Estrógenos y mitocondrias de corazón y músculo
esquelético
Las mitocondrias
son pequeños organelos intracelulares de aproximadamente 1 µm de tamaño que
están presente en forma granular o filamentosa y en número variable de un tipo
de célula a otro. Las mitocondrias derivan de las proteobacterias α aeróbicas,
las cuales fueron incorporadas por las arqueobacterias anaeróbicas dando origen
a las primitivas células eucariotas hace billones de años. La célula huésped
proporciona los sustratos necesarios
para que las mitocondrias metabolicen estos sustratos y proporcionen ATP a la
célula a través de fosforilaciones
oxidativas. Las mitocondrias, a su vez, atenúan la concentración intracelular
de oxígeno, el cual es una sustancia potencialmente tóxica para los
constituyentes celulares.
Debido a su origen bacteriano, las
mitocondrias están rodeadas por dos membranas, una membrana externa y una
membrana interna con una composición particular de lípidos (rica en
cardiolipina), numerosas invaginaciones o pliegues, delimitando dos espacios.
El espacio intermembranas y el espacio de la matriz. En mamíferos, la matriz de
cada mitocondria contiene varias copias de un ADN circular (mtADN) de 16 kb que
codifican pequeñas proteínas así como los ARN requeridos para la síntesis de
estas proteínas. Durante la evolución, el ADN mitocondrial retuvo solo 13 genes
que codifican las subunidades de la cadena respiratoria, dos ARN ribosomales y
22 ARN de transferencia. La mayoría de genes mitocondriales han sido
transferidos al núcleo de la célula huésped. En mamíferos, el proteoma
mitocondrial está compuesto por más de mil proteínas. Después de la
fertilización, las mitocondrias son de
herencia materna. Sin embargo, el hecho que la gran mayoría de las proteínas
mitocondriales sean de origen nuclear subyace a la especificidad de tejido y
sexo de las mitocondrias.
El aporte de energía y la supervivencia
celular dependen del ciclo de vida mitocondrial, el cual incluye biogénesis,
dinámica y eliminación de organelos defectuosos por mitofagia. La proliferación
mitocondrial consiste en crecimiento de organelos pre-existentes, a través de
un proceso llamado biogénesis mitocondrial seguido por la división mitocondrial
(fisión). La biogénesis requiere la coordinación de los genomas nuclear y
mitocondrial, bajo el control del núcleo a través de cascadas transcripcionales
que involucran co-activadores y factores de transcripción específicos. Entre
los más importantes están (1) la familia de los co-activadores transcripcionales
receptor activado por proliferador de peroxisomas (PPAR) y co-activadores
(PGC-1) α y β, los reguladores master de la biogénesis mitocondrial, (2)
factores respiratorios nucleares (NFR1),
involucrados en el control nuclear de la biogénesis mitocondrial, (3) factores
de transcripción como PPARα controlando principalmente el metabolismo de
lípidos, (4) receptores relacionados con los estrógenos (ER) involucrados en el
metabolismo de sustratos, la transferencia de energía, la angiogénesis y la
destoxificación de especies reactivas de oxígeno (ROS), (5) factor de
transcripción mitocondrial A (mtTFA), el cual una vez sintetizado, migra a la
matriz mitocondrial donde activa la transcripción y replicación de mtADN.
Una etapa importante del ciclo de vida
mitocondrial es la fisión de la mitocondria madre en dos mitocondrias hijas, la
cual es coordinada por GTPasas especializadas. En la mayoría de células, las
mitocondrias están organizadas en una red que exhibe frecuentes eventos de
fusión y fisión. Este proceso es llamado dinámica mitocondrial. La fisión
depende de la proteína DRP1y sus proteínas derivadas, proteína de fisión 1
(Fis1) y factor de fisión mitocondrial (MFF). La fusión es controladas por las
mitofusinas (MFN1 y2) para la membrana externa y atrofia óptica 1 (OPA 1) para
la membrana interna. En condiciones normales, estos procesos fusión/fisión son
muy lentos en el cardiomiocito adulto.
