HDL y masa ósea
Los avances recientes en el campo de las lipoproteínas sugieren un rol
multifuncional de la lipoproteína de alta densidad (HDL) en la salud y la
enfermedad. La HDL ha sido por décadas una lipoproteína que ha atraído la
atención de la comunidad biomédica, principalmente por su importante rol en la
ateroprotección. La correlación inversa entre los niveles de HDL colesterol
(HDL-C) y el riego de desarrollar enfermedad cardiaca coronaria sugiere que los
altos niveles plasmáticos de HDL-C protegen contra el desarrollo de ateroesclerosis.
Como resultado, la mayoría de estudios se han ocupado de los niveles de HDL-C
en patologías humanas. Sin embargo, datos recientes obtenidos en modelos
animales y estudios clínicos indican que la funcionalidad de la HDL,
determinada por su apoproteína (APO) y
el contenido de lípido, es más importante en la ateroprotección que los niveles
de HDL-C solos. La HDL es un ensamble macromolecular de proteínas y lípidos
sintetizados en la circulación como resultado de una acción concertada de apoproténas, transportadores de lípidos y
enzimas plasmáticas. El principal lípido
de la HDL madura es el colesterol esterificado. Otros lípidos como
fosfolípidos, esfingolípidos y ceramidas también forman parte del lipidoma HDL.
Los datos recientes indican que, además de la ateroesclerosis y la enfermedad
cardiaca coronaria, la HDL puede jugar un rol importante en la patología y el
tratamiento de otras enfermedades
incluyendo obesidad mórbida, hígado graso no alcohólico, diabetes mellitus tipo
2, enfermedad pulmonar obstructiva y enfermedades del sistema nervioso central.
Adicionalmente, la HDL tiene un rol en la patogenia de enfermedades óseas
degenerativas y metabólicas. La HDL disfuncional puede contribuir al incremento
de la prevalencia de estas enfermedades e influir en los procesos metabólicos
asociados con la síntesis y el catabolismo del hueso.
La HDL es una mezcla de partículas con densidades en el
rango de 1,063-1,21 g/ml y, dependiendo de su composición de lípidos, estas
partículas pueden asumir una geometría discoidal o esférica. Las partículas HDL
maduras esféricas contienen aproximadamente 45-55% de APO, 26-32% de
fosfolípidos, 15-20% de colesterol esterificado, 3-5% de colesterol libre y
aproximadamente 5% de triglicéridos. El principal componente proteico de la HDL
es la APO A1 (APOA1) que juega un rol clave en la biogénesis y las funciones de
la HDL. Sin embargo, estudios en ratones indican que otras APO como APOE y
APOCIII también son capaces de promover
la biogénesis de novo de HDL. La HDL que contiene APOA1 parece ser estructural
y funcionalmente distinta a la HDL que
contiene APOE.
La biogénesis de la HDL que contiene APOA1 involucra a
los transportadores de lípidos “casette”
ligador de ATP A1 (ABCA1) y G1 (ABCG1) y la enzima plasmática lecitina:colesterol
acil transferasa (LCAT). En las etapas iniciales de la formación de HDL, la
APOA1 libre de lípido, secretada aproximadamente 70% por el hígado y 30% por el
intestino, interactúa funcionalmente con una forma dimérica del transportador
de lípidos ABCA1 para adquirir fosfolípido y colesterol formando una APOA1 mínimamente lipidada. A través de una serie de etapas intermedias
que involucra al ABCG1, la APOA1 mínimamente lipidada forma gradualmente
partículas HDL discoidales, las cuales son convertidas en partículas esféricas
por la LCAT. La APOA1 en las partículas HDL discoidales y esféricas es capaz de interactuar con el receptor
“scavenger” clase B tipo 1 (SRB1) presente en la superficie de las células para
entregar esteres de colesterol a la célula. Los estudios en ratones sugieren
que las interacciones de APOA1 con SRB1 son importantes para las funciones ateroprotectoras de la HDL. Las etapas
adicionales en el metabolismo de HDL involucran el procesamiento por la
proteína plasmática colesteril ester transferasa, una enzima que media el
intercambio de esteres de colesterol de HDL con triglicéridos de VLDL. Esta
etapa contribuye a la reducción del tamaño de la partícula HDL, haciéndola un
sustrato más apropiado para el SRB1, y al eventual catabolismo de colesteril
esteres de HDL por el receptor de LDL a través de la captación mediada por
receptor de LDL rica en colesteril ester. El procesamiento adicional de la HDL
en la circulación involucra la hidrolisis de sus fosfolípidos y triglicéridos por varias lipasas (lipoproteína lipasa,
lipasa hepática y lipasa endotelial) y la transferencia de fosfolípidos a partir de VLDL/LDL a HDL
por proteínas que transfieren fosfolípidos.
