Estrés, relojes circadianos y metabolismo energético
Varios sistemas
reguladores promueven la disponibilidad de energía en momentos de necesidad
mientras minimizan las necesidades energéticas en otros momentos. Dos de estos
sistemas, el sistema estrés y el reloj circadiano, trabajan conjuntamente por
este objetivo, pero usan diferentes principios de activación. La respuesta al
estrés es un programa rápido, activado por demanda, esencial para la supervivencia
en situaciones peligrosas impredecibles. Por el contrario, el reloj circadiano
es una función gradual, activada endógenamente que ayuda a anticipar cambios
ambientales predecibles relacionados con la rotación de la tierra alrededor de
su eje y, por tanto, la sucesión de día y noche en períodos de 24 horas.
Además de su impacto sobre varios aspectos
de la fisiología, ambos sistemas convergen en la regulación del metabolismo
energético. En la sociedad moderna estos
sistemas están sujetos a desregulaciones frecuentes, a partir de interacciones
sociales complejas y demandas ambientales en el caso del sistema estrés o luz
nocturna y disrupción del ciclo sueño-vigilia en el caso del reloj circadiano.
En última instancia, estas perturbaciones actúan sinérgicamente en su disrupción del metabolismo y la
homeostasis energética.
En una situación agudamente peligrosa,
nuestro cuerpo necesita movilizar rápidamente sistemas que respondan al peligro
para evadir el riesgo de daño o muerte. La percepción sensorial aumenta, los
equivalentes energéticos son movilizados y los aportes de oxígeno a los tejidos
nervioso y muscular son regulados al alza. En consecuencia, el estrés promueve
la acelerada depleción de los depósitos de energía debido a un incremento en el
gasto de energía. Después de la resolución de la situación y la neutralización
del peligro, el sistema estrés regresa a los niveles basales permitiendo la
regeneración y el llenado de los depósitos de energía.
A nivel fisiológico, la respuesta al estrés
comprende dos componentes diferentes. El primero involucra la activación
central y sistémica del sistema nervioso autónomo y la liberación de
catecolaminas –adrenalina y, en menor extensión, noradrenalina- por la médula
adrenal. Esta respuesta rápida/aguda es seguida por el otro componente, la
activación del sistema hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) y la liberación de
glucocorticoides (GC) -cortisol en humanos y otros primates, corticosterona en
roedores- con retraso de varios minutos. Los efectos de los dos sistemas
efectores del estrés muestran cinéticas temporales muy diferentes. Las
catecolaminas son moléculas altamente solubles que son almacenadas en vesículas
en la médula adrenal. En el estrés, estas vesículas se fusionan con la membrana
plasmática y simultáneamente liberan
grandes cantidades de moléculas en la circulación sanguínea. En los tejidos
blancos, las catecolaminas activan receptores acoplados a proteína G y la
transcripción de la señal mediada por segundos mensajeros. Los GC, por otra parte,
son altamente lipofílicos. La activación del eje HHA promueve la síntesis de
novo de GC a partir del colesterol, los cuales entran a la circulación
sanguínea vía difusión a través de las
membranas mitocondrial y plasmática de las células adrenocorticales. En la
sangre, los GC –debido a su naturaleza lipofílica necesitan ser transportados por proteínas
transportadoras específicas como la
transcortina y la albúmina. En los tejidos blancos, los GC pasan la membrana
plasmática para unirse a receptores nucleares tipo 1 que, después de
dimerización y translocación nuclear, actúan como factores de transcripción
para afectar la fisiología celular a través de alteraciones en el repertorio
enzimático. Esta respuesta mediada por GC toma minutos a horas para
completarse, haciéndola poco confiable para respuestas de “luchar o huir”, pero
útil para adaptaciones de término intermedio al ambiente estresante. Los dos sistemas
de respuestas al estrés muestran varios blancos, pero mientras la respuesta
autónoma/catecolaminas afecta primariamente los sistemas sensorial y
cardiovascular, la respuesta eje endocrino/GC promueve principal la
redistribución de equivalentes energéticos y al mismo tiempo suprime funciones
digestivas e inmunes, dos sistemas biológicos de alta demanda de energía.
