Reguladores de la mineralización ósea
El hueso tiene
numerosas funciones incluyendo protección de órganos, homeostasis de calcio y
fosforo y facilitación del movimiento. La composición del hueso comprende: (1)
constituyentes orgánicos incluyendo proteínas colágenas (principalmente
colágeno tipo 1) y proteínas no colágenas (osteocalcina, osteonectina, osteopontina
(OPN) y sialoproteína del hueso (BSP)); (2) constituyentes no orgánicos
incluyendo hidroxiapatita (HA), minerales y agua. En el hueso, una gran población
de células (osteocitos) está en la matriz mineralizada. Las propiedades del
hueso son una función de las proporciones relativas de estos constituyentes y
de su estructura. El mantenimiento de la calidad del hueso es crítica para
facilitar su función. Para asegurar esto, hay remodelación de la matriz ósea a
lo largo de la vida que involucra la
función coordinada de dos tipos de células, los osteoblastos que forman hueso y
los osteoclastos que resorben hueso. Durante la formación de hueso, los osteoblastos
secretan una matriz extracelular (MEC) que contiene una variedad de proteínas
colágenas y no colágenas que posteriormente se mineralizan. La mineralización
controlada de este osteoide es crítica en las funciones especializadas del
hueso.
La formación de hueso y la resorción ósea
son energéticamente costosas. Esto ha dado lugar a una hipótesis donde el
metabolismo energético y la formación de hueso se regulan entre sí en un asa de
retroalimentación. Un estudio reciente reporta el descubrimiento de la osteocalcina,
una hormona secretada específicamente
por los osteoblastos para promover la sensibilidad a la insulina como evidencia
del rol metabólico del hueso. Otros estudios reportan varios roles de los
reguladores claves de la mineralización de la
MEC en procesos fisiológicos y patológicos.
La mineralización del hueso depende de las
concentraciones óptimas de calcio (Ca2+) y fosfato inorgánico (Pi),
y los mecanismos precisos por los cuales el mineral que es embebido en las
fibras de colágeno de la MEC es finamente regulado. Las sustancias reguladoras
incluyen iones magnesio, carbonato, proteoglucanos, polifosfatos, moléculas
polifosforadas, ligandos unidos a integrinas, glucoproteínas y proteínas no
colágenas (incluyendo OPN, BSP, dentina sialofosfoproteínas y
fosfoglucoproteínas de la matriz extracelular. Los mecanismos responsables del
inicio de la mineralización de la matriz no son entendidos completamente.
Algunos investigadores proponen que el templete de colágeno I extracelular
preformado media la nucleación mineral. Otros investigadores proponen que las
vesículas de la matriz (VM) controlan la acumulación localizada de Ca2+
y Pi. Las VM son pequeñas partículas (100-300 nm de diámetro) unidas
a la membrana celular liberadas por osteoblastos y condrocitos que proporcionan
un ambiente protegido localmente en el cual se acumula Ca2+ y Pi
en un estado amorfo, un proceso que es regulado por una compleja red de rutas.
Los reguladores hormonales sistémicos de la
mineralización de la MEC incluyen 1,25-dihidroxivitamina D3, factor de
crecimiento fibroblástico 23 (FGF23) y hormona paratiroidea (PTH). Estos
reguladores controlan el balance de Ca2+ y Pi a través de
acciones en intestino y riñón para asegurar la disponibilidad de Ca2+
y Pi para la formación de HA
en el hueso. El proceso de mineralización también es mediado por varios
inhibidores, particularmente pirofosfato inorgánico (PPi). El PPi
inhibe el crecimiento, la disolución y la formación de cristales de HA que
contienen Pi y Ca2+. Por tanto, no es sorprendente que
existan muchas proteínas en el hueso para asegurar el mantenimiento de una
relación Pi/PPi favorable para la mineralización. Esto
puede ser entendido como una serie de rutas altamente reguladas para mantener
la homeostasis mineral y evitar patologías.
La ectonucleótido pirofosfatasa
fosfodiesterasa-1 (ENPP1: EC 3.6.1.9) inhibe la mineralización mediante la
generación extracelular de PPi vía hidrólisis de ATP. La ANK,
codificada por el gen anquilosis (Ank en ratones), facilita el transporte de PPi
intracelular al medio extracelular. La deficiencia de ENPP1 o ANK provoca una
disrupción de la relación PPi/Pi que resulta en
mineralización patológica en humanos. Los ratones con una mutación en el locus
Ank y por consiguiente con ANK no funcional, muestran un fenotipo reflexivo de
los ratones Enpp1-/- con anquilosis en las articulaciones y concomitantemente
niveles disminuidos de PPi. Por el contrario, la fosfatasa alcalina
tejido-no específica (TNAP: EC 3.1.3.1), la cual está anclada en la membrana
celular de osteoblastos, condrocitos y
VM hidroliza PPi para remover este inhibidor y generar Pi y así promover la formación de HA. La
importancia de la TNAP para la mineralización
del esqueleto es demostrada en condiciones donde mutaciones inactivantes
están presentes en el gen que codifica a la TNAP. La hipofosfatasia está
asociada con disminución de la función enzimática y niveles aumentados que PPi,
lo cual resulta en raquitismo, osteomalacia y dientes hipomineralizados. Los
ratones Apk2 knockout presentan elevados niveles de PPi urinario y las
anormalidades de la mineralización ósea que se observan en los pacientes con
hipofosfatasia. La TNAP también regula la calcificación ectópica. El incremento
en la actividad TNAP en los vasos sanguíneos está asociada con calcificación
vascular medial, rigidez vascular e insuficiencia cardiaca.