Las mitocondrias disfuncionales son
eliminadas a través de un mecanismo específico de autofagia llamado mitofagia. La
autofagia es el proceso por el cual componentes celulares como macromoléculas y
organelos son reciclados, provocando la eliminación de desechos celulares y la
reconstitución de depósitos de nutrientes. La mitofagia es el proceso
específico para eliminación de mitocondrias y está involucrada en la regulación
del control de calidad y la tasa de recambio mitocondrial. Este proceso
involucra muchas proteínas como la E3-ligasa ubiquitina proteína de la
enfermedad de Parkinson juvenil 2 (PARKIN) y la quinasa putativa inducida por
PTEN 1 (PINK1), permitiendo la identificación de mitocondrias dañadas y su
incorporación al autofagosoma que posteriormente se fusiona con lisosomas para
formar autofagolisosomas.
Las mitocondrias son el principal sitio de
transformación de la energía de diferentes sustratos en energía química en la
forma de ATP. El consumo de ATP es extremadamente alto en el corazón donde las
mitocondrias proporcionan más del 90% de la energía necesaria para la
contracción muscular y las bombas celulares. La relación lineal entre consumo
de oxígeno y trabajo cardiaco demuestra que las mitocondrias trabajan de una
manera “pay as you go” en este tejido. El corazón puede usar una variedad de
sustratos para regenerar ATP de acuerdo a su disponibilidad, principalmente ácidos
grasos. Los músculos oxidativos lentos también dependen grandemente del
metabolismo oxidativo para la producción de ATP y usan ácidos grasos y glucosa.
Los músculos esqueléticos rápidos funcionan de una manera “work first pay
later” y preferentemente usan glucosa, glucógeno y glicerol-3P. La oxidación de
lípidos es responsable de 60 y 80% del oxígeno consumido por las mitocondrias
del sóleo y el músculo cardiaco, respectivamente, pero solo de un pequeño porcentaje del
oxígeno consumido por las mitocondrias del glucolítico músculo gastrocnemio. Por
el contrario, la utilización de glicerol-3P representa más de 80% del sustrato
usado por las mitocondrias del músculo gastrocnemio y <10% de los sustratos
usados por las mitocondrias cardiacas.
El producto de degradación común de lípidos,
aminoácidos y carbohidratos en las mitocondrias es la acetil-CoA, la cual entra al ciclo de Krebs en la matriz mitocondrial
resultando en la producción de equivalentes reductores (NADH y FADH2).
Estos equivalentes reductores son re-oxidados por la cadena transportadora de
electrones (ETC), también llamada cadena respiratoria, a través del proceso de
fosforilaciones oxidativas (OXPHOS). La cadena respiratoria está compuesta por
cuatro complejos que forman una cadena redox, lo cual resulta en la reducción
del oxígeno molecular en agua y la creación de un gradiente de protones a
través de la membrana interna mitocondrial. Este gradiente electroquímico de
protones sirve como una fuerza para la refosforilación de ATP a partir de ADP
por la ATP sintetasa, considerada como el complejo V de la ETC. La respiración
mitocondrial es controlada por el ADP de acuerdo a una relación Michaelis/Menten y es modulada
por calcio a través de la regulación de la actividad de ciertas enzimas en el
ciclo de Krebs y la cadena respiratoria. El ATP es intercambiado por ADP por el
translocador de adenina nucleótido anclado en la membrana interna. En
músculo y células cardiacos, la mayor parte del ATP producido es
inmediatamente transformado en el espacio de
la membrana interna en fosfocreatina (PCr) por la creatina quinasa (CK)
mitocondrial localizada en la superficie externa de la membrana interna. La PCr
es canalizada a los sitios de utilización de energía por las CK citoplasmáticas
para la refosforilación del ADP producido localmente por las ATPasas. Además de proporcionar la mayor cantidad de energía a la célula huésped, las
mitocondrias participan en otras funciones celulares como la homeostasis iónica
entre los cuales el calcio juega un rol importante, la producción y regulación
de ROS, el control del pH y la muerte celular. Adicionalmente, las mitocondrias
son cruciales para la síntesis de hormonas esteroides, la termogénesis y la
utilización de lípidos y carbohidratos de una manera tejido-específica.
