Glucocorticoides y envejecimiento cardíaco
El envejecimiento
se caracteriza por un gradual declive en todas las funciones fisiológicas, una
disminución en los mecanismos de reparación, senescencia y eventualmente la
muerte. El sistema endocrino es una compleja red que regula virtualmente todos
los procesos biológicos del organismo, incluyendo desarrollo, crecimiento,
reproducción, metabolismo, presión arterial y respuesta a estresores. El
envejecimiento provoca alteraciones significativas en el sistema endocrino y el
desbalance en las funciones endocrinas también afecta al proceso de
envejecimiento. Por ejemplo, los patrones de secreción de las hormonas
producidas por el eje hipotálamo-hipófisis son alterados en adultos mayores así
como también la sensibilidad a las hormonas por sus órganos blancos. Por otra
parte, el desbalance en la producción de hormonas o las alteraciones en sus
asas de retroalimentación negativa acelera el proceso de envejecimiento
causando disturbios en el metabolismo, la función cardiovascular y la
cognición.
El envejecimiento está estrechamente asociado con alteraciones en la función
cardiovascular. Los cambios estructurales y funcionales en el corazón y los
vasos sanguíneos durante el envejecimiento se caracterizan por rigidez
vascular, aumento del grosor de la pared del ventrículo izquierdo, hipertrofia,
fibrosis, cambios en la frecuencia cardiaca máxima y alteraciones en la función
diastólica del corazón. Los cambios cardiacos relacionados con la edad resultan
a partir de alteraciones moleculares en la expresión y función de proteínas
involucradas en el mantenimiento de la estructura, la supervivencia, el manejo
del calcio, el balance redox y el metabolismo de los cardiomiocitos.
Adicionalmente, los cambios en el perfil de células intersticiales cardíacas,
incluyendo células endoteliales y fibroblastos, contribuyen a los cambios
fenotípicos del corazón envejecido. Aunque estas alteraciones no necesariamente
son de naturaleza patológica por sí mismas, incrementan el riesgo de daño
cardíaco e insuficiencia cardíaca en la población de adultos mayores. Hay
varios factores que exacerban el efecto del envejecimiento y hacen al “corazón
viejo” más susceptible de fallar. Por ejemplo, las alteraciones asociadas con
el envejecimiento en rutas inflamatorias
y fibrogénicas son exacerbadas por
desbalances metabólicos, los cuales están relacionados con una disminución en
la función endocrina.
La relación entre sistema endocrino,
envejecimiento y sistema cardiovascular ha sido ilustrada por el aumento en la
incidencia de complicaciones cardiovasculares asociadas con la disminución en
la producción de hormonas gonadales. El
riesgo de enfermedad cardíaca en mujeres postmenopáusicas es significativamente
mayor que en mujeres más jóvenes. Los estudios sugieren que el incremento en el
riesgo de enfermedad cardíaca en mujeres postmenopáusicas está asociado con una
disminución en la producción de hormonas ováricas (estrógenos y progesterona).
La disminución de la función ovárica se correlaciona con una elevación de las
concentraciones plasmáticas de lípidos aterogénicos (lipoproteínas de baja
densidad y colesterol total) y una disminución en los niveles de lípidos
cardioprotectores (proteínas de alta densidad). En hombres, una disminución en
la producción de andrógenos durante el envejecimiento ha sido asociada con
mayor riesgo cardiovascular debido a incrementos en la masa grasa y el
desarrollo de resistencia a la insulina. Clínicamente, la disminución
relacionada con la edad en las hormonas sexuales ha sido considerada una de las
asociaciones más significativas entre los sistemas endocrino y cardiovascular. Sin
embargo, el envejecimiento influye en otros sistemas endocrinos y estas
alteraciones endocrinas, a su vez, influyen en el proceso de envejecimiento.
Por ejemplo, con el envejecimiento, la homeostasis de la glucosa es alterada,
lo cual incrementa el riesgo de complicaciones metabólicas como diabetes tipo 2
que eleva significativamente el riesgo de enfermedad vascular y cardíaca en la
población de adultos mayores. Adicionalmente, el envejecimiento provoca cambios
en los niveles de hormona de crecimiento
(HC) y factor de crecimiento similar a
insulina 1 (IGF-1). Las alteraciones en HC e IGF-1 tienen efectos sobre la
composición del cuerpo, la fuerza muscular, la densidad ósea y el metabolismo
de lípidos, lo cual a su vez contribuye al deterioro de la función cardiaca.
