Endocanabinoides y tracto gastrointestinal
La planta
Cannabis sativa es la droga ilícita más comúnmente usada para propósitos
recreacionales en el mundo. Actualmente, muchos pacientes usan cannabis para obtener alivio en una amplia variedad de síntomas, comúnmente
de origen gastrointestinal (GI), particularmente náuseas y dolor. La eficacia
terapéutica de la cannabis en el tratamiento de la disfunción GI se debe a que
el tracto GI expresa receptores canabinoides y N-araquidonoiletanolamina
(anandamida, AEA) y 2-araquidonoilglicerol (2-AG), sus ligandos endógenos mejor
caracterizados. Clásicamente, los receptores canabinoides conjuntamente con
AEA, 2-AG y las enzimas que sintetizan y degradan canabinoides forman el
sistema endocanabinoide (SEC). Sin embargo, a partir de 1995, el término
endocanabinoide (EC) ha sido ampliado
para incorporar a otros ligandos endógenos recientemente identificados como
2-araquidonoilglicerol éter (noladin éter, N-araquidonoil-dopamina (NADA) y
O-araquidonoiletanolamina (virodamina). Por
otra parte, en años recientes, han sido descritos varios mediadores derivados
de lípidos, estructuralmente relacionados con los EC clásicos. Estos análogos
incluyen a N-linoleyletanolamina (LEA), N-oleoiletanolamina (OEA),
N-palmitoyletanolamina (PEA) y N-estearoiletanolamina (SEA), los cuales actúan
sinérgicamente con los EC clásicos.
A diferencia de otros mediadores, los EC y
sus congéneres no son almacenados en vesículas citoplasmáticas, sino que son
sintetizados “por demanda” a partir de precursores de membrana. Después de su
liberación en el espacio extracelular, estos compuestos de vida media corta,
son rápidamente removidos por transportadores de membrana y degradados por
enzimas específicas. Los EC son capaces de ejercer sus múltiples actividades a
través de la unión con un gran número de receptores que aún no han sido
identificados completamente. Los receptores mejor caracterizados son los
receptores canabinoides tipo 1 y 2 (CB1 y CB2), dos receptores acoplados a
proteína expresados en los sistemas nerviosos
central y periférico, así como también
en numerosas células no neurales. El CB1 es responsable de los clásicos
efectos psicotrópicos de la marihuana y es expresado principalmente en el
sistema nervioso central (SNC). En el tracto GI, el CB1 es expresado en los
plexos mientérico y submucoso del
sistema nervioso entérico, principalmente por motoneuronas, interneuronas y
neuronas aferentes primarias, pero también por células epiteliales. Por el
contrario, el CB2 exhibe una distribución predominantemente periférica, con la
más alta tasa de expresión en células del sistema inmune,
aunque también se encuentra en neuronas entéricas. Los EC y los compuestos
relacionados también exhiben varios efectos mediados por receptores no CB1/CB2, con diferente afinidad. El
receptor orfan acoplado a proteína G 55
(GPR55), identificado en 1999, ha sido propuesto como el tercer receptor CB,
aunque no ha sido estudiado muy extensamente. Uno de los receptores no CB mejor
caracterizado para EC es el receptor transitorio potencial vanilloid tipo 1
(TRPV1), localizado principalmente en las fibras nerviosas aferentes primarias.
El TRPV1, originalmente identificado como receptor para la capsaicina, es activado por NADA y AEA tan efectivamente
como la capsaicina. La AEA es un agonista completo de receptores TRPV1, pero
también ejerce efectos indirectos a través de su unión con el CB1. Por otra
parte, algunos EC se unen a receptores activados por el proliferador de peroxisomas
(PPAR).
