Pubertad y desarrollo
cerebral
La pubertad es un importante periodo
del desarrollo humano que ocurre durante la adolescencia. Sin embargo,
sólo recientemente se ha aceptado la noción que los cambios hormonales durante
la pubertad pueden continuar para remodelar y facilitar la diferenciación
sexual del cerebro. Originalmente se
pensaba que la diferenciación sexual en los mamíferos ocurría durante un período relativamente finito del desarrollo prenatal y postnatal,
con incrementos específicos de testosterona
para la masculinización -y al mismo tiempo desfeminización- del cerebro de los animales machos. En los
años recientes, los estudios en animales sobre el impacto de las hormonas de la pubertad han revelado
que el cerebro continúa siendo remodelado
y diferenciado sexualmente por los esteroides sexuales durante el desarrollo puberal. Asimismo, el
campo de la neuroimagenología ha comenzado a explorar el rol de la pubertad en el desarrollo del cerebro humano.
La pubertad es un complejo conjunto de procesos neuroendocrinos que ocurren
entre la niñez y la adultez para producir los cambios físicos, internos y
externos, en las características sexuales primarias y secundarias que
permitan la reproducción sexual. La pubertad se inicia con la reactivación
del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas (HHG). Durante el desarrollo prenatal y postnatal temprano, el eje HHG es
responsable de la diferenciación y
organización sexual del sistema nervioso
central a través de la producción de altos niveles de esteroides gonadales
incluyendo testosterona y estradiol. Después del primer año de vida postnatal, el eje HHG se mantiene en
quiescencia hasta la reactivación de la
secreción de hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) por neuronas en la
eminencia media del hipotálamo que facilitar el inicio de la pubertad. La liberación pulsátil de GnRH estimula en la hipófisis la producción de las
gonadotropinas hormona luteinizante (LH) y hormona estimulante de folículos
(FSH) así como también su liberación en el sistema circulatorio. La producción inicial de gonadotropinas ocurre durante el sueño, la amplitud de su liberación incrementa con el
tiempo y eventualmente actúan sobre ovarios y testículos para producir los esteroides sexuales gonadales
estradiol y testosterona, respectivamente. Los esteroides sexuales
provocan el desarrollo de mamas y útero así como incrementos en tamaño y
estructura de pene y testículos. Estos procesos, a partir de la reactivación de
la liberación de GnRH, son los primeros signos de maduración física y
colectivamente son referidos como “gonadarquia”. Una función endocrina
separada, conocida como “adrenarquia” es la maduración de las glándulas
adrenales y es complementaria a la gonadarquia en términos de su contribución a
los cambios físicos que ocurren durante la pubertad. Las glándulas adrenales maduran
aproximadamente entre los 6 y 8 años en
las hembras y entre los 7 y 9 años en los varones. Ellas producen andrógenos
adrenales, incluyendo dehidroepiandrosterona (DHEA), sulfato de
dehidroepiandrosterona (DHEAS) y androstenediona. El incremento en estos
andrógenos continúa durante la gonadarquia así como en adultos jóvenes y son
responsables del desarrollo del vello púbico y axilar.
Las mediciones físicas pueden ser
usadas para estimar los estadios de la gonadarquia y la adrenarquia. El
sistema más reconocido para los estadios físicos del desarrollo puberal se basa en la clasificación de los cinco
estadios de Tanner. La mama (en hembras) o el desarrollo genital (en varones)
(gonadarquia) así como el vello púbico (adrenarquia) son índices dados. Por
ejemplo, el estadio 1 es prepuberal, el
estadio 2 indica que el desarrollo genital y de las mamas ha comenzado, y así sucesivamente hasta llegar al estadio 5
o madurez completa. Por otra parte, la Pubertal Development Scale (PDS) es un
cuestionario verbal que ha demostrado
ser confiable y válido de los estadios
físicos de la maduración puberal. La
PDS formula 5 preguntas a cada individuo, las primeras tres preguntas
se refieren al crecimiento en estatura, crecimiento de vello corporal y cambios en la piel, mientras las preguntas
4 y 5 incluyen la profundidad de la voz y el crecimiento del vello facial para varones o el crecimiento de las mamas y el año de la menstruación para hembras. Las categorías
de la pubertad incluidas en la PDS son: prepubertad, pubertad temprana, media
pubertad, pubertad tardía y
postpubertad. Un avance más reciente es el audio computer-assisted
self-interview (ACASI) para ayudar a niños
y adolescentes a completar un auto reporte
de maduración sexual.
