Mecanismos de resistencia a la insulina en los
adipocitos
La insulina es una
hormona vital, su ausencia y exceso son letales en humanos. Su introducción en
la clínica en los años de la década de 1920
fue diseñada para reemplazar la carencia de insulina en la diabetes tipo 1, pero su uso pronto reveló
algunas paradojas. Por ejemplo, un alto consumo de glucosa por los pacientes
con diabetes a menudo disminuye inesperadamente la dosis requerida de insulina.
Por otra parte, los sujetos normales alimentados con dietas ricas en grasas se
vuelven extraordinariamente intolerantes a la glucosa. En los años de la década de 1940,
varios grupos de investigadores encontraron
que la insulina era sorpresivamente inefectiva en la disposición de una carga
de glucosa en sujetos obesos con diabetes y clasificaron la diabetes en dos
tipos: “sensible a insulina” e “insensible a insulina”. Esto explicó una
paradoja relacionada, descubierta en los años de 1960, la insulina circulante,
algunas veces era bastante elevada en sujetos obesos con diabetes leve. La
hiperinsulinemia con disminución de la respuesta a la insulina puede ser uno de
los disparadores de este estado de insensibilidad a la insulina. Estos y otros
hallazgos solidifican el paradigma que la resistencia de los tejidos
periféricos a las acciones de la insulina es causada por sobrenutrición y
obesidad.
La alteración en la respuesta sistémica a la
insulina en humanos y roedores obesos, definida por sus efectos reductores de
glucosa sanguínea, refleja la disminución de la sensibilidad a la insulina en
uno o varios de los principales órganos metabólicos: hígado, músculo esquelético y tejido adiposo. En el
hígado, la insulina pierde completamente su capacidad para inhibir la
producción de glucosa a través de la glucogenolisis y la gluconeogénesis,
mientras en el músculo esquelético y el tejido adiposo se alteran la captación
y la utilización de glucosa. Sin embargo, los efectos de la insulina en estos
tejidos no siempre son célula-autónomos, como, por ejemplo, la modulación por
la insulina del metabolismo hepático secundariamente a través de la regulación
de la liberación de ácidos grasos por los adipocitos. Más aún, hay una multitud
de rutas celulares que han sido sugeridas
como mediadoras de la resistencia a la insulina en la obesidad, cada una con un
extenso soporte de publicaciones.
En las últimas dos décadas emergió el
concepto que los tejidos adiposos son reguladores del metabolismo y las señales
celulares en el hígado y el músculo esquelético. En este contexto, las
disfunciones del tejido adiposo en condiciones de dieta rica en grasas u
obesidad median la disrupción de señales a otros tejidos metabólicos a través
de la circulación sanguínea, el sistema nervioso central o la liberación de
exosomas. Esto no es sorprendente pues los tejidos adiposos son dramáticamente
afectados por la obesidad. Tres mecanismos generales han sido propuestos para
el control del tejido adiposo sobre otros tejidos y la homeostasis sistémica de
la glucosa. (1) Secuestro de lípidos en los depósitos de adipocitos blancos a
través del aumento de la síntesis o limitando la lipólisis que previene la
acumulación toxica de lípidos en el hígado y el músculo esquelético. (2) Altas
tasas de oxidación de glucosa y ácidos grasos en los adipocitos beige y
marrones que incrementa el gasto de energía y reduce la carga de lípidos. (3)
Secreción de factores bioactivos que pueden actuar en cerebro, hígado, músculo
esquelético, islotes pancreáticos u otros tejidos. Cada una de estas rutas
biológicas del tejido adiposo modula la tolerancia a la glucosa y la
sensibilidad a la insulina.
Los constituyentes celulares de los
depósitos de tejido adiposo en el cuerpo están asociados con las distintas
características y diferencias funcionales de cada depósito. En este contexto,
la diferencia más notable es la capacidad de almacenar energía de los depósitos
de tejido adiposo blanco (TAB) en
contraste con la capacidad de gasto de energía del tejido adiposo marrón (TAM).
