Leptina y enfermedades cardiovasculares
Desde el
descubrimiento de la leptina en 1994, la investigación en varios modelos de
roedores revela una compleja interrelación de genes y factores ambientales
involucrados en el desarrollo de la obesidad, lo cual impacta el control
homeostático del metabolismo energético y la alimentación en el sistema
nervioso central. La leptina, como adipoquina circulante, se une al receptor de
leptina (LEPR, también conocido como OB-R) en el núcleo arqueado (ARC) del
hipotálamo donde funciona como una hormona anorexigénica que regula la ingesta
de alimentos y el gasto de energía. Dos tipos de neuronas con funciones
antagónicas son blanco de la leptina en el ARC: (1) neuronas
proopiomelanocortina (POMC) y (2) neuronas neuropéptido Y (NPY)/péptido
relacionado con el agouti (AgRP). En el hipotálamo, las neuronas POMC y
NPY/AgRP también son blanco de la insulina; por tanto, las acciones de la
leptina y la insulina están interconectadas y contribuyen a un control
metabólico óptimo. Mientras la insulina mantiene adecuadamente el
almacenamiento y la utilización de energía, la leptina reduce la ingesta de
energía. Es conocido que la leptina y la
insulina actúan sobre diferentes subpoblaciones de neuronas POMC y juegan roles
claves en la regulación central del gasto de energía y la homeostasis de la
glucosa. Un estudio reciente revela que la leptina incrementa la expresión de
la fosfatasa del receptor de insulina PTP1B en el ARC, lo cual provoca
disminución de la sensibilidad a la insulina y altera la supresión mediada por
insulina de la producción hepática de glucosa en ratones obesos. La inhibición
farmacológica central o la alteración de la PTP1B en el ARC, restaura la
supresión mediada por insulina de la producción hepática de glucosa en ratones
obesos. Más aún, otro estudio demuestra que la hiperleptinemia es una fuerza
que maneja la obesidad y su síndrome metabólico asociado y que la alteración
parcial más que la eliminación completa de
leptina restaura la sensibilidad hipotalámica a la leptina e
incrementa la sensibilidad a la insulina
en ratones con obesidad inducida por dieta.
La leptina es producida principalmente por
los adipocitos y liberada de manera
pulsátil diurna con altas tasas en la tarde y temprano en la mañana. Aunque la
liberación de leptina ocurre de manera independiente de la regulación de su
mARN, el incremento en la transcripción del mARN de leptina es necesario para
tener tasas constantes de secreción y prevenir un rápido agotamiento de las
vesículas que almacenan leptina en el adipocito. Una vez secretada, la leptina
circula en una forma libre y en una forma unida. El receptor LEPR fue
identificado como un receptor localizado en la membrana celular,
estructuralmente similar a los receptores de citoquina clase I. El gen que
codifica al receptor de leptina en ratones (db) y humanos (LEPR) comprende un
promotor dual: mientras el promotor B219/OB-R solamente genera transcriptos
db/LEPR, el promotor OB-RGRP inicia la transcripción de los genes db/LEPR y
OB-RGRP/LEPROT (proteína relacionada con el gen del receptor de leptina/transcripto traslapado de receptor de
leptina). El LEPR está localizado principalmente en compartimentos
intracelulares, incluyendo endosomas, aparato trans-Golgi o retículo
endoplásmico y, en menor extensión, en la membrana plasmática. Los estudios
revelan que el OB-RGRP/LEPROT (también conocido como endospanina-1) afecta
negativamente la expresión de LEPR en la superficie celular.