Los compuestos similares a EC, como las
N-acetiletanolamidas (NAE), tienen semejanza estructural con los EC clásicos,
pero no exhiben actividad sobre receptores CB. Sin embargo, estos compuestos
exhiben algunas actividades biológicas y rutas biosintéticas similares a las de
los EC típicos, particularmente AEA. La síntesis de AEA está acoplada con la formación de PEA, OEA y
LEA. Aunque OEA y PEA no activan directamente a los CB, indirectamente
potencian la señal EC compitiendo con los EC por la degradación enzimática o
incrementando la afinidad por su receptor. PEA y OEA pueden reducir el
catabolismo de AEA y por consiguiente aumentar la concentración de EA. Por otra
parte, PEA y OEA son capaces de aumentar los efectos de la AEA sobre receptoresTRPV1.
Estos compuestos están involucrados en una variedad de funciones incluyendo el
control de la ingesta de alimentos, la neuroprotección y la inhibición del
dolor y la inflamación. Los niveles de
PEA aumentan en los tejidos inflamados, posiblemente como un efecto protector
debido a sus propiedades analgésicas y anti-inflamatorias.
En tracto GI de humanos y animales, los EC
ejercen marcados efectos antipropulsivos mediados principalmente por una
reducción en la liberación de acetilcolina a través de la activación de
receptores CB1 presinápticos. Adicionalmente, las evidencias recientes sugieren
que los efectos de los EC sobre la motilidad GI están relacionados con la
inhibición de todos los componentes del reflejo peristáltico. En paralelo con
la inhibición de la liberación de acetilcolina, los agonistas CB1inhiben
significativamente la liberación de sustancia P y péptido intestinal vasoactivo
(VIP), los cuales inhiben la contracción ascendente y la relajación descendentes del reflejo
peristáltico, respectivamente. Estas líneas de evidencias sugieren que los EC
son capaces de reducir significativamente la contractilidad del músculo liso,
principalmente a través de la unión con CB1. El receptor CB2 no parece tener un
rol importante en el control de la motilidad intestinal en condiciones
fisiológicas. Sin embargo, en modelos animales, los agonistas CB2 inhiben la
motilidad intestinal en condiciones fisiopatológicas asociadas con inflamación
intestinal.
El rol de los EC en la regulación de la
inflamación intestinal ha sido confirmado por la evidencia que el tratamiento
farmacológico con inhibidores de la enzima ácido graso amida hidrolasa (FAAH),
la cual convierte EC en ácido araquidónico,
previene el desarrollo de colitis en roedores. En modelos animales,
estos efectos son dependientes de CB1 y
CB2. Por otra parte, los estudios en humanos demuestran un significativo
incremento en la expresión de CB y niveles de EC en condiciones inflamatorias crónicas,
incluyendo enfermedad intestinal inflamatoria, diverticulítis y enfermedades
celíacas.
El efecto mejor documentado de los EC
es el control de la sensibilidad
visceral y los tratamientos basados en fitocanabinoides han sido usados por mucho tiempo para controlar el
dolor crónico. En años recientes, varios estudios han dilucidado el mecanismo
molecular por el cual los EC son capaces de reducir el dolor visceral. La
reducción del umbral de la sensibilidad visceral a la distención colorectal
es dependiente de CB1 y CB2. Los receptores CB1 y TRPV1 están
íntimamente conectados y el CB1 es
capaz de inhibir la actividad TRPV1 directa
e indirectamente. La interconexión entre las rutas de señalización canabinoide
y vanilloid puede tener un rol importante en la hiperalgesia visceral.
En conclusión, el sistema EC es una ruta de
señalización endógena involucrada en el
control de varias funciones GI a nivel
central y periférico. En el tracto GI, los EC tienen un rol importante en la
regulación de la motilidad, secreción y sensibilidad, pero los EC también están
involucrados en la regulación de la inflamación intestinal. La interacción
entre las rutas de señalización canabinoide y vanilloid puede tener un rol
importante en la hiperalgesia visceral.
Fuente: Pesce M
et al (2018). Endocannabinoid-related compounds in gastrointestinal diseases.
Journal of Cellular and Molecular Medicine 22: 706-715.
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