El hueso es una forma de tejido conectivo especializado
con varias funciones especializadas incluyendo soporte mecánico para tejidos
blandos, protección de órganos internos y soporte de la hematopoyesis. El
mantenimiento de la masa ósea depende del balance entre la síntesis de hueso y
la resorción ósea, dos tareas vitales que llevan a cabo los osteoblastos y los
osteoclastos, respectivamente. La interacción bidireccional y continua entre
osteoblastos y osteoclastos es coordinada en tiempo y espacio a través de un
proceso que es fundamental para la homeostasis ósea llamado “remodelado óseo”.
Este proceso está bajo el estricto control de señales autocrinas, paracrinas y
endocrinas y es esencial para la adaptación del hueso a la carga mecánica y
para la reparación después del daño. Los osteoblastos son células metabólicamente
activa que poseen un núcleo grande, 2-4 nucleolos, abundante retículo endoplásmico y aparato de Golgi. Estas células son
responsables de la producción de la matriz extracelular compuesta
principalmente por colágeno tipo 1 y cantidades más pequeñas de proteínas
especializadas. Los osteoblastos están bajo el control de señales autocrinas,
paracrinas y endocrinas. En efecto, virtualmente todas las rutas de señales de
transducción convergen en los osteoblastos. La “familia osteoblastos” también
incluye las células del forro óseo y los osteocitos. Las primeras residen en la
superficie del hueso, tienen forma de huso, metabólicamente y funcionalmente
quiescentes y separan la matriz ósea del
espacio extracelular creando un tipo especial de epitelio. Esta separación es
una característica esencial del hueso. Los osteocitos son componentes
permanentes del hueso y las células más abundantes (90-95% del número total de
células óseas) del esqueleto humano. Atrapados
en la matriz mineralizada, los osteocitos desarrollan una delicada red de
procesos de membrana celular para
comunicarse unos con otros y con las células de la superficie ósea. Estos procesos contienen conexina-43 y corren
en pequeños canales, los canalículos, que permean la matriz extracelular. La red de osteocitos es muy activa y conforma una unidad endocrina con roles
claves en el remodelado y la homeostasis ósea. Los oseocitos son las células
más mecanosensibles del hueso. Los osteoclastos son células multinucleadas que
derivan de precursores de monocitos, en claro contraste con los osteoblastos
que son de origen mesenquimal. Los precursores de los osteoclastos son células
mononucleadas que durante el proceso de diferenciación y bajo la influencia de
factores específicos se fusionan formando células maduras multinucleadas. La
principal función de los osteoclastos es la degradación de la matriz extracelular
ósea. Para llevar a cabo esta función, los osteoclastos se adhieren a la
superficie ósea a través de integrinas especializadas (principalmente αvβ3).
La H+-ATPasa secretora de ácido de la superficie apical facilita la
resorción de mineral óseo por adición de ácido y solubilizando fosfato y
calcio. La secreción de ácido es apoyada
por el intercambio cloro-protón y canales de cloruro. Los osteoclastos secretan
varias proteinasas ácidas, incluyendo las catepsinas B y K y las
metaloproteasas de matriz (MMP) 9 y 13 que degradan colágeno. La remoción de
los componentes óseos es activada principalmente por translocación vacuolar.
Los precursores de los osteoclastos también expresan el receptor RANK (receptor
activator for nuclear factor κB) que regula la maduración de pre-osteoclastos
mono y multinucleados a través de su unión con el ligando de RANK (RANKL). El
RANKL es una proteína homotrimérica tipo II producida por osteoblastos y
células estromales y es secretada
también por células T activadas. Los osteoblastos y las células
estromales también producen y secretan osteoprotegerina (OPG), un receptor
soluble señuelo de RANK. El incremento de la relación RANKL/OPG promueve la
formación de osteoclastos y por consiguiente la resorción ósea. Hormonas
hipofisiarias, esteroides sexuales, glucocorticoides, citoquinas específicas y
factores de crecimiento están implicados en la regulación de la formación y degradación
de hueso.
