Nicotina e ingesta de alimentos
La ingesta de alimentos es un proceso
fisiológico complejo necesario para la supervivencia y es afectado por mecanismos homeostáticos y
la palatabilidad de alimentos. Los mecanismos homeostáticos involucrados en la regulación de la ingesta de alimentos y el gasto de
energía incluyen factores endocrinos como las hormonas liberadas por el
páncreas, las células neuroendocrinas
gastrointestinales y el tejido
adiposo, así como reflejos intestino /cerebro activados a través del sistema
nervioso autónomo por señales periféricas de más de veinte hormonas
reguladoras. Las aferentes neurales y las señales hormonales de la periferia
son integradas con circuitos neuronales
localizados en el sistema nervioso central (SNC) implicados la
regulación del apetito y el control del balance energético. El hipotálamo y el
núcleo del tracto solitario en el tallo cerebral son las principales regiones
del cerebro responsables del control de la homeostasis energética, mientras las
neuronas dopaminérgicas mesolímbicas y otras áreas cerebrales, involucradas en
la motivación y la emoción, están a cargo de los aspectos hedónicos de la
ingesta de alimentos. Las neuronas hipotalámicas se proyectan a regiones extra-hipotalámicas como la amígdala
y el núcleo del lecho de la estría terminal (BNST), estableciendo conexiones
entre el metabolismo y la conducta alimenticia.
Hay dos áreas neuronales en el hipotálamo
identificadas como reguladoras de la ingesta de alimentos: el hipotálamo
ventromedial (HVM), reconocido como centro supresor del apetito, y el
hipotálamo lateral (HL), involucrado en la estimulación del apetito. El núcleo
arqueado (ARC) o infundibular, es otra región hipotalámica con funciones
relevantes en el control de la ingesta de alimentos. El ARC está localizado en el HVM y se caracteriza por la presencia
de dos distintas, pero intermezcladas, poblaciones neuronales con efectos
opuestos sobre la conducta alimenticia: las neuronas proopiomelanocotina (POMC)
que contienen POMC y transcripto regulado por cocaína y anfetamina (CART),
anorexígenas, y las neuronas neuropeptido Y (NPY)/péptido relacionado con el
agouti (AgRP), orexígenas. La localización de estas neuronas y la rica
inervación de esta área permiten un
fácil acceso de señales de órganos
periféricos y de múltiples partes del SNC que hacen que las neuronas POMC y
NPY/AgRP integren señales periféricas y centrales para modular la conducta alimenticia. La
activación directa de las neuronas que POMC suprime el apetito a través de la
liberación de hormona estimulante de
melanocitos –α (α-MSH), un producto de la POMC; mientras, las neuronas AgRP
inhiben las neuronas POMC posiblemente a través del bloqueo directo de los receptores melanocortina (MCR).
Los sujetos fumadores de tabaco pierden peso
en comparación con individuos no fumadores
del mismo sexo y edad. Por el contrario, el cese del fumado está asociado
con incremento en la ingesta de alimentos, disminución en la tasa metabólica y
concomitantemente ganancia de peso. Adicionalmente, en el primer año después del
cese del fumado de cigarrillo, los individuos ganan en promedio 10 libras. Esta
ganancia de peso durante la abstinencia
representa un obstáculo en el cese del fumado
porque sirve como factor de motivación para volver al uso del tabaco.
La regulación de la alimentación y el
metabolismo energético involucra dos circuitos cerebrales interactuantes: un
sistema centrado en el hipotálamo y un sistema hedónico compuestos por
circuitos cortico-límbico-estriado. Varios estudios han demostrado que la
nicotina reduce el peso corporal incrementando el gasto energético e inhibiendo
el consumo de alimentos y que estos efectos son resultado del rol modulador de
la nicotina en los procesos metabólicos y los circuitos recompensa. Los
estudios en roedores demuestran que la nicotina ejerce efectos placenteros
similares, aunque más débiles, que la cocaína y otras drogas adictivas. Más
aún, la administración subcutánea continua de nicotina en ratas obesas por
dieta rica en grasas reduce la ingesta de alimentos y suprime la ganancia de peso, lo que indica
que los efectos de la nicotina son el
resultado de su rol modulador sobre los procesos metabólicos y los circuitos
recompensa. La nicotina ejerce sus efectos sobre la homeostasis energética a través de receptores colinérgicos
nicotínicos (nACHR). Los nACHR son expresados ampliamente en los sistemas nerviosos central y
periférico, particularmente en el hipotálamo, y su activación altera la expresión, secreción o función de neuropéptidos que regulan el apetito y la ingesta de alimentos, y por lo tanto,
modulan la homeostasis energética y la
conducta alimenticia. Los nACHR también se encuentran en áreas cerebrales
involucradas en la motivación y la
recompensa y por lo tanto podrían estar involucrados en las acciones de la nicotina sobre aspectos hedónicos de la ingesta de
alimentos. Los nACHR son canales iónicos
activados por ligando que comprenden cinco subunidades transmembrana,
las cuales pueden estar arregladas en
combinaciones αβ (α2-α7 y β2-β4; por
ejemplo α3β4). Un estudio de hibridización in situ reporta que hay moderados a
altos niveles de expresión de α4, α7 y
β2 en el hipotálamo, lo cual sugiere que estas subunidades de nACHR pueden
estar involucradas en la regulación del
control del apetito por la nicotina. La nicotina también cambia los niveles de
ciertos péptidos en la periferia, a través de la activación de nACHR localizados en rutas aferentes vagales
gustativas, viscerales y nociceptivas, las cuales también juegan un rol
funcional en la capacidad de la nicotina
para alterar la ingesta de alimentos.