Cuando el organismo experimenta situaciones
estresante repetidas o de larga duración, la regulación del sistema estrés es
crónicamente alterada. El sistema estrés se adapta a la estimulación
psicosocial rebalanceando sus dos funciones efectoras, promoviendo una
activación constante de bajo nivel del sistema nervioso autónomo y
rebalanceando la retroalimentación negativa que controla la función del eje
HHA. Los aminoácidos excitadores como el glutamato tienen una función clave en
la adaptación central al estrés crónico. En roedores, el exceso de glutamato
liberado durante el estrés crónico provoca la reducción de dendrítas apicales en neuronas de hipocampo y
corteza prefrontal, dos sitios que muestran una robusta regulación funcional
circadiana. La activación de redes autónomas y de la descarga simpática es un
importante mediador de los desórdenes inducidos por el estrés, agudos y crónicos,
como la hipertensión arterial, la obesidad y la enfermedad cardíaca. La
exposición repetida al mismo estresor puede resultar en habituación de la
función del eje HHA, por ejemplo, disminuyendo la respuesta GC con el tiempo.
Lo cual requiere de la activación de la señal del receptor mineralocorticoide
(MR). La exposición crónica a estresores que involucran intervenciones no
sociales (por ejemplo, inmovilización repetida) provoca una regulación al alza
de la expresión de mARN de Crh (hormona liberadora de corticotropina, CRH) en
el núcleo paraventricular (NPV) del hipotálamo. En paralelo, el estrés variable
crónico reduce la expresión de receptores glucocorticoide (GR) en esta área.
Estos dos efectos, en conjunto,
disminuyen la retroalimentación negativa de los GC sobre la regulación
del eje HHA provocando la elevación de las concentraciones basales de GC,
característica de la adaptación al estrés crónico. En consecuencia la
exposición crónica al estrés la liberación tónica, pero al mismo tiempo
disminuye la liberación fásica, de GC por la glándula adrenal. A largo plazo,
la función cardiovascular, la homeostasis metabólica y los sistemas centrales
de depresión y motivación son alterados, incrementando el riesgo de desarrollar
enfermedades crónicas como ateroesclerosis, obesidad y depresión,
respectivamente.
El estrés aumenta las demandas de energía en
el cuerpo. En una situación de estrés agudo, el cuerpo aporta energía para la
percepción sensorial, el procesamiento cognitivo y la actividad muscular, pero
tanto el apetito como las funciones metabólicas digestivas son suprimidos. En
situaciones de exposición a estrés repetido o crónico, los efectos mediados por
GC se vuelven más dominantes regulando la suplementación de energía. Además de
los GC, en esta respuesta tiene un rol importante el péptido ghrelina,
secretado por el estómago y promotor del apetito. Los elevados niveles
centrales de GC incrementan la expresión del orexigénico neuropéptido Y (NPY)
en el hipotálamo a través de la inhibición de CRH. El NPY también disminuye la
ansiedad y ha sido implicado en la alimentación emocional. Por otra parte, la
activación del eje HHA regula al alza la liberación central de opioides
endógenos. Los opioides disminuyen la actividad del eje HHA y, por tanto, disminuyen
la respuesta al estrés. La exposición crónica al rechazo social resulta en
elevadas concentraciones plasmáticas de ghrelina que se mantienen altas hasta
después del final de la intervención del estrés. En la hipófisis, la ghrelina
amplifica la acción del eje HHA y, en el cerebro, actúa sobre varios sitios
para atenuar la ansiedad y conductas depresivas. La ghrelina incrementa el
apetito a través de la activación de neuronas orexigénicas en el hipotálamo
mediobasal.
La percepción de estrés es influenciada por
las experiencias y la genética. Cuando el cerebro percibe estrés por tiempo
prolongado, las respuestas fisiológicas y conductuales provocan alostasis y adaptación. Con el tiempo la carga
alostática puede acumularse y tener
efectos adversos sobre varios órganos y sistemas, provocando enfermedad. En el
SNC, el estrés crónico promueve el
desarrollo de depresión y procesos neurodegenerativos. En la periferia, las
adaptaciones al estrés crónico causan obesidad, complicaciones cardiovasculares
y alteraciones de las respuestas inmunes. Los principales agentes de los
efectos metabólicos del estrés crónico son los GC, los cuales actuando a través de la unión a receptores GR
y MR, provocan programas adaptativos
transcripcionales en tejidos periféricos y SNC. Sin embargo, la relación entre
las hormonas del estrés y el metabolismo energético es compleja. Por ejemplo,
mientras algunas personas incrementan la ingesta de alimentos y el peso
corporal durante el estrés, otras personas muestran el fenotipo opuesto con
disminución de ingesta de alimentos y peso corporal. Más aún, la hiperfagia
inducida por el estrés no necesariamente es seguida por un incremento en
adiposidad y masa corporal, sugiriendo que los mecanismos que regulan el
consumo de energía son activados al mismo tiempo. Los GC activan el consumo de
energía e inhiben el gasto de energía para promover un balance energético
positivo. Por el contrario, los receptores β-adrenérgicos activados
simpáticamente incrementan el gasto de energía activando la termogénesis en el
tejido adiposo marrón (TAM) para favorecer un balance energético negativo, un
proceso que es suprimido por los GC. Por tanto, el estrés puede promover
ganancia de peso solo si prevalece la hiperfagia. En presencia de hipofagia
inducida por estrés -o si domina el reclutamiento de TAM- resultará
pérdida de peso.