Los glucocorticoides (GC, cortisol en
humanos, corticosterona en roedores) son hormonas esteroides producidos por la
zona fasciculada de la corteza adrenal de una manera circadiana y en respuesta
al estrés. La secreción de GC es regulada por el eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal. La exposición a cambios en el ciclo diario (ritmo
circadiano) y/o estresores físicos, psicológicos y ambientales estimula las
neuronas parvocelulares del núcleo paraventricular del hipotálamo para la
liberación de hormona estimulante de corticotropina (CRH) en la eminencia media
en el plexo capilar del sistema porta hipotálamo-hipófisis. La CRH es
transportada vía sanguínea al lóbulo anterior de la hipófisis, donde estimula
la producción y secreción de hormona adrenocorticotrópica (ACTH) por las
células corticotropas. Una vez en la circulación, la ACTH se une a sus
receptores (receptores melanocortina 2, MC2R), los cuales son receptores acoplados
a proteína G localizados en la membrana plasmática de las células de la corteza
adrenal. La unión de la ACTH a los MC2R provoca la activación de la adenil
ciclasa y la producción de monofosfato de adenosina cíclico (cAMP). El cAMP
dispara la activación de la proteína quinasa A (PKA), la cual fosforila a la
proteína de unión a los elementos de respuesta a cAMP (CREB), la cual promueve
la expresión de genes esteroidogénicos (miembro B de la subfamilia 11 de la
familia de Citocromo p450, CYP11B2, y proteína reguladora de la
esteroidogénesis aguda, StAR) que provoca el transporte del colesterol (importado
de la sangre en las células corticales vía receptor tipo B clase 1 SARB1) a la
mitocondria, donde se lleva a cabo la síntesis de GC (esteroidogénesis) por la
acción de enzimas mitocondriales y del
retículo endoplásmico liso.
Los GC liberados por la corteza adrenal se
unen a proteínas plasmáticas, en particular globulinas ligadoras de
corticoesteroides (CBG). Aproximadamente 80% de los GC circulantes están unidos
a CBG. Los GC son liberados de su unión a proteínas por la acción de las
elastasas de los neutrófilos en los
sitios de inflamación. Los GC libres difunden a través de la membrana celular.
Los niveles celulares de GC son controlados por dos enzimas que trabajan de
manera opuesta: 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa tipo 2 (11βHSD2) oxida
cortisol en el metabolito inactivo cortisona mientras la 11β-hidroxiesteroide
deshidrogenasa tipo 1 (11βHSD1) convierte cortisona en cortisol. Una vez en el
interior de la célula, los GC se unen a su receptor, el receptor
glucocorticoide (GR, NR3C1). El GR es miembro de la familia de receptores
nucleares de factores de transcripción activados por ligando y es expresado por
todas las células nucleadas del cuerpo. Los GC también se unen al receptor
mineralocorticoide (MR, NR3C2), el cual tiene una distribución celular más
restringida que el GR. En la mayoría de los tipos de células, debido a la
acción de la 11βHSD2, el MR es activado principalmente por la aldosterona. Sin
embargo, la ocupación de MR por GC puede ocurrir en algunos tejidos, como el
corazón, que son deficientes en 11βHSD2. En el caso de un estresor agudo, el
incremento en los niveles de GC y su señal vía GR es beneficiosa y ayuda a
restaurar la homeostasis modulando la
respuesta inmune, el metabolismo y la función cardiovascular. Sin
embargo, la exposición a estrés crónico o desbalances en la síntesis y
secreción de GC (enfermedad de Cushing o enfermedad de Addison) provoca
patologías que van desde desórdenes inmunes hasta complicaciones metabólicas o
cardiovasculares. Por tanto, en condiciones fisiológicas normales, los niveles
de GC son finamente regulados por un asa de retroalimentación negativa a nivel
de hipotálamo e hipófisis, la disponibilidad de CBG en la circulación sanguínea
y en los tejidos blancos por la acción de 11βHSD1 y 11βHSD2.
Dependiendo del contexto, los GC pueden
ejercer efectos protectores y perjudiciales en el cuerpo. Un incremento agudo
de GC en respuesta al estrés es crítico para mantener la homeostasis y la
alostasis (supervivencia). Sin embargo, el desbalance en los patrones de
secreción y los niveles de GC debido a administración exógena (aumento de
niveles de GC) o estados patológicos (sobre producción o deficiencia de GC)
puede provocar o acelerar enfermedades, incluyendo complicaciones metabólicas y
cardiovasculares, las cuales son comunes en el envejecimiento. Durante el
proceso de envejecimiento, los patrones de secreción de GC experimentan varias
modificaciones que se caracterizan por alteraciones en su perfil circadiano.
