Crecimiento y desarrollo del tejido adiposo
El tejido adiposo
representa uno de los órganos más dinámicos en el cuerpo con una variedad de
funciones que se adaptan al ambiente termal y metabólico prevalente. El tejido
adiposo actúa como sitio de almacenamiento de energía, producción de calor y
como órgano endocrino. Estas diferentes acciones impactan sobre un rango de
funciones metabólicas incluyendo control del apetito, balance energético,
homeostasis de la glucosa, inflamación y reproducción. El tejido adiposo
comprende al menos tres subtipos diferentes: marrón, beige o blanco, los cuales
se distinguen primariamente por la carencia de, o por la relativa abundancia
de, proteína desacopladora (UCP) 1 localizada en la membrana interna
mitocondrial. La grasa beige posee 10 veces menos UCP1 que los clásicos
adipocitos marrones. Cuando la UCP1 es activada es capaz de permitir el flujo
libre de protones a través de la mitocondria sin necesidad de convertir ADP en
ATP como ocurre en las mitocondrias de otros tejidos. En consecuencia, la
energía generada es usada completamente para producir calor y la cantidad
producida puede ser hasta 300 veces mayor por unidad de masa que en cualquier
otro órgano en el cuerpo. Un factor determinante del balance energético y por
consiguiente de las cantidades relativas de grasa marrón, beige o blanca es la
temperatura ambiental, una adaptación que puede presentarse desde la etapa
fetal. Sin embargo, en algunos modelos animales de función de la grasa marrón,
su impacto sobre la homeostasis de la glucosa puedes ser igualmente importante.
Por otra parte, los estudios de secuencias de ARN demuestran que la jerarquía
de progenitores del tejido adiposo consiste en distintos tipos de células
mesenquimales.
En el feto, la deposición de grasa es
limitada debido al alto costo energético. En la mayoría de especies, el tejido
adiposo se mantiene inerte a través de la gestación y es activado después del
nacimiento. El tiempo de la activación máxima del tejido adiposo marrón depende
grandemente de la madurez del recién nacido al momento del nacimiento y si
necesita adaptarse “independientemente” a la exposición al frío del ambiente
extra-uterino. Esto dependerá del
balance entre el tamaño en el nacimiento y la magnitud de la experiencia
termal.
El rol primario del tejido adiposo durante
la vida temprana es permitir al recién nacido adaptarse efectivamente a la
experiencia termal fría inmediatamente después del nacimiento. Esto coincide
con el inicio de la respiración y los cambios postparto en un gran número de
hormonas metabólicas contrareguladoras. Estas actúan sinérgicamente para
asegurar al tejido adiposo la suficiente estimulación para pueda desarrollar su
máxima capacidad termogénica. La magnitud y el tiempo de esta adaptación
dependen de la madurez relativa en el momento del nacimiento. En humanos, la
grasa marrón es más activa durante la niñez y luego comienza a disminuir
gradualmente, pero con una potencial elevación alrededor del tiempo de la
pubertad.
La técnica más usada para identificar grasa
marrón en niños sanos es la imagen termal capaz
de detectar manchas calientes bilaterales de grasa marrón en la región
supraclavicular. La interpretación de algunos estudios es limitada debido en
parte a inconsistencias en la toma y procesamiento de las imágenes. La imagen
termal consistentemente detecta una mancha caliente que se localiza en la misma
área detectada por PET-CT en adultos. La temperatura de esta área disminuye con
la edad y se correlaciona negativamente con el índice de masa corporal (IMC) en
niños y adultos. En adultos, la exposición al frío aguda y crónica, nutrientes
individuales o el consumo de una comida estándar promueven la producción de calor en la grasa
marrón.