Hasta el presente se han identificado seis
isoformas de LEPR (LEPRa, b, c, d, e y f, también conocidos como OB-Ra, b, c,
d, e y f) con distinta actividades biológicas. En el ratón, todas las isoformas
son generadas por “splicing” alternativo de mARN. En el humano, el splicing
alternativo genera distintas isoformas de LEPR con excepción de la isoforma
soluble LEPRe, la cual deriva de
receptores de membrana por cambio de ectodominio. Todas las isoformas LEPR
muestran un dominio extracelular idéntico, altamente glucosilado, de 840 aminoácidos, el cual comprende seis subdominios: un
dominio N-terminal de función no definida (NTD), dos dominios homólogos de receptor citoquina (CRHI, CRHII) que
albergan un segmento Trp-Ser-X-Trp-Ser, un dominio similar a inmunoglobulina (IgD)
y dos dominios fibronectina tipo 3 (FNIII). La leptina usa múltiples sitios de
unión en los dominios CRHII e IgD, los cuales son fundamentales para la unión
de la leptina y la activación del LEPR.
Las isoformas unidas a membrana LEPRa, b, c,
d y f comprenden la misma secuencia de 23 aminoácidos de un dominio
transmembrana, así como también los primeros 29 aminoácidos que contienen una
secuencia box 1 del dominio extracelular, la cual es requerido para la unión
con la proteína Janus quinasa 2 (JAK2).
Las isoformas unidas a membrana solamente difieren en la longitud del dominio
intracelular. Las isoformas LEPRa, c, d y f comprenden colas intracelulares
cortas de 32-40 aminoácidos con un C-terminal único y son cruciales para la
internalización y degradación lisosomal de la leptina. Por el contrario, el
dominio intracelular de la isoforma LEPRb
comprende 306 aminoácidos y contiene otro dominio de unión a JAK (“box 2”)
además de un sitio de unión a STAT, lo cual hace a LEPRb la isoforma
predominante responsable de la señal de transducción. La unión de la leptina al
LEPR resulta en un cambio conformacional que promueve la homo-oligomerización
del receptor y la activación de la JAK2 a través de auto-fosforilación. La JAK2
activada fosforila a LEPRb en tres diferentes residuos tirosina (Tir985,
Tir1077 y Tir1138), cada uno de los cuales comprende un
dominio de unión Src homología 2 (SH2). La fosforilación de Tir 1077
promueve el reclutamiento y la activación de STAT5, mientras la fosforilación
de Tir1138 resulta en reclutamiento y activación de STAT1/5 y STAT3,
lo cual provoca auto-fosforilación de proteínas STAT. La STAT3 fosforilada se
dimeriza y se traslada al núcleo para activar la transcripción de los genes
blanco incluyendo al supresor de la señal citoquina 3 (SOCS3) como regulador
negativo de la señal JAK/STAT inducida por LEPRb. La fosforilación de Tir985
activa la SOCS3 y por tanto inhibe la fosforilación de LEPRb. Adicionalmente,
la activación mediada por leptina de la JAK2 asociada a LEPRb promueve la
activación de la ruta de señalización fosfatidilinositol 3 quinasa (PI3K)/Akt a
través del reclutamiento de las proteínas sustrato de receptor de insulina IRS1
e IRS2, las cuales son moléculas claves para la regulación de la homeostasis de
la glucosa, el metabolismo de lípidos, la síntesis de proteínas y la
proliferación y supervivencia celular.
La isoforma soluble LEPRe, la cual carece de dominio transmembrana, circula en
la sangre en forma de dímero u oligómero. La LEPRe funciona como una proteína
de unión que transporta leptina a través de la barrera hematoencefálica. Más
aún, la LEPRe modula los niveles y la bioactividad de la leptina formando
complejos con leptina libre, lo cual retarda su degradación y aclaramiento.
La deficiencia congénita de leptina es una
forma de obesidad monogénica causada por mutaciones en el gen que codifica
leptina (LEP, también conocido como gen ob en el ratón). Los pacientes con
mutaciones LEP homocigotas muestran niveles indetectables de leptina en el
suero y se caracterizan por severa obesidad de inicio temprano y marcada
hiperfagia, y desarrollan intolerancia a la glucosa y resistencia a la
insulina. Dado que la leptina tiene un efecto directo sobre la sensibilidad a
la insulina, la terapia de reemplazo de leptina es una nueva opción terapéutica
en desordenes metabólicos, incluyendo resistencia a la insulina y diabetes mellitus
tipo 2 (DMT2). En efecto, el tratamiento de reemplazo de leptina normaliza o
mejora los fenotipos en pacientes con deficiencia congénita de leptina,
incluyendo disminución de la resistencia a la insulina, mejoría del perfil de
lípidos y promoción de pérdida de peso corporal.