Mientras el cortisol aumenta tempranamente durante el día en los jóvenes, un
aplanamiento en el ritmo de GC se observa en una subpoblación de adultos
mayores, particularmente en aquellos que sufren enfermedad crónica, incluyendo
alteraciones cognitivas como enfermedad de Alzheimer. Esta desregulación en el
ritmo natural de GC es atribuida a una reducción en la sensibilidad del eje HHA
al control por retroalimentación
negativa debida al aumento en el nivel de GC. Sin embargo, no hay una relación
causa-efecto establecida entre desregulación del eje HHA y alteraciones
cognitivas, demencia, depresión, ansiedad, así como también incremento en el
riesgo de enfermedad de Alzheimer, diabetes e hipertensión arterial en la
vejez.
El GR es codificado por el gen NR3C1
localizado en el cromosoma 5 (5q31) en humanos y cromosoma 18 en ratones. El
gen GR está compuesto por nueve exones y tres dominios comprenden la proteína
GR: (1) un dominio de transactivación amino terminal (NTD) codificado por el
exón 2, el cual media algunas interacciones con correguladores y la maquinaria
transcripcional; (2) un dominio de unión a ADN (DBD) codificado por los exones
3 y 4, los cuales contienen dos dominios en dedo de zinc en interacciones
genómicas; (3) un dominio de unión a ligando (LBD) codificado por los exones
5-9, que contiene una región hidrofóbica para unión del GC y una función de
activación (AF2) que interactúa con correguladores transcripcionales. Los
dominios DBD y LBD están separados por una región conocida como la región
bisagra que está involucrada en la dimerización del receptor. Adicionalmente,
hay dos señales de localización nuclear, LN1 y LN2, localizadas en la unión
DBD/región bisagra y en LBD, respectivamente. Aunque solamente un gen codifica
al GR, el “splicing” alternativo en el exón 9 resulta en dos isoformas del receptor, GRα y GRβ. El GRα media la mayoría
de las acciones fisiológicas de los GC.
Sin embargo, estudios recientes sugieren que el GRβ también puede regular la
expresión de numerosos genes involucrados en la inflamación a nivel de
transcripción. Además de estas dos isoformas, el GR puede dar origen a tres
isoformas adicionales conocidas como GRγ, GR-A y GR-P. Más aún, el GRα puede
experimentar una traducción alternativa en el exón 2 provocando la formación de
ocho isoformas GR adicionales: GRα-A, GRα-B, GRα-C1, GRα-C2, GRα-C3, GRα-D1,
GRα-D2 y GRα-D3. Estas isoformas exhiben patrones de expresión únicos y
perfiles reguladores de genes y juegan un
rol importante en las acciones tejido-específicas de los GC.
El GR inactivo está localizado en el
citoplasma formando un complejo con
proteínas chaperonas (hsp90, hsp70
y p23) e inmunofilinas de la familia FK506 (FKBP51 y FKBP52). La unión de
la hormona provoca un re-arreglo conformacional en el GR que resulta en la
disociación de las proteínas asociadas y la exposición de dos señales de
localización nuclear que dispara la translocación rápida del GR al núcleo. En
el núcleo, el GR ejerce efectos sobre la expresión de genes blancos a través de
la unión directa al ADN o interactuando con otros factores de transcripción
(mecanismos genómicos). Adicionalmente, el GR puede actuar vía interacciones
proteína-proteína en el citoplasma (mecanismos no genómicos) que provocan
respuestas celulares rápidas que disparan la activación de varias quinasas,
incluyendo PI3K, AKT y MAPK. Las modificaciones post-traducción (PTM) afectan la
actividad transcripcional y fisiológica del GR. Los efectos de la fosforilación son críticos para las
interacciones genómicas y no genómicas del GR, incluyendo la localización
celular, la vida media y la interacción
con ADN y co-reguladores. Por otra parte, las PTM incluyendo ubiquitinación,
acetilación y sumoilación influyen en la actividad del GR.
La complejidad y diversidad en las
respuestas fisiológicas de los GC son activadas por estas hormonas actuando de
manera sexo-específica y tejido-específica y por la activación de MR en células
que carecen de 11βHSD2. Al igual que el GR, el MR comprende un NTD que regula
la actividad transcripcional, un DBD para interactuar con secuencias genómicas
específicas y un LBD que une GC (o aldosterona). El DBD del MR es 94% idéntico
al DBD del GR. Por tanto, en respuesta a GC, GR y MR pueden unirse a los mismos
elementos de respuesta en el ADN, pero estos receptores tienen distintos
efectos transcripcionales sobre los genes blancos.