Las significativas diferencias entre los depósitos de TAB subcutáneo y los
depósitos de TAB visceral también han sido documentadas, incluyendo los
distintos perfiles de expresión de los adipocitos residentes, los patrones de
infiltración de células inmunes y el flujo metabólico. Tres clases de
adipocitos en los diversos depósitos de tejido adiposo han sido extensamente
estudiados. Estos incluyen, adipocitos blancos especializados para el
almacenamiento de triglicéridos en el TAB, y adipocitos beige en el TAB y
adipocitos marrones en el TAM que exhiben alta tasa de respiración asociada con
la proteína desacopladora UCP1 en las mitocondrias. Los adipocitos beige
aparecen en ciertos depósitos de TAB durante la exposición al frío o el ayuno
intermitente en ratones y, en humanos, ciertos depósitos TAB especialmente en
regiones que son altamente vascularizadas en áreas del cuello y el tórax. Los
adipocitos beige son diferentes de los adipocitos marrones no solo en su
localización sino también en su programa de desarrollo y su respuesta a las
señales adrenérgicas con respecto a la regulación mitocondrial y la expresión
de UCP1. Las células beige muestran una respuesta más rápida a la exposición al
frío, mientras los adipocitos marrones expresan constitutivamente altos niveles
de UCP1 y pierden esta expresión en un período de tiempo más largo durante
la exposición a la termoneutralidad que
los adipocitos beige. Los adipocitos beige y marrones aumentan la tolerancia a
la glucosa en roedores y humanos a través de su capacidad para aumentar el
gasto de energía o la secreción de factores beneficiosos para el hígado,
músculo esquelético y otros tejidos.
Un trabajo reciente reporta los grados de
heterogeneidad de los adipocitos en TAB y TAM. Estos hallazgos incluyen
una sustancial heterogeneidad de
células precursoras de adipocitos y una heterogeneidad de los adipocitos
completamente diferenciados en los distintos depósitos o en un mismo depósito
de tejido adiposo. Las células progenitoras de adipocitos pueden proliferar en
respuesta a una dieta rica en grasas que provoca resistencia a la insulina y la
proliferación depende del depósito de tejido adiposo, los lípidos de la dieta,
el microambiente y las hormonas. Por otra parte, se ha identificado una
población de células del estroma que inhibe la proliferación de células
progenitoras. Diferencias significativas en las tasas de lipólisis y captación
de lípidos por adipocitos derivados de
depósitos viscerales y subcutáneos han sido bien documentadas. Más aún,
la heterogeneidad de los adipocitos blancos en un mismo depósito de tejido
adiposo ha sido observada en la expresión de genes y la sensibilidad a la
insulina bajo condiciones normales y en la expresión del receptor β-adrenérgico
en la superficie celular.
Las disfunciones del tejido adiposo en la
obesidad genética y en condiciones de dieta rica en grasas incluyen la
disminución de la capacidad de agrandamiento de los adipocitos blancos para
sintetizar, esterificar y almacenar triglicéridos en una gota central de
lípidos. Estas deficiencias son causadas, en parte, por la baja expresión de
enzimas de la síntesis de lípidos, la esterificación y secuestro de ácidos
grasos, incluyendo las proteínas de la gota de lípidos que normalmente protegen
a los triglicéridos almacenados de la lipólisis. La obesidad disminuye en los
adipocitos blancos la tasa de formación de glicerol 3-fosfato a partir de la
glucólisis debido a disminución de la captación de glucosa y la ruta de
“gliceroneogénesis” (conversión de piruvato en glicerol 3-fosfato) en respuesta
a la regulación a la baja de la fosfoenol fosfato carboxiquinasa en el
adipocito. La obesidad también modula la enzima diacilglicerol acil transferasa
(DGAT, cataliza la esterificación de diacilglicerol con acil CoA en la etapa
final de la síntesis de triglicéridos), especialmente en tejido adiposo subcutáneo.