En humanos, los niveles plasmáticos de
leptina se correlacionan positivamente con el índice de masa corporal (IMC), el
porcentaje de grasa corporal, la masa grasa corporal y el tamaño de los
adipocitos. El crecimiento de los adipocitos asociado con la obesidad resulta
en acelerada secreción de leptina y por tanto incremento de los niveles
circulantes de leptina, lo cual también resulta de la hiperinsulinemia crónica
y del aumento del recambio de cortisol. Adicionalmente, muchos factores como
ácidos grasos libres, estrógenos y factor de necrosis tumoral α (TNF-α)
estimulan la secreción de leptina. Varios estudios también reportan que
hormonas y el estatus nutricional
influyen en los niveles circulantes de leptina de una manera independiente de
la obesidad. Los niveles de leptina usualmente aumentan 4-7 horas después del
consumo de una comida, principalmente como resultado de la utilización de
glucosa estimulada por insulina, provocando la regulación al alza de la
transcripción de mARN y la liberación de leptina por el tejido adiposo
subcutáneo. Los glucocorticoides también incrementan el mARN de leptina y los
niveles circulantes, pero como causan resistencia a la insulina e
hiperinsulinemia, el efecto de los glucocorticoides sobre los niveles de leptina puede ser
indirecto. Por el contrario, los bajos niveles de insulina y glucosa,
conjuntamente con elevados niveles de catecolaminas disminuyen los niveles
circulantes de leptina en respuesta a condiciones de ayuno. Otros factores como
exposición al frío, activación de
receptores adrenérgicos β3 y elevados niveles intracelulares de AMPc
inhiben la secreción y expresión de leptina.
La mayoría de pacientes obesos son
hiperleptinémicos. Los altos niveles de leptina están asociados con resistencia
a la insulina, inflamación hipotalámica y disturbios en factores homeostáticos,
los cuales son factores de riesgo para el desarrollo de hipertensión arterial,
síndrome metabólico u otras enfermedades cardiovasculares. La resistencia a la
leptina es una condición por la cual las neuronas hipotalámicas son menos
sensibles a la leptina o no responden a
la leptina a pesar de la presencia de copiosas cantidades de leptina. La
resistencia a la leptina es causada principalmente por mutaciones en los genes
que codifican a la leptina y al LEPR, reducción de la expresión de LEPR en la
membrana plasmática, deterioro de la función y señal del LEPR o alteraciones en
el transporte de leptina a través de la barrera hematoencefálica. Más aún, los elevados niveles de leptina
incrementan la predisposición de los pacientes a la obesidad inducida por
dieta, lo cual resulta en un círculo vicioso que aumenta los niveles de leptina y agrava la resistencia a la
leptina ya existente, indicando que la leptina por si misma juega un importante
rol en el desarrollo de su resistencia (resistencia a la leptina inducida por
leptina).
Los estudios demuestran que la obesidad está
asociada con inflamación sistémica de bajo grado crónica, la cual resulta de
cambios en la inmunidad innata y adquirida. En niños y adultos con sobrepeso u
obesidad, el estado inflamatorio es reflejado por elevados niveles circulantes
de citoquinas pro-inflamatorias, incluyendo TNF-α, interleuquina (IL) 6 y
proteína C-reactiva y la activación de
rutas de señalización pro-inflamatorias en el tejido adiposo. La producción de
leptina es regulada por estímulos inflamatorios, incluyendo lipopolisacáridos,
TNF-α, IL-6 e IL-1β y los niveles plasmáticos de leptina aumentan durante la
infección aguda, inflamación o sepsis. El LEPR ha sido detectado en todos los
tipos de células del sistema inmune, incluyendo macrófagos, células
dendríticas, células killer naturales (NK), neutrófilos y linfocitos. La
leptina modula la respuesta inmune y la inflamación en varios niveles.