La homeostasis en los mamíferos es un
intrincado proceso dirigido a mantener un delicado balance entre ingesta de
alimentos, gasto de energía y actividad termogénica. La mayoría de reacciones
químicas en la célula procuran hacer disponible la energía de los alimentos
para los diversos sistemas fisiológicos. Toda la energía de los alimentos como
carbohidratos, grasas y proteínas puede ser oxidada en las células, y durante
este proceso son liberadas grandes cantidades de energía con el objetivo de
producir adenosina trifosfato (ATP). El ATP es un compuesto lábil con una estructura caracterizada por la presencia de
dos radicales fosfato con enlaces de alta energía, aproximadamente 12000
calorías en las condiciones fisiológicas usuales en el cuerpo humano. Por lo
tanto, la remoción de cada radical en el cuerpo libera aproximadamente 12000
calorías de energía. Si se pierde solo uno de esos enlaces, el ATP se
convierte en adenosina difosfato (ADP).
Cuando el segundo fosfato es liberado,
el ATP se convierte en adenosina monofosfato (AMP). La energía proporcionada
por el ATP no es calor, sino energía para la conducción de impulsos nerviosos,
para el transporte activo de moléculas, para causar movimientos mecánicos en el caso del músculo esquelético o para
concentrar solutos en el caso de la
secreción glandular.
La homeostasis energética también
depende de la actividad termogénica. El
tejido adiposo marrón (TAM) es crítico para la producción de calor por
termogénesis adaptativa (o termogénesis sin escalofríos) a través del
desacoplamiento mitocondrial. El tejido adiposo marrón y el tejido adiposo
beige son órganos cruciales en la
termogénesis facultativa (respuesta aguda)
y tienen una gran plasticidad para responder a cambios de larga duración (Ej: adaptación
al frío). Las mitocondrias del TAM se diferencian de su contraparte en otros tejidos en que la producción de ATP
no es su rol fisiológico primario. La membrana interna de las mitocondrias del TAM
está cargada con la proteína desacopladora-1 (UCP1). Cuando es activada,
la UCP1 permite que los protones en el espacio intermembrana re-entren a la matriz mitocondrial sin generar ATP. Como consecuencia, el calor
es generado a partir de la
combustión de sustratos disponibles y es
distribuida al resto del cuerpo a través de la circulación.
La termogénesis por UCP1 en el TAM es
disparada por la liberación de noradrenalina en los terminales nerviosos
simpáticos regulados por el hipotálamo. Por otra parte, la exposición
aguda o crónica a la nicotina regula
hacia arriba la termogénesis en el TAM. La nicotina incrementa la actividad de
la lipoproteína lipasa, mejora el perfil lipídico en ratas a través de la
disminución de colesterol y
lipoproteínas de baja densidad e inhibe la sintetasa de ácidos grasos en cultivos de adipocitos. Más aún, la
microinyección de nicotina (0,5 mg/kg) en el área preóptica (APO) o el
hipotálamo dorsomedial (DMH), pero no en el núcleo paraventricular (NPV) de
ratas, incrementa la actividad simpática y la temperatura en el TAM a través de
la activación de receptores de hormona
liberadora de corticotropina tipo 1
(CRHR1), lo cual sugiere que uno de los mecanismos por los que la nicotina
afecta la homeostasis energética es provocar la termogénesis del TAM en el
hipotálamo. En este contexto, es necesario destacar que la nicotina lleva a cabo algunas acciones a través del opioide endógeno encefalina, la
cual ha sido implicada en el proceso de “marronización”, donde la grasa blanca
se convierte en grasa marrón. Considerando que la grasa marrón es metabólicamente activa y provoca mayor
utilización de energía y por
consiguiente pérdida de peso corporal, es posible que la nicotina cause un
incremento en la expresión de encefalinas en las células grasas, induciendo
mayor proporción de conversión de grasa blanca en grasa marrón. La nicotina,
además de incrementar la termogénesis en el TAM, también incrementa su masa a
través del sistema nervioso adrenérgico.
