Hepatoquinas y metabolismo
El hígado
contribuye al control endocrino del metabolismo produciendo hepatoquinas. En
humanos y otros organismos superiores, el metabolismo sistémico es controlado
por rutas complejas que regulan el gasto de energía y la ingesta de nutrientes.
El hígado es un regulador mayor de la homeostasis de energía a través de procesar
la disponibilidad de nutrientes y la necesidad de energía y metabolitos
necesarios para otros tejidos.
El hígado regula la homeostasis sistémica de
la glucosa a través de la producción hepática de glucosa y el almacenamiento de
glucógeno. Durante el estado postprandial, el hígado incrementa la captación de
glucosa en respuesta a los elevados niveles plasmáticos de glucosa e insulina y
convierte a la glucosa en glucógeno o la
utiliza para la lipogénesis. Durante este tiempo, la producción hepática de
glucosa también está reducida debido a la suficiente disponibilidad de glucosa
circulante. Sin embargo, en respuesta al ayuno, el hígado incrementa la
producción hepática de glucosa vía glucogenolisis y gluconeogénesis para suplir
glucosa como fuente de combustible a tejidos no hepáticos incluyendo cerebro y
músculo esquelético. Además de la producción de glucosa, el hígado también
suple cuerpos cetónicos para la oxidación de lípidos así como lípidos a los
tejidos periféricos a través de la producción de lipoproteínas de muy baja
densidad (VLDL). Esta regulación de la producción, utilización y almacenamiento
de energía por el hígado es esencial para el mantenimiento de la homeostasis
fisiológica de energía. La desregulación de alguna de estas rutas puede
resultar en una disfunción metabólica que podría contribuir al desarrollo de
resistencia a la insulina o enfermedad hepática grasa.
La resistencia a la insulina ocurre cuando
la insulina es incapaz de: (1) estimular adecuadamente la captación de glucosa
en los tejidos metabólicos (músculo esquelético y tejido adiposo), (2) suprimir
la producción hepática de glucosa y/o (3) reducir la lipólisis en el tejido
adiposo. Durante la resistencia a la insulina, el almacenamiento en exceso de
grasa ectópica en el hígado puede contribuir al desarrollo de enfermedad
hepática grasa no alcohólica (NAFLD). Recientemente, la NAFLD ha sido llamada enfermedad hepática grasa
asociada a metabolismo (MAFLD) y cubre un espectro de desórdenes hepáticos que
pueden progresar a esteatohepatitis (NASH) y cirrosis. La NAFLD es la
enfermedad hepática crónica más común y un factor de riesgo para diabetes tipo
2, obesidad y enfermedad cardiovascular (CVD). La NAFLD y la diabetes tipo 2
son enfermedades multi-sistemas que involucran perturbaciones en la
comunicación entre tejidos periféricos (hígado, tejido adiposo y músculo
esquelético) y el sistema nervioso central (SNC). La disrupción en la capacidad
de estos tejidos para comunicarse se manifiesta como desregulación del manejo
de lípidos y la función mitocondrial en el hígado, excesiva liberación de
citoquinas y lípidos por el tejido adiposo, deposición de grasa ectópica en
músculo esquelético y disrupción de señales endocrinas en las neuronas
homeostáticas en el hipotálamo.
El hígado se comunica con otros órganos incluyendo
SNC, tejido adiposo y músculo esquelético en parte produciendo hepatoquinas,
las cuales son esenciales para transmitir información relacionada con el
estatus metabólico del hígado. En años recientes, varias hepatoquinas han sido
identificadas y examinadas en sus roles
en el desarrollo de obesidad, resistencia a la insulina y NAFLD. Mientras la
expresión alterada de los niveles de ciertas hepatoquinas son considerados
biomarcadores de la función metabólica, la expresión de otras hepatoquinas
fluctúa dinámicamente con los estados fisiológicos (ayuno, estado alimentado,
etc.), reflejando sus importantes roles en el mantenimiento de la homeostasis metabólica.
