultos y 320 mg de Mg2+ para
mujeres adultas. Este déficit deriva principalmente del estilo de dieta
occidental que a menudo contiene solo 30-50% de la recomendación diaria de Mg2+.
La dieta occidental está basada en el consumo masivo de alimentos procesados,
agua desmineralizada y bajas cantidades de vegetales y legumbres, a menudo procedentes
de tierras pobres en Mg2+. La hipomagnesemia también puede ser una
consecuencia de condiciones patológicas preexistentes. Por ejemplo, la
depleción de Mg2+ es frecuente en sujetos afectados por alteración
de la absorción gastrointestinal causada por enfermedad celíaca, enfermedades
intestinales inflamatorias o en presencia de cáncer de colon, bypass gástrico y
otros desórdenes gastrointestinales menores. Causas adicionales de déficit de
Mg2+ son la diabetes mellitus tipo 1, desórdenes renales y
desbalances hidro-electrolíticos. La hipomagnesemia también está asociada, a
través de diferentes mecanismos moleculares, con el uso frecuente de varios
medicamentos como diuréticos (furosemida, tiazidas), inhibidores del receptor
de factor de crecimiento epidermal (cetuximab), inhibidores de calcineurina
(ciclosporina A), cisplatina y algunos anti-microbianos (rapamicina, aminoglucósidos,
antibióticos, pentamidina, foscaret, anfotericina B). Adicionalmente, el amplio
uso de inhibidores de la bomba de protones (PPI-omeprazole, pantoprazole,
esomeprazole), los cuales generalmente son considerados seguros, inducen
hipomagnesemia en 13% de los casos, pero el mecanismo subyacente es aún
desconocido. Más aún, el abuso de etanol resulta en deficiencia de Mg2+.
Un bajo estatus de Mg2+ también
puede tener origen genético y derivar de mutaciones de genes como TRPM6,
CLDN16-19 (Claudina 16 y 19), KCNA1 (canal de potasio disparado por voltaje
subfamilia A miembro 1), CNNM2. Estas mutaciones resultan en una severa
hipomagnesemia acompañada por pérdida de calcio, insuficiencia renal,
convulsiones y retardo mental. Desde un punto de vista fisiológico, el déficit
de Mg2+ se puede observar después de una actividad deportiva intensa
con un incremento en la sudoración, en mujeres postmenopáusicas sanas o durante
la lactancia. Más aún, el estatus de Mg2+ generalmente está alterado
en adultos mayores. Una deficiencia moderada o subclínica de Mg2+
induce una inflamación de bajo grado crónica sostenida por la liberación de
citoquinas inflamatorias y la producción de radicales libres, lo cual exacerba
un estado inflamatorio pre-existente. Por esta razón la depleción de Mg2+
es considerada un factor de riesgo para condiciones patológicas que se
caracterizan por inflamación crónica como hipertensión arterial y desórdenes
cardiovasculares, pero también síndrome metabólico y diabetes.
La obesidad es el resultado de dietas no
saludables, altas en calorías pero pobres en nutrientes esenciales. Como
consecuencia, los sujetos obesos a menudo son deficientes en Mg2+.
El National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) subraya que el
déficit de Mg2+ es más prevalente en sujetos con índice de masa
corporal (IMC) en el rango obeso que en la población normal. Por otra parte, el
estudio CARDIA, desarrollado con más 5000 sujetos, indica que la ingesta de Mg2+
está inversamente asociada con la incidencia de obesidad y con los niveles de
proteína C reactiva. Adicionalmente, en modelos animales de obesidad inducida
por dieta, la suplementación de Mg2+ previene la acumulación de
tejido adiposo y estudios en humanos reportan una asociación inversa entre la
ingesta de Mg2+ y los marcadores de adiposidad, como IMC y
circunferencia de la cintura.
En los sujetos obesos, la mayor parte de la
energía de la dieta deriva de granos refinados y azucares simples,
consecuentemente, su catabolismo hepático de glucosa es muy activo. Varias
enzimas claves de las rutas de oxidación de la glucosa son dependientes de Mg2+.