El tejido adiposo blanco (TAB) juega un rol
crítico en el mantenimiento de la
homeostasis energética a través de la secreción de adipoquinas, las cuales
interactúan con órganos centrales y periféricos como cerebro, hígado, páncreas
y músculo esquelético para controlar el metabolismo de carbohidratos y lípidos,
el gasto de energía y la conducta alimenticia. La adiponectina es una
adipoquina secretada por el TAB, presente en altas concentraciones en la
circulación, que se correlaciona negativamente con el peso corporal, la masa
grasa del cuerpo, el grado de resistencia a la insulina y la reducción de
peso en individuos obesos. En roedores,
la administración central de adiponectina provoca una significativa pérdida de
peso y de masa grasa como
consecuencia del incremento en el gasto
de energía (estimulación de la oxidación de lípidos por acción periférica sobre
músculo esquelético e hígado) independiente de ingesta de alimentos y
consistente con sus efectos mediados
centralmente. Por otra parte, los
estudios que han evaluado el efecto de la nicotina sobre la función de los adipocitos,
revelan la presencia de nACHR en el tejido adiposo y que la exposición a corto
o largo plazo a la nicotina estimula la
secreción de adiponectina en el medio de
cultivo, lo cual sugiere que la nicotina modula la ingesta de alimentos y el peso corporal, al menos en parte,
incrementando la secreción de
adiponectina a través de la activación de nACHR. Los estudios clínicos
demuestran que los niveles plasmáticos promedio de adiponectina aumentan
significativamente después de cuatro meses de abstinencia de nicotina. Más aún,
los niveles plasmáticos de adiponectina
se relacionan directamente con la
ganancia de peso después del cese del
fumado, lo cual sugiere que la nicotina regula el peso corporal controlando la
homeostasis del tejido adiposo.
La nicotina regula muchos procesos del balance energético a través de la
modulación de las acciones de la proteína quinasa activada por AMP
(AMPK). La AMPK integra señales hormonales y nutritivas en hipotálamo y órganos periféricos. Activada en un estado de bajo balance
energético, la AMPK estimula la conducta alimenticia modulando la oxidación de
ácidos grasos en las mitocondrias en el hipotálamo y su actividad es regulada
por cambios en la expresión de neuropéptidos en el ARC. Por ejemplo, el
AgRP incrementa la actividad de la AMPK en el hipotálamo, mientras es inhibida
por la leptina en ARC y NPV, y por la
insulina en múltiples áreas del hipotálamo. La nicotina regula hacia abajo la
actividad AMPK en el hipotálamo y este efecto media una disminución en la
ingesta de alimentos y la activación del TAB, así como un incremento en la
oxidación de lípidos. En conjunto, estos datos sugieren que la nicotina, actuando
a nivel central y periférico, modula la ingesta de alimentos y la homeostasis
energética y controla la expresión de varios neuropéptidos en hipotálamo y
adipocitos para ejercer su acción reguladora sobre la ingesta de alimentos y el
gasto de energía.
La
ingesta de alimentos es un proceso controlado por el SNC con el hipotálamo como
la principal región cerebral responsable del control de la ingesta de alimentos a través de las acciones de neuropéptidos secretados por dos grupos de neuronas en el
ARC. La activación de las neuronas NPY/AgRP incrementa la ingesta de alimentos
mientras la estimulación de las neuronas
que contienen POMC/CART disminuye la ingesta de alimentos. AgRP y α-MSH actúan
sobre MC3R y MC4R para regular la conducta alimenticia. El AgRP es un agonista
inverso, mientras la α-MSH actúa como un agonista de MCR. Estas neuronas hipotalámicas se
proyectan predominantemente a otras
neuronas localizadas en NPV, área hipotalámica lateral (AHL), área perifornical
(APF), núcleo ventromedial(NVM) y núcleo dorsomedial (NDM), estableciendo una
conexión anatómica y funcional entre estos núcleos donde los neuropéptidos expresados por ellos pueden modular la conducta alimenticia. Los
individuos fumadores tienen niveles reducidos
de NPY, mientras el cese del fumado
está relacionado con un incremento en los niveles de NPY. En estudios con animales, los ratones
expuestos crónicamente a dosis
bajas de nicotina muestran
disminución de los niveles de NPY en NPV
y ARC.
