Glucagón y regulación de la lipólisis en el hígado
El glucagón
incrementa la producción hepática de glucosa a través de la estimulación de la
glucogenolisis y la gluconeogénesis. Los datos recientes demuestran que el
glucagón también juega roles importantes en la regulación del catabolismo de
aminoácidos y el producto sirve como sustrato para la gluconeogénesis. El
glucagón también promueve la lipólisis y produce glicerol, el cual sirve como
sustrato para la gluconeogénesis. Mientras la hipoaminoacidemia se observa a
menudo en pacientes con el síndrome glucagonoma
con exceso de glucagón, la hipolipidemia no es registrada como un
síntoma mayor en el síndrome. Aunque el glucagón experimentalmente ha
demostrado estimular la lipólisis en adipocitos aislados, el nivel de expresión
del receptor de glucagón es adipocitos es muy bajo en comparación con los
hepatocitos. Adicionalmente, la concentración
de glucagón en la circulación periférica es mucho menor que en la
circulación porta. Por tanto, ha sido motivo de controversia si el glucagón
estimula directamente la lipólisis en el tejido adiposo. Por otra parte, los
mecanismos detallados de cómo el glucagón estimula el catabolismo de
aminoácidos y ácidos grasos aún no están completamente dilucidados.
Un estudio reciente proporciona nuevos datos
sobre el mecanismo, independiente de transcripción, de la lipólisis inducida
por glucagón en el hígado. Los receptores de inositol trifosfato (INSP3R) son
canales de Ca2+ que funcionan para liberar Ca2+ del
retículo endoplásmico en respuesta a una variedad de estímulos. El INSP3R tipo
1 (INSP3R1) es responsable de la señal mitocondrial de calcio en los
hepatocitos y ha sido involucrado en la producción de glucosa en hepatocitos
aislados. Para caracterizar el rol del INSP3R1 en la señal glucagón, los
investigadores analizaron el efecto agudo de la administración de glucagón en
ratones INSP3R1 knockout específicos del hígado (INSP3R1-LKO). Los ratones
fueron sometidos a ayuno durante la noche y por tanto a una depleción de
glucógeno. En estas condiciones, el incremento de la glucogenolisis por
glucagón fue abolida. En los ratones INSP3R1-LKO, la infusión intravenosa de
glucagón (5 ng/kg/min) incrementó los niveles de adenosina monofosfato cíclico
(cAMP) y la actividad de la proteína quinasa A (PKA) en el hígado. Sin embargo,
falló en fosforilar/activar a la proteína quinasa II dependiente de Ca2+/calmodulina
(CaMKII) y a la lipasa triglicéridos
adiposa (ATGL, también conocida como Pnpla2, proteína que contiene un dominio
fosfolipasa similar a patatin 2). Por el contrario, la lipasa sensible a
hormona, la cual es activada por la PKA, fue fosforilada/activada por el glucagón
en ratones INSP3R1-LKO.
El INSP3R1 integra las señales de PKA
y fosfolipasa C (PLC), las cuales son evocadas por el glucagón y liberan Ca2+
en citoplasma y mitocondrias de una manera independiente de cambios en la
expresión de genes. La unión del
glucagón a su receptor en la superficie celular activa la adenilato ciclasa (AC)
y la PLC. La activación de la PKA por
cAMP es suficiente para promover la glucogenolisis y activar a la lipasa
sensible a hormona. La activación de la PKA y la PLC es requerida por el
INSP3R1 para liberar Ca2+ del retículo endoplásmico y para activar
la CaMKII. El INSP3R1 es requerido para
promover la lipólisis, la oxidación de lípidos y la gluconeogénesis en el
hígado a través de la activación de la ATGL. Una alteración del INSPR3R1
desacopla la activación de la PKA, la movilización de Ca2+ y la
activación de la lipasa sensible a hormona, pero no a la ATGL. En los ratones
INSP3R1-LKO, el glucagón falla en incrementar la lipólisis, la oxidación de
ácidos grasos y la producción de glucosa en el hígado. La ruta INSP3R1-ATGL
parece jugar un rol central en la regulación del metabolismo hepático en
respuesta al glucagón. En condiciones experimentales, la contribución de la
lipólisis del tejido adiposo parece ser muy poca, pues con la infusión de
glucagón los niveles plasmáticos de ácidos grasos no esterificados (NEFA) no
cambian significativamente en los ratones INSP3R1-LKO y los ratones
controles.
