Vitamina D, sueño y dolor
Los beneficios de la vitamina D en el
organismo son ampliamente conocidos: promueve la calcificación de la matriz
ósea e incrementa la absorción de calcio y fosfato en el intestino. La
deficiencia de vitamina D puede causar raquitismo en niños y osteomalacia en
adultos. También contribuye a la fragilidad ósea y por lo tanto a fracturas en
la vejez. La síntesis endógena de vitamina D ocurre en la epidermis a partir
del precursor 7-dehidrocolesterol (7-DHC) a través de la radiación ultravioleta
B (longitud de onda entre 290 y 315 nm). La vitamina D2 (ergosterol) y la
vitamina D3 (colecalciferol) se pueden obtener a partir de fuentes vegetales y
animales, como champiñones y salmón, respectivamente. Cuando el ergosterol y el
colecalciferol alcanzan el hígado y el
riñón a través de la circulación, ocurren dos hidroxilaciones consecutivas
mediadas por citocromo (CYP) P450. En el riñón, la 25-hidroxivitamina D (25OHD)
es convertida en su forma metabólicamente activa: 1α,25-dihidroxivitamina D,
también conocida como calcitriol (1,25(OH)2D). El calcitriol también
puede ser producido en diferentes células y tejidos (por ejemplo, piel, colon,
placenta y próstata). El calcitriol se une al receptor de vitamina D (VDR), un
factor de transcripción que se traslada al núcleo de la célula, en donde forma
un heterodímero con el receptor retinoide X (RXR). A continuación, el complejo
calcitriol-VDR-RXR se acopla a una secuencia específica de ADN conocida como el
elemento de respuesta a vitamina D (VDRE), el cual está asociado con promotores
de varios genes y moléculas
co-activadoras.
Muchas condiciones interfieren con la
síntesis endógena de vitamina D. A menor cantidad de luz solar, menos
producción endógena de vitamina D. La edad también es relevante, pero no
determinante, en la reducción de la producción de 7-DHC debido al incremento
del grosor de la piel en adultos mayores. Adicionalmente, la pigmentación de la
piel puede modular la síntesis de vitamina
D, pues la cantidad de melanina restringe la radiación de fotones que son necesarios para su producción endógena. Por
lo tanto, los individuos de piel oscura/negra necesitan mayor exposición al sol
para obtener los niveles óptimos de vitamina D. El estatus de vitamina D se
basa en los niveles plasmáticos de 25OHD,
el metabolito de vitamina D que se encuentra en mayores concentraciones en el
cuerpo humano. Actualmente, hay un
debate acerca del valor de referencia óptimo de vitamina D, el cual se basa primariamente
en parámetros de salud ósea. Diferentes comités científicos indican que los valores
plasmáticos de 25OHD mayores que 20 ng/ml son apropiados para la buena salud en
la población general. Sin embargo, en la Endocrine Practice Guideline, los
individuos con niveles plasmáticos de 20 ng/ml son considerados como
deficientes de vitamina D, mientras los niveles de 25OHD por arriba de 30
ng/ml, son considerados suficientes para proporcionar beneficios de salud. Los
niveles plasmáticos de 25OHD han sido asociados
con varias morbilidades como infecciones, enfermedades autoinmunes,
enfermedades neurológicas y desordenes neuromusculares, las cuales pueden
incrementar la sensibilidad al dolor. En este contexto, la vitamina D estimula
procesos anti-inflamatorios y por consiguiente alivia la sensación dolorosa de
muchas enfermedades. Es importante mencionar que las acciones
anti-inflamatorias en condiciones de dolor no son específicas de la vitamina D.
Por otra parte, investigaciones recientes sugieren la participación de la vitamina D en los mecanismos de regulación del ciclo sueño-vigilia, sobre la base de
evidencias que indican que la reducción
de esta vitamina está asociada con desordenes del sueño. Esta capacidad
de la vitamina D para actuar sobre el ciclo sueño-vigilia y los procesos
nociceptivos puede obedecer al hecho que comparten algunos neurotransmisores en
rutas similares.
El sueño es un estado fisiológico complejo y
aunque a menudo es considerado como un
período de inactividad, comprende un período de intensa actividad metabólica.