La reducción de la masa ósea que se observa en individuos
obesos está relacionada con el hecho que la obesidad provoca una respuesta
inflamatoria de bajo grado mediada primariamente por las citoquinas
pro-inflamatorias factor de necrosis tumoral-α(TNFα) e interleuquinas 6
(IL-6) y 1β (IL-1β) que afectan el
equilibrio formación-resorción y por
consiguiente la masa ósea. Los linfocitos T activados pueden unirse
directamente a los macrófagos y disparar la producción y secreción de las
citoquinas antes mencionadas. En condiciones normales, la HDL inhibe la
interacción linfocito T-macrófago y previene el inicio de la respuesta
inflamatoria. La inflamación tiene un fuerte impacto sobre el remodelado óseo
afectando diferencialmente la función de osteoblastos y osteoclastos y por lo
tanto juega un rol central en el desarrollo de patologías metabólicas
relacionadas con el hueso, como la osteoporosis. El efecto de la inflamación de
bajo grado es muy pronunciado en los osteoclastos. Específicamente, los
linfocitos T activados expresan RANKL y
por lo tanto tienen la capacidad para unirse -y activar- directamente a los
precursores de osteoclastos a través del eje RANK-RANKL. Adicionalmente, las
moléculas pro-inflamatorias secretadas por los adipocitos de la médula ósea
pueden aumentar la diferenciación y activación
de osteoclastos de una manera independiente de RANK/RANKL. La
inflamación también está asociada con la producción de la proteína
quimioatrayente de monocitos 1 (MCP1), una citoquina pro-inflamatoria que
también está implicada en la transcripción de genes específicos de
osteoclastos, primariamente a través de la cascada de señalización JAK-STAT.
Los datos clínicos y los estudios moleculares han
demostrado que las perturbaciones en las rutas del metabolismo de los lípidos
están fuertemente relacionadas con la fisiopatología de la osteoartritis (OA).
Un sofisticado análisis proteoma comparativo de condrocitos OA
hipertrofiados reveló que rutas que
regulan el metabolismo de lípidos, síntesis de prostaglandinas, metabolismo de
glutatión y metabolismo a través de citocromo p450, exhiben diferencias entre
condrocitos normales y condrocitos OA hipertróficos. Más aún, el análisis de
expresión de genes en condrocitos OA humanos encontró alteraciones en los
niveles de expresión de los genes que regulan la entrada y salida de colesterol
y el metabolismo de lípidos. También está documentado que la expresión de un
grupo de genes que regulan la salida de colesterol, concretamente ABCA1, APOA1
y LXRα, es suprimida significativamente en los condrocitos derivados de OA en
comparación con el cartílago normal. Las alteraciones en la biogénesis y
maduración de HDL predisponen al desarrollo de OA en ratones después del
tratamiento crónico con dieta tipo occidental. Los ratones APOA1-/-,
en claro contraste con los ratones LCAT-/- no resultaron muy obesos,
una observación que apoya la posibilidad que el metabolismo alterado de la HDL
puede tener un efecto destructivo directo sobre el cartílago articular que, es
independiente del peso corporal, y contribuye significativamente al desarrollo
de OA.
Los datos recientes proponen que hay una asociación entre
niveles de HDL y masa ósea. Sin embargo,
los resultados generados a partir de estudios epidemiológicos en humanos son
contradictorios. Una considerable cantidad de estos estudios han demostrado que
el incremento de HDL está asociado con una mejor calidad ósea y una reducción
del riesgo de osteoporosis, otros estudios apoyan una relación negativa entre
niveles de HDL y masa ósea. Varios estudios recientes han investigado la
posible conexión entre HDL y metabolismo óseo. En esta dirección, se ha
estudiado extensamente el rol del principal receptor de HDL, SRB1 (scavenger receptor class B, tipo 1), en la regulación de la masa
ósea. El SRBI es el producto del gen Scarb 1 y une HDL con gran afinidad,
facilitando el transporte de colesterol desde órganos periféricos al hígado, un
proceso llamado transporte reverso de colesterol. Los ratones Scarb1 KO tienen
elevado significativamente el colesterol
plasmático y el HDL colesterol, volumen óseo aumentado y elevado número de osteoblastos. El SRB1
regula la captación de colesterol en las glándulas adrenales, por lo tanto los
animales con deficiencia de SRB1 se caracterizan por niveles disminuidos de
glucocorticoides y elevados niveles de hormona adrenocorticotrópica (ACTH).