La señal insulina en los tejidos sensibles
es disparada principalmente por la activación del receptor tirosina quinasa, lo
cual provoca la estimulación de la proteína quinasa Akt. La regulación a la
baja de la capacidad de síntesis de lípidos por el adipocito en la obesidad no
necesariamente afecta la actividad de la señal insulina, pero está asociada con
resistencia a la insulina en otros tejidos y disminución de la tolerancia a la
glucosa en el cuerpo. Los estudios recientes indican que el enlace entre la
entrada de grasa en exceso en el hígado y la resistencia a la insulina es el
aumento de la acetil CoA mitocondrial que puede activar a la enzima piruvato carboxilasa
en la ruta de la gluconeogénesis. Esto aparentemente incrementa la producción
hepática de glucosa en una extensión que no puede ser inhibida por la acción
directa de la insulina en los hepatocitos.
Un segundo modo general de disrupción del adipocito
causada por la obesidad que puede mediar la resistencia a la insulina sistémica
está relacionado con la secreción de factores bioactivos, aun cuando los
adipocitos en sí no son resistentes a la insulina. Los adipocitos blancos y
marrones/beige secretan “adipoquinas” y algunas, llamadas “batoquinas”, son más
selectivamente secretadas por el TAM. La adipoquina canónica de los adipocitos
blancos es la leptina que regula muchos parámetros fisiológicos, incluyendo
apetito y gasto de energía. Los adipocitos secretan muchos factores que no
modulan directamente la sensibilidad a la insulina en los adipocitos sino que
actúan como hormonas en tejidos cercanos o distantes, y en algunos casos su
producción es suprimida en la obesidad. Un ejemplo es la adiponectina, la cual
es secretada en la circulación sanguínea en altas concentraciones y aumenta la
tolerancia sistémica a la glucosa y la sensibilidad a la insulina en ratones
obesos. Otro ejemplo es la neuregulina 4 (Nrg4), la cual es altamente expresada
en el TAM y, en menor cantidad en el TAB, pero no es expresada en ningún otro
tipo de célula de tejido periférico en ratones. La Nrg4 disminuye la síntesis hepática de
ácidos grasos y mantiene la sensibilidad sistémica a la insulina. La producción
de adiponectina y Nrg4 en adipocitos es regulada a la baja en la obesidad en
ratones y humanos. Entonces, la disfunción del tejido adiposo en la obesidad
maneja la resistencia a la insulina sistémica a través de la regulación a la
baja de adipoquinas y batoquinas, las cuales actúan sobre tejidos periféricos pero
no directamente sobre los adipocitos.
Los estudios recientes han identificado
varias especies de lípidos (“lipoquinas”) liberadas por los adipocitos que
también pueden regular la tolerancia sistémica a la glucosa. Un ejemplo es el
ácido 12-hidroxieicosapentaenoico (12-HEPE) producido por el TAM en respuesta a
las catecolaminas durante la exposición al frío. El 12-HEPE incrementa la
captación de glucosa en TAM y músculo esquelético. La obesidad en humanos disminuye
marcadamente los niveles circulantes de 12-HEPE, y la sensibilidad a la
insulina varía inversamente con los niveles de esta lipoquina. Por otra parte,
la lipoquina ácido 12,13-dihidroxi-9Z-octadecenoico (12,13diHOME) aumenta en la
circulación sanguínea de ratones y humanos durante el ejercicio. La principal
fuente de esta lipoquina es también el TAM en ratones y su acción sobre el
músculo esquelético incrementa la captación y oxidación de ácidos grasos. Estos
datos sugieren que la obesidad puede regular a la baja proteínas y factores
lípidos secretados específicamente por adipocitos, los cuales actúan para mantener la sensibilidad a la
insulina normal en hígado y músculo esquelético, y por tanto, la obesidad
contribuye a la intolerancia sistémica a la glucosa y la resistencia a la
insulina.