Cómo altera el envejecimiento los mecanismos
moleculares de la señal GC es aún poco conocido. Un estudio reciente reporta
que el tráfico intracelular de GR está alterado en el hipocampo durante el
envejecimiento debido a un déficit de proteínas chaperonas, lo cual disminuye
la señal GR en esta área del cerebro. Otro estudio demuestra que los niveles de
mARN de GR en la corteza cerebral aumentan entre la infancia y la adolescencia
y disminuyen entre la adultez y la vejez. Este mismo estudio reporta que los
niveles de mARN en el hipocampo se mantienen estables a través de la vida.
Varios mecanismos contribuyen a la patología
vascular en el envejecimiento. El estrés oxidativo (aumento en la producción de
sustancias reactivas de oxígeno (ROS), es un contribuyente significativo de la
enfermedad arterial coronaria, la isquemia miocárdica en el envejecimiento. Hay
fuerte evidencia que la disfunción endotelial causada por ROS provoca
alteración de la dilatación de las arterias coronarias y un fenotipo vascular
pro-aterogénesis en la vejez a través de la disminución de la producción de óxido
nítrico (NO), el cual es un vasodilatador endógeno y una molécula
anti-inflamatoria y anti-trombótica. La disminución en la síntesis de NO
también es responsable de la vasoconstricción asociada con la edad y la
reducción de la perfusión tisular. La biodisponibilidad de NO durante el
envejecimiento también es afectada por alteraciones en la activación de la
sintetasa de óxido nítrico endotelial (eNOS), la concentración de L-arginina y
la disminución en la expresión de guanosina trifosfato ciclohidrolasa 1 (GTPCH1),
la enzima de la etapa limitante en la producción del cofactor
tetrahidrobiopterina (BH4). Los GC ejercen efectos sobre los vasos sanguíneos
regulando rutas de señalización involucradas en el desarrollo, la angiogénesis,
el estrés oxidativo y la inflamación en células de músculo liso vascular y
endoteliales. Entre los efectos de los GC en los vasos sanguíneos está la
modulación de la biosíntesis de NO. La producción de NO es elevada en el inicio
de la respuesta a los GC, pero sus niveles son reprimidos significativamente en
las fases tardías de la respuesta al estrés o en la exposición sostenida a
incrementos sistémicos de GC. En ratones, la administración sistémica de GC
provoca hipertensión arterial por un mecanismo que involucra la inhibición de los
metabolitos de NO, NO2- y NO3- (indicadores de los niveles totales de NO) y la
regulación a la baja de la expresión del gen de la NOS III en células
endoteliales.
Los GC, además de los efectos sobre la
biosíntesis de NO, pueden incrementar la expresión de receptores de
angiotensina II tipo 1 en las células de músculo liso de los vasos afectando la
presión sanguínea. Más aún, los GC pueden influir en la entrada de Na+
y Ca2+ en el músculo liso vascular afectando la contractilidad y,
por tanto, provocar alteraciones en la presión sanguínea. Sin embargo, este
efecto puede ser mediado por el receptor MR. Adicionalmente, los GC ejercen
efectos sobre la regulación del tono vascular inhibiendo la angiogénesis, la
proliferación celular, la viabilidad y migración de las células a través de la
regulación, vía GR, de la angiogénica trombospondina-1. Los GC también tienen
efectos indirectos sobre los vasos sanguíneos a través de sus acciones sobre
células inflamatorias que contribuyen a la respuesta y función de las células
endoteliales. En el contexto del envejecimiento, el rol de la señal GR sobre
los vasos sanguíneos no ha sido muy estudiado o caracterizado. Sin embargo, la
señal GR aparentemente influye sobre los vasos envejecidos y, dependiendo del
contexto, los efectos pueden ser beneficiosos o perjudiciales.
Los GC tienen muchos efectos sobre el
corazón que dependen del contexto fisiológico (sexo, estado de enfermedad,
etc.), tipo y duración del estrés (ambiental, psicológico, agudo o crónico) y
mecanismos de señalización (vía GR o MR). Algunos de estos efectos son
positivos y esenciales para la vida, mientras otros efectos pueden ser
perjudiciales para la salud cardiaca. Los datos clínicos sugieren que la
disminución de la señal GR sistémica está asociada con una reducción de la
fuerza de contracción cardiaca, disfunción sistólica, enfermedad arterial
coronaria, cardiomiopatía dilatada y progresión hacia insuficiencia cardiaca.
Asimismo, la sobre actividad de la señal GR tiene efectos negativos sobre el corazón.
