Antibióticos, microbioma intestinal y obesidad
Los antibióticos
son considerados como las “drogas milagrosas”
que revolucionaron la medicina desde su introducción hace más de un
siglo. El tratamiento con antibióticos de las enfermedades infecciosas
bacterianas ha reducido marcadamente la morbilidad y la mortalidad. Sin
embargo, con el incremento en el uso de antibióticos, no solo aumentó la
resistencia a los antibióticos sino que también aumentaron otros potenciales
efectos de los antibióticos sobre la salud humana, incluyendo el desarrollo de
obesidad.
El intestino humano está colonizado por una
variedad de microorganismos, incluyendo bacterias, virus y protozoarios, los
cuales colectivamente son conocidos como el microbioma intestinal. El número de
bacterias en particular es tan grande que es casi igual al número de células humanas. La colonización del
intestino comienza antes del nacimiento y es influenciado por una variedad de factores dietéticos y
ambientales. Hay evidencia que el microbioma intestinal tiene muchos efectos en
los procesos fisiológicos del huésped. La disbiosis (desbalance en la
microbiota intestinal) está relacionada con el desarrollo de obesidad por
múltiples mecanismos, a través de efectos directos en el intestino o
indirectamente en órganos distales. Las bacterias son capaces de degradar los polisacáridos no digeribles
(fibra) hasta ácidos grasos de cadena corta (AGCC), los cuales
proporcionan 80-200 kcal/d de energía en
adultos normales. La disbiosis (por ejemplo, un incremento de 20% en Firmicutes y la correspondiente disminución
de 20% en Bacteroidetes) puede
resultar en 150 kcal/d de energía
adicional. Los AGCC también modulan la secreción de hormonas intestinales
(GLP-1 y péptido YY), las cuales influyen directamente en la ingesta de
alimentos. Adicionalmente, las bacterias intestinales tienen un efecto sobre el
metabolismo de ácidos biliares que resulta en una reducción en el número de
bacterias que protegen contra la obesidad. Los ácidos biliares actúan como
ligandos del receptor nuclear farnesoid X (GXR) y el receptor de ácidos
biliares acoplado a proteína G 5 (TGR5),
involucrados en la regulación de la secreción de hormonas intestinales, así
como también en el metabolismo de la glucosa y los lípidos.
El microbioma intestinal también tiene la
capacidad para alterar la mucosa
intestinal, lo cual incrementa la exposición del sistema inmune del huésped a
productos bacterianos. El incremento en ciertas bacterias y por
consiguiente una mayor concentración de
sus lipopolisacáridos (LPS) de membrana provoca una condición conocida como
endotoxemia metabólica. La endotoxemia, y por lo tanto el incremento en la permeabilidad intestinal, está asociada
con la inflamación, lo cual a su vez resulta en ganancia de peso, hiperglucemia
en ayunas e hiperinsulinemia. La disbiosis también reduce la producción de la
proteína similar a angiopoyetina 4 (ANGPTL4), que inhibe a la lipoproteína
lipasa, provocando un exceso de depósito
de triglicéridos en tejido adiposo,
páncreas e hígado. Otros efectos metabólicos de las bacterias intestinales son
causados por cambios en la conducta, incluyendo modulación del apetito, la
ingesta de alimentos y el gato de energía.
La mayor parte de la información que relaciona
al microbioma intestinal con la obesidad proviene de estudios en ratones. Uno de los
primeros estudios indica que el trasplante
de microbioma intestinal obesogénico a ratones libres de gérmenes resulta en un incremento de tres veces la
masa grasa en comparación con ratones
que recibieron microbioma intestinal de donadores delgados. Más recientemente,
otro estudio reporta que la introducción de microbiota fecal de un adulto con
sobrepeso a ratones libre de gérmenes con peso normal resultó en una rápida
ganancia de peso en el ratón. Sin embargo, los ratones tratados con microbiota
fecal de un adulto delgado, mantuvieron su peso normal. En este contexto, está demostrado que los humanos obesos tienen menos Bacteroides thetaiotaomicron
(bacteria que fermenta glutamato) en su intestino con un incremento asociado en
la concentración plasmática de glutamato. La transferencia de B.
thetaiotaomicron provoca una reducción en los niveles plasmáticos de glutamato,
reduciendo significativamente la masa grasa total e incrementando la masa magra
en ratones con una dieta normal y previniendo la ganancia de peso y la
adiposidad en ratones con una dieta rica en grasas. Por otra parte, la cirugía
bariátrica altera el microbioma intestinal incrementando el número de B.
thetaiotaomicron. Como resultado, hay una reducción asociada en los niveles
circulantes de glutamato y alteraciones en los parámetros metabólicos
incluyendo resistencia a la insulina.