Los adipocitos blancos, beige y marrones
responden a la insulina y las rutas anabólicas estimuladas por la insulina mejor estudiadas en los
adipocitos son la captación y esterificación de la glucosa, la transcripción de
mARN , la síntesis de proteínas y la lipogénesis de novo. Por el contrario, la
actividad lipolítica en los adipocitos es fuertemente inhibida por la insulina,
y los efectos combinados de estos procesos de respuesta a la insulina resultan
en acumulación de lípidos en grandes gotas uniloculares (adipocitos blancos) o
multiloculares (adipocitos beige y marrones). La lipólisis basal y la capacidad
de la insulina para disminuir los ácidos grasos libres y el glicerol
plasmáticos a través de la inhibición de la lipólisis en los adipocitos blancos
pueden ser atenuadas en alguna extensión en la obesidad. Esto ocurre en parte a
través de la fosforilación del receptor
β-adrenérgico por aumento de la actividad de ERK y MAPK en la obesidad. El
efecto de la insulina sobre la lipólisis de los adipocitos es significativo en la sensibilidad a la
insulina sistémica y la intolerancia a la glucosa porque los ácidos grasos que
son tomados por el hígado estimulan la gluconeogénesis hepática. El glicerol
liberado por la lipólisis en los adipocitos es sustrato de la gluconeogénesis
y, por tanto, también aumenta la producción hepática de glucosa. Al menos 5 rutas que responden a la insulina
que afectan el metabolismo del adipocito son disfuncionales en la obesidad.
Estas incluyen: 1) elementos de la señal insulina a partir del receptor de
insulina para la activación de la proteína quinasa Akt; 2) la expresión del
transportador de glucosa GLUT4: 3) el tráfico intracelular del GLUT4 que
aumenta su abundancia en la membrana plasmática en respuesta a la insulina; 4)
la entrada y el metabolismo de glucosa que es convertida en ácidos grasos a
través de la lipogénesis de novo y la esterificación de glicerol 3-fosfato con
ácidos grasos; 5) la regulación de la expresión de muchas de las proteínas y
reguladores de estas rutas a través de las acciones de factores de
transcripción, algunos de los cuales responden a la acción de la insulina (por
ejemplo, CHREBP y FOXO1). Estas disfunciones contribuyen a la resistencia a la
insulina en el adipocito en algunos estadios de la obesidad aguda y
crónica.
La sensibilidad a la insulina de la
producción hepática de glucosa involucra
la acción directa sobre los hepatocitos a través de la señal de la proteína
quinasa Akt y la acción indirecta a través de la acción de la insulina sobre
los adipocitos para suprimir la liberación de ácidos grasos y glicerol. El
efecto inhibidor de la insulina sobre la lipólisis es parcialmente mediado a través
del sistema nervioso central en conjunción con mecanismos autónomos de las
células. La estimulación por la insulina de la captación de glucosa y la
lipólisis en los adipocitos genera glicerol 3-fosfato para la esterificación de
ácidos grasos, proporcionando un tercer mecanismo para la disminución de la
liberación de ácidos grasos por el tejido adiposo. Más aún, los ácidos grasos
circulantes también generan resistencia a la insulina en el músculo esquelético
a través de efectos autónomos sobre la captación y utilización de glucosa
estimuladas por insulina. Entonces, está claro que la captación de glucosa y
las rutas de lipólisis sensibles a insulina en adipocitos blancos están
relacionadas con efectos secundarios de la respuesta a la insulina en hígado y
músculo esquelético a través de la liberación de ácidos grasos y otros factores
en el contexto de sobre nutrición. Estas consideraciones sugieren que la
sensibilidad a la insulina de los adipocitos blancos es importante para el
mantenimiento de la homeostasis de la glucosa en el cuerpo a través de regular
indirectamente al hígado o al músculo esquelético.