El Mg2+ también es necesario para la activación de vitamina B1 en
difosfato de tiamina (TDP) que es otra coenzima crítica del metabolismo
oxidativo. Las enzimas dependientes de TDP requieren de Mg2+ para
alcanzar su activación óptima. Por tanto, bajas concentraciones intracelulares
de Mg2+ y/o TDP pueden alterar el metabolismo oxidativo de la
glucosa. En el hígado, una disminución de la actividad de la enzima piruvato deshidrogenasa,
dependiente de Mg2+ y TDP puede desviar el metabolismo de la glucosa
hacia la fase oxidativa de la ruta de la pentosa fosfato, generando un exceso
de NADPH. La NADPH proporciona el potencial redox esencial para rutas
sintéticas incluyendo biosíntesis de ácidos grasos, promoviendo un incremento
en la síntesis de triglicéridos y lipoproteínas de muy baja densidad y, por
consiguiente, un mayor almacenamiento de triglicéridos en los adipocitos que
aumenta la extensión de la obesidad y el riesgo de co-morbilidades como
dislipidemia, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.
Los sujetos obesos a menudo también son
deficientes en vitamina D, tanto en presencia como en ausencia de diabetes tipo
2, y el Mg2+ es esencial para
la síntesis y activación de vitamina D. El estatus óptimo de Mg2+
puede ser fundamental para optimizar el estatus de vitamina D. Debido a su rol
en el sistema renina-angiotensina y sus propiedades inmunomoduladoras, la
deficiencia de vitamina D es identificada como un potencial factor de riesgo en
desórdenes cardiometabólicos, incluyendo resistencia a la insulina, síndrome
metabólico y enfermedades cardiovasculares. Más aún, la deficiencia latente
crónica de Mg2+ y/o la deficiencia de vitamina D predisponen a los
sujetos obesos no diabéticos a un mayor riesgo de enfermedades
cardiometabólicas. El mantenimiento de un estatus normal de Mg2+
mejora el efecto beneficioso de la vitamina D sobre los indicadores de riesgo
cardiometabólico. Un estudio en mujeres sanas demostró un significativo
incremento en la concentración de Mg2+ en suero en las obesas pero
no en las no obesas después de la
inyección intramuscular de vitamina D que probablemente fue causado por el aumento de la retención renal de Mg2+
inducido por vitamina D y enfatizado por la deficiencia de Mg2+ en
las mujeres obesas.
La obesidad y el síndrome metabólico se
caracterizan por excesiva acumulación de grasa en el cuerpo. Sin embargo,
mientras la obesidad solamente implica la acumulación de exceso de grasa en el
cuerpo, el síndrome metabólico es un desorden de acumulación y uso de energía,
promovido por la inflamación sistémica de bajo grado, que resulta en adiposidad central,
hipertensión arterial, dislipidemia o resistencia a la insulina. Muchos
estudios han encontrado una correlación positiva entre la baja ingesta de Mg2+
en la dieta y el riesgo de síndrome metabólico, independientemente de otros factores
de riesgo como edad, género, IMC, raza, nivel educacional, estatus marital,
tabaquismo, ingesta de alcohol, ejercicio, ingesta de energía, porcentaje de
calorías derivado de grasas saturadas, uso de antihipertensivos o medicamentos
lípidos. La ingesta de Mg2+ en la dieta está inversamente asociada con
la prevalencia de síndrome metabólico. El síndrome metabólico incrementa
exponencialmente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedad
cardiovascular y, en general, la morbilidad y mortalidad. La adecuada ingesta
de Mg2+ reduce el riesgo cardiometabólico y está asociada con una
reducción de enfermedades cardiovasculares, diabetes y toda causa de
mortalidad. Los altos niveles circulantes de Mg2+ están asociados
con bajo riesgo de enfermedad cardiovascular, principalmente enfermedad de
arteria coronaria. La baja ingesta de Mg2+ crónica en la dieta
provoca deficiencia de Mg2+ intracelular y en suero. Esto es
particularmente evidente en personas obesas con síndrome metabólico, adultos
mayores y personas con resistencia a la
insulina.
El Mg2+ es un antagonista natural
del Ca2+ y su efecto metabólico está de acuerdo con la concentración
de Ca2+. Un estudio reciente sugiere que una alta ingesta de Ca2+
en la dieta reduce el riesgo de síndrome metabólico. Otros datos experimentales
sugieren que una alta relación Ca2+/Mg2+
intracelular, inducida por una dieta rica en Ca2+ pero pobre en Mg2+,
puede provocar hipertensión arterial, resistencia a la insulina y síndrome
metabólico. Los sujetos que ingieren la recomendación diaria de Ca2+
y Mg2+ tienen reducido riesgo de síndrome metabólico. El Mg2+
y el Ca2+ trabajan juntos para regular la respuesta metabólica de sujetos con sobrepeso u obesos y una relación
Ca2+/Mg2+ desbalanceada maximiza el efecto de su simple
deficiencia.