Su función no es completamente entendida, aunque se conoce que este fenómeno
biológico participa en varios procesos (por ejemplo, aprendizaje, consolidación
de la memoria, inflamación y desordenes metabólicos) y por lo tanto es esencial
para una buena salud mental y física. El sueño
se clasifica en el estado de movimientos oculares rápidos (REM), también
conocido como sueño paradójico, y el estado NREM o estado de sueño de ondas
lentas. El sueño NREM se caracteriza por sincronización cortical, hipotonía
muscular y regulación endocrina. El sueño REM presenta desincronización
cortical, atonía muscular, movimientos oculares rápidos y ensoñación.
El ciclo sueño-vigilia es modulado por
diferentes regiones del sistema nervioso central. Su principal regulación
ocurre en el núcleo preóptico ventrolateral (VLPO) del hipotálamo a través de
la interacción con factores circadianos y homeostáticos. Un grupo de neuronas
del núcleo supraquiasmático del hipotálamo
es activado por influencias circadianas como ausencia y/o presencia de
luz, mientras factores homeostáticos hipnogénicos, como la acumulación de
adenosina en el cerebro anterior, son inducidos por vigilia prolongada o
disminuidos por el sueño. Otro factor importante en la regulación del sueño es
la presencia de melatonina, una hormona endógena producida por la glándula
pineal y responsable de la regulación de
los ritmos circadianos. La ausencia de luz estimula la producción de melatonina,
facilitando el sueño. Durante el día, el estímulo luminoso procesado por la
retina es enviado al núcleo supraquiasmático, lo cual resulta en inhibición de la síntesis
de melatonina y promoción de la vigilia. Durante la vigilia, debido a su mayor complejidad
conductual, son activados numerosos sistemas neurales en la formación reticular
del tallo cerebral, una red de células y fibras que se proyecta a través de la
corteza cerebral, produciendo actividad cortical y controlando el estado de
vigilia. Acetilcolina, noradrenalina, histamina e hipocretinas son
neurotransmisores que participan en el
proceso de activación cortical, mientras dopamina y serotonina participan en la
activación cortical y conductual. El ácido γ-aminobutírico (GABA), un neurotransmisor
inhibidor, está asociado con el sueño. Desde el VLPO, las proyecciones
GABAérgicas inhiben la liberación de hipocretinas, acetilcolina, noradrenalina,
serotonina y dopamina, resultando en sincronización cerebral. Sin embargo,
durante el sueño REM hay inhibición continua de estos neurotransmisores,
excepto acetilcolina, lo cual proporciona actividad cortical durante el sueño REM.
La privación de sueño inducida por
exposición a la luz artificial causa varias alteraciones en la regulación de los
ritmos biológicos, la cognición y el desarrollo cerebral, lo cual a largo plazo
impacta negativamente sobre la calidad
de vida. Los desórdenes del sueño más comunes en la población general son la
apnea obstructiva del sueño (OSA) y el insomnio, seguidos por otros de menor
prevalencia como los desórdenes del movimiento
relacionados con el sueño, las parasomnias y la hipersomnolencia
central. La OSA es una condición de
respiración desordenada en el sueño que
afecta a un tercio de la población
general y se caracteriza por obstrucción
parcial o completa de las vías aéreas superiores que resulta en un mayor índice
apnea-hipopnea (AHI >15), ronquidos, cefaleas matinales y sequedad oral. Los
factores de riesgo incluyen obesidad, sexo masculino y vejez. El sistema
cardiovascular también es alterado en la
OSA debido a hipoxia intermitente, fragmentación del sueño y reducción de la
presión intratorácica. Esta condición puede provocar daño vascular que
contribuye al incremento de la presión arterial sistémica. El insomnio
afecta alrededor de 15-45% de la
población general y se caracteriza por una dificultad en iniciar y/o mantener
el sueño o despertar muy temprano con una frecuencia de más de tres veces por
semana durante un período de tres meses. Los individuos con insomnio
frecuentemente tienen un sueño no reparador y pueden presentar despertares tempranos. Entre los factores predisponentes
y de riesgo están sexo femenino, ansiedad y depresión.
El reciente interés en el rol de la vitamina
D como modulador del sueño se basa en estudios en humanos y modelos animales
que reportan la expresión neuronal de CYP27B1 y VDR en diferentes áreas
cerebrales, especialmente en regiones
que también regulan el ciclo sueño-vigilia (por ejemplo, el hipotálamo).