Los niveles de hormonas pueden ser usados
para una medición objetiva del desarrollo puberal. Los niveles de testosterona
y estradiol aumentan en varones y
hembras durante la pubertad, pero la
magnitud es mayor para testosterona en los varones y estradiol en las hembras. La concentración
de testosterona es 45 veces mayor en varones adultos que en niños prepuberales, mientras, en las
hembras, los niveles de estradiol son
4-9 veces mayores en la adolescencia tardía que en la niñez. Los esteroides sexuales de gónadas
y adrenales se pueden obtener de varias
muestras biológicas incluyendo orina, saliva y sangre. La mayor parte de la testosterona
y el estradiol circula en la sangre unida a la globulina ligadora de hormonas sexuales
(SHBG) y solamente una cantidad muy pequeña (1-2%) circula “libre”. La forma libre de la
hormona es biológicamente activa, capaz
de entrar a la célula y unirse al receptor. Con relación al método, es imperativo tomar la
muestra en la mañana (8-10 am) debido a
los ritmos circadianos con niveles picos
en la mañana y disminución a lo largo del
día. La menstruación también es una variable importante en el desarrollo
puberal de las hembras. En mujeres con ciclos regulares, los niveles de
estradiol son bajos en el comienzo del ciclo (fase folicular, 1-14 días) y
comienzan a aumentar a través de la
mitad del ciclo. Durante la segunda mitad del ciclo (fase luteal, 14-28 días),
los niveles de estradiol alcanzan dos
picos, con el primero más grande y el segundo más pequeño. Durante la fase
luteal, los niveles de progesterona
aumentan hasta el final del ciclo cuando caerán si no ocurre la
fertilización del oocito. La testosterona también varía a través del ciclo, la secreción es más alta
después de la ovulación (fase periovulatoria) y sigue un patrón diurno durante la fase folicular del ciclo menstrual
pero no durante las fases periovulatoria
y luteal. Investigaciones recientes sugieren que para captar diferencias
interindividuales con una sola muestra, el tiempo de la toma de muestra es
vital. Sobre la base del inicio de la menstruación previa y usando valores
estimados en suero, se ha encontrado que la muestra es consistente
(correlacionada) cuando la medición se
hace entre los días 9-11 del ciclo para
estradiol, para progesterona entre los días 17-21 y para
niveles de andrógenos libres entre los días 12-15. Sin embargo, a pesar
de los esfuerzos para medir los niveles de las hormonas durante una porción específica del ciclo menstrual, hay que tener presente
que la duración del ciclo es mayor 1-2 años después de la menarquia y
aproximadamente 80% de las hembras tienen ciclos anovulatorios en el primer año
después de la menarquia.
