La endocrinología del cerebro
La endocrinología
es el estudio de las hormonas, las cuales son secretadas por las glándulas
endocrinas en una parte del cuerpo,
viajan en la sangre, y tienen efectos prolongados en otras partes del
cuerpo. Estos efectos son determinados por la expresión de receptores
tejido-específicos. Por el contrario, la neurociencia es el estudio del
cerebro, y particularmente de neuronas que liberan neurotransmisores en
sinapsis con efectos localizados en tiempo y espacio, pero limitados por
mecanismos de recaptación rápida y degradación. La separación entre la neurociencia y la endocrinología está
reflejada en las diferencias en los enfoques tecnológicos y metodológicos
dominantes y en las diferentes visiones teóricas. La neurociencia ha sido
dominada por la electrofisiología y el estudio de la trasmisión de información
a través del mapeo de la conectividad neuroanatómica y por el estudio de la
actividad de neuronas y sus consecuencias para la cognición y la conducta;
mientras la endocrinología por la medición de hormonas y el análisis de los
mecanismos por los cuales ellas son producidas y los mecanismos de señalización
por los cuales actúan en el cuerpo.
Entre la neurociencia y la endocrinología
está la neuroendocrinología que surgió en los años de la década de 1950. En esos años se estableció que en humanos y
otras especies, la ovulación es controlada por el sistema nervioso central
(SNC). Los estrógenos ováricos actúan en el cerebro donde sus acciones resultan
en la liberación por el hipotálamo de hormona liberadora de gonadotropinas
(GnRH), la cual es llevada por vasos
sanguíneos a la hipófisis anterior para la liberación de las gonadotropinas, hormona
luteinizante (LH) y hormona estimulante del folículo (FSH). Esto forma parte de
la teoría de “factores liberadores” que regulan a las diferentes hormonas de la hipófisis. Los
investigadores demostraron la comunicación vascular entre el cerebro y la
hipófisis en la cual los vasos sanguíneos porta en la eminencia media en la
base del hipotálamo irrigan la hipófisis anterior y la dirección del flujo
sanguíneo es del cerebro a la hipófisis.
La separación entre endocrinólogos y
neurocientíficos ha estado sustentada principalmente en definiciones. Para los
endocrinólogos, la definición clásica de una “hormona” fue enunciada por
Starling en 1923: “Cada hormona específica es producida por un grupo de células
y liberada en la sangre, en la cual viaja a todas partes del cuerpo, pero
excita reacciones definidas en uno o un número limitado de órganos
distantes”. Para los neurocientíficos,
por otra parte, los neurotransmisores satisfacen tres criterios: (i) están
presentes en la neurona pre-sináptica de las sinapsis, (ii) son liberados
de manera dependiente de Ca2+
siguiendo a la despolarización de la neurona pre-sináptica, (iii) actúan
sobre receptores específicos presentes en la neurona post-sináptica. Sin
embargo, ni los endocrinólogos ni los neurocientíficos están rígidamente
adheridos a estas definiciones. Para los endocrinólogos, la definición de
Starling encaja bien en las clásicas hormonas peptídicas y monoaminas, pero no
para las hormonas esteroides, las cuales pasan libremente la membrana celular y
pueden alcanzar cualquier blanco en el cuerpo por difusión a través del líquido
extravascular. En este contexto, muchos
agentes actúan en el mismo tejido que los produce, por ejemplo, las prostaglandinas en el
útero, los estrógenos en el ovario o las
hormonas “locales” en muchos tejidos. Para los neurocientíficos, la definición
de neurotransmisor también comprende su acción sobre receptores
extrasinápticos.