Otros neuropéptidos involucrados en la
regulación de la conducta alimenticia
son la hormona concentradora de melanina (MCH) y las hipocretinas (también
conocida como orexinas), las cuales son producidas en el hipotálamo lateral. El
incremento de MCH o hipocretinas estimula la ingesta de alimentos. La
administración de nicotina en ratas está asociada con un incremento en la
expresión de receptores de hipocretina en el ARC. La modulación que la nicotina ejerce sobre la
expresión de péptidos en el ARC es muy
significativa considerando que este
núcleo también integra las señales procedentes de órganos periféricos y el
resto del SNC para ejecutar el comando de la conducta alimenticia. Por ejemplo,
cuando el nivel de azúcar aumenta en la circulación sanguínea, el páncreas libera insulina, la cual no solo incrementa
la captación de azúcar por el músculo esquelético y el hígado, sino que también inhibe las neuronas las neuronas NPY/AgRP al
tiempo que estimula las neuronas que contienen POMC/CART en el ARC, provocando
saciedad. Un efecto similar es inducido
por la leptina liberada por las células del tejido adiposo. Entonces, la
nicotina regula la homeostasis energética influyendo en la secreción de
insulina y leptina para regular la expresión de neuropéptidos en núcleos
hipotalámicos específicos.
Las neuronas hipotalámicas también producen
endocanabinoides, los cuales juegan un rol crítico en el mantenimiento de un
equilibrio preciso entre la ingesta calórica y el gasto, el almacenamiento y el
transporte de energía. El sistema endocanabinoide está compuesto por los
receptores canabinoides (CB1 y CB2), sus ligandos endógenos,
N-araquidonoiletanolamina (AEA) y 2-araquidonoilglicerol (2-AG), las enzimas
que producen e inactivan endocanabinoides y los transportadores de
endocanabinoides. Los endocanabinoides estimulan el apetito a través de
diferentes regiones cerebrales, como el sistema límbico (responsable de la evaluación hedónica de los alimentos),
el hipotálamo y el cerebro anterior, pero también periféricamente, a nivel de
tejido adiposo e intestino. Los receptores CB1 están presentes en regiones cerebrales que juegan roles
importantes en los procesos de
reforzamiento/recompensa como el área tegmental ventral (ATV) y el núcleo
accumbens (NAc) y en varias áreas que se
proyectan a estas dos estructuras, incluyendo la corteza prefrontal, la
amígdala central y el hipocampo. Estudios recientes implican a los
endocanabinoides en los efectos farmacológicos y conductuales de la nicotina.
Por ejemplo, la inyección crónica de nicotina
aumenta los niveles de endocanabinoides
en cerebro anterior límbico y
tallo cerebral, pero los disminuye en hipocampo, estriado y corteza
cerebral, las mismas áreas involucradas en los efectos reforzamiento/recompensa
de drogas adictivas. El bloqueo de receptores CB1 en ratones reduce el apetito y la
lipogénesis en el TAB. La administración
crónica de nicotina reduce el peso corporal en ratones silvestres pero no en los animales
CB1-/-, lo cual sugiere que la pérdida de peso mediada por nicotina
puede ser por el sistema endocanabinoide. Más aún, la disminución del nivel de
endocanabinoides en la corteza cerebral
que se produce con la administración crónica de nicotina puede
representar uno de los mecanismos de
pérdida de peso inducida por nicotina.
La relación entre el efecto recompensa de los alimentos y la nicotina también se ha
encontrado en estudios con humanos donde
los circuitos neuronales activados por alimentos ricos en azúcar y grasa se sobreponen
con los activados por la nicotina. Más aún, la ausencia de fumado
incrementa el umbral recompensa para
alimentos, lo cual significa que se necesita una mayor cantidad de alimentos altamente recompensantes
para satisfacer el efecto recompensa previamente activado con nicotina. En este contexto, se ha propuesto que la
nicotina puede secuestrar el circuito
recompensa y devaluar el poder motivacional de los alimentos, provocando la
disminución en la ingesta de alimentos. Adicionalmente, la nicotina activa el
eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA). Este proceso involucra la liberación de
CRH, la cual es una hormona conocida por ejercer un efecto anorexígeno.
Entonces, es posible que la nicotina, activando el eje HHA y causando la
liberación de CRH ejerza su efecto inhibitorio
sobre la ingesta de alimentos.