En los mamíferos, los relojes moleculares se
encuentran en todos los tejidos y células del cuerpo y son coordinados por un
reloj master que se localiza en el núcleo supraquiasmático (NSQ) del
hipotálamo. El NSQ recibe proyecciones
de células ganglionares de la retina fotosensibles que expresan el fotopigmento
melanopsina (OPN4), sensible a la luz azul. A través de estas proyecciones, las
neuronas del NSQ disparan descargas rítmicas y sincronizadas con el ciclo
luz-oscuridad externo. La coordinación
de la función reloj en tejidos centrales no NSQ y periféricos ocurre a través
de múltiples rutas, incluyendo señales endocrinas, autónomas y conductuales.
Los GC han sido implicados en esta coordinación sistémica de la función reloj
circadiano. En su potencial para afectar la función reloj en diferentes
tejidos, los GC son muy similares a otro factor endocrino, melatonina.
A nivel molecular, los relojes circadianos
comprenden asas de retroalimentación transcripcionales-translacionales (TTL)
que involucran a un grupo de genes reloj y proteínas. El factor de
transcripción CLOCK (circadian locomotor output cycles kaput), el cual puede
ser reemplazado en algunos tejidos por la proteína neuronal PAS2 (NPAS2)/BMAL1/ARNTL
(brain and muscle ARNT-like 1) activa la expresión de tres genes período (Per
1-3) y dos genes criptocromo (Cry 1/2) durante el día. Las proteínas PER y CRY
se dimerizan y, hacia el final del día, se trasladan al núcleo donde inhiben al
factor CLOCK/BMAL1, regulando a la baja su propia transcripción. Hacia el final
de la noche, las proteínas PER y CRY son degradadas resultando en una
desinhibición de la transactivación CLOCK/BMAL1 y en un nuevo ciclo molecular
circadiano. El período de esta TTL es modulado por varios modificadores
post-translacionales y por asas de retroalimentación adicionales que afectan la
abundancia, la localización y el recambio de los componentes de la TTL principal.
El ritmo de transcripción de genes reloj es
traducido en señales fisiológicamente significativas a través de programas
transcripcionales tejido-específicos. Se estima que entre 5-10% de genes que
codifican proteínas en un tejido determinado y 40-50% en todo el cuerpo son
expresados con un ritmo circadiano. De una manera similar a la respuesta al
estrés mediada por GC, la regulación de relojes circadianos actúa lentamente a
través de alteraciones de la maquinaria enzimática dependientes de
transcripción/translación. Entonces, similar a los GC, el sistema reloj está
pobremente equipado para responder a cambios rápidos en el ambiente, pero sirve
para adaptar al cuerpo en demandas graduales y predecibles.
Los relojes circadianos y el metabolismo
energético están mutuamente relacionados uno con otro. La disrupción circadiana
–genética o a través de perturbaciones externas como cambios en el horario
laboral, perturbaciones del sueño o contaminación lumínica nocturna- es un
factor de riesgo independiente para el desarrollo de desórdenes metabólicos que
van desde obesidad y diabetes tipo 2 hasta complicaciones cardiovasculares y cáncer. Las perturbaciones
del sueño reducen rápidamente la sensibilidad a la insulina y afectan el
apetito y el deseo por alimentos de alta energía. Los experimentos con animales
demuestran que los relojes circadianos son reguladores importantes del manejo y
depósito de glucosa y lípidos. Por ejemplo, los relojes de las células β
pancreáticas controlan la secreción de insulina, mientras los relojes del
tejido adiposo blanco regulan la degradación lipolítica de triglicéridos y la
liberación de ácidos grasos, lo cual a su vez afecta circuitos centrales de la
regulación del apetito.