Las activinas son miembros de la familia
factor de crecimiento transformante-β (TGFβ) y homo o heterodímeros de las
subunidades β de inhibina/activina A y B. Inicialmente, las activinas fueron
identificadas como estimuladoras de la secreción de hormona estimulante del
folículo (FSH), pero varios estudios revelaron que las activinas juegan
múltiples roles en diversos tipos de células y tejidos. Las subunidades y receptores de las activinas
son expresados ubicuamente y ejercen
efectos autocrinos y paracrinos. La activina-E (también llamada inhibina
subunidad beta E) ha sido recientemente identificada en humanos y roedores,
pero a diferencia de las otras activinas que son expresadas en todo el cuerpo,
la activina-E es expresada y secretada primariamente por el hígado. La
activina-E está elevada en hígado y suero de humanos con obesidad y NAFLD. Es
un importante regulador del gasto de energía y la sensibilidad a la insulina en
roedores. Los niveles de expresión de activina-E están relacionados con los de
genes termogénicos en tejido adiposo subcutáneo y aumentan la expresión de proteína
desacopladora 1 (UCP1) y factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21), dos
importantes reguladores de la termogénesis en tejido adiposo. La expresión de
activina-E aumenta durante el ayuno y es suprimida marcadamente por la pérdida
de receptor de insulina en el hígado. En humanos, la obesidad puede representar
un estado de resistencia a la activina-E.
Las proteínas similares a angiopoyetina
(ANGPTL1-8) son un grupo de glucoproteínas secretadas que emergen como importantes
reguladores del metabolismo de lípidos, en parte a través de la regulación
post-traslacional de la actividad de la lipoproteína lipasa (LPL).
Estructuralmente, las ANGPTL son similares a las proteínas de la familia
angiopoyetina y contienen una estructura N-terminal enrollada y un dominio
C-terminal similar a fibrinógeno. Los miembros de la familia ANGPTL funcionan
como reguladores de la actividad LPL en el tejido adiposo blanco (TAB).
La ANGPTL3 es expresada y secretada
exclusivamente por el hígado y es un importante regulador de los niveles
plasmáticos de triglicéridos debido su inhibición de LPL en tejidos
oxidativos. La ANGPTL3 se correlaciona
positivamente con la glucosa plasmática y los niveles de HOMA-IR en pacientes
con resistencia a la insulina. La ANGPTL3 se une directamente a la LPL con su
dominio N–terminal enrollado y promueve la disociación de los dímeros activos
de LPL en monómeros inactivos. Esta acción inhibidora resulta en un incremento
en el almacenamiento de ácidos grasos derivados de lipoproteínas en el TAB. La
ANGPTL3 es degradada proteolíticamente por las convertasas de proproteínas, lo
cual permite la formación de un complejo con la ANGPTL8 para la inhibición de la LPL y la desregulación de la
homeostasis de carbohidratos y lípidos. La ANGPTL3 aumenta la homeostasis de
carbohidratos induciendo la lipólisis en el tejido adiposo, atenuando la
lipogénesis de novo y regulando al alza la expresión de ANGPTL4, factores que
resultan en disminución de la captación de glucosa y la sensibilidad a la
insulina. La ANGPTL3 es regulada al alza por el receptor X hepático (LXR) y
regulada a la baja por varios factores incluyendo insulina, leptina, receptor
activado por proliferador de peroxisoma-β (PPARβ), estatinas y hormonas
tiroideas. La inhibición de ANGPTL3 podría representar una estrategia
terapéutica para el tratamiento de la disfunción metabólica relacionada con la
obesidad.
La ANGPTL4, también referida como factor
adiposo inducido por el ayuno (FIAF), es la ANGPTL más estudiada. En humanos y
ratones, la ANGPTL es predominantemente expresada en tejido adiposo e hígado y escasamente
en músculo esquelético y corazón. La ANGPTL4 juega importantes roles en la
regulación de la homeostasis energética, el metabolismo de lípidos, la angiogénesis
y la invasión de células cancerosas. La expresión del mARN Angptl4 en el hígado
aumenta durante el ayuno vía PPARα y es suprimida con la alimentación. Además
del estatus nutricional, la expresión de ANGPTL4 también puede ser modulada por
varios factores metabólicos incluyendo la hipoxia y el ejercicio. La ANGPTL4
regula muchos procesos metabólicos a través de sus dominios N-terminal
(nANGPTL4) y C-terminal (cANGPTL4). La ANGPTL4 completa y el dominio nANGPTL4
incrementan la concentración circulante de triglicéridos de una manera
dependiente de nutrientes por inhibición de la actividad de LPL y supresión del
aclaramiento de lipoproteínas ricas en triglicéridos por el TAB. Más aún, la ANGPTL4 induce la
lipólisis en el tejido adiposo, resultando en un incremento de ácidos
grasos libres (AGL) circulantes para su
redistribución en tejidos oxidativos. Este incremento en plasma de AGL y
triglicéridos a menudo está asociado con deposición ectópica de lípidos en el
hígado y los músculos esqueléticos. El dominio cANGPTL4 (y en menor extensión
el dominio nANGPTL4) está involucrado en la regulación de procesos no
relacionados con el metabolismo de lípidos. La ANGPTL4 también es regulada al
alza en tejido adiposo en el estado alimentado, lo cual provoca disminución de
los niveles de LPL en los capilares, permitiendo la captación preferencial de
triglicéridos en tejidos oxidativos como músculo esquelético. Específicamente,
en el contexto del ejercicio, la ANGPTL4 inhibe selectivamente la LPL en TAB y
redirige los AGL para su catabolismo en músculo esquelético, incrementando su
capacidad oxidativa. Varios estudios reportan
que los niveles plasmáticos de ANGPTL4 están elevados en pacientes con
diabetes tipo 2 y diabéticos no obesos. Este incremento en ANGPTL4 puede resultar
en un perfil subóptimo de lípidos (incremento de triglicéridos y disminución de
lipoproteínas de alta densidad, HLD).