La leptina ejerce varias funciones en el
sistema inmune innato. Por ejemplo, en monocitos, la leptina estimula la
liberación de citoquinas pro-inflamatorias, incluyendo TNF-α, IL-6 e IL-12 e
induce la expresión de marcadores de superficie celular, importantes para la
activación de monocitos en reposo. La leptina también promueve la proliferación
y diferenciación de monocitos en macrófagos, y sobre los macrófagos actúa como
una citoquina anti-apoptosis y estimulando la fagocitosis. Más aún, la leptina
estimula la actividad quimiotáctica y la función de los neutrófilos aumentando
la producción de especies de oxígeno para la defensa de las células del huésped
contra las infecciones y promoviendo una respuesta celular anti-apoptosis. La
estimulación de los neutrófilos mediada por la leptina requiere TNF-α liberado
por los monocitos. En las células dendríticas, la leptina regula al alza la
producción de IL-1β, IL-6, IL-12, TNF-α y proteína inflamatoria de macrófagos
(MIP)-1α y protege a las células dendríticas de la apoptosis. Adicionalmente,
la leptina regula a la baja la producción de IL-10 y maneja la polarización de
células T hacia el fenotipo Th1. Varios estudios demuestran que la leptina
sostiene las actividades citotóxicas de las células NK a través de la inducción
de la fosforilación de STAT3 y la transcripción de IL-2 y perforina.
En el sistema inmune adaptativo, la leptina
promueve la linfopoyesis estimulando la maduración de células T CD4+CD8+
y CD4+CD8-. La leptina induce la proliferación de células
T CD4+CD45RA+, pero inhibe la proliferación de células T
de memoria CD4+CD45RO+ incrementando la producción de las
citoquinas de células Th1 interferon (IFN)-γ e IL-2, y suprimiendo la
producción de la citoquina de células Th2 IL4. Además, la leptina promueve la
diferenciación de células T CD4+ en células Th17 que producen IL-17,
mientras suprime la producción células Treg CD4+CD25+ y
previene la apoptosis de células T inducida por estrés. En los individuos mal
nutridos con IMC extremada bajo se observa una dramática reducción de los
niveles de leptina, la cual está asociada con atrofia del timo, reducida
función de las células T y aumentada susceptibilidad a las infecciones. En las
células B, la leptina induce una respuesta pro-inflamatoria a través de la
estimulación de la secreción de TNF-α, IL-6 e IL-10. Por otra parte, la leptina
limita la apoptosis de células B aumentando la expresión de blc-2 y promoviendo
la entrada en el ciclo celular vía ciclina D1. En suma. Es evidente que la leptina tiene
efectos pro-inflamatorios y ejerce una función crucial en la modulación de la
respuesta del sistema inmune.
En el sistema cardiovascular, el rol de la
leptina es controversial. Muchos estudios sugieren que la leptina está
involucrada en la patogénesis de la
inflamación crónica. En este contexto, los elevados niveles de leptina en
pacientes obesos contribuyen a la inflamación sistémica de bajo grado, lo cual
hace a los individuos obesos más susceptibles para desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Adicionalmente, los elevados niveles de leptina han sido reportados en
pacientes con cardiomiopatía y son usados como un biomarcador del progreso de
insuficiencia cardiaca independientemente de las respuestas inmunes. Los
elevados niveles de leptina están asociados con un mayor riesgo de
insuficiencia cardiaca en hombres sin enfermedad coronaria pre-existente,
independientemente del IMC. En un estudio con 818 participantes (edad promedio
79 años, 62% mujeres), los niveles de leptina se asociaron fuertemente con la
incidencia de insuficiencia cardiaca y enfermedad cardiovascular. Sin embargo,
otro estudio con 1905 participantes (edad promedio 60,5 años, 50% mujeres) sin
enfermedad cardiovascular subyacente revela que los niveles de leptina no están
asociados con eventos de enfermedad cardiovascular, después de ajustar los
factores de riesgo, el IMC o la circunferencia de la muñeca. Recientemente, el
uso del IMC como factor de riesgo de enfermedad cardiovascular ha sido motivo
de controversia porque no discrimina entre masa de grasa corporal y masa
muscular y se ha sugerido que la adiposidad visceral, más que el IMC, se
correlaciona con el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Considerando estos datos epidemiológicos, todavía no está claro si la leptina
está asociada con el desarrollo de insuficiencia cardiaca. Es posible que los
efectos crónicos de la leptina puedan tener consecuencias adversas sobre la
función miocárdica. No obstante, muchos estudios con roedores obesos y
diabéticos demuestran que la leptina tiene efectos beneficiosos sobre el
metabolismo cardiaco apoyando el metabolismo de la glucosa y la oxidación de
ácidos grasos. Por tanto, los efectos agudos de la leptina pueden proporcionar
una respuesta compensadora a daños cardiacos como isquemia o insuficiencia
cardíaca.
