Leptina y balance energético
En los mamíferos,
la energía es almacenada primariamente como triglicéridos en el tejido adiposo y cualquier cambio en el
peso corporal (masa grasa) necesariamente resulta de cambios en la entrada de
energía (ingesta de alimentos) y/o gasto de energía. Para que el peso se
mantenga estable en un organismo vivo, la entrada de energía debe ser
precisamente balanceada con el gasto de energía durante un largo período de tiempo. Estos datos sugieren la existencia de
un mecanismo biológico que mantiene la estabilidad del peso corporal y la masa
grasa. El mantenimiento de la estabilidad de la energía almacenada en el tejido
adiposo es esencial para la
supervivencia porque los niveles bajos de grasa corporal tienen consecuencias
perjudiciales al incrementar el riesgo de ayuno durante períodos de hambruna,
así como también disminuyen la fertilidad y la función inmune. Por el
contrario, una alta masa de tejido adiposo incrementa el riesgo de obesidad.
La identidad de los factores que regulan el
balance energético fue proporcionada por la mutación recesiva del gen obeso
(ob) en ratones en 1950 y la posterior identificación de mutaciones en el gen
db, las cuales causan obesidad en los
ratones. Un fenotipo similar se desarrolla en ratas genéticamente obesas
portadoras de la mutación en el gen grasa (fa). Estas mutaciones
recesivas causan obesidad extrema y diabetes resistente a la insulina como
parte de un síndrome complejo que incluye anormalidades que generalmente no se
observan en humanos obesos como infertilidad, alteraciones inmunes e
hipotermia. La obesidad extrema de estas mutantes se asemeja a la de animales
con lesiones en el hipotálamo ventromedial (HVM), lo cual sugiere que los
productos codificados por estos genes pueden interactuar con esta región del
cerebro. Estudios más recientes demostraron que los productos de estos genes
pueden ser expresados en el hipotálamo. Por otra parte, los resultados
derivados de varios laboratorios apoyan la hipótesis que (1) los ratones ob son
obesos porque no producen una hormona que regula la ingesta de alimentos y el
peso corporal; (2) los ratones db y las ratas fa son obesos porque no expresan
el receptor de ese factor; (3) el receptor debe ser expresado en el hipotálamo.
Los estudios recientes han confirmado que todos los elementos de esta hipótesis
son correctos.
El gen ob fue clonado en 1994 y es expresado
en el tejido adiposo como un polipéptido de 14 kDa. El producto del gen circula
en la sangre de animales normales y sus niveles son elevados en ratones db y disminuyen después de la pérdida
de peso. La administración de la hormona, llamada leptina, disminuye
significativamente el peso corporal y la masa de tejido adiposo en ratones ob. Por
el contrario, la leptina no tiene efecto sobre la disminución de la masa magra.
Los datos de los estudios en animales han establecido que los niveles de
leptina aumentan cuando aumenta la masa grasa suprimiendo la ingesta de
alimentos, mientras la pérdida de peso provoca una disminución en el nivel de
leptina con el consiguiente incremento en la ingesta de alimentos. La leptina
es la señal aferente en un asa de retroalimentación negativa que mantiene el control
homeostático de la masa de tejido adiposo dentro de un rango relativamente
estrecho y relaciona cambios en los depósitos de energía con una variedad de
respuestas fisiológicas adaptativas. La leptina es secretada por el tejido
adiposo y regula la ingesta de alimentos, el metabolismo y otros procesos
fisiológicos. Aunque los efectos del tratamiento con leptina en humanos han sido menos estudiados,
la evidencia disponible sugiere que la leptina sirve la misma función en
humanos.
La leptina actúa primariamente sobre un receptor
de la familia citoquina que es codificado por el gen db y es expresado en
poblaciones neurales discretas en el hipotálamo. Existen varias variantes del
receptor de leptina. La isoforma LepRb, altamente expresada en el hipotálamo,
tiene una región citoplasmática larga con múltiples residuos que son requeridos
para la transducción de señal. La leptina es inusual en el sentido que es la
única hormona peptídica cuyo principal sitio de acción es el cerebro. El único
sitio fuera del sistema nervioso central en el cual la leptina tiene un efecto
directo confirmado hasta el presente son las células del sistema inmune, las
cuales también expresan altos niveles de LepRb. La leptina regula
principalmente la actividad de poblaciones neurales claves en el núcleo
arqueado del hipotálamo, donde inhibe neuronas neuropéptido Y y proteína
relacionada con el agouti (NPY/AgRP, orexigénicas), mientras estimula neuronas
pro-opiomelanocortina (POMC, anorexigénicas),
pero también actúa sobre otras regiones cerebrales y regula la conducta, el
metabolismo, la termogénesis, el eje neuroendocrino y muchos otros procesos
fisiológicos.
La señal leptina-receptor activa la JAK2,
provocando la fosforilación de tres residuos tirosina en el extremo C-terminal
de la porción intracelular del receptor. Esta fosforilación provoca la unión de
Stat 3 al residuo Y1138, el cual es
fosforilado y en seguida se activa la SHP2 que se une al residuo Y985. La
pStat3 incrementa la expresión de genes específicos, mientras la SHP2 activa la ruta de transducción de señal MAPK.