La ANGPTL6, también llamada factor de
crecimiento relacionado con angiopoyetina, está involucrada en el metabolismo
de glucosa, lípidos y energía. La ANGPTL6 es secretada predominantemente en la
circulación por el hígado y es expresada en niveles relativamente bajos en
otros tejidos. Un estudio reciente demuestra que la ANGPTL6 incrementa la
actividad de la proteína quinasa activada por adenosina monofosfato (AMPK) para
mejorar la señal de insulina en músculo esquelético. La ANGPTL6 puede reducir
la gluconeogénesis en el hígado disminuyendo la expresión de la
glucosa-6-fosfatasa por reducción de la actividad FoxO1 en la ruta de
señalización PI3K/AKT. Estos datos sugieren que la ANGPTL6 actúa como un factor
protector que regula la homeostasis de energía y glucosa. Estudios recientes
demuestran que los niveles circulantes de ANGPTL6 aumentan en individuos con obesidad y
diabetes tipo 2 y se correlacionan positivamente con los niveles de glucosa plasmática en ayunas.
La ANGPTL8 (también llamada lipasina, Td26 y
betatrofina) regula negativamente el metabolismo de glucosa y lípidos. En
humanos y ratones, la ANGPTL8 es producida por hígado y tejido adiposo. Los
niveles de expresión pueden ser regulados por varios factores, incluyendo
hipoxia, disponibilidad de nutrientes, AGL no esterificados y hormonas
tiroideas. La ANGPTL8 es homologa con la ANGPTL3, pero por si misma no tiene un
efecto importante sobre la LPL, requiere de ANGPTL3 o ANGPTL4 para producir efectos sobre la LPL. La formación de
un complejo entre ANGPTL8 y ANGPTL3
permite la máxima inhibición de LPL. Por el contrario, la formación de un
complejo entre ANGPTL8 y ANGPTL4 altera la capacidad de la ANGPTL4 para
inactivar la LPL. La expresión de ANGPTL8 es regulada al alza cuando la
expresión de ANGPTL4 es regulada a la baja, lo cual sugiere que la ANGPTL8
actúa como inhibidor fisiológico de ANGPTL4. La ANGPTL8 también afecta el
apetito a través de la alteración de la actividad de neuropéptido Y (NPY) en el
hipotálamo.
Las fetuínas son glucoproteínas que median
el transporte de una variedad de sustancias presentes en la circulación
sanguínea. La fetuína-A (alfa2-HS-glucoproteína) fue la primera hepatoquina
identificada como reguladora de la homeostasis metabólica. Predominantemente
sintetizada y secretada por el hígado, la fetuína-A es un inhibidor endógeno
del receptor tirosina quinasa de la insulina en hígado, tejido adiposo y
músculo esquelético. Los pacientes con resistencia a la insulina, obesidad y
NAFDL tienen altos niveles circulantes de fetuína-A. La fetuína-A puede ser
regulada al alza por NFκB y ERK1/2 cuando ocurre un incremento en los niveles
circulantes de AGL y glucosa, respectivamente. La fetuína-A aumenta la
secreción de citoquinas pro-inflamatorias en monocitos y tejido adiposo para
promover la respuesta pro-inflamatoria inducida por lípidos y la resistencia a
la insulina. La fetuína-A es un regulador negativo de la adiponectina y, a su
vez, la adiponectina inhibe la expresión de fetuína-A. La hipoadiponectinemia
en pacientes con síndrome metabólico puede resultar en un incremento en los
niveles circulantes de fetuína-A. La droga anti-diabética pioglitazone
disminuye los niveles circulantes de fetuína-A en individuos con diabetes tipo
2.
El factor de crecimiento de fibroblastos 21
(FGF21) es una hormona producida y secretada predominantemente por el hígado.