La asociación entre desordenes del sueño y valores de 25OHD se ha incrementado
en la última década. Los posibles mecanismos involucrados en esta
asociación no son claros. En este
contexto, uno de los primeros estudios
demuestra una significativa asociación entre excesiva somnolencia en el
día y valores plasmáticos de 25OHD <20 ng/ml en individuos de raza negra.
Otro estudio reporta que los niveles bajos de la concentración de 25OHD están asociados con una corta duración
del sueño (<8 horas) en adolescentes de sexo femenino. Estudios más
recientes reportan que la menor duración del sueño medida por polisomnografía
está asociada con niveles plasmáticos de 25OH <20 ng/ml, mientras una menor
proporción de sueño REM está débilmente correlacionada con valores de 25OHD
entre 20 y 29 ng/ml. Otros estudios han demostrado en pacientes con OSA que a mayor índice de masa
corporal (IMC) y AHI, menores son los
niveles de 25OHD. Por otra parte, los pacientes OSA obesos tienen disminución de los niveles plasmáticos
de 25OHD y disminución de sueño y AHI,
en comparación con hombres OSA no
obesos. En pacientes pediátricos, la condición clínica es similar. Los niños
obesos presentan menores niveles
plasmáticos de 25OHD en comparación con
niños no obesos y los niños obesos con OSA tienen niveles de 25OHD menores que
los niños obesos sin OSA. En individuos diagnosticados con narcolepsia con
cataplejía, los niveles plasmáticos de 25OHD son más bajos que en los
individuos sin la enfermedad. La
narcolepsia es un desorden del sueño que se caracteriza por excesiva
somnolencia asociada o no con cataplejía (disminución del tono muscular sin
pérdida de conciencia). El mecanismo de
narcolepsia es atribuido a la
disminución en la concentración de hipocretinas, neuropéptidos responsable de la vigilia en el SNC. Un estudio clínico reporta que la suplementación con
colecalciferol (4000 UI/día por 12 semanas) beneficia el sueño en pacientes con
urticaria crónica. Los autores encontraron una tendencia a la mejoría de la calidad
del sueño en el grupo con suplementación
de altas dosis de vitamina D en comparación con el grupo de
suplementación con dosis baja (600 UI/día).
La International Association for the Study
of Pain (IASP) define al dolor como una experiencia sensorial y emocional
desagradable asociada con daño tisular actual o potencial. El dolor puede ser
clasificado en nociceptivo, originado en nociceptores (neurona sensorial)
mecánicos, térmicos o químicos del área física en la cual ocurre el daño;
neuropático, causado por daño o enfermedad del sistema nervioso; o psicológico,
de origen emocional. El dolor agudo deriva de
inflamación o daño tisular y está relacionado con la reparación del
tejido y el proceso de cicatrización. El dolor crónico persiste todo el período
de lesión tisular, causando daño a la calidad de vida individual. Los más
importantes centros nerviosos responsables de la transmisión nociceptiva son el tálamo, el cerebro medio, el sistema
límbico y la formación reticular. El proceso de nocicepción comprende tres
estados: transducción del estímulo nociceptivo por neuronas de primer orden de
la médula espinal, donde neurotransmisores como glutamato y sustancia P son
liberados y activan neuronas de segundo orden, las cuales, a su vez, transmiten
información al tálamo, donde ocurre la sensibilidad al dolor. Las neuronas de
tercer orden conectan el tálamo con la corteza cerebral, activando y produciendo
la percepción del dolor. Varios neurotransmisores juegan un rol en el proceso
de sensibilización al dolor. Noradrenalina, dopamina y serotonina modulan la
ruta descendente del dolor por inhibición o excitación de sus receptores. El
óxido nítrico (NO) actúa sobre la sensibilidad nociceptiva y la prostaglandina
E2 (PGE2) contribuye a la inflamación. Debido a la lesión, la
inflamación del tejido dañado puede causar hiperalgesia. La activación de macrófagos en los tejidos periféricos
dañados resulta en la liberación de
citoquinas pro-inflamatorias [factor de necrosis tumoral α (TNF-α),
interleuquina 1β (IL-1β)], factor de crecimiento neuronal (NGF), NO y PGE2.
Los neutrófilos también son reclutados en este proceso por sustancias que
producen inflamación como citoquinas y quimioquinas. La acumulación de estas
células en los procesos inflamatorios provoca la expresión de opioides con
efectos antinociceptivos.