La Stat3 induce la transcripción de varios genes incluyendo SOCS3, el cual a su
vez inhibe la JAK2 y disminuye la señal leptina a través de la interacción con
el residuoY985. La señal leptina también es disminuida por la PTP1b, una
fosfotirosina fosfatasa, aunque los factores que regulan su actividad en las
neuronas que responden a la leptina son desconocidos. La señal leptina regula la actividad neural, al menos en
parte, disparando canales de potasio dependientes de ATP (KATP),
aunque la señal de transducción que regula a este y otros canales iónicos no ha
sido dilucidada completamente.
La leptina modula la ingesta de alimentos y
el peso corporal principalmente, aunque no exclusivamente, estimulando neuronas
POMC e inhibiendo neuronas NPY/AgRP en el núcleo arqueado del hipotálamo. Esta
región cerebral está adyacente a la eminencia media, un órgano
circunventricular con barrera hematoencefálica permeable. El tratamiento con
leptina de ratones ob también provoca una rápida y sustancial plasticidad de
los impulsos sinápticos en las neuronas NPY/AgRP y POMC, con efectos opuestos
en cada una. Estas neuronas modulan la ingesta de alimentos a través de
numerosas proyecciones a otras regiones del cerebro incluyendo el núcleo
parabraquial y el núcleo paraventricular del hipotálamo. La leptina también
modula la actividad de las rutas recompensa y reduce la ingesta de alimentos a
través de la disminución del valor
hedónico del alimento. Efectos directos de la leptina también se observan en
centros superiores, incluyendo al
hipocampo, donde la leptina aparentemente ejerce un efecto
anti-depresivo. Aproximadamente la mitad
de la acción de la leptina es mediada por
efectos directos sobre las dendritas cercanas a la eminencia media. La
leptina puede cruzar la barrera hematoencefálica y llegar al líquido
cerebroespinal, donde es transportada por los tanicitos, aunque la leptina
también puede ser transportada a través
del endotelio vascular.
Una pregunta clave es cómo y dónde la
información sensorial e interoceptiva es
procesada por el cerebro para iniciar la alimentación. En otras
palabras, cómo y dónde se toma la decisión para comer. Aunque la base neural de
la mayoría de reflejos ha sido delineada, los sitios en los cuales los
movimientos coordinados de la alimentación
son controlados recién comienzan a emerger. Un avance importante ha sido
la identificación de neuronas en la formación reticular y la región
periacueductal gris que son requeridas para el control de las eferencias
motoras de la alimentación. Sobre la base de esta información y los hallazgos
de otros estudios que han identificado los nodos primarios que procesan
información sensorial e interoceptiva, es posible relacionar las entradas y
salidas relevantes y establecer los sitios anatómicos y los mecanismos neurales
que controlan el inicio de la conducta alimenticia.
La ausencia de leptina en ratones ob, además
de incrementar el apetito, está asociada con muchos cambios fisiológicos
incluyendo hipotermia, infertilidad, alteraciones inmunes y resistencia a la
insulina. Estos cambios fisiológicos generalmente están asociados con el ayuno,
lo cual sugiere que los ratones ob son obesos porque su cerebro interpreta un
bajo nivel de leptina como una señal que la masa de tejido adiposo es
peligrosamente baja. Por esta razón, los ratones ob, mientras comen vorazmente
y muestran un incremento masivo en el peso corporal, manifiestan un síndrome
distinto al que generalmente está asociado con la obesidad. Esta observación
sugiere que los niveles de leptina, además de inducir un estado de balance
energético positivo para restaurar la pérdida de peso, activan una respuesta
adaptativa al ayuno cuyo efecto neto es conservar energía durante períodos de privación. En
consecuencia, el tratamiento con leptina corrige todas las anormalidades
antes mencionadas, incluyendo los
defectos reproductivos en ratones ob. La
leptina también es requerida para el inicio normal de la pubertad.
Adicionalmente, la leptina mejora las alteraciones inmunes y neuroendocrinas
que acompañan a la restricción de alimento. Entonces, en los animales con
deficiencia de leptina, la hormona proporciona un enlace entre los cambios en
el estado nutricional y las respuestas fisiológicas en otros sistemas
fisiológicos.
Los incrementos en los niveles de leptina en
ratones o ratas provocan pérdida de peso por disminución de la ingesta de
alimentos y supresión de la disminución compensatoria en el gasto de energía. La
observación que hay una disminución en la masa grasa en ratones con incrementos
en las concentraciones de leptina, proporciona
evidencia que la hiperleptinemia restringe la ganancia de peso en animales. La
pérdida de peso inducida por el tratamiento con leptina es un resultado de la
lipólisis vía activación de eferentes simpáticas y la disminución en tejido
adiposo. La potencia del tratamiento con leptina es mayor cuando sus niveles son bajos
y una respuesta disminuida ocurre con los niveles en el rango fisiológico o por
arriba de este rango. Entonces, la leptina es una señal que mantiene el control
homeostático de la masa de tejido adiposo.