La activación de la Akt, el circuito de
señalización requerido para la estimulación del transportador de glucosa GLUT4
y la captación de glucosa, a menudo está disminuida en los adipocitos de
sujetos obesos resistentes a la insulina y modelos de roedores obesos de
resistencia a la insulina. Por el contrario, el rol de la Akt sensible a la
insulina en la regulación de la lipólisis tiene un soporte mixto, y la
capacidad de la obesidad para afectar la ruta autónoma de la célula para la regulación
de la lipólisis a través de la insulina opuesta a la re-esterificación de
ácidos grasos, puede ser relativamente pequeña. La resistencia sistémica a la
insulina ocurre pocos días después del inicio de una alimentación rica en grasas en ratones para inducir
obesidad, incluyendo déficit de la estimulación
por insulina de la captación de glucosa en adipocitos e intolerancia a la
glucosa sistémica. Sin embargo, en estos primeros días, la resistencia a la
insulina sistémica y en adipocitos ocurre en ausencia de disminución de la
activación de la Akt en el tejido adiposo. Es más tarde en el desarrollo de la
obesidad que se observa consistentemente la deficiencia en la activación de la
Akt, lo cual puede contribuir a la resistencia a la insulina. Este período
previo para la atenuación de la regulación de la Akt puede estar relacionado
con el tardío desarrollo de la inflamación en el tejido adiposo. Las señales
paracrinas de las células inmunes del tejido adiposo en obesidad parecen causar
la disminución en los elementos de la señal insulina en los adipocitos así como
también en otras rutas. En cualquier caso, los mecanismos de resistencia a la
insulina en el adipocito que están en juego tempranamente en la obesidad,
pueden continuar activos en las etapas más tardías.
Además de los defectos en la ruta de la Akt
que contribuyen a la resistencia a la insulina en los adipocitos, los datos
indican que la maquinaria que maneja la translocación del GLUT4 a la membrana
plasmática está alterada. Sin embargo, la etapa o las etapas en el tráfico
de GLUT4 defectuosa (s) ni la señal
desencadenante en la obesidad han sido reveladas. Varias hipótesis han sido
propuestas incluyendo la generación de especies reactivas de oxígeno (ROS) en
estados de resistencia a la insulina, y la hipoxia del tejido adiposo. Aunque
la insulina también inhibe la endocitosis de GLUT4, el efecto de la obesidad y
la resistencia a la insulina sobre esa parte de la ruta no ha sido
adecuadamente evaluado. Otro aspecto de alta importancia en la resistencia a la
insulina en el adipocito blanco es el flujo de glucosa a partir de la captación
en la membrana plasmática. Se asume mayoritariamente que el transporte de
glucosa a través de la membrana plasmática del adipocito es la etapa limitante
de la glucolisis, lo cual es apoyado por estudios que demuestran que la sobre
expresión de GLUT4 en el adipocito aumenta el metabolismo de la glucosa y hasta
la tolerancia a la glucosa sistémica. La carencia de GLUT4 en los adipocitos
tiene el efecto opuesto. Por otra parte, la obesidad en humanos y roedores
disminuye significativamente la expresión de enzimas de la ruta de conversión
de glucosa en ácidos grasos (lipogénesis de novo), lo cual puede provocar
cambios en el estado redox NADPH que afecta el metabolismo de la glucosa en la
ruta de las pentosas. En conjunto, estos datos sugieren que la translocación
defectuosa de GLUT4 en la obesidad atenúa el metabolismo de la glucosa así como
también la biosíntesis, la esterificación y el secuestro de ácidos grasos que
son aspectos claves de la resistencia a la insulina en el adipocito.
Los efectos de la obesidad para atenuar
elementos de la señal insulina y el metabolismo de la glucosa en los adipocitos
pueden deberse a modificaciones alostéricas o covalentes de las proteínas
involucradas en estos procesos. Una parte sustancial de la resistencia a la
insulina en adipocitos en la obesidad de larga duración en humanos y modelos de
roedores es inicialmente manejada por el
resultado de la regulación transcripcional de muchos productos de los genes.