La extensión en la cual la estimulación del
tejido adiposo marrón puede resultar clínicamente relevante en el metabolismo
ha sido difícil de demostrar. Sin embargo, la disfunción del tejido adiposo
tiene un gran impacto en el inicio del síndrome metabólico. Esto refleja los
diferentes roles de la grasa marrón, beige y blanca junto con las respuestas
específicas de los depósitos de lípidos. Adicionalmente, hay interacciones
complejas entre los diferentes tipos de adipocitos y un amplio rango de señales
de comunicación. Dos estudios recientes en humanos adultos sugieren que la
grasa marrón y/o beige podría ser estimulada farmacológicamente con el agonista
de receptor β3-adrenérgico, mirabegron. En un estudio, la administración
diaria de 100 mg de mirabegron a mujeres adultas sanas (n=14) por cuatro
semanas estimuló la actividad del tejido adiposo marrón, conjuntamente con una
mejoría del perfil lipídico y la sensibilidad a la insulina, sugiriendo que es
necesario un período largo de administración. El efecto del mirabegron sobre el
tejido adiposo marrón parece ser en los principales sitios conocidos del
cuerpo, por ejemplo región supraclavicular, y no incluye la grasa subcutánea. En
el otro estudio, examinaron el efecto de la administración de 50 mg diarios de
mirabegron por 12 semanas en adultos obesos (11 mujeres y 2 hombres). El
mirabegron no produjo ningún efecto sobre el tejido adiposo clásico pero sí un
aumento en la UCP1 especifica de grasa marrón en la grasa subcutánea. Este
estudio también reporta una mejoría en la homeostasis de la glucosa y una
reducción en el contenido de triglicéridos en las fibras de músculo
esquelético. En conjunto, estos estudios pioneros apoyan el potencial de la
grasa marrón como una posible intervención para mejorar el metabolismo en
humanos adultos. Si es posible usar el mirabegron en niños o jóvenes aún no ha
sido establecido.
El impacto fundamental de la temperatura
ambiental sobre el crecimiento y desarrollo fetal es enfatizado por el aumento
de la temperatura global en los últimos 50 años. Este hallazgo está basado en
los datos de tres cohortes y un total de ~188000 sujetos, sugiriendo, después
de corregir edad, peso, talla y variables relacionadas, que la temperatura corporal promedio ha
disminuido 0,03oC por década de
nacimiento. Ha surgido un número importante de explicaciones, de las
cuales la más plausible es que la disminución en la tasa metabólica en la vida
contemporánea en los países en desarrollo ocurre predominantemente a
temperatura termoneutra. En particular, la actividad de la grasa marrón podría
estar disminuida y explicar la adaptación en el balance energético. Más aún,
con el continuo incremento en las temperaturas globales, cualquier respuesta se
puede acelerar. Es, por tanto, posible que el valor ampliamente aceptado de 37oC
como “temperatura corporal humana normal” pueda ser también alta y disminuir en
paralelo con las mejoras en la salud y la longevidad de los humanos.
Las mayores
temperaturas globales también podrían tener un efecto adverso sobre el
embarazo. Un reporte reciente estima que más de 25000 niños nacieron más tempranamente
de los esperado en Estados Unidos entre 1969 y 1988 debido a la exposición
materna al calor. Dado el acelerado aumento en las temperaturas globales, a
finales de este siglo el incremento podría ser 10 veces mayor. Los múltiples
efectos de la exposición al calor incluyen disminución de la ingesta de
alimentos y alteraciones de la función placentaria. El aumento continuado en las temperaturas
globales producido por el excesivo uso de combustibles fósiles resulta en concentraciones
records de anhídrido carbónico en la atmosfera, un factor que contribuye a la
obesidad materna. Un estudio en roedores ha examinado el impacto de la
termoneutralidad previa al inicio de la
obesidad y el embarazo. Los resultados demuestran un efecto modulador sobre la
composición del tejido adiposo materno y la homeostasis de la glucosa que
podría impactar la deposición fetal de grasa.