La diabetes tipo 2 a menudo está asociada
con una alteración de la homeostasis de Mg2+ y la ingesta de Mg2+
está inversamente asociada con el riesgo de diabetes tipo 2 de una manera
dosis-respuesta. Los estudios epidemiológicos reportan una alta prevalencia de
hipomagnesemia en sujetos con diabetes tipo 2. La depleción de Mg2+
en pacientes con diabetes tipo 2 es causada principalmente por una baja ingesta
y un incremento en la pérdida urinaria de Mg2+, probablemente
resultado de una alteración de la función renal. Los hallazgos recientes
demuestran que la hipomagnesemia está fuertemente asociada con la progresión de
la diabetes tipo 2. En particular, debido a que la insulina regula la
homeostasis de Mg2+ y al mismo tiempo el Mg2+ es un
determinante significativo de la señal post-receptor de la insulina. La
influencia del Mg2+ sobre el metabolismo de la glucosa, la
sensibilidad a la insulina y la acción de la insulina podría explicar la
asociación negativa entre la ingesta de Mg2+ y la incidencia de
diabetes tipo 2.
La secreción de insulina es iniciada por la
entrada de Ca2+ que es competitivamente inhibida por el Mg2+
extracelular y, por consiguiente, la insulinemia se correlaciona inversamente
con la magnesemia. La glucosa circulante es tomada fácilmente por las células β
pancreáticas a través del transportador de glucosa 2 (GLUT2) y convertida en
glucosa-6-fosfato (G6P) por la glucosa quinasa (GK). La oxidación de G6P en la
glucólisis determina un incremento en la relación ATP/ADP que provoca el cierre
de los canales de K+ sensibles a ATP (canales KATP) y, en
consecuencia, la despolarización de la membrana seguida por la abertura de
canales de Ca2+ dependientes de voltaje. El incremento en la
concentración intracelular de Ca2+ dispara la fusión de los gránulos
que contienen insulina con la membrana y la liberación de su contenido. Los mecanismos moleculares
por los cuales el Mg2+ contribuye a la resistencia a la insulina aún
no son conocidos. Sin embargo, está aceptado que la deficiencia de Mg2+
tiene un significativo impacto sobre la secreción de insulina y puede
contribuir a la disfunción de células β en la diabetes tipo 2. Esto depende de
los roles claves que juega el Mg2+ en la liberación de insulina
inducida por la señal dependiente de
glucosa. Las actividades de la GK y muchas enzimas glucolíticas dependen del
complejo Mg-ATP y una baja concentración intracelular de Mg2+
resulta en disminución del nivel de ATP en las células. Adicionalmente, el
cierre de los canales KATP depende de la unión del ATP a la subunidad Kir6.2,
mientras la abertura de estos canales depende de la unión del complejo Mg-ATP a
la subunidad SUR1. La reducción en los
niveles intracelulares de ATP y el complejo Mg-ATP altera la regulación de los
canales KATP. Esto provoca un incremento en la secreción basal de insulina e
induce la hiperinsulinemia que contribuye a la exposición crónica de las
células a la insulina y al desarrollo de resistencia a la insulina acompañada
por inflamación de bajo grado. Más aún, la prolongada hiperinsulinemia típica
de la resistencia a la insulina induce un incremento en la excreción renal de
Mg2+, perpetuándose el círculo vicioso. Adicionalmente, las
concentraciones fisiológicas de insulina y glucosa estimulan el transporte de
Mg2+, incrementando el contenido intracelular de Mg2+.
Una baja concentración intracelular de Mg2+ altera la respuesta
celular a la insulina porque altera la actividad de la tirosina quinasa del
receptor de insulina (IR) provocando el desarrollo de resistencia a la insulina
post-receptor y disminución de la utilización de glucosa. En particular, el Mg2+
y el complejo Mg-ATP son reguladores claves de la ruta PI3K/AKT quinasa del IR.
Esta ruta comienza con la autofosforilación del IR, lo cual dispara la cascada
de señalización intracelular. La proteína sustrato del receptor de insulina
(IRS) activa principalmente a la fosfatidilinositol-4,5-bifosfato-3-quinasa
(PI3K), la cual genera al segundo mensajero fosfatidilinositol-3,4,5-trifosfato
(PIP3). El PIP3 activa a la proteína quinasa 1 dependiente de 3-fosfoinositido
(PDK1), la cual activa a la AKT. La AKT regula las acciones metabólicas de la
insulina, incluyendo la captación de glucosa por la movilización de GLUT4 en
músculo esquelético y tejido adiposo, la síntesis de glucógeno, la síntesis de
proteínas y la lipogénesis. Por esta razón, a menor concentración intracelular
de Mg2+, mayor es la cantidad de insulina requerida para metabolizar
la misma carga de glucosa, indicando disminución de la sensibilidad a la
insulina. Todos estos datos subrayan que la acción de la insulina es estrictamente
dependiente de la concentración intracelular de Mg2+.