La señal FGF21 es mediada por el complejo formado por el receptor FGF1c (FGFR1c)
y su co-receptor Kloto-β (KLB). El FGF21 se une directamente a KLB, lo cual
facilita la unión al FGFR1c para iniciar los eventos de señalización
intracelular. Clásicamente reconocido como una hormona del ayuno regulada por
el PPARα, varios estudios recientes demuestran que el FGF21 aumenta en
respuesta a otros estímulos nutricionales, incluyendo desbalance de
macronutrientes y en respuesta a la ingesta de alcohol. En condiciones de
ayuno, el FGF21 incrementa la gluconeogénesis hepática, la β-oxidación de
lípidos y la cetogénesis en ratones. El FGF21 facilita la transición del estado de ayuno al estado alimentado
aumentando la captación de glucosa estimulada por insulina. Los niveles
hepáticos y circulantes de FGF21 aumentan en respuesta al bajo contenido de
proteínas o la privación de aminoácidos. Este incremento en FGF21 resulta en
aumento del gasto de energía y reducción de la ganancia de peso corporal. El
exceso en la ingesta de azúcar incrementa los niveles plasmáticos de FGF21 en
humanos y ratones. Los niveles máximos de FGF21 circulante aumentan en
respuesta a la combinación de condiciones baja en
proteína y alta de carbohidratos.
El FGF21 sirve como un factor protector que limita la toxicidad y la disfunción
hepáticas. El FGF21 aumenta la actividad de las neuronas sensibles a glucosa en
el hipotálamo ventromedial en respuesta
a la glucosa presumiblemente para
regular la ingesta de carbohidratos. En humanos, los niveles circulantes de
FGF21 aumentan con la obesidad, la diabetes tipo 2 y la NAFDL.
La folistatina (FST) fue identificada en
1980 como una glucoproteína secretada que se encuentra en muchos tejidos del
cuerpo. El hígado es un contribuyente clave de los niveles circulantes de FST
en humanos. La FST está presente en tres isoformas, FST288, FST303 y FST315 que
es la predominante en la circulación. La FST actúa como una hepatoquina
involucrada en la reproducción, el crecimiento muscular, el desarrollo de
cáncer y el metabolismo. La FST es un inhibidor de miembros de la familia
TGF-β, incluyendo miostatina y activinas. La mayoría de efectos de la FST sobre
la salud reproductiva y el desarrollo del cáncer están relacionados con su
interacción con activinas y hormona estimulante de folículo (FSH), mientras su
efecto sobre el crecimiento muscular resulta de la interacción con la
miostatina. Los pacientes con diabetes tipo 2 tienen altos niveles circulantes
de FST asociados con los parámetros glucémicos. En condiciones de ayuno
prolongado o incremento de las demandas de energía (como en el ejercicio), la
FST es regulada al alza en respuesta al incremento o la disminución de la
cantidad de glucagón e insulina, respectivamente. Aunque la elevación crónica
de los niveles de FST puede ser perjudicial metabólicamente, la expresión aguda
de FST durante el ejercicio parece ser
beneficiosa porque resulta en captación de AGL y glucosa en el músculo
esquelético.
El factor de diferenciación de crecimiento
15 (GDF15), también llamado citoquina-1 inhibidora de macrófagos, está asociado
con numerosos procesos biológicos y enfermedades incluyendo cáncer, enfermedad
cardiovascular y obesidad. Los niveles circulantes fisiológicos de GDF15 son bajos
en humanos sanos, pero aumentan en estados de enfermedad y durante el embarazo.
Los datos experimentales y clínicos apoyan un rol del GDF15 en la regulación
del peso corporal y la homeostasis de energía. La producción hepática de GDF15
es inducida por metformina y es parcialmente responsable de la mejoría de la
salud metabólica de los pacientes diabéticos que toman esta droga.
La hepasocina, también llamada proteína
similar a fibrinógeno 1 y proteína relacionada con fibrinógeno derivada de
hepatocito 1 (HFREP1), es una hepatoquina involucrada en el desarrollo de
resistencia a la insulina y obesidad. La hepasocina es secretada
predominantemente por el hígado, tiene actividad mitogénica en los hepatocitos
y sirve como un regulador de la proliferación y crecimiento hepáticos. Los
niveles plasmáticos de hepasocina están asociados con los niveles plasmáticos
de glucosa en ayunas e incrementan en los pacientes con diabetes tipo 2. La
hepasocina incrementa la fosforilación de ERK1/2, provocando lipogénesis hepática
y desarrollo de esteatosis hepática y, en músculo esquelético, promueve la
resistencia a la insulina a través de un mecanismo dependiente de AMPK.