Muchos genes que normalmente responden al PPARγ, el mayor regulador de la
diferenciación y función de los adipocitos, son atenuados en la obesidad en
ratones. Recientemente, importantes hallazgos han demostrado que las regiones
promotoras de los genes que responden al PPARγ que normalmente son ocupadas por
este factor de transcripción, presentan disminución de tal ocupación en
condiciones de obesidad inducida por dieta rica en grasas. Otros ejemplos de
factores de transcripción en adipocitos que son blancos de la obesidad y, por
tanto, disminuyen su expresión y/o actividad son CHREBP y FOXO1, los cuales controlan
muchos genes de las rutas intracelulares en el adipocito. Estos y otros
factores de transcripción en los adipocitos que son blanco de disrupción en la
obesidad juegan roles importantes en los cambios de expresión de proteínas
claves que regulan la señal insulina, la translocación de GLUT4 y el
metabolismo de glucosa.
Los adipocitos marrones y beige son
extremadamente activos en la captación de glucosa, lo cual puede contribuir
significativamente a la disposición de glucosa sistémica, al menos durante la
exposición al frío. La señal insulina a través de la Akt que estimula la
translocación de GLUT4 a la membrana plasmática opera en el TAM, pero
aparentemente contribuye menos a la
captación total de glucosa en el TAM que en el TAB. La obesidad, como ocurre el
TAB, atenúa esta ruta en el TAM. La estimulación de la inervación simpática en
TAB o TAM activa una ruta dependiente de mTORC2 para causar el tráfico de GLUT1
a la membrana plasmática en adipocitos beige y marrones. Esto estimula
significativamente la captación de glucosa y también activa la lipólisis y la
hidrólisis de triglicéridos para proporcionar ácidos grasos como sustratos para
la respiración a través de la regulación
al alza de UCP1. Las catecolaminas pueden paradójicamente aumentar la
“aparente” sensibilidad a la insulina en adipocitos marrones y beige a través
del incremento en la captación de glucosa en temperaturas por debajo de la
termoneutralidad. Más aún, se ha revelado que la señal adrenérgica puede causar
“marronización” y regulación al alza de UCP1 en el TAB a través de un mecanismo
dependiente de mTORC1, una ruta que también responde a la insulina. La glucosa
captada en adipocitos marrones y beige es oxidada y luego convertida por
enzimas de la lipogénesis de novo en ácidos grasos, los cuales son rápidamente
oxidados en las mitocondrias en la respiración. Los efectos de la obesidad
sobre la translocación de GLUT1 y la utilización de la glucosa en el TAM han
sido poco estudiados, pero los limitados datos disponibles indican que
disminuye la captación de glucosa.
En conclusión, la reducción del efecto de la
insulina que disminuye la glucosa sanguínea causa resistencia a la insulina
asociada con intolerancia a la glucosa en la obesidad. El tejido adiposo es un
regulador central de la homeostasis sistémica de la glucosa a través del
control del metabolismo del hígado y el músculo esquelético. La heterogeneidad
del adipocito es requerida para mediar las múltiples rutas que controlan la
tolerancia a la glucosa sistémica. Los adipocitos blancos están especializados
en secuestrar triglicéridos para limitar la toxicidad en hígado, músculo
esquelético y otros tejidos. Los adipocitos marrones/beige son muy activos
tomando directamente la glucosa en respuesta a la señal insulina y β-adrenérgica
y aumentando el gasto de energía. Los adipocitos blancos, marrones y beige
muestran la característica común de secretar factores que actúan sobre tejidos
distantes para controlar la homeostasis de la glucosa. La obesidad ejerce
efectos perjudiciales sobre las funciones de estos adipocitos para causar resistencia
a la insulina.
Fuente: Czech MP
(2020). Mechanisms of insulin resistance
related to white, beige, and brown
adipocytes. Molecular Metabolism 34: 27-42.