A partir del descubrimiento de los factores
liberadores y su identificación como péptidos, vino el reconocimiento que la
clase “neuropéptidos” se extendiera a los factores liberadores. Actualmente, se
incluyen en los neuropéptidos más de 300 péptidos diferentes expresados en
varias combinaciones en distintas subpoblaciones de neuronas a través del
cerebro. Tradicionalmente, el cerebro ha sido considerado como formado
esencialmente por neuronas homogéneas que adquieren especificidad
funcional a través de sus patrones de
conexiones y con un lenguaje común en su actividad. Ahora, en la visión actual,
el cerebro comprende una diversidad de tipos de neuronas que se expresan múltiples lenguajes. Los neuropéptidos en el
cerebro retienen los criterios de un neurotransmisor. Por ejemplo, los
neuropéptidos son liberados en las sinapsis en el cerebro. Muchas neuronas
producen péptidos y uno o más neurotransmisores y ambos son almacenados en
vesículas, pero no en las mismas vesículas. Los neurotransmisores
convencionales son almacenados en pequeñas vesículas sinápticas localizadas
específicamente en las sinapsis. Los péptidos son almacenados en vesículas
grandes distribuidas en el citoplasma de la neurona. Las vesículas sinápticas
solamente pueden ser liberadas en sitios especializados en la membrana pre-sináptica,
mientras las vesículas grandes pueden ser liberadas por el soma, dendritas,
varicosidades axonales y axones dilatados; el principal requerimiento parece
ser que ellas estén cercanas a la
membrana plasmática. Algunas vesículas
grandes están presentes en las sinapsis y generalmente alejadas del sitio de
liberación sináptico. Las vesículas
sinápticas típicamente contienen entre 1000 y 5000 moléculas de neurotransmisor y generalmente solo
una de las vesículas es liberada cuando un potencial de acción invade el
terminal sináptico. Las vesículas que almacenan péptidos, por su parte, no solo
contienen al péptido activo también contienen al precursor del péptido. En el
caso de la oxitocina y la vasopresina, los precursores tienen un peso molecular
de 23000 aproximadamente y cada vesícula contiene alrededor de 85000 de esas
moléculas. La liberación de una de estas vesículas en la hendidura sináptica
provocaría una concentración del péptido en el rango molar. Dado que los
receptores a través de los cuales actúan los péptidos tienen afinidades en el
rango nanomolar, tales concentraciones podrían no resultan excesivas para los
receptores específicos presentes, pero los neuropéptidos podrían también actuar
sobre otros receptores de péptidos presentes en el sitio.
La mayoría de las vesículas de las células
oxitocina del cerebro están localizadas en sus dendritas largas y voluminosas y
normalmente no son liberadas por actividad eléctrica sino por actividad de la
actina filamentosa intracelular. Algunos péptidos disparan la liberación de
oxitocina por estas dendritas movilizando Ca2+ de los depósitos del
retículo endoplásmico rugoso, otros péptidos, como la α-MSH, estimulan la liberación dendrítica aun cuando
se inhiba la actividad de descarga de la
neurona. Esto no significa que la actividad de descarga de potenciales nunca
libera oxitocina de las dendritas, algunos péptidos pueden disparar una
reorganización de la actina filamentosa para manejar vesículas cercanas a la
membrana plasmática donde pueden ser liberadas en respuesta a la entrada de Ca2+
mediada por canales dependientes
de voltaje. Este mecanismo subyace a un cambio en la conectividad funcional
entre las neuronas oxitocina, a través de acciones autocrinas y paracrinas que
unen la actividad funcional de una población de células oxitocina. En la lactancia, esto sirve
de soporte de su capacidad para generar estallidos de actividad sincrónicos en
respuesta a la succión del pezón, provocando la secreción pulsátil de oxitocina
que es esencial para el reflejo de eyección de la leche. Algunas regiones cerebrales distantes de los sitios de síntesis
de oxitocina contienen plexos densos de fibras que contienen oxitocina y su
liberación por las varicosidades axonales tiene una importante acción local en
la región cerebral más que directamente en las neuronas adyacentes.
La oxitocina y la vasopresina pueden ser
excepcionales en el tamaño de sus vesículas. En el SNC, también hay vesículas que son más pequeñas que estas, con un volumen de
aproximadamente 1/8 de las vesículas típicas que contienen oxitocina y
vasopresina, con un contenido significativamente menor de péptidos. De acuerdo
con la hipótesis de difusión local, los neuropéptidos liberados por la mayoría
de neuronas pueden actuar localmente sobre células cercanas al sitio de
liberación. Sin embargo, cualquier neurona tiene un gran
potencial de sitios de liberación, incluyendo sus varicosidades axonales, por
lo que un amplio número de neuronas están expuestas al péptido secretado. Una
importante demostración de las acciones remotas de los neuropéptidos deriva de
los estudios del núcleo supraquiasmatico (NSQ) del hipotálamo. Las lesiones de
este núcleo en hamsters provocan disrupción de los ritmos circadianos de la conducta que persisten en oscuridad
constante. En los hamsters lesionados, la ritmicidad circadiana puede ser
restaurada por trasplante de fragmentos de NSQ neonatal en el tercer
ventrículo.