A nivel celular, los relojes circadianos
están involucrados en la regulación de la función mitocondrial y, por tanto, en
la producción de ATP. Importantes enzimas del metabolismo de los carbohidratos
y los lípidos como fosfoenol piruvato carboxiquinasa (PEPCK), apolipoproteína A4 (APOA4) y
sintetasa de ácidos grasos (FAS), entre
otras, son blancos transcripcionales directos de maquinaria de relojes circadianos. Otros genes responden más
a factores rítmicos sistémicos como hormonas, señales relacionadas con la
alimentación o temperatura corporal.
Esta compleja interacción entre señal externa y local en la regulación
temporal de la maquinaria metabólica sugiere dos cosas: las funciones de los
tejidos metabólicos se adaptan a demandas externas agudas pero, al mismo
tiempo, están sujetas a modulación temporal por sistemas endógenos. El reloj
asegura la adaptación basal de los tejidos metabólicos a cambios recurrentes
pero predecibles en las demandas metabólicas a lo largo del día mientras
también son temporalmente modulados para
responder a estímulos externos. Al mismo tiempo, el tejido metabólico
permanece sensible a cambios menos predecibles. En línea con esto, la
perturbación externa de la regulación circadiana a menudo tiene efectos más
profundos sobre la homeostasis metabólica que la disfunción genética de la maquinaria reloj local.
Los cambios en el estado metabólico pueden
ejercer retroalimentación sobre la función reloj en varios niveles, alterando
los programas de expresión de genes en los tejidos, pero también a ritmos
circadianos de conductas como el sueño o la ingesta de alimentos. A nivel
celular, los cambios en el estado metabólico pueden afectar directamente la
función de TTL circadiana. Las proteínas REV-ERB (reverse erythroblastoma) son
ligandos para el sensor metabólico heme, y la capacidad de los dímeros
CLOCK(NPAS2)/BMAL1 para unirse al ADN y activar la transcripción depende
fuertemente del estado redox celular. En este sentido, los cambios oxidativos
agudos por ingesta de alimentos pueden “resetear” los ritmos moleculares de
genes reloj y regular a la baja procesos metabólicos celulares. El tiempo de
ingesta de alimentos tiene fuertes efectos sobre la función reloj en tejidos
periféricos. En situaciones extremas como fase de alimentación en reposo
repetida puede provocar el desacoplamiento completo de la maquinaria reloj
periférica con el marcapaso NSQ. Este estado de desincronía podría resultar en
alteración temporal de los circuitos reguladores del apetito y las redes de
tejidos metabólicos, lo cual, en las condiciones modernas de acceso a la
comida, promueve la hiperfagia y la
obesidad. Los estudios en roedores demuestran que la restauración de la
coordinación de las redes circadianas afecta positivamente la homeostasis
energética en condiciones obesogénicas.
Los mecanismos del entrenamiento circadiano
sistémico todavía son pobremente entendidos. Sin embargo, sabemos que el NSQ
usa rutas humorales y neurales para transmitir la información del tiempo a
través de la red reloj. Entre los
mediadores humorales del entrenamiento circadiano mejor estudiados están los
GC. En condiciones de no estrés, los niveles circulantes de GC muestran una
robusta rítmicidad diurna con un pico en el inicio de la fase activa (en la
mañana en humanos diurnos y en la tarde en roedores nocturnos). Los ritmos
circadianos de los GC están involucrados en la coordinación de la función reloj
en tejidos centrales y periféricos. El control circadiano de la secreción de GC
resulta de la interacción entre NSQ y relojes tisulares a lo largo del eje HHA.
El NSQ controla la secreción rítmica de la hormona adrenocorticotropa (ACTH)
por la hipófisis anterior a través de la regulación de la liberación de CRH y
arginina vasopresina (AVP) por el NPV del hipotálamo. La ACTH, a su vez,
promueve la biosíntesis y liberación de GC por las células de la zona
fasciculada de la corteza adrenal. A través del sistema nervioso autónomo, el
NSQ sincroniza los relojes celulares adrenales para regular la sensibilidad
dependiente del tiempo del día de la maquinaria esteroidogénica adrenal para la
estimulación por ACTH. La coherencia de fase de estas dos rutas es requerida
para la secreción rítmica y de alta amplitud de GC.