El rol crítico de la temperatura ambiente ha
sido estudiado en ratones, los cuales muestran grasa marrón en poblaciones de
alta y baja capacidad termogénica cuya distribución relativa en cuerpo es
dependiente de temperatura. La
exposición al frío (6oC) promueve la aparición de células con alta
capacidad termogénica, mientras el mantenimiento a temperatura termoneutra
tiene el efecto opuesto, en comparación con los ratones mantenidos a una
temperatura estándar de 24oC. Más aún, estos cambios en el
reclutamiento de adipocitos no tienen impacto sobre el peso corporal o la masa
grasa ni fueron afectados por la ingesta de dieta rica en grasas.
La importancia de la temperatura y los
efectos de la dieta y la edad sobre la función del tejido adiposo han sido
estudiados en el modelo de “ratón humanizado” que involucra el mantenimiento de
ratones machos a 30oC por períodos prolongados a partir de las 12 semanas
de edad hasta al menos las 37 semanas y alimentados
con una dieta rica en grasas. Bajo estas condiciones, los depósitos de grasa
marrón en los tejidos examinados (interescapular e inguinal) fueron similares
histológicamente y en composición génica a los tejidos humanos en el caso del
tejido interescapular pero no en el tejido inguinal. Estos hallazgos enfatizan
la plasticidad del tejido adiposo, el cual tiene la capacidad de adaptarse a
cambios en el ambiente termal y nutricional en mayor extensión que cualquier
otro tejido u órgano. Esta capacidad es depósito-dependiente y refleja el rol
dual del tejido adiposo para balancear, por una parte, el almacenamiento de
energía en la grasa blanca, mientras por otra parte disemina energía a través
de la producción de calor en la grasa marrón y beige. La nutrición es un factor
importante que contribuye al desarrollo temprano del tejido adiposo y los
estudios recientes en animales y humanos
sugieren que la modulación de la dieta podría impactar sobre el crecimiento del
tejido adiposo marrón.
La alimentación del recién nacido es un
factor importante en el inicio de la termogénesis sin escalofríos en mamíferos
pequeños y grandes. La extensión en la
cual la composición de la leche puede impactar sobre el desarrollo de la grasa
marrón en la vida temprana ha sido ilustrada por estudios que demuestran que la
dieta materna durante la lactancia puede modular la composición de la grasa
marrón en la cría. Un estudio reciente sugiere que un ingrediente único de la leche materna, alquilgliceroles, puede
promover el proceso de marronización del tejido adiposo. Estudios
complementarios en ratones, han ilustrado el potencial de los alquilgliceroles
para inducir la marronización de la grasa inguinal en ratones obesos, pero no
en ratones delgados. El potencial mecanismo es que los alquilgliceroles son
convertidos en factor activador de plaquetas en los macrófagos que infiltran la
grasa neonatal. Los macrófagos tipo M1, a diferencia de los tipo M2, tienen la enzima requerida para facilitar
este proceso. El factor activador de plaquetas tiene una función autocrina que
estimula la producción de IL-6 para promover el proceso de marronización a
través de la activación de la ruta STAT3. Esta respuesta solamente ocurre en el
depósito de grasa inguinal. No está
establecido si la misma respuesta se encuentra en animales que se mantienen en
termoneutralidad (~30oC) o en temperatura estándar (21oC)
o solamente en la temperatura fría usada en el estudio.
La grasa marrón tiene la capacidad para
secretar hormonas llamadas “batoquinas” que pueden tener un efecto sobre el
metabolismo en el cuerpo. Los estudios
en recién nacidos demuestran que la alimentación per se estimula la liberación
de FGF21 por el hígado y la grasa marrón. Hasta el presente se han cuantificado
101 proteínas en la grasa marrón, incluyendo a la proteína relacionada con la
ependimina-1 (EPDR1), la cual impacta al balance energético posiblemente
relacionada con reducción de la actividad de la grasa marrón. Sin embargo,
cuando los ratones mantenidos en termoneutralidad son inyectados EPDR1 humana
recombinante, la principal respuesta es un incremento en la actividad física
más que un cambio en la función de la grasa marrón. Este estudio indica que la
EPDR1 secretada por la grasa marrón podría tener un rol en la determinación de
la termogénesis durante la adipogénesis
más que un rol en la modulación de la termogénesis per se. En el mismo
estudio, pero en humanos, la EPDR1 solo fue detectada en un pequeño número de sujetos
adultos (7 de 30 de los cuales 6 son varones) y solamente en bajas cantidades
en tres de ellos.