Los neuropéptidos también actúan como
neuromoduladores que afectan la excitabilidad neuronal, alterando las
respuestas de las neuronas a los neurotransmisores. Muchos neuropéptidos
afectan la expresión de genes en sus células blancos, incluyendo los efectos de
la GnRH sobre la expresión de gonadotropinas en la hipófisis anterior, los
efectos de la hormona liberadora de tirotropina (TRH) sobre la expresión de
hormona estimulante de la tiroides (TSH) y los efectos de la hormona liberadora
de hormona del crecimiento (GHRH) sobre la expresión de hormona de crecimiento.
Ciertamente, muchos péptidos influyen en la excitabilidad neuronal y algunos de
ellos pueden alterar la conectividad funcional. Por ejemplo, los terminales del
nervio esplácnico que inervan la médula adrenal liberan PACAP (pituitary
adenylate cyclase-activating polypeptide) y acetilcolina. Ambos transmisores
regulan la liberación de catecolaminas por las células cromafines, pero el
PACAP es liberado solamente en altas frecuencias, utilizando mecanismos
secretores distintos a los de la acetilcolina. Durante el estrés prolongado, el
PACAP mantiene la síntesis de catecolaminas a través de la inducción de
tiroxina hidroxilasa y PNMT (phenylethanolamina N-methyltransferase), y aumenta
la transcripción de otras moléculas que se encuentran en las células
cromafines. Por otra parte, algunos neuropéptidos regulan el flujo sanguíneo
local, otros como la oxitocina, pueden regular la morfología de las células
gliales y la leptina y la hormona liberadora de corticotropina (CRH) modulan la
sinaptogénesis.
Las neuronas parvocelulares del núcleo
paraventricular del hipotálamo regulan la secreción de ACTH. Estas neuronas
normalmente regulan la secreción de hormona adrenocorticotropa (ACTH) vía
liberación de CRH; pero después del estrés crónico, la expresión de CRH
disminuye mientras la de vasopresina, en las mismas neuronas, aumenta marcadamente. Entonces, el fenotipo
peptidérgico de estas neuronas es plástico, las neuronas CRH se vuelven
neuronas vasopresina con marcadas consecuencias para la regulación del eje del
estrés. Por otra parte, las neuronas dopaminérgicas tuberoinfundibulares que
regulan la secreción de prolactina, exhiben similar plasticidad. En la
lactancia, estas neuronas cesan la liberación de dopamina y liberan el péptido
leu encefalina, un cambio que sirve de soporte a la secreción de prolactina en la lactancia.
El rol de un péptido mensajero puede ser
ejercido a través de la regulación de su
liberación dependiente de actividad o regulando su síntesis o su disponibilidad
por la sensibilidad de sus blancos. Un ejemplo clásico de lo último es la
importancia de los cambios en la expresión del receptor de oxitocina en el
útero durante el parto. En todos los mamíferos, la secreción de oxitocina
aumenta durante el parto y actúa sobre un útero preparado por un masivo
incremento en la expresión de receptores de oxitocina. En vista que las
concentraciones circulantes de oxitocina son mucho más bajas en humanos que en
los mamíferos pequeños, la importancia del nivel de expresión de los receptores
en los tejidos blancos es correspondientemente mayor. Entre las funciones conductuales mejor
conocidas de los péptidos están las correspondientes a oxitocina y vasopresina
en varias facetas de conducta social. Estas conductas dependen críticamente de
la liberación en el cerebro de oxitocina y vasopresina.