El estatus metabólico del cuerpo también
depende de señales endocrinas producidas por el sistema gastrointestinal. Las
células enteroendocrinas del tracto gastrointestinal producen y liberan
hormonas que promueven el apetito como
la grelina, o la saciedad como la colecistoquinina (CCK), el péptido
glucagonoide-1 (GLP-1), el péptido tirosina-tirosina (PYY) y la serotonina. La
administración de serotonina en NPV, HVM
y NDM de ratas resulta en inhibición de la ingesta de alimentos. La grelina es
una hormona producida por células enteroendocrinas del fundus del estómago y es liberada antes
de la comida y su cantidad se reduce después de la comida. La grelina regula el
apetito estimulando las neuronas que contienen AgRP y NPY en el ARC, lo cual a
su vez incrementa la ingesta de alimentos. La nicotina altera la expresión y
los niveles plasmáticos de varias
hormonas gastrointestinales. Por ejemplo, la elevación sistémica de los niveles
plasmáticos de grelina ocurre en fumadores agudos pero no en fumadores
crónicos. Por otra parte, estudios clínicos demuestran que el incremento de leptina
que se observa después de la administración crónica de nicotina, puede ser el resultado
del incremento de la concentración plasmática de insulina como consecuencia
de la resistencia a la insulina
inducida por el fumado de tabaco
de larga duración.
La nicotina reduce la ingesta de alimentos y
la ganancia de peso estimulando la función
del sistema melanocortina primariamente a través de nACHR que contienen la subunidad α3β4. En
particular, la nicotina activa α3β4nACHR expresados en las neuronas POMC del
ARC del hipotálamo que se proyectan al NPV. La unión de la nicotina a estos
receptores provoca la despolarización de
las neuronas que contienen POMC, lo cual a su vez resulta en la liberación de α-MSH y la activación de
MCR localizados en el NPV, causando por lo tanto la reducción de la ingesta de alimentos. Un
estudio reciente indica que la activación de nACHR que contienen β2 también
regula la función del sistema melanocortina para reducir la ingesta de
alimentos y la ganancia de peso corporal en ratones. Por otra parte, nACHR que
contienen subunidades α4β2 han sido identificados en AHL, ARC y NPV. Estos
receptores se encuentran en axones y cuerpos celulares de neuronas dopaminérgicas, donde están
involucrados en la liberación de dopamina y la recompensa inducida por
nicotina. La activación de estos receptores en el AHL reduce la ingesta de
alimentos. Sin embargo, a pesar de la relevancia de la mayoría
de receptores nicotínicos
involucrados en el control de la conducta alimenticia, se considera que
la acción más prominente de la nicotina
en el control de la ingesta de alimentos
es a través de la activación de nACHR
que contienen la subunidad α7. Las neuronas que expresan α7nACHR se encuentran
en ARC, HVM y NDM. Los receptores
α7nACHR son expresados en neuronas POMC y NPY/AgRP del ARC y la nicotina ejerce
su acción sobre la conducta alimenticia modulando la actividad de estas
neuronas. Adicionalmente, los α7nACH en el hipotálamo han sido implicados en la
liberación de neurotransmisores, incluyendo GABA, glutamato, serotonina y
dopamina.
La nicotina, la principal sustancia
psicoactiva del cigarro, activa rutas de señalización dopaminérgicas
mesolímbicas, las cuales son componentes importantes del sistema recompensa en el cerebro y están
implicadas en el desarrollo de adicción.
Así como la nicotina, los alimentos altamente sabrosos también son capaces de alterar la liberación de dopamina en este
sistema, dando lugar a respuestas adictivas en los individuos susceptibles. La
nicotina media su efecto en la recompensa estimulando directamente la
transmisión dopaminérgica del ATV al NAc y los alimentos producen respuestas
similares en el sistema mesolímbico.
En conclusión, en la regulación de la
ingesta de alimentos y el metabolismo, la nicotina actúa central y
periféricamente, para regular a múltiples hormonas y neuropéptidos. La nicotina
ejerce sus efectos moduladores uniéndose
a nACHR, los cuales son ampliamente distribuidos en el ARC, facilitando la
regulación de señales que llegan al
cerebro desde la periferia. La nicotina al estimular la transmisión
dopaminérgica en el sistema mesolímbico,
también estimula el sistema recompensa de la misma manera que la drogas
recreacionales.
Fuente:
Stojakovic A et al (2017). Effects of nicotine on homeostatic and hedonic
components of food intake. Journal of Endocrinology 235: R13-R31.
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