La fosfatasa orfan 1 (PHOSPHO1; EC:
3.1.3.7.5) es responsable de la generación de Pi para facilitar la
mineralización del esqueleto a través de su actividad fosfatasa altamente
específica. La PHOSPHO1, presente en la luz de las VM, exhibe alta
especificidad por fosfocolina (PCho) y fosfoetanolamina (PEA), la cual es degradada para generar Pi
intravesicular. Adicionalmente, el co-transportador sodio/fosfato tipo III (Pit1)
es responsable del transporte de Pi en la VM, mientras la anexina 5
es responsable del transporte de Ca2+ en la VM.
La enzima ENPP1 es reconocida como un factor
patogénico de resistencia a la insulina (RI), una característica de los
pacientes con diabetes mellitus tipo 2 (DMT2). Los niveles de expresión de ENPP1 son elevados
en músculo esquelético y tejido adiposo de humanos con RI. Más aún, la sobre
expresión de ENPP1 afecta negativamente la acción del receptor de insulina en
tejidos periféricos como hígado, músculo esquelético y tejido adiposo, lo cual
resulta en disminución de la respuesta a la insulina. Por otra parte, la
ablación de Enpp1 en ratones (Enpp1-/-) resulta en pronunciada
resistencia a la obesidad y la RI cuando los animales son alimentados con dieta
rica en grasas. Como el hígado es la fuente primaria del PPi
circulante es posible que tenga un rol crítico en el efecto de la ENPP1 sobre
la RI, aunque hasta el presente se conoce poco sobre los mecanismos precisos
involucrados.
La ANK (codificada por el gen ANKH (Ank en
ratones)), es una proteína que facilita el movimiento de PPi a través de la
membrana plasmática desde el citoplasma a la MEC. Una vez que ENPP1 ha sido
establecido como gen candidato para fenotipos de obesidad, la comunidad
científica ha dirigido su atención hacia los “socios funcionales” de ENPP1, lo cual incluye a la ANK. En este
contexto, un estudio reciente ha demostrado que ANKH está asociado con el peso
corporal y el índice de masa corporal (IMC). El análisis genético reveló que
los polimorfismos en ANKH están
asociados con el IMC y los niveles plasmáticos de leptina, lo cual sugiere que
ANKH puede tener un efecto generalizado sobre la fisiología del tejido adiposo.
Estos datos apoyan el concepto que la ANK tiene un rol crítico en la compleja
red que conecta hueso, tejido adiposo y metabolismo de Pi.
La PHOSPHO1, además de su rol en la
biomineralización de cartílagos, dientes y huesos, tiene roles fisiológicos
como una PCho/PEA fosfatasa en otros sistemas del cuerpo. Por ejemplo, durante
la eritropoyesis, los eritroblastos inmaduros terminan su diferenciación
mediante adaptaciones fenotípicas y transcriptómicas y la PHOSPHO1 es regulada
al alza durante este proceso. La PHOSPHO1 es crítica para la diferenciación
apropiada de eritroblastos a través de su rol en el metabolismo de PCho. Otros
estudios han encontrado asociaciones entre PHOSPHO1 y desórdenes del
metabolismo de lípidos. El incremento en
la metilación de locus en el gen PHOSPHO1 está asociada con riesgo de DMT2, un
fenómeno que puede ser usado como biomarcador de la enfermedad. Más aún, el
incremento en la metilación de PHOSPHO1 está relacionado con un aumento de
lipoproteínas de alta densidad en suero. Aunque los mecanismos específicos son
aún desconocidos, mucha evidencia sugiere que la PHOSPHO1 es crítica para el
metabolismo de lípidos en la salud y la enfermedad.
Un estudio reciente reporta que la TNAP
regula la neurogénesis en adultos, lo cual sugiere un rol crítico para función
neuronal. Este hallazgo, demuestra que los pacientes con enfermedad de
Alzheimer tienen un incremento en la actividad de la TNAP en el hipocampo
asociado con un aumento de muerte neuronal. Más aún, la TNAP es aceptada como
un regulador de la señal purinérgica, hidrolizando ATP y ADP para generar AMP.