Los estudios de las últimas décadas sugieren
la acción de la forma hormonalmente activa
de vitamina D en varios tipos de células del sistema inmune. Por
ejemplo, el calcitriol actúa en células “helper” tipo 2 (Th2) incrementando la
síntesis de IL-4 y factor de crecimiento transformante β (TGF-β). Es conocido
que el TGF-β disminuye la expresión de citoquinas pro-inflamatorias como
interferón γ (INF-γ), IL-1 y TNF-α. El TGF-β y la IL-4 se encuentran en células
microgliales. La vitamina D también bloquea la acción de la PGE2 a
través de la inhibición de su precursor ciclooxigenasa 2 (COX-2). Por otra
parte, el calcitriol impide la síntesis
de la sintetasa de óxido nítrico inducible (iNOS), una enzima que
produce grandes cantidades de NO cuando es estimulada. Estas rutas están
involucradas en la sensibilización al dolor y el calcitriol parece regular
importantes moléculas involucradas en este proceso, lo que sugiere que el
1,25(OH)2D tiene una potencial acción inmunomoduladora.
Las investigaciones han demostrado que las mujeres
con niveles plasmáticos de 25OHD <20 ng/ml tienen mayor probabilidad de
desarrollar dolor. Varios estudios indican que la suplementación de vitamina D es
efectiva en reducir el dolor en desordenes de músculo esquelético, específicos
o no específicos. Un estudio reciente
reporta que la suplementación de vitamina D por un tiempo promedio de tres
meses reduce el dolor en pacientes con mialgias, artritis y dolor músculo-esquelético
crónico. En la fibromialgia, un síndrome con dolor crónico difuso, hay reportes
de una relación inversa entre 25OHD plasmático y dolor. Un estudio con mujeres
con fibromialgia reporta niveles más bajos en mujeres jóvenes en comparación
con mujeres de adultas mayores. En enfermedades reumáticas, como artritis
reumatoidea u osteoartritis, varios estudios indican una correlación
inversa entre vitamina D y dolor. Estos
desordenes son también caracterizados
como enfermedades autoinmunes. Por esta razón, hay una hipótesis que sugiere
que en estos pacientes, el dolor puede
ser modulado por la acción de 1,25(OH)2D en el sistema inmune. La
vitamina D también presenta una potencial respuesta inmunomoduladora en
enfermedades autoinmunes. En este contexto, un estudio reciente reporta que una
elevación de 10 nmol/L en el estatus de vitamina D está asociada con una menor
incidencia de enfermedades como
esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, enfermedad de Crohn y tirotoxicosis. Es
conocido que el calcitriol modula algunas acciones del sistema inmune. Por
ejemplo, suprime la respuesta pro-inflamatoria (Th1) y estimula la respuesta
anti-inflamatoria (Th2), lo cual provoca tolerancia inmunológica y por lo tanto
atenúa la condición clínica de la enfermedad autoinmune. En individuos bajo
tratamiento para el cáncer, los niveles
plasmáticos de 25OHD están relacionados con el uso de opioides. Los pacientes
con niveles de 25OHD <20 ng/ml requieren dosis mayores de opioides para aliviar el dolor, mientras
los niveles altos de 25OHD son
predictores de longevidad.
En conclusión, el estatus de vitamina D
tiene un importante rol en la relación bidireccional entre sueño y dolor. El dolor crónico y los
desórdenes del sueño exhiben una relación bidireccional, en la cual la
deficiencia de vitamina D puede jugar un rol importante. La pobre eficiencia
del sueño y los desórdenes del sueño tienen un importante rol en la
hiperalgesia y están asociados con
diferentes valores de vitamina D. La suplementación de vitamina D en
condiciones de sueño asociadas a deficiencia o insuficiencia de vitamina D
puede ayudar al bienestar o la calidad de vida de los pacientes. El 1,25(OH)2D
estimula la respuesta anti-inflamatoria mediada por células helper tipo 2
(Th2), disminuyendo la sensibilidad al dolor y, por consiguiente, mejorando la
calidad del sueño. La higiene del sueño, además del tratamiento de los
desórdenes del sueño, puede también provocar una disminución en la sensibilidad al dolor al incrementar
los niveles plasmáticos de 25(OH)D y favorecer el patrón de sueño.
Fuente: Oliveira
DL et al (2017). The interfaces between vitamin D, sleep and pain. Journal of
Endocrinology 234: R23-R36.
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