Las mitocondrias son el principal sitio de
producción de ROS en las células y también el principal blanco del daño
oxidativo. Las ROS son producidas principalmente en el nivel de los complejos I
y III de la cadena respiratoria. En condiciones fisiológicas, las defensas
anti-oxidantes mitocondriales y citoplasmáticas permiten controlar cualquier
exceso de la producción de ROS. La desregulación de la producción de ROS está
involucrada en muchas situaciones patológicas y en el envejecimiento. Otro factor crítico de la función
mitocondrial es la regulación del calcio intracelular e intramitocondrial.
Aunque es bien conocido que el calcio activa las deshidrogenasas
mitocondriales, cuando está presente en exceso desacopla las mitocondrias y
disminuye la producción de ATP. EL exceso de calcio colapsa el potencial de
membrana mitocondrial e induce la apertura del poro de permeabilidad
transitorio (PTP), disparando la liberación de factores pro-apoptosis y
provocando la muerte celular.
La cantidad, composición y función de las
mitocondrias son adaptadas al tejido en el cual se encuentran. En general, los
tejidos con alta y sostenida demanda de ATP como los músculos estriados
dependen de las fosforilaciones oxidativas aseguradas por las mitocondrias. Sin
embargo existen notables diferencias entre los músculos oxidativos cardiaco y
esquelético por una parte y los músculos esqueléticos glucolíticos por otra
parte. El músculo cardiaco y los músculos esqueléticos posturales dependen
estrictamente de la producción oxidativa de ATP porque tienen una actividad
contráctil sostenida y de larga duración. Los músculos oxidativos también deben
ajustar la producción de energía al consumo de energía. Esto es diferente en
los músculos esqueléticos rápidos cuya actividad contráctil es rápida, corta en duración, apoyada principalmente por
los depósitos de ATP y PCr y la producción de ATP es manejada por glucosa o
glucógeno. En el miocardio, uno de los
tejidos más oxidativos del cuerpo, las mitocondrias ocupan 30-40% del volumen
celular contra 6-8% en las fibras
musculares lentas y 2-3% en las fibras musculares rápidas. Las mitocondrias en los tejidos oxidativos
como el corazón y los músculos esqueléticos posturales lentos son más
numerosas, localizadas cerca de los miofilamentos y capaces de usar
esencialmente ácidos grasos. Estos tejidos tienen una sensibilidad al ADP
relativamente baja y una significativa cantidad de CK mitocondrial que les
permite participar en las transferencias intracelulares de energía. Ellos están
adaptados al aporte continuo de energía, necesario para el trabajo muscular y
la función cardiaca. En los músculos esqueléticos rápidos, las mitocondrias son
menos numerosas, poseen una alta sensibilidad al ADP citoplasmático y son más dependientes
de sustratos derivados de la glucólisis como piruvato y glicerol-3P. En efecto,
la energía requerida para la actividad fásica de los músculos rápidos depende
esencialmente de la glucólisis anaeróbica. El metabolismo energético refleja el
uso rápido y de corta duración de grandes cantidades de ATP y PCr en estos
músculos.