La cantidad de péptido liberada en respuesta
a la despolarización eléctrica depende del patrón de estimulación, el número de
vesículas disponibles para liberación y su localización precisa. Las
terminaciones nerviosas de los axones que llegan a la hipófisis posterior
contienen un pool de vesículas “fácilmente liberables”. Después de un período
de privación de agua, el contenido de la glándula es severamente depletado y en
estas condiciones, la estimulación eléctrica
de la glándula libera oxitocina y vasopresina en proporción directa con
el contenido de la glándula. Cuando una vesícula sináptica que contiene un neurotransmisor
convencional libera su contenido, hay un abundante “stock” de vesículas disponibles
para suplir al pool liberable, y los mecanismos de recaptación recuperan
neurotransmisor del líquido extracelular para rellenar las vesículas vacías y
hacerlas disponibles para un re-uso rápido. Por el contrario, las vesículas
grandes que contienen péptidos no pueden ser re-usadas y deben ser reemplazadas
por nuevas vesículas. Entonces,
cualquier activación aguda de secreción de péptido implica un ciclo de
depleción y repleción. Cualquier incremento en la tasa de secreción debe ser
compensado por un incremento en tasa de síntesis de péptido y producción de
vesículas, y las nuevas vesículas deben ser transportadas del cuerpo celular a
los sitios de liberación, un proceso que puede tomar varias horas. Pero la
disponibilidad de péptido almacenado no es el único factor que determina cuanto
es secretado en respuesta al estímulo, otros factores pueden alterar el
acoplamiento estímulo-secreción. Las células oxitocina del hipotálamo, por ejemplo, expresan
dinorfina, un péptido co-almacenado con la oxitocina en las vesículas
neurosecretoras, pero en una cantidad mucho menor, que actúa sobre receptores
opioides κ en sus terminales nerviosos como regulador por retroalimentación
negativa del acoplamiento estímulo-secreción. En el embarazo, la expresión de
dinorfina es regulada al alza y el incremento en la retroalimentación negativa
contribuye a la acumulación progresiva de oxitocina en la hipófisis posterior
en preparación para el parto. El
contenido de la glándula aumenta aproximadamente tres veces sin un incremento
aparente en el nivel de expresión de mARN de oxitocina.
Cuando consideramos las acciones de los
neuropéptidos liberados por las neuronas en el cerebro reconocemos tres modos
de acción. Los neuropéptidos actúan como autoreguladores de la actividad
neuronal, como reguladores paracrinos de poblaciones agregadas de neuronas y
como reguladores neurohormonales de poblaciones distantes de neuronas.
Comúnmente, las neuronas expresan autoreceptores para los péptidos que liberan.
Por ejemplo, la dinorfina que es co-almacenada con oxitocina y liberada por las células oxitocina, es un
regulador de retroalimentación negativa de la secreción de oxitocina por los
terminales nerviosos de la hipófisis. Las células vasopresina magnocelulares
también expresan dinorfina, co-almacenada con la vasopresina en las vesículas
neurosecretoras. Para estas células, la dinorfina también es un autoregulador,
pero en este caso de la actividad eléctrica. Las células oxitocina también
expresan receptores de oxitocina y las células vasopresina expresan también
expresan receptores de vasopresina, pero en ambos casos su actividad funcional
es bastante elusiva; porque los receptores son internalizados después de la
unión del ligando y porque hay una alta concentración de estos péptidos en el
espacio extracelular alrededor de las células magnocelulares, lo cual provoca
que normalmente hay pocos receptores
libres disponibles en la membrana para
la unión del ligando. Para las células oxitocina, estos receptores son
funcionalmente efectivos solo cuando son liberadas grandes cantidades de
oxitocina. Durante la lactancia, la oxitocina liberada por las dendritas de las
neuronas oxitocina en respuesta a la succión del pezón une la población de
células oxitocina vecinas, para generar brotes de actividad sincrónicos. Esto
puede ser considerado como un ejemplo de retroalimentación positiva, pero la
retroalimentación negativa también puede unir a una población de células. En
las células vasopresina magnocelulares, la vasopresina liberada por las dendritas es un inhibidor de la actividad
eléctrica, actúa como una “señal de población” que permite que cada célula
tenga su propio nivel de actividad en la población completa. Por otra parte, los neuropéptidos en el
cerebro, generalmente no son eliminados del espacio extracelular por mecanismos
de captación y la degradación enzimática es relativamente baja. Ellos no viajan
por difusión en el cerebro, sino por el flujo continuo del líquido extracelular
terminando en el líquido cerebroespinal (LCE) donde son aclarados. La oxitocina y la vasopresina son degradadas
en los tejidos cerebrales por aminopeptidasas específicas unidas a la membrana
como la enzima PLAP. Ellas son liberadas en cantidades equimolares con sus
respectivas neurofisinas, las cuales son grandes fragmentos de sus moléculas precursoras
y no son degradadas enzimáticamente en el cerebro. Las concentraciones de
oxitocina y vasopresina en el LCE son aproximadamente 10 veces mayores que las
concentraciones basales en el plasma.
En conclusión, la
señal de neuropéptidos en el cerebro involucra primariamente mecanismos
autocrinos, paracrinos y neurohormonales que no dependen de la conectividad
sináptica sino de mecanismos análogos a la secreción de las clásicas células
endocrinas.
Fuente: Leng G
(2018). The endocrinology of the brain. Endocrine Connections 7: R275-R285.