Los modelos animales han ayudado a entender
la señal leptina en el corazón y los ratones ob/ob y db/db muestran una
progresión dependiente de la edad de hipertrofia cardiaca con incremento de la
masa de ventrículo izquierdo y engrosamiento de la pared ventricular izquierda.
En particular, los ratones db/db desarrollan disfunción sistólica y
diastólica y anormalidades contráctiles.
La alteración de la señal leptina también contribuye a la hipertrofia ventricular
izquierda y defectos en la contractilidad cardiaca en ratas ZDF (Zucker
diabetic fatty). Los ratones db/db y las ratas ZDF son más susceptibles al daño
isquémico. La administración de leptina o la restricción calórica resultan en
pérdida de peso en ratones db/db. Sin embargo, la infusión de leptina, pero no
la restricción calórica, revierte el proceso de remodelación cardiaca
relacionada con la obesidad, indicando que la leptina tiene efectos
anti-hipertróficos que no son
atribuibles solo a la pérdida de peso, aunque no está completamente claro si la
leptina afecta directamente la función cardiaca o actúa a través de una ruta
neurohumoral regulada por leptina.
En condiciones fisiológicas, el corazón usa
glucosa y ácidos grasos libres como sustratos energéticos. En ratones con
deficiencia de leptina o LEPR, la falla en el rendimiento cardiaco está
relacionada con alteración de la captación de sustratos e inflexibilidad
metabólica debido al incremento en la captación de ácidos
grasos vesiculares y la oxidación de ácidos grasos con reducción de la
captación de glucosa y la oxidación de carbohidratos. Como la glucosa es un
sustrato energético más eficiente para los cardiomiocitos que los ácidos grasos
libres, el desvío de metabolismo de
glucosa a oxidación de ácidos grasos libres resulta en un incremento en el consumo
de oxígeno (MVO2) y una disminución de la eficiencia cardiaca
(relación trabajo cardíaco/ingreso de energía), lo cual provoca desórdenes
metabólicos sistémicos. Los animales con deficiencia de leptina o LEPR,
muestran elevados niveles de triglicéridos y acumulación de lípidos en el
miocardio que pueden promover lipotoxicidad y alterar directamente la
contractilidad cardiaca. Los prominentes efectos de la leptina en reducir los
altos niveles de triglicéridos han sido confirmados en ratones acil CoA
sintetasa transgénicos, los cuales muestran severa cardiomiopatía lipotóxica.
Estos estudios demuestran que la leptina puede actuar como una adipoquina
anti-lipotoxicidad que protege al corazón de la acumulación peligrosa de
lípidos y la progresión de la esteatosis cardíaca, especialmente bajo
condiciones de estrés cardiaco.