El rol de la señal purinérgica en el hueso fue identificado en 1991 siguiendo
la observación que el ATP extracelular es importante para la función de los
osteoblastos y puede incrementar el calcio intracelular. La señal purinérgica
también es importante en la regulación de la inflamación, donde la conversión
enzimática a AMP ayuda en la inducción de la respuesta anti-inflamatoria vía
receptor de adenina. Dado que la ENPP1, otro regulador crítico de la señal
purinérgica, exhibe roles notables en el hueso y el metabolismo energético, es
posible especular que la TNAP también juega un rol regulador en el metabolismo
energético global. Sin embargo, el soporte de la literatura en esto es escaso.
Un estudio en pacientes no diabéticos con hiperinsulinemia y RI asociada
reporta niveles aumentados de actividad TNAP en suero.
Las características morfológicas y
bioquímicas de la obesidad han sido asociadas con polimorfismos en el gen TNAP.
Las investigaciones in vitro reflejan estas asociaciones, donde la expresión de
TNAP es alta en cultivos de células similares a osteoblastos en presencia de
niveles elevados de glucosa e insulina. Los modelos ratas con diabetes muestran
disminución de la actividad TNAP en el cerebro, indicando un rol neurológico de
la TNAP. Esto apoya la noción que la TNAP es importante para la funcionalidad
del cerebro (neuronal) y que la TNAP juega roles multi-factoriales en el
cuerpo.
El ligando del receptor activador de NF-κB
(RANKL) es responsable de la activación y formación de osteoclastos a través de
su unión al receptor RANK, mientras la osteoprotegrina (OPS) inhibe la
osteoclastogénesis. La administración de anticuerpos neutralizantes contra
RANKL (Denosumab) resulta en una mejoría de la fuerza muscular en mujeres
postmenopáusicas con osteoporosis debido a la inhibición de la actividad y
formación de osteoclastos. El RANK regula la homeostasis de la glucosa. En
ratones, la inhibición de la actividad de RANK específicamente en el hígado
previene la intolerancia a la glucosa inducida por dieta. Por otra parte, la
estimulación de la ruta NFκB en células hepáticas expuestas a RANKL resulta en
un incremento en la expresión de genes pro-inflamatorios, un fenómeno asociado
con RI en el hígado y alteraciones de la homeostasis la glucosa. Las
investigaciones recientes revelan que el RANKL puede ser usado como un
predictor de riesgo de DMT2. Estos estudios revelan que el incremento en la
expresión de RANK aumenta la activación de NFκB y por tanto aumenta las rutas
de señalización de inflamación tanto hepática como sistémica.
La hormona FGF23 es uno de los tres FGF
endocrinos, que también incluye a FGF19 y FGF21. El FGF23 es secretado por
osteoblastos y osteocitos y juega un rol crítico en la homeostasis mineral. El
FGF23 es una fosfotonina y su rol clásico es promover fosfaturia incrementando
la excreción de Pi vía renal. La señal FGF23 se lleva a cabo a
través de la unión al complejo formado por
el receptor FGFR1 y la proteína kloto, la cual puede estar unida a la membrana celular o
circulante en la forma soluble. Esta acción promueve la señal Ras/proteína
quinasa activada por mitogeno (MAPK) y los cambios subsiguientes en la
expresión de genes tejido-específica, incluyendo la regulación a la baja de PTH
y la expresión del transportador de fosfato dependiente de sodio (NaPi2a). El
aumento de la señal en varios tipos de células incluyendo hepatocitos, células
inmunes (macrófagos y neutrófilos) y células cardíacas (miocitos y
fibroblastos) ha sido asociado con patologías como hipertrofia ventricular
izquierda, insuficiencia cardiaca, DMT2 y enfermedad renal crónica. En estos
escenarios patológicos, la señal FGF23 a través del complejo FGFR1 de una
manera dependiente de kloto es una ruta menor. La señal independiente de kloto
ocurre primariamente a través del FGFR4 e induce la cascada de señalización
calcineurina/factor nuclear de células T activadas (NFAT). Esta señal
patológica es debida a un aumento de FGF23 plasmático y la concomitante
disminución de kloto.
En conclusión, los reguladores de la
mineralización de la MEC son claves para la formación y el mantenimiento del
esqueleto, y sus roles se extienden a funciones cruciales de otros sistemas.
Varios estudios reportan que los reguladores de la mineralización están
asociados con una variedad de condiciones incluyendo regulación del
metabolismo, RI, salud cardiovascular y DMT2. Estos hallazgos sugieren que los
mecanismos a través de los cuales los reguladores de la mineralización ósea
ejercen sus efectos sistémicos y en tejidos específicos, son más complicados y
variados que lo que se pensaba inicialmente. Es evidente que los reguladores de
la mineralización ósea (factores endocrinos, fosfatasas y fosfodiesterasas)
ejercen efectos sistémicos y están involucrados en una variedad de condiciones
fisiológicas y patológicas.
Fuente: Roberts F
et al (2020). Beyond mineralisation: metabolic functions for matrix
mineralisation regulators. Journal of Endocrinology 245: R11-R22.
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