En general, los desórdenes endocrinos pueden
resultar de deficiencia de hormona (completa o parcial) o resistencia a la
hormona. Los roedores con una deficiencia completa como consecuencia de
mutaciones en el gen de la leptina, así como aquellos con deficiencia parcial
pierden peso significativamente con el tratamiento con leptina. Estudios
recientes han identificado otra etiología de disminución de leptina en animales
con una mutación en un ARN largo no codificante (LncOb), específico del tejido
adiposo. Los ratones LncOb con obesidad inducida por dieta muestran una
significativa pérdida de peso después del tratamiento con leptina, lo cual
sugiere que la leptina puede disminuir el peso corporal en animales con
deficiencia relativa de leptina. Estos hallazgos indican que la leptina es un
tratamiento efectivo en animales obesos con deficiencia completa o parcial de
la hormona. Las mutaciones que desregulan la expresión del gen leptina pueden
resultar en una hipoleptinémica forma de obesidad que responde a la leptina.
La mayoría de las formas de obesidad en
animales están asociadas con altos
niveles plasmáticos de leptina (la concentración normal de leptina plasmática
en animales y humanos es de 5ng/ml) y una respuesta disminuida a la hormona
exógena. La disminución de la respuesta está en contraste con la respuesta en
animales normales, en los cuales el tratamiento con leptina en niveles
fisiológicos induce una disminución dependiente de dosis en la ingesta de
alimentos, la masa de tejido adiposo y el peso corporal. El hallazgo que los
animales delgados tienen bajos niveles de leptina y pierden peso con la terapia
con leptina, mientras los animales obesos tienen altos niveles endógenos,
indica que los animales obesos son resistentes a la leptina. Varias líneas de
evidencia apoyan la conclusión que la obesidad en animales y humanos puede
resultar de la resistencia a la leptina y que la señal leptina restringe la
ganancia de peso en animales delgados y obesos.
En algunos casos, la resistencia a la leptina puede ser causada por una
regulación a la baja, compensatoria, de la respuesta a la hormona endógena
(taquifilaxis). Por otra parte, estudios recientes reportan que un nivel
plasmático de leptina inapropiadamente bajo con respecto a la masa de tejido
adiposo determina la respuesta a la terapia con leptina y que los niveles
plasmáticos absolutos de leptina no son el predictor más útil de la respuesta a
la leptina.
El mecanismo preciso a través del cual la
hiperleptinemia causa resistencia a la leptina no es conocido. Las causas de la
resistencia a la leptina parecen ser heterogéneas e incluyen defectos
constitutivos en los circuitos neurales como carencia de receptor de leptina o
defectos en la señal melanocortina. Hasta el presente todos los genes
identificados como causas mendelianas de obesidad son expresados en el sistema
nervioso central y la mayoría son componentes del circuito neural modulado por
la leptina. Por otra parte, la disminución del transporte de leptina a través
de la barrera hematoencefálica ha sido sugerida como contribuyente de la
resistencia a la leptina por algunos investigadores. Entonces, la etiología de
la resistencia a la leptina es conocida en algunos individuos, incluyendo
animales y humanos con mutaciones en el circuito neural que responde a la leptina
para regular la alimentación, mientras en otros casos la etiología es menos
clara.
En conclusión, la leptina, secretada por el
tejido adiposo, funciona como una señal aferente en un asa de retroalimentación
negativa y actúa primariamente sobre neuronas en el hipotálamo para regular la
alimentación y otras funciones. A partir de la identificación de la leptina, el
tejido adiposo es considerado un órgano altamente dinámico que juega un rol
crucial en el control sistémico del balance energético, comunicando los cambios
nutricionales a los circuitos neurales del cerebro que controlan el apetito y
relacionando cambios en los niveles de los depósitos de energía con cambios
adaptativos en el eje neuroendocrino, la función inmune y la función de otros
sistemas. La leptina mantiene la
constancia relativa de la masa de tejido adiposo, protegiendo a los individuos
de los riesgos asociados con la delgadez (ayuno e infertilidad) o la obesidad.
Los efectos de la leptina en humanos, aunque no han sido tan extensamente
estudiados como en roedores, son consistentes con los hallazgos en ratones. En
la mayoría de individuos obesos, los
niveles plasmáticos de leptina son significativamente elevados y se
correlacionan grandemente con la masa de tejido adiposo. El hallazgo que las
personas con una diversidad de condiciones asociadas con bajos niveles
endógenos de leptina pierden peso con el tratamiento con leptina confirma
un rol fisiológico de la hormona en
humanos. Más aún, la evidencia reciente confirma que el tratamiento con leptina
disminuye la ingesta de alimentos y la masa de tejido adiposo en personas
delgadas.
Fuente: Friedman
JM (2019). Leptin and the endocrine control of energy balance. Nature
Metabolism 1: 754-764.
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