Aunque las mitocondrias son de herencia
materna en varones y hembras, hay que tener presente que casi todas las proteínas mitocondriales son codificadas por
el núcleo y bajo la influencia de cromosomas sexuales, factores epigenéticos y
hormonas sexuales circulantes. No es sorprendente, por tanto, que las
mitocondrias además de una clara
especificidad de tejido, exhiban un dimorfismo sexual. La evidencia acumulada
indica que este dimorfismo toma parte en la especificidad de sexo de patologías
importantes. El perfil de expresión de genes de muestras cardiacas de roedores
y humanos revela patrones de expresión dependientes de sexo y edad. Entre las
diferencias, las rutas del metabolismo energético están bien representadas. Sin
embargo, es ampliamente aceptado que la capacidad oxidativa cardiaca no
difieren esencialmente entre hembras y varones, excepto por la capacidad de
utilización de ácidos grasos que es mayor en mujeres jóvenes y la capacidad
oxidativa que disminuye lentamente con la edad en mujeres viejas. La diferencia
más notable entre las mitocondrias de hembras y varones está en las defensas
anti-oxidantes. Las mitocondrias cardiacas de las hembras producen menos ROS.
La disminución de la generación de ROS en las mitocondrias cardiacas de ratas
hembras ha sido atribuida a
modificaciones posttranslacionales de las proteínas mitocondriales involucradas
en el manejo de ROS. Por otra parte, las mitocondrias cardiacas de ratas
hembras tienen una mayor capacidad de
retención de calcio que las ratas machos. La cinética del calcio también
difiere entre las mitocondrias cardiacas de machos y hembras. Las mitocondrias
de las hembras son más resistentes a la hinchazón bajo condiciones de concentraciones
altas de calcio. La menor tasa de captación de calcio y el mantenimiento del
potencial de membrana mitocondrial bajo condiciones de alto Ca2+ en
las mitocondrias cardiacas de ratas hembras ha sido atribuida a la modulación
del uniporter de calcio. Entonces, el
dimorfismo sexual de las mitocondrias cardiacas involucra una menor producción
de ROS, mayor defensa antioxidante y una mejor regulación del calcio
intramitocondrial, lo cual contribuye a la mejor resistencia de los cardiomiocitos de las hembras al daño por isquemia/reperfusión, insuficiencia cardiaca
o cardiotoxicidad.
Está bien establecido que los roedores
hembras tienen mayor capacidad de resistencia que su contraparte masculina. Por
otra parte, los músculos esqueléticos de mujeres exhiben mayor resistencia a la
fatiga en comparación con los músculos de hombres. La capacidad de resistencia
depende grandemente del contenido y la calidad mitocondrial del músculo
esquelético, así como también de la capacidad para oxidar sustratos lípidos. En
comparación con los varones, las hembras tienen mayor capacidad para la oxidación de grasas durante el ejercicio y
los músculos esqueléticos de mujeres tienen mayor contenido intracelular de
lípidos que los músculos de varones. Los estudios recientes aportan nuevos
conocimientos sobre las diferencias sexuales en las mitocondrias de músculo
esquelético humano. Si estas diferencias se deben a la distinta composición del
músculo esquelético en términos de fibras oxidativas o glucolíticas aún no se
ha determinado. Otros aspectos de las diferencias sexuales en las mitocondrias
incluyen la resistencia a la sobre carga de calcio, la generación de ROS y la
susceptibilidad a la apertura del PTP y la apoptosis. Entonces, las
mitocondrias de músculo esquelético
exhiben un dimorfismo sexual, lo cual podría explicar la mayor facilidad
de las hembras para adaptarse a situaciones de metabolismo energético alterado.
Los efectos de los estrógenos son mediados
principalmente a través de los receptores de estrógenos (ER), los cuales
pertenecen a la familia de receptores de hormonas esteroides que a su vez son
miembros de la familia de factores de transcripción activados por ligando. Tres
ER han sido descritos: ERα, ERβ y ER acoplado a proteína G (GPER) con
localizaciones intracelulares y tisulares específicas. Estos receptores están
presentes prácticamente en todos los tipos de células en cantidades variables.
Los estrógenos pueden tener efectos genómicos y no genómicos. Los ER pueden
funcionar como receptores nucleares y factores de transcripción en el núcleo y
como moléculas de señalización en la membrana plasmática. Los estrógenos
regulan la transcripción de genes en el núcleo a través de la unión a –y la
activación de- ERα y ERβ y la activación de ER asociados a la membrana
plasmática y GPER. El principal estrógeno circulante en humanos es el
17β-estradiol (E2), el cual se une con igual afinidad a ERα y ERβ. Los efectos
genómicos involucran la dimerización de dos ER, luego de la unión del E2, la
translocación al núcleo del complejo E2/ER y su posterior unión a los elementos
de respuesta a estrógenos (ERE) para la regulación de la expresión de genes
específicos. La unión del complejo E2/ER a los ERE es regulada por
fosforilación independiente de la unión de ligando. Los efectos no genómicos
involucran acciones de señalización rápidas a través de la activación de ER y
GPER asociados a la membrana plasmática y la posterior activación de rutas de
señalización como quinasa activada por señal extracelular 1 y 2 (ERK1/2),
proteína quinasa B (PKB), fosfoinositido 3-quinasa (PI3K), proteína quinasa c-jun-NH2- terminal
(JNK), glucógeno sintetasa quinasa 3β (GSK3β), β-catenina, calcineurina, blanco
mecanístico de rapamicina (mTOR), p38 y proteína quinasa activada por mitogeno
(MAPK), entre otras. Esto resulta en la
transcripción de genes que codifican enzimas antioxidantes, reforzando en
particular las defensas antioxidantes de las mitocondrias. La acción de los
estrógenos, además de su localización subcelular, depende de la expresión y
contenido de los moduladores selectivos de receptor de estrógenos (SERM). Estos
SERM inducen cambios conformacionales en los ER y reclutamiento diferencial de
coactivadores, correpresores y factores de transcripción, que pueden actuar
como agonistas o antagonistas completos o parciales.
ERα y ERβ son expresados en los
cardiomiocitos de varones y hembras. Sin embargo, un estudio demuestra transcriptos
solamente para ERα en cardiomiocitos aislados de ratas neonatales o adultas, lo
que sugiere que el ERβ puede estar presente en otros tipos de células como
fibroblastos o células vasculares. El
músculo esquelético expresa ambos ER. Además de su presencia en el núcleo y
membrana plasmática, ERα y ERβ han sido detectados en las mitocondrias de
muchos tipos de células y especies. Sin embargo, el ERβ es el principal
receptor de estrógenos presente en las mitocondrias. La localización
mitocondrial de los ER es tejido específica. La presencia de ERβ ha sido
detectada en mitocondrias de corazón
humano y músculo esquelético. En músculo esquelético, el ERβ interactúa con la
chaperona HSP27 en la mitocondria y la estabiliza.
Los efectos de los estrógenos sobre las
mitocondrias no se restringen a su presencia y rol dentro de la mitocondria.
Dado que la expresión de las proteínas mitocondriales es controlada
principalmente por el genoma nuclear, la biogénesis mitocondrial es controlada
por el núcleo. Por tanto, los principales efectos de los estrógenos sobre las
mitocondrias derivan de sus efectos nucleares. Los estrógenos ejercen un rol
protector sobre las mitocondrias a través de efectos directos e indirectos. La
regulación de la masa y la función mitocondrial por los estrógenos está
involucrada en la protección vascular, cardiaca y neuronal. Los estrógenos
modulan varios aspectos de la función mitocondrial, incluyendo producción de
ATP, generación de ROS, defensas antioxidantes, potencial de membrana mitocondrial
y manejo del calcio. Más aún, los estrógenos a través de los ER están
involucrados en el ciclo de vida de la mitocondria controlando la biogénesis
mitocondrial, el control de calidad mitocondrial y la mitofagia. Estos efectos
pueden ser mediados por mecanismos genómicos y no genómicos. Los estrógenos
favorecen la biogénesis mitocondrial estimulando o inhibiendo la expresión de
proteínas mitocondriales a partir de los
genomas nuclear y mitocondrial. En este contexto, los estrógenos modulan
directamente la expresión de genes de las proteínas mitocondriales a través de
la unión de E2/ER a los ERE de genes metabólicos en el núcleo. Los estrógenos
incrementan la expresión de PGC-1α, el regulador master del metabolismo
energético y la biogénesis mitocondrial, y también estimulan la biogénesis
mitocondrial a través de la activación de los factores de transcripción NFR,
los cuales incrementan la transcripción de genes codificados en el núcleo y las
mitocondrias mediante un incremento de la producción del factor de
transcripción mtTFA. Los ER también pueden unirse al ADN mitocondrial y están
involucrados en la expresión inducida por E2 de mtADN y proteínas de la cadena
respiratoria.