La prevalencia de enfermedad hepática grasa
no alcohólica (NAFLD) está aumentando en paralelo con la obesidad, la diabetes
tipo 2 y el síndrome metabólico. La hiperinsulinemia, la cual es una
consecuencia de la resistencia a la insulina, está fuertemente relacionada con
estas condiciones. La hiperglucagonemia también se observa frecuentemente bajo
estas condiciones. La causa de la hiperglucagonemia a menudo es atribuida a una
alteración en la supresión de glucagón por las células α de los islotes
pancreáticos en respuesta a una comida, hiperglucemia y/o aumento de la
secreción de insulina. En otras palabras, la disfunción de las células α es
considerada como una causa de hiperglucagonemia. Desde este punto de vista, la
supresión de la secreción de glucagón ha sido considerada como una opción para
el tratamiento de estos desórdenes metabólicos. Sin embargo, de acuerdo con el
modelo de acción en el cual el glucagón acelera la lipólisis y la oxidación de
ácidos grasos en el hígado, el glucagón podría jugar un rol beneficioso y
mejorar la NAFLD. Por tanto, sobre la base del modelo actual, un incremento en
la secreción de glucagón puede ser considerado como una respuesta
fisiológicamente apropiada a la deposición de lípidos en los hepatocitos. Con
este nuevo modelo, la supresión de glucagón, la cual posiblemente agrava la
NAFLD, puede resultar inapropiada para tratar desórdenes metabólicos, aunque
los niveles sanguíneos de glucosa disminuyan.
En la diabetes tipo 2, las células β de los
islotes pancreáticos secretan más insulina para compensar la resistencia a la
insulina. En los pacientes con resistencia a la insulina, la intervención
terapéutica está dirigida a atenuar la resistencia a la insulina, pero no a
suprimir la secreción de insulina ni a bloquear la acción de la insulina. Si la
“resistencia al glucagón” es la causa de la hiperglucagonemia en los desórdenes
metabólicos, la intervención terapéutica debe estar dirigida a atenuar la
resistencia al glucagón, pero nunca a suprimir la secreción de glucagón ni a
bloquear la acción del glucagón. Como la respuesta al glucagón está parcialmente
atenuada en los ratones INSP3R1-LKO, este modelo debe ser considerado como un
modelo de resistencia al glucagón. Los ratones INSP3R1-LKO muestran una alta
concentración plasmática de glucagón, la cual puede compensar la resistencia al
glucagón.
El ratón receptor de glucagón knockout, un
modelo extremo de resistencia al glucagón, muestra altos niveles
plasmáticos de glucagón e hiperplasia de
células α. Los ratones receptor de glucagón específico del hígado knockout, así como
también los ratones Gs subunidad α específica del hígado knockout, muestran un
fenotipo similar. La resistencia hepática al glucagón es suficiente para
inducir proliferación de células α e hiperglucagonemia. Entre los modelos
animales que muestran hiperglucagonemia, el ratón glutaminasa 2 knockout (Gls2-/-)
es de particular interés porque una alteración en el catabolismo de aminoácidos
o la glutaminolisis en el hígado son
suficientes para estimular crónicamente
la secreción de glucagón. El glucagón disminuye los niveles plasmáticos de
aminoácidos en ratones sanos, pero no en ratones INSP3R1-LKO. La concentración
plasmática de glucagón también es
significativamente elevada en ratones con deficiencia de la ATGL hepática, en
los cuales la lipólisis hepática, pero no la movilización de Ca2+,
en respuesta al glucagón está alterada. La alteración en la lipólisis per se
puede ser suficiente para incrementar la secreción de glucagón.
En conclusión, el glucagón estimula la
glucogenolisis, la gluconeogénesis, la lipólisis y el catabolismo de
aminoácidos. La lipólisis y el catabolismo de aminoácidos aportan sustratos
para la gluconeogénesis. La unión del glucagón a su receptor en el hepatocito activa
a la AC y a la PLC, requeridas por el INSP3R1para liberar Ca2+ del
retículo endoplásmico y activar a la CaMKII, la cual es requerida para promover
la lipólisis, la oxidación de ácidos grasos y la gluconeogénesis a través
de la activación de ATGL. La supresión
de glucagón puede ser beneficiosa en términos del control de la glucosa sanguínea.
Sin embargo, la supresión de la lipólisis, la oxidación de ácidos grasos y el
catabolismo de aminoácidos en el hígado, puede agravar desórdenes metabólicos,
incluyendo NAFLD y resistencia al glucagón. La hiperaminoacidemia también puede
ser desarrollada por la supresión de glucagón. Incrementos en la grasa y
enzimas hepáticas han sido reportados en estudios con antagonistas del
glucagón.
Fuente: Hayashi Y
(2021). Glucagon regulates lipolysis and fatty acid oxidation through inositol
triphosphate receptor 1 in the liver. Journal of Diabetes Investigation
12:32-34.
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