Dado que las altas concentraciones de ACTH son anabólicas para los
osteoblastos, este mecanismo puede explicar la alta masa ósea de los ratones
Scarb1 KO.
La APOE es una glucoproteína de 34,2 kDa producida por el
hígado y otros órganos periféricos. Sus principales funciones son la ateroprotección
y el mantenimiento de la homeostasis de lípidos plasmáticos a través de mediar
la captación celular de remanentes de quilomicrones, VLDL y LDL y su
aclaramiento de la circulación. La APOE también está implicada en la
biosíntesis de novo de HDL. APOE, PPARγ,
ESR1 e IL-6 pertenecen a un grupo de genes que regulan HDL y densidad mineral
ósea (BMD). Los ratones con deficiencia de APOE tienen alta masa grasa pero
reducida masa ósea y adiposidad de la médula ósea. Este hallazgo permite
concluir que la APOE posiblemente detiene la maduración de las stem cell
mesenquimales de la médula ósea en
estadios tempranos y por lo tanto afecta los linajes lipoblástico y osteoblástico,
a través de mecanismos aun no identificados. Recientemente, se ha demostrado
que la APOE2 humana tiene un efecto más significativo sobre el recambio óseo
que la APOE3 y la APOE4. El rol de APOE en la función de los osteoclastos es pobremente entendido.
Un reporte reciente sobre macrófagos derivados de la médula ósea demuestra que
la APOE tiene un efecto inhibidor sobre los osteoclastos, el cual es mediado
por cascadas de señalización relacionadas con c-FOS, NFATc1 y NF-κB. Sobre la
base de estos hallazgos, la literatura actual indica que la APOE es un potente
regulador de stem cell mesenquimales y por lo tanto afecta la masa ósea.
La APOA1 es una molécula clave en la regulación de la
biogénesis de HDL. Además de su rol en la ateroprotección, la APOA1 también
está implicada en el desarrollo de hígado graso no alcohólico y en la patogenia
de la OA. A través de una serie de experimentos in vitro y experimentos
moleculares sobre stem cells mesenquimales, osteoblastos y osteoclastos se
demostró que factores relacionados con osteoblastos y los ejes de señalización
RUNX2, osterix, COLLa1 y RANKL están significativamente alterados en ratones
APOA1 KO. Por el contrario, no son afectados
los genes que regulan la diferenciación y función de osteoclastos concretamente
TRAP (Acp5), catepsina K (Ctsk) y RANK (Tnfrsf11a). Estos hallazgos indican que
la reducción de masa ósea en los ratones ApoA1 KO es atribuida primariamente a
la supresión de la síntesis ósea osteoblástica y no al incremento de la
degradación ósea osteoclástica. Asimismo, la adiposidad de la médula ósea tiene
un rol esencial en la regulación de osteoblastos y osteoclastos, y por
consiguiente, la masa ósea. El análisis histológico de ratones APA1 KO revela
que la médula ósea de estos animales
tiene significativamente elevado el número de lipoblastos. Adicionalmente, las
stem cells mesenquimales exhiben un
incremento en los niveles de PPARγ y
CEBPa, reguladores de lipoblastos. Sobre la base de estos datos, se propone que
la APOA1 puede actuar como modulador de los “pooles” de stem cells
mesenquimales.
En conclusión, la HDL está relacionada con la fisiología
y patología óseas. Los estudios en ratones indican que la disfunción de HDL puede afectar la masa ósea a través de
diferentes rutas. Específicamente, la disminución de los niveles de HDL está
asociada con el desarrollo de un microambiente inflamatorio que afecta la
diferenciación y función de los
osteoblastos. Adicionalmente, la perturbación de HDL favorece la diferenciación
adipoblástica y restringe la diferenciación osteoblástica a través, entre otros, de la
modificación de quimioquinas y cascadas
de señalización relacionadas con el hueso. El incremento en la adiposidad de la
médula ósea también deteriora la función osteoblástica y por consiguiente la
síntesis de hueso, lo cual provoca la
reducción de masa ósea.
Fuente: Papachristou NI et al (2017). High-density
lipoprotein (HDL) metabolism and bone mass. Journal of Endocrinology 233:
R395-R107.
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