Los factores de crecimiento similares a
insulina (IGF) están estructuralmente y funcionalmente relacionados con la
insulina y juegan un rol importante en el aumento de la sensibilidad a la
insulina. A nivel celular, los IGF promueven el crecimiento, la proliferación,
la diferenciación y la supervivencia de manera endocrina, autocrina y
paracrina. Los dos IGF principales, IGF1 e IGF2, se unen al receptor IGF1R
y provocan la activación de las rutas de
señalización MAPK y PI3K/AKT. Mientras el IGF2 funciona predominantemente en la
embriogénesis, el IGF1 es secretado en la circulación sanguínea por el hígado
en respuesta a la hormona de
crecimiento. Hay evidencia que los bajos niveles plasmáticos de IGF1 predicen
el desarrollo de diabetes tipo 2 y se correlacionan con resistencia a la
insulina y mayor riesgo de síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular. La
administración de IGF1 en humanos resulta en disminución de los niveles
sanguíneos de glucosa y una mejoría de la sensibilidad a la insulina en
individuos con y sin diabetes tipo 2.
La quimioquina derivada de células
leucocitos 2 (LECT2) es una hepatoquina
que funciona en la regeneración hepática, la modulación inmune, el crecimiento
óseo, el desarrollo neural, el metabolismo de la glucosa, el síndrome
metabólico y el cáncer. La LECT2 altera la señal insulina a través de la ruta
JNK en miocitos y, en el hígado, es regulada negativamente por la AMPK. Hay una
relación positiva entre los niveles circulantes de LECT2 y resistencia a la
insulina en humanos.
Las lipocalinas (LCN) son proteínas
secretadas que se unen a pequeños ligandos hidrofóbicos. Algunas LCN regulan el
metabolismo energético. En particular, la LCN13, secretada por varios tejidos
incluyendo el hígado, regulan la homeostasis de la glucosa y mejoran la
sensibilidad a la insulina. Los niveles plasmáticos de LCN13 disminuyen en
pacientes con obesidad y diabetes tipo 2. La LCN13 regula el metabolismo de la
glucosa de manera independiente de la insulina, regulando la expresión de genes
claves de la gluconeogénesis.
La
selenoproteína P (SeP) es una glucoproteína secretada predominantemente por el
hígado y regulada la alza por el selenio y el aporte de glucosa, pero regulada
a la baja por la insulina y la adiponectina. La SeP está asociada con
resistencia a la insulina e incremento de triglicéridos en suero. Los pacientes
NAFDL, obesidad y diabetes tipo 2 tienen altos niveles circulantes de SeP.
La proteína ligadora de calcio modular
relacionada con SPARC-1 (SMOC1) es una hepatoquina secretada por el hígado que
mejora la homeostasis de la glucosa en roedores. La SMOC1 es expresada en
múltiples tejidos y generalmente está localizada en la membrana basal de las
células. Los niveles plasmáticos de SMOC1 disminuyen en pacientes con
resistencia a la insulina. Los niveles hepáticos y circulantes de SMOC1 son
inducidos en respuesta a la hiperglucemia.
La Tsukushi (TSK) es una hepatoquina
inducible que regula el gasto de energía y está asociada con NAFDL, NASH y
obesidad. La TSK regula el gasto de energía, al menos en parte, a través de la inervación simpática del tejido
adiposo. Los niveles hepáticos y circulantes de TSK son inducidos por estímulos
que incrementan la termogénesis y el gasto de energía incluyendo agonistas
adrenérgicos y exposición al frío.
En conclusión, el hígado responde al aporte
y demanda de energía secretando hepatoquinas que actúan en varios tejidos para
facilitar la utilización y almacenamiento de energía. Estas hepatoquinas pueden
actuar aisladas o en conjunción con otros factores para coordinar los procesos
metabólicos sistémicos. Sus concentraciones y efectos son alterados en
respuesta a estresores metabólicos y la desregulación en su señal intracelular
puede resultar en patologías incluyendo obesidad, diabetes tipo 2 y NAFDL. Las
hepatoquinas beneficiosas que mejoran la disfunción metabólica incluyen
activina-E, ANGPTL4, ANGPTL6, FGF21, GDF15, IGF-1, LCN13, SMOC1 y TSK.
Fuente:
Jensen-Cody SO, Potthoff MJ (2021). Hepatokines and metabolism: deciphering
communication from the liver. Molecular Metabolism 44: 1-13.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario