Hepatoquinas inducidas por el ejercicio
Los efectos
beneficiosos del ejercicio en el cuerpo son numerosos, particularmente las
respuestas adaptativas en muchos órganos que confieren protección contra
enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2 (DT2). Estudios
recientes sugieren que las mioquinas liberadas por el músculo esquelético en
reposo y/o durante el ejercicio pueden estar, al menos en parte, involucradas
en los efectos beneficiosos del ejercicio. Las mioquinas inducidas por el ejercicio
pueden actuar localmente para regular el metabolismo energético del músculo
esquelético, mejorando la sensibilidad a la insulina, la función mitocondrial o
la inflamación. Las mioquinas también participan durante y después del
ejercicio en las relaciones del músculo esquelético con otros órganos como
tejido adiposo, hígado y páncreas. Por otra parte, diversos estudios demuestran
que el hígado es un órgano endocrino que puede liberar en la circulación
sanguínea proteínas (hepatoquinas) que alteran la homeostasis corporal en
reposo y durante el ejercicio. Las hepatoquinas pueden ser beneficiosas o
perjudiciales en el contexto de las enfermedades metabólicas regulando rutas de
señalización involucradas en el metabolismo energético. La evidencia reciente sugiere
que el ejercicio puede modular la expresión de algunas hepatoquinas (factor de
crecimiento de fibroblasto 21, fetuina-A, proteína similar a angiopoyetina 4,
folistatina) y que el hígado participa en las relaciones entre tejidos durante
la actividad física.
Los efectos beneficiosos del ejercicio en el
contexto de los desórdenes metabólicos son numerosos. Un estudio reciente
revela que el ejercicio, independientemente de la pérdida de peso, mejora la
esteatosis hepática. Por otra parte, las investigaciones de los últimos años se
han enfocado en la búsqueda de los mecanismos moleculares involucrados en los
efectos beneficiosos del ejercicio regular. Una posible explicación reside en
los factores secretados durante el ejercicio. Primero, debido a su rol en la
locomoción, la investigación se ha centrado principalmente en el músculo
esquelético. La mioquina mejor caracterizada es la interleuquina 6 (IL-6), la
cual es liberada y secretada por el
músculo esquelético al contraerse durante el ejercicio y estimula la producción
hepática de glucosa para asegurar la energía que se necesita para la
contracción muscular. La IL-6 derivada del músculo esquelético trabaja como un
sensor de energía para incrementar la liberación de sustratos energéticos por
el hígado y el tejido adiposo. Segundo, debido a su rol central en los
desórdenes asociados con la obesidad, el tejido adiposo y las adipoquinas
también han sido investigadas. En este contexto, un estudio reciente en
pacientes con DT2 demuestra que un programa de ejercicio aeróbico cambia
significativamente los niveles de leptina, pero no altera los niveles de
adiponectina. Tercero, varios estudios reportan que el ejercicio puede disparar
la secreción de proteínas derivadas del hígado en respuesta al ejercicio. Actualmente,
está claro que una simple sesión de ejercicio es acompañada por la producción
de proteínas secretadas del hígado. Las hepatoquinas también pueden mediar los
efectos beneficiosos del ejercicio crónico o, al menos, representan
biomarcadores de las mejoras metabólicas inducidas por el ejercicio.
El factor de crecimiento de fibroblasto 21
(FGF21) es una proteína de 24 kDa que actúa en la superficie celular a través de
un complejo receptor compuesto por un receptor clásico de FGF (FGFR1c) y
el correceptor β-kloto. El FGF21 es altamente expresado en el hígado de
roedores y humanos, juega un rol en el metabolismo de lípidos y glucosa y puede
mejorar desórdenes relacionados con el metabolismo. Aunque es expresado en una
variedad de tejidos, en condiciones fisiológicas la expresión del gen FGF21
aumenta en el hígado y en menor extensión en el cerebro y el páncreas. Debido a
que las concentraciones circulantes de
FGF21 aumentan con la obesidad, la DT2 y el hígado graso no alcohólico, el
FGF21es considerado un marcador de desórdenes metabólicos. Por otra parte,
independientemente del índice de masa corporal, el contenido hepático de
triglicéridos es el mayor determinante de la producción de FGF21 en el hígado.
El ejercicio altera la expresión de FGF21. La producción de FGF21 por el hígado
durante el ejercicio parece ser regulada por una acción sinérgica de la
relación glucagón/insulina y los niveles de ácidos grasos libres (AGL). Esto resulta
en la activación la ruta: AMPc/factor de transcripción activante 4(ATF4)/receptor
activado por proliferador de peroxisoma (PPAR)α. La hiperinsulinemia o la
resistencia a la insulina en el hígado pueden
alterar la secreción de FGF21 inducida por el ejercicio. La producción hepática
de FGF21 inducida por el ejercicio puede representar uno de los mecanismos
celulares involucrados en las adaptaciones metabólicas en respuesta al
ejercicio. Adicionalmente, el FGF21 interactúa con muchos tejidos y su
producción durante el ejercicio puede facilitar las interacciones entre diversos
órganos.
La fetuina-A es una glucoproteína de 64 kDa,
codificada por el gen AHSG, que es conocida como ligando del receptor similar a
Toll 4 (TLR4). Este receptor es expresado en varios órganos y más
específicamente en tejidos involucrados en el metabolismo de sustratos como el
hígado, el tejido adiposo y el músculo esquelético. La fetuina-A también se une
a la subunidad β del receptor de insulina y ha sido propuesta como biomarcador
de enfermedades metabólicas. Los niveles circulantes de fetuina-A se
correlacionan con alteración de la tolerancia a la glucosa, resistencia a la
insulina, DT2 y fibrosis hepática. Adicionalmente, varios trabajos sugieren que
la fetuina-A puede jugar un rol en la patogénesis de desórdenes metabólicos. En
este contexto, modelos in vivo e in vitro de resistencia a la insulina refuerzan
la idea que la fetuina-A es regulada al alza y liberada en las disrupciones
metabólicas. Cuando es secretada, la fetuina-A representa un ligando endógeno
para el TLR4, una ruta de señalización a
través de la cual los AGL inducen resistencia a la insulina, infiltración de
macrófagos e inflamación en adipocitos. La fetuina-A también puede promover la
resistencia a la insulina a través de la unión directa a la subunidad β del
receptor de insulina, provocando una disminución de la actividad tirosina
quinasa del receptor. El ejercicio provoca una disminución significativa de la
concentración plasmática de fetuina-A a
través de la regulación a la baja de la ruta TLR4, un mecanismo que contribuye al
efecto beneficioso del ejercicio crónico en enfermedades asociadas con
inflamación de bajo grado como la obesidad y la DT2. Varios estudios sugieren
que el ejercicio regular, a través de la disminución de los niveles circulantes
de fetuina-A, mejora la sensibilidad a
la insulina en el hígado y el organismo en general en pacientes con enfermedad
metabólica. Entonces, si el ejercicio regula la expresión de fetuina-A, esto
puede ser un mecanismo por el cual la actividad física puede influir en el desarrollo de la
enfermedad metabólica.
La proteína similar a angiopoyetina 4
(ANGPTL4) es una proteína glucosilada de 45 a 60 kDa que pertenece a la familia
del gen similar a angiopoyetina. El mARN de la ANGPTL4 es expresado en el
hígado, pero también en el tejido adiposo y, en menor extensión, en el músculo
esquelético. Está bien establecido que la ANGPTL4 participa en la regulación
del metabolismo de lípidos a través de la estimulación de la lipolisis en
adipocitos en estado de ayuno y la inhibición de la actividad de la
lipoproteína lipasa (LPL). La LPL es una enzima responsable de la hidrolisis de
los triglicéridos que se encuentran en las lipoproteínas circulantes ricas en
triglicéridos, lo cual resulta en AGL que pueden ser almacenados u oxidados. La
sobre expresión de ANGPTL4 en ratones resulta en un dramático incremento en triglicéridos
y colesterol circulantes asociado con una disminución de la actividad de LPL.
Con relación al metabolismo de la glucosa, el rol de la ANGPTL4 no está claro.
En humanos, la producción de ANGPTL4 en respuesta al ejercicio se lleva a cabo
en el hígado sin contribución del
músculo esquelético. La relación glucagón/insulina y los AGL juegan un rol
clave en la producción hepática de ANGPTL4. La relación glucagón-insulina a
través de la activación de la ruta AMPc/PKA dispara la producción de mARN de
ANGPTL4 en hepatocitos. Entonces, los datos de los estudios recientes
sugieren que la ANGPTL4 es una
hepatoquina inducida por el ejercicio y que el músculo esquelético no está
involucrado en el incremento de la concentración plasmática de ANGPTL4. No
obstante, la producción de ANGPTL4 por el músculo esquelético durante el
ejercicio puede tener una función autocrina. Como la ANGPTL4 es una hepatoquina
inducida por el ejercicio, este mecanismo podría participar en la adaptación
del metabolismo de lípidos a la actividad física. Por otra parte, dado que la
ANGPTL4 parece jugar un rol importante en el metabolismo de lípidos del músculo
esquelético, esta hepatoquina puede participar en la relación inducida por el
ejercicio entre el hígado y el músculo esquelético.
La folistatina (Fst) es una glucoproteína plasmática
miembro de la familia TGFβ. La Fst fue descrita
primero por su rol en la reproducción, pero también está implicada en la
regulación de la hipertrofia de músculo esquelético antagonizando a la
miostatina. Estudios recientes reportan que la Fst es altamente expresada
en hígado, músculo esquelético, tejido
adiposo blanco y tejido adiposo marrón. Hay dos isoformas Fst: Fst 288 y Fst
315. Los niveles de Fst aumentan en pacientes con DT2 y se correlacionan
positivamente con HbA1c, glucosa sanguínea en ayunas y alteración de la
tolerancia a la glucosa. Adicionalmente, hallazgos recientes reportan que la
cirugía bariátrica disminuye significativamente los niveles de Fst y esto se
correlaciona con mejoría de la concentración de HbA1c en pacientes obesos con
diabetes. En línea con estas observaciones, las investigaciones in vivo e in
vitro apoyan la idea que la Fst juega un rol clave en el metabolismo de la
glucosa. La Fst es liberada en la circulación sanguínea por el hígado en
respuesta al ejercicio agudo. Esta secreción puede ser explicada parcialmente
por un incremento en la relación glucagón/insulina durante el ejercicio. La
evidencia sugiere que la Fst es una hepatoquina inducida por el ejercicio, pero
poco se sabe acerca de su adaptación a largo plazo al ejercicio regular. Sin
embargo, debido a sus propiedades biológicas, se puede especular que la Fst
participa en la adaptación celular al ejercicio y en la prevención de
enfermedades metabólicas. Adicionalmente, la Fst podría mediar la relación
entre órganos inducida por el ejercicio.
En conclusión, el hígado es un órgano
endocrino que libera en la circulación sanguínea proteínas específicas llamadas
hepatoquinas. Algunas de estas hepatoquinas están involucradas en la
homeostasis metabólica del cuerpo y participan en el desarrollo de enfermedades
metabólicas. Por otra parte, hepatoquinas como FGF21, fetuina-A, ANGPTL4 y
folistatina son producidas y secretadas por el hígado en respuesta al
ejercicio. Dos mecanismos que disparan la liberación de hepatoquinas por el
hígado en respuesta al ejercicio son la relación glucagón/insulina y los
niveles de AGL. Los cambios hormonales durante el ejercicio generalmente
ocurren para asegurar ajustes cardiovasculares, la disposición de sustratos
energéticos y/o la hidratación. Por tanto, la secreción de hepatoquinas actúa
como un mecanismo para la adaptación al ejercicio. Adicionalmente, las
hepatoquinas inducidas por el ejercicio participan en las relaciones del hígado
con otros tejidos.
Fuente: Ennequin G
et al (2019). Role of exercise-induced hepatokines in metabolic disorders.
American Journal of Physiology: Endocrinology and Metabolism 317: E11-E24.
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