Varios estudios han descrito los efectos de
la ovariectomía sobre las mitocondrias cardiacas. La ovariectomía disminuye la
actividad de los complejos de la ETC, incrementa la peroxidación de lípidos en
la membrana mitocondrial, disminuye la capacidad para el manejo de calcio,
regula a la baja la biogénesis y la función mitocondrial e incrementa el estrés
oxidativo. Estos efectos pueden ser contrarrestados por el tratamiento con E2.
Por otra parte, las concentraciones fisiológicas de estrógenos no afectan las
funciones respiratorias mitocondriales, pero protegen a las mitocondrias
cardiacas de la liberación de citocromoC inducida por altos niveles de calcio.
La activación de GPER proporciona un efecto positivo después del daño por
isquemia/reperfusión al inhibir la apertura del PTP, un efecto mediado por la
ruta ERK. El ERβ parece mediar los efectos anti-apoptosis de los estrógenos. En
los cardiomiocitos expuestos a isquemia/reperfusión, los estrógenos previenen
la apoptosis inhibiendo la formación de ROS. El ERβ también parece mediar el
incremento en la expresión de reguladores claves de la función mitocondrial y
de proteínas de la cadena respiratoria.
El músculo esquelético posee mayor
plasticidad que el músculo cardiaco y exhibe considerable flexibilidad
metabólica en respuesta a la estimulación hormonal, los factores ambientales y
el ejercicio. La ovarectomía induce profundas alteraciones de la biología y la
función del músculo esquelético. Por ejemplo, disminuye la resistencia a la
fatiga, un factor que depende de la masa mitocondrial. La pérdida de E2 también
induce una rápida disminución de la capacidad respiratoria mitocondrial. Los
estrógenos son requeridos para mantener la función muscular porque tienen un
efecto positivo sobre la masa muscular, la regeneración después de una lesión y
el crecimiento de células satélites. Los estrógenos regulan los niveles de
enzimas asociadas con el metabolismo de ácidos grasos y juegan un rol
importante en la inhibición dependiente de mitocondrias de la apoptosis. Los
efectos beneficiosos de los estrógenos derivan de mecanismos genómicos y no
genómicos. Estudios recientes demuestran que, en el músculo esquelético, el E2
asociado a la membrana interna mitocondrial disminuye la microviscosidad de la
membrana, un mecanismo que a su vez promueve la función bioenergética, el balance
redox celular y la sensibilidad a la insulina. Un mecanismo biofísico por el
cual el E2 influye en la homeostasis energética.
En conclusión, los estrógenos son
importantes participantes en la regulación metabólica y la función
mitocondrial. Los estrógenos afectan las mitocondrias a través de múltiples
procesos que involucran receptores nucleares y de membrana así como también
efectos más directos pues los ER han sido identificados en las mitocondrias.
Los efectos de los estrógenos sobre las mitocondrias de músculo cardiaco y
músculo esquelético incluyen la biogénesis mitocondrial, la producción de ROS,
la homeostasis del calcio y la ruta mitocondrial de apoptosis.
Fuente:
Ventura-Clapier R et al (2019). Estrogens, estrogen receptors effects on cardiac
and skeletal muscle mitocondria. Frontiers in Endocrinology 10: 557.
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