En varios estudios recientes, microARN específicos han sido identificados
como marcadores de adipocitos en cultivos de células de diferentes depósitos
anatómicos en ratones. En este sentido, el miR-143 es expresado de manera
esparcida en el tejido adiposo marrón maduro, pero es altamente expresado en
adipocitos blancos. Por el contrario, el miR-206, el cual es altamente
expresado en músculo esquelético por lo que también es llamado “miomiR”, es
expresado en adipocitos marones maduros, pero está ausente en adipocitos
blancos. Otros dos miARN, miR-1 y miR-133a, han sido identificados como
marcadores de adipocitos marrones. Se ha propuesto que las secuencias microARN
y sus blancos pueden variar según la especie, depósito de tejido adiposo y
estadio del desarrollo. Por ejemplo, en la oveja cuya grasa se transforma
rápidamente de tejido adiposo marón a tejido adiposo blanco en el primer mes de
vida, el miR-206 está ausente en el tejido adiposo. Por el contrario, el
miR-143 es más abundante en la grasa subclavicular y peri-renal que en el
músculo esquelético, pero no cambia con la edad. Se ha sugerido que la medición
de la concentración de miARN puede indicar diferencias funcionales en la grasa
marrón, pero hasta el presente, solo ha mostrado diferencias muy modestas en
adultos.
Los estudios in vitro demuestran que los
adipocitos marrones o beige retienen su sensibilidad a la temperatura y a los
roles endocrinos de citoquinas como la leptina. Es conocido que la leptina
puede tener un efecto termogénico en ovejas jóvenes que es indicativo de la
promoción de la función de la grasa marrón, aunque los estudios en animales
adultos han cuestionado este rol. In vitro, la leptina es translocada en el núcleo y esta adaptación parece ser
aumentada por la exposición al frío. Los estudios en animales también indican
que los adipocitos marrones y beige podrían ser activados por nutrientes
individuales como análogos de la capsaicina. Los capsinoides ejercen efectos
similares a los de la exposición al frío en el incremento del gasto de energía
dependiente de tejido adiposo blanco. La cafeína (1,3,7-trimetilxantina), una
planta alcaloide ampliamente consumida en el café y el té, ayuda en la pérdida
de peso e incrementa el gasto de energía en humanos y animales, y por tanto
reduce el riesgo de diabetes tipo 2. La cantidad de cafeína presente
normalmente en una bebida estándar (65 mg disueltos en 200 ml de agua) promueve la función UCP1.
En conclusión, en adultos un factor
determinante de la abundancia y función de la UCP1 en los adipocitos marrones
es la temperatura ambiente. La exposición al frío causa la activación y la
rápida generación de calor a través del flujo libre de protones en las
mitocondrias sin el requerimiento de convertir ADP en ATP. En roedores, la
temperatura ambiente por debajo de la termoneutralidad promueve la aparición de
adipocitos beige como regiones discretas de células que contienen UCP1 en los
depósitos de tejido adiposo blanco. En humanos adultos, hay actualmente buena
evidencia que la estimulación de la grasa marrón por intervenciones
nutricionales o farmacológicas puede mejorar la homeostasis de la glucosa.
Fuente: Symonds ME
et al (2021). Adipose tissue growth and development: the modulating role of
ambient temperature. Journal of Endocrinology 248: R19-R28.