La deficiencia de Mg2+ también
puede contribuir a la diabetes tipo 2 a través de la modulación de la ATPasa Na+/K+
que es crucial para el mantenimiento del potencial de membrana y la baja
concentración intracelular de Na+. Los iones Mg2+ manejan
el cambio conformacional de la bomba de sodio cuya disfunción ha sido
correlacionada con diabetes tipo 2. Más aún, los polimorfismos de nucleótido en
el gen TRPM6 están asociados con mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2
porque el TRPM6 no puede ser activado por la insulina en presencia de estas
mutaciones. La observación que varios tratamientos farmacológicos para la diabetes,
como la metformina, incrementan los niveles de Mg2+ apoyan esta
noción y sugieren una sustancial interdependencia entre deficiencia de Mg2+
y el desarrollo de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. La deficiencia
de Mg2+ no puede ser una consecuencia secundaria de la diabetes tipo
2, sino que puede contribuir a la resistencia a la insulina y la alteración de
la tolerancia a la glucosa, provocando diabetes tipo 2. Por otra parte, la
deficiencia de Mg2+ en niños obesos puede ser secundaria a una ingesta
disminuida de Mg2+ en la dieta. Los niños obesos muestran menores niveles
de Mg2+ en suero que los niños con peso normal. En niños y
adolescentes obesos, la concentración sanguínea de Mg2+ se
correlaciona inversamente con el grado de obesidad y está relacionada con un
perfil de lípidos en suero desfavorable y mayor presión sanguínea sistémica que
los controles sanos.
La ingesta de alimentos ricos en Mg2+,
incluyendo granos, nueces, legumbres y vegetales verdes, está asociada con una
menor incidencia de obesidad, síndrome metabólico y diabetes tipo 2. Sin
embargo, debido a factores agronómicos y ambientales así como el procesamiento
de alimentos, el contenido de Mg2+ en frutas y vegetales ha disminuido
en los últimos 50 años y puede ser necesario utilizar la suplementación oral de
Mg2+ que ha demostrado tener efecto
beneficioso en el síndrome metabólico y la diabetes tipo 2. Este efecto probablemente es debido a la
corrección de una deficiencia de Mg2+ latente. La suplementación de
Mg2+ también mejora el control de la presión arterial y la
resistencia vascular en pacientes con hipertensión esencial. Este resultado
puede ser explicado por la evidencia que el Mg2+ es un antagonista
de Ca2+, incrementa la síntesis de vasodilatadores como prostaciclina
y óxido nítrico e inhibe las
calcificaciones vasculares a través de la modulación del canal TRPM6. De
acuerdo con la literatura, la dosis de Mg2+ varía desde 250 mg hasta
600 mg con una media de 380 mg. El tiempo de suplementación de Mg2+
varía de desde 7 días hasta 6 meses con una media de aproximadamente tres
meses. Sin embargo, no hay consenso acerca del tipo de sal de Mg2+ a
usar. Sulfato, óxido, carbonato, cloruro, citrato, malato, gluconato, lactato,
aspartato, fumarato, acetil taurato, bis-glicinato y pidolato han sido
empleados en la suplementación de Mg2+. En parte, las diferencias en
la biodisponibilidad de la sal de Mg2+ se deben a su diferente
solubilidad.
En conclusión, la obesidad, la diabetes tipo
2 y el síndrome metabólico son condiciones que se caracterizan por inflamación
de bajo grado crónica parcialmente
atribuible a deficiencia de Mg2+. En las enfermedades metabólicas,
un bajo estatus de Mg2+ debido principalmente a dietas no saludables
contribuye a generar un ambiente pro-inflamatorio que exacerba la alteración
metabólica. La suplementación de Mg2+ promueve la corrección de este
círculo vicioso, pero hasta el momento es difícil interpretar si los efectos
beneficiosos del Mg2+ ocurren a través de una acción directa sobre
las rutas metabólicas o una acción indirecta sobre la inflamación, o ambos.
Fuente: Piuri G et
al (2021). Magnesium in obesity, metabolic síndrome and type 2 diabetes. Nutrients 13: 320.
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