Los estudios sobre la composición del
microbioma intestinal han demostrado que hay diferencias entre la taxa bacteriana en individuos delgados y
obesos. Los estudios de intervención dietética revelan que las dietas
restrictivas resultan en una reducción de la diversidad de la microbiota
intestinal y bacterias productoras de butirato (Firmicutes, Lactobacillus spp y
Bifidobacterium spp), lo cual está asociado con deficiencia de macronutrientes
más que con pérdida de peso. Los datos de la cirugía bariátrica indican una
reducción similar en las bacterias productoras de butirato, dependiendo de la
técnica quirúrgica usada. Esto puede resultar en una reducción de la energía
derivada de alimentos y la producción de AGCC, lo cual provoca una reducción en
la gluconeogénesis y la lipogénesis. Los estudios sobre el uso de probióticos
como intervención de la microbiota intestinal tienen resultados conflictivos,
pero en general demuestran una reducción de la grasa corporal. Por otra parte, los estudios sobre
prebióticos indican que estos compuestos son capaces de promover cambios en la
composición y la función de la microbiota intestinal. Los prebióticos incrementan
el número de Bifidobacterium spp y otros productores de butirato, provocando
alteraciones metabólicas y en la barrera intestinal contra patógenos. Sin embargo,
la intervención de los prebióticos es afectada por la composición de la
microbiota intestinal y la ingesta de fibras. El prebiótico inulina enriquecido
con oligofructosa altera la microbiota intestinal (principalmente incrementando
el número de Bifidobacterium spp y disminuyendo el número de Bacteroides vulgaris), provocando una disminución de peso
y adiposidad, así como también mejorando la inflamación sistémica y el
metabolismo de lípidos.
Los estudios recientes en humanos han
demostrado que los antibióticos son capaces en corto plazo de alterar el
microbioma intestinal reduciendo la diversidad de taxa bacteriana. Los efectos
a largo plazo de los antibióticos sobre la composición de la microbiota intestinal son más
variables, con estudios que reportan diferencias en la respuesta inter e
intra-individuos al mismo antibiótico. Aunque hay una alta prevalencia del uso de antibióticos en niños, hay muy
pocos estudios sobre su efecto en el desarrollo del microbioma intestinal. El
tipo de antibiótico usado, su ruta de administración y la edad del sujeto
influyen en los efectos sobre el microbioma intestinal. Adicionalmente, la
dieta, el estilo de vida, el uso de otros medicamentos y productos como los
probióticos complican la situación.
Los antibióticos han sido asociados con
disbiosis, la cual ha sido involucrada en la obesidad. Los mecanismos por los
cuales los antibióticos modulan la ganancia de peso no están claros, pero hay
varias hipótesis; (i) incrementan la capacidad de las bacterias intestinales
para extraer energía a partir polisacáridos indigeribles, (ii) reducen el
número de bacterias que protegen
metabólicamente contra la obesidad, (iii) alteran la lipogénesis hepática, (iv)
reducen la defensa e inmunidad intestinal. Desde los años 50, los antibióticos
son incorporados en alimentos y agua para cerdos, vacas y pollos como un método
efectivo para aumentar el crecimiento, especialmente la ganancia de peso. Esta
práctica ha sido ampliamente adoptada en muchos países y diferentes
antibióticos han sido usados para este propósito. En estos animales, la
exposición a temprana edad a los
antibióticos tiene un efecto mayor sobre la ganancia de peso que si la
exposición ocurre a mayor edad.
La evidencia obtenida en estudios con
modelos animales sugiere una relación directa entre el tratamiento con dosis
bajas de antibióticos y cambios en la composición del cuerpo. Uno de los
estudios demostró que la administración de dosis subterapéuticas de
antibióticos incrementa la adiposidad en ratones jóvenes y también altera el
microbioma intestinal. Los autores reportan que las dosis bajas de antibióticos
aumentan los efectos de una dieta rica en grasas sobre el desarrollo de obesidad en ratones. Los
estudios epidemiológicos recientes en
niños sanos han proporcionado evidencia que el uso de antibióticos está
asociado con obesidad. Estos estudios reportan que la exposición a antibióticos
en la vida temprana está relacionada con un incremento del índice de masa corporal y una mayor prevalencia de
obesidad en niños sanos. Este efecto es
más marcado en niños tratados en los primeros seis meses de vida o tratados con
antibióticos de amplio espectro. Por el contrario, dos estudios recientes
sugieren que no hay evidencia que los antibióticos tengan algún efecto sobre la
ganancia de peso o el desarrollo de obesidad en niños.
Alternativamente, la infección más que los
antibióticos podría ser el factor que contribuye al desarrollo de obesidad. Si
la infección causa obesidad, se debe considerar, además de las bacterias, a los virus y otros organismos patógenos como
agentes causales de obesidad. El concepto “infectobesidad” no es nuevo y ha
sido estudiado en modelos animales en las últimas dos décadas. Al menos diez
diferentes virus han sido reportados como causantes de obesidad en animales.
Sin embargo, el rol de estos virus en desarrollo de obesidad en humanos no está
claro.
En conclusión, hay datos que sugieren un rol
de los antibióticos en el desarrollo de obesidad en modelos animales, pero la
evidencia en humanos aun no es concluyente. Los niños de corta edad pueden ser
particularmente vulnerables a los efectos promotores de ganancia de peso de los
antibióticos a través de alteraciones en el microbioma intestinal.
Fuente: Leong KSW
et al (2018). Antibiotics, gut microbiome and obesity. Clinical Endocrinology
88: 185-200.
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