El acoplamiento entre el sistema estrés y el
reloj circadiano es similar al observado a nivel molecular. Debido a su alta afinidad por los GC, el MR
es constitutivamente activado bajo la mayoría de las condiciones fisiológicas. Por
el contrario, el GR solamente es activado con altas concentraciones de GC que
causan reacciones fásicas, es decir, en el pico circadiano o en situaciones de
estrés agudo. La unión de ligando
provoca que los dímeros GR se trasladan del citoplasma al núcleo, donde se unen
a los elementos de respuesta a GC (GRE) en las regiones reguladoras de los
genes, incluyendo varios genes reloj como Per1/2. Por el contario, el locus
Rev-erbα contiene GRE negativos que median la trans-represión GR. Estudios
recientes sugieren que las proteínas reloj y los GR también pueden interactuar
a nivel de proteína. La proteína CLOCK tiene actividad acetil transferasa y es
capaz de acetilar al GR para reducir su capacidad de unión a ADN. Las proteínas
CRY se unen directamente al GR. La presencia de REV-ERBα influye en la
estabilidad y localización nuclear de GR unido a GC a través de la interacción
con proteína de shock térmico.
En las glándulas adrenales, los GC y los
genes reloj interactúan en la modulación de la biosíntesis y degradación de
catecolaminas. La transcripción de la enzima que degrada catecolaminas,
monoamina oxidasa I (MAOA), es un blanco directo de CLOCK/BMAL1. Por otra
parte, la expresión de la enzima marcapaso de la biosíntesis de catecolaminas,
tirosina hidroxilasa (TH), es suprimida por REV-ERBα. El GR regula la expresión
de catecol-O-metil transferasa (COMT) involucrada en el catabolismo de
catecolaminas. En suma, las interacciones entre GC/GR y la maquinaria reloj
pueden afectar las respuestas rápida y retardada del sistema estrés crónico.
Los estudios en animales sugieren que la
extensión de una respuesta al estrés específica depende fuertemente del momento
del día. Durante la fase activa, la exposición a un estresor físico como
hemorragia, hipoglucemia o estrés oxidativo resulta en un mayor incremento en
GC circulantes que en otros períodos del día. Similarmente, hay evidencia de una respuesta adaptativa
dependiente del tiempo del día al estrés crónico o repetido. En el contexto del
metabolismo energético, las respuestas al estrés son exageradas bajo
condiciones de dieta rica en grasas, pero solo en ciertos momentos del día.
La cronodisrupción, es decir, la alteración
de los ritmos conductuales y fisiológicos relativa al ciclo natural de un día
de 24 horas, es un fenómeno común en la sociedad moderna. Las condiciones de
cronodisrupción, como el cambio del horario laboral, son percibidas como
estresores psicológicos. En consecuencia, estos trabajadores tienen un mayor
riesgo de desórdenes cardiovasculares y gastrointestinales asociados con el
estrés. La cronodisrupción y el estrés psicosocial a menudo están tan
relacionados que resulta bastante difícil disociar en la clínica los aspectos
específicos del estrés de los aspectos cronodisruptivos de los desórdenes
metabólicos y de otros tipos de desórdenes. El sistema inmune como blanco del
estrés y de los programas reloj puede jugar un rol importante en esta
interacción. La cronodisrupción y el estrés psicosocial muestran componentes de
señalización comunes, particularmente GC, y en condiciones crónicas tienen
consecuencias fisiopatológicas similares como inmunosupresión y disrupción de
la homeostasis metabólica.
En conclusión, los relojes circadianos
endógenos adaptan la fisiología del organismo y la conducta a cambios
predecibles en el ambiente como consecuencia de la rotación de la tierra
alrededor de su eje. La función de los relojes circadianos está íntimamente
conectada con el sistema de respuesta al estrés para asegurar la supervivencia bajo
situaciones de peligro menos predecibles. Las disrupciones en estas dos funciones son altamente
prevalentes en la sociedad moderna y han sido involucradas en el desarrollo de
desórdenes metabólicos como obesidad y
diabetes tipo 2. Por tanto, estabilizar el balance estrés-reloj-metabolismo es
un aspecto fundamental del bienestar fisiológico y psicológico.
Fuente: Oster H
(2020). The interplay between stress, circadian clocks, and energy metabolism. Journal of
Endocrinology 247: R13-R25.
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