Por ejemplo, la exposición prenatal a GR debida a incremento en los niveles de
estrés durante el embarazo aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad cardiaca
en la adultez. Adicionalmente, los niveles excesivos de GC por desórdenes
endocrinos o tratamiento farmacológico
están relacionados con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular,
incluyendo hipertensión arterial, hipertrofia cardiaca e insuficiencia
cardiaca. Los estudios in vivo e in vitro proporcionan evidencia del rol del GR
de los cardiomiocitos. La inactivación prenatal del GR en ratones disminuye el
tamaño del corazón y altera la estructura y organización fibrilar de los
cardiomiocitos. El corazón de estos ratones también presenta defectos en los
niveles de la cadena pesada de miosina α (Myh6), la principal proteína
contráctil en corazones adultos, y en las proteínas que manejan el calcio,
incluyendo el receptor de rianodina (Ryr2), el intercambiador sodio-calcio
(NCX1) y la ATPasa de calcio del retículo sarcoplásmico/endoplásmico (SERCA2a).
El rol de la señal GR en el corazón postnatal también ha sido demostrada en
modelos de ratones transgénicos. La sobre expresión de GR de humanos en el
corazón de los ratones provoca bradicardia y déficits eléctricos, incluyendo
prolongación del intervalo PQ y mayor duración del complejo QRS, y defectos en
las corrientes de sodio y potasio. Por otra parte, estudios recientes
demuestran que en condiciones de estrés miocárdico como las disparadas por
inactivación de GR de los cardiomiocitos, la señal MR se vuelve perjudicial y
promueve enfermedad cardiaca.
La hipertrofia cardiaca es una
característica del envejecimiento y una de las principales causas de
insuficiencia cardiaca. El incremento en los niveles de GC ha sido asociado con
hipertrofia cardiaca patológica. Los estudios in vivo e in vitro demuestran que
la administración de GC bajo condiciones de no estrés provoca hipertrofia de
cardiomiocitos caracterizada por cambios estructurales y morfológicos y un
incremento en los niveles de marcadores de hipertrofia cardiaca: péptido
natriurético atrial, cadena pesada de miosina-β y actina del esqueleto. En
respuesta al tratamiento con GC, también se observan cambios en la expresión de
los genes pro-hipertrofia, receptor adrenérgico-α1b (ADRα1b) e interleucina 6R
(IL-6R). Por otra parte, los estudios en humanos demuestran una correlación
entre bajos niveles de IGF-I e incremento de riesgo de insuficiencia cardiaca
en adultos mayores. Adicionalmente, un incremento en los niveles circulantes de
IGF-I es beneficioso para el tratamiento de pacientes con insuficiencia
cardiaca. La señal IGF-I ejerce este efecto cardioprotector sobre el
envejecimiento disminuyendo la producción de ROS por las mitocondrias y, por
tanto, reduce el estrés oxidativo. En condiciones de estrés (por ejemplo,
ayuno), los estudios demuestran que los GC protegen a los cardiomiocitos de la
muerte celular a través de la regulación al alza de proteínas anti-apoptosis
como Bcl-xL y la represión de proteínas pro-apoptosis. Estos datos sugieren que
la elevación en los niveles de GC puede tener un rol protector en el corazón
previniendo la muerte de cardiomiocitos disparada por cambios relacionados con
la edad en los niveles de proteínas asociadas con la arquitectura y las
propiedades mecánicas de los cardiomiocitos, y los mecanismos de reparación de
ADN.
En conclusión, hay una clara conexión entre
el sistema endocrino y la salud cardiaca en el envejecimiento. Si esta conexión
provoca efectos positivos o negativos depende de la influencia de enfermedades
crónicas intercurrentes, el estatus nutricional y otros cambios relacionados
con la edad. En el contexto del corazón, el proceso de envejecimiento está
asociado con significativas alteraciones morfológicas y funcionales, incluyendo
hipertrofia y fibrosis cardíacas, cambios en los volúmenes diastólico y
sistólico finales, presión de llenado cardíaco y relajación diastólica, entre
otros parámetros. El corazón envejecido también muestra marcadas alteraciones
en el sistema de conducción que impactan las propiedades eléctricas del
corazón. Los GC a través de la señal GR regulan la expresión de genes claves
involucrados en el manejo del Ca2+, las rutas de muerte celular y la
hipertrofia y fibrosis cardíacas. Hay fuerte evidencia que el desbalance en las
señales GR y MR en el corazón tiene un rol causal en la enfermedad cardíaca.
Fuente:
Cruz-Topete D et al (2020).
Glucocorticoid signaling and the aging heart. Frontiers in Endocrinology
11:347.
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