La modulación metabólica para sostener la
utilización de glucosa por sobre expresión perinatal del transportador de
glucosa GLUT4 previene la disfunción
cardiaca en ratones db/db. Los altos niveles de insulina y glucosa normalizan
el metabolismo cardiaco, restauran la eficiencia cardiaca y mejoran la
recuperación post-isquemia en ratones db/db. La administración de un agonista
del receptor activado por proliferador de peroxisoma γ (PPAR-γ) a ratas ZDF
resulta en incremento en el metabolismo
de la glucosa, reducción de la acumulación de triglicéridos en el miocardio y
restauración de la función cardiaca. Estos estudios indican que las alteraciones
en la captación de glucosa, las cuales son causadas por resistencia a la
insulina en el corazón, facilitan el desvío del metabolismo de glucosa a
oxidación de ácidos grasos libres, provocando aumento en el MVO2 y
reducción de la eficiencia y rendimiento cardíacos. Restaurar el balance en el
metabolismo de glucosa y ácidos grasos en los cardiomiocitos después de una
lesión es de fundamental importancia para la recuperación del corazón. El
incremento de MVO2 también puede ser resultado del aumento de la
producción de sustancias reactivas de oxígenos (ROS), la cual está asociada con
aumento de la oxidación de ácidos grasos, desacoplamiento mitocondrial y estrés
oxidativo en corazones de ratones db/db.
Los estudios clínicos reportan una
asociación de niveles plasmáticos de leptina con hipertrofia de ventrículo
izquierdo. En hombres obesos, hipertensos y resistentes a la insulina, los
niveles plasmáticos de leptina en ayuno son mayores que en los controles y se
correlacionan con incremento del grosor de la pared miocárdica. Estos hallazgos
clínicos proponen que la leptina participa en la progresión y desarrollo de
hipertrofia de ventrículo izquierdo en pacientes obesos. Los pacientes obesos
con resistencia a la insulina exhiben altos niveles de triglicéridos en el
miocardio, lo cual está relacionado con la regulación al alza de la
transcripción de genes relacionados con PPAR-α, cadena pesada de miosina β
(β-MHC) y TNF-α, además de la disfunción contráctil cardiaca. La producción de aldosterona mediada por la
leptina es un nuevo mecanismo de disfunción endotelial asociada con la obesidad
y fibrosis cardiaca, lo cual altera la relajación miocárdica y por consiguiente
contribuye a la enfermedad cardiovascular. Esto explica porque el antagonista
de la aldosterona, espironolactona es particularmente efectiva en reducir la
morbilidad y mortalidad en pacientes con
insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida relacionada con la
obesidad. Por otra parte, es generalmente aceptado que la liberación de óxido
nítrico (NO) endotelial mediada por la leptina causa vasodilatación, lo cual se
opone al efecto vasopresor de la actividad simpática excitadora inducida por la
leptina. Sin embargo, en pacientes con obesidad y diabetes mellitus tipo 2, la
hiperleptinemia causa una reducción de la disponibilidad de NO y atenúa la
vasodilatación dependiente de NO, lo cual contribuye a la disfunción
endotelial.
En conclusión, la leptina ejerce efectos
esenciales para la regulación del balance energético, el metabolismo celular y
el mantenimiento de la homeostasis del sistema cardiovascular. Sin embargo, la resistencia
a la leptina o la deficiencia de la señal
leptina ejercen efectos que pueden ser perjudiciales en estados de
disfunción cardiaca o insuficiencia cardiaca. Los efectos hemodinámicos de la
leptina, como elevación de la frecuencia cardiaca en reposo, generalmente
incrementan la sobre carga miocárdica a través de la activación del sistema nervioso
simpático. La leptina puede actuar sinérgicamente con otros factores que están
asociados con la obesidad como hiperglucemia, inflamación y estrés oxidativo
para acelerar el desarrollo y la progresión de enfermedades cardiovasculares.
Los estudios en animales, usando ratones con deficiencia de leptina o LEPR,
demuestran que la disfunción cardiaca está asociada con (1) desvío del metabolismo de la glucosa
a oxidación de ácidos grasos, promoviendo la lipotoxicidad, (2) inflamación
sistémica, (3) resistencia a la insulina y (4) activación del sistema
renina-angiotensina-aldosterona.
Fuente: Poetsch MS
et al (2020). Role of leptin in cardiovascular diseases. Frontiers in
Endocrinology 11:354.
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