Es importante destacar que los
cambios físicos u hormonales no ocurren aislados durante la pubertad. Un brote
de crecimiento acelerado también ocurre con ambos marcadores de maduración así
como el incremento en hormonas durante
la pubertad. En las hembras, el brote de crecimiento lineal comienza durante el
estadio 2 de Tanner (9,5-14,5 años) con el pico de velocidad 6-12 meses antes
de la menarquia. En los varones, el pico de velocidad de crecimiento lineal ocurre más tarde,
usualmente durante el estadio 4 de
Tanner (14,4 años aproximadamente) y coincide con el desarrollo de testículos y vello facial. Más aún, el pico de la
velocidad de crecimiento ha sido asociado
con hormona de crecimiento, estradiol y andrógenos. Asimismo, hay una
superposición entre patrones de
desarrollo de las hormonas puberales y los estadios de Tanner, con un amplio
rango de concentraciones de esteroides en cada estadio de Tanner en ambos
sexos. Por esta razón, algunos investigadores argumentan que la medición de
testosterona en la mañana puede ser la
única manera de distinguir prepubertad de pubertad. Mientras los valores de las
hormonas aumentan con la maduración
puberal, el valor de una hormona específica puede no estar directamente
asociado con un estadio de Tanner específico y pueden existir diferencias
individuales en la concentración necesaria para avanzar con las características
sexuales secundarias de la maduración
puberal. Por ejemplo, un estudio reciente examina cómo las diferentes
características físicas basadas en el examen físico se relacionan con los
niveles basales de las hormonas. Los resultados demuestran que en las hembras el estradiol se relaciona con el desarrollo de las mamas,
mientras testosterona y DHEA se
relacionan con el desarrollo de vello
púbico. En los varones, la testosterona se relaciona con el desarrollo de
genitales y vello púbico, mientras la DHEA se relaciona solamente con el vello
púbico.
Los avances en imagenología por resonancia magnética (MRI) han permitido
entender cómo el cerebro continúa su
desarrollo a través de la adolescencia. En la adolescencia, el cerebro continúa
su desarrollo con cambios en volumen, forma y microestructura en la materia
gris y blanca. La MRI estructural puede ser usada para cuantificar el tamaño y
la forma de áreas de materia gris y blanca. Las imágenes por difusión
tensora (DTI) pueden ser usadas para
examinar la difusión de materia blanca,
la cual puede ser influenciada por la
organización de axones, mielinización,
calibre de los axones y otros procesos intra y extra celulares. Otro
procedimiento para examinar la composición de la materia blanca es la relación de transferencia magnética (MTR), la cual
explora el contenido macromolecular y la integridad estructural para estimar
diferencias en la mielinización. Estos métodos han permitido un mejor entendimiento del desarrollo cerebral, con patrones comunes de cambios específicos de edad y sexo entre
niños y adultos. El desarrollo del
volumen de materia gris es curvilíneo y generalmente hace un pico en la niñez
tardía y disminuye a través de la
adolescencia. El grosor cortical y el
área de superficie tienen diferentes trayectorias en la niñez y la
adolescencia. Por ejemplo, mientras el grosor cortical y el área de
superficie muestran curvas en forma de U
invertida, las diferencias sexuales se
observan en la forma y trayectoria del área de superficie (pico a los 8,1 años
en hembras y 9,7 años en varones), pero los patrones de engrosamiento cortical
son similares en ambos sexos (pico a los 8,4 y 8,6 años). Asimismo, la corteza y las regiones
subcorticales tienen cambios
significativos morfológicos a través de
la niñez y la adolescencia. Esto incluye áreas importantes de procesos sensorimotores como el tálamo y
el núcleo caudado, así como regiones limbícas que son esenciales para la
emoción y la memoria como la amígdala y
el hipocampo. Por el contrario, el volumen total de materia blanca exhibe un patrón más
lineal. Durante la adolescencia ocurre un robusto incremento en el volumen de
materia blanca con la edad. Los estudios sugieren mayor organización de mielina y/o fibras. Sin embargo, las
diferencias sexuales en la microestructura de la materia blanca han sido muy
inconsistentes.
Los marcadores físicos de maduración
han sido relacionados con el volumen de materia gris en regiones corticales y subcorticales.
En un grupo de gemelos de 9 años de
edad, las hembras con algún signo de maduración física (estadio de Tanner >2) tenían densidad de
materia gris más pequeña en las áreas frontal y parietal en comparación con las que no tenían signos
de maduración (estadio de Tanner <1). En otro estudio, las hembras de media
a tardía pubertad tenían volúmenes totales más pequeños de materia gris. Asimismo,
los individuos en la postpubertad tenían
volumen del hipocampo más pequeño que
los individuos en estadios tempranos de la pubertad con efectos mayores en los
varones que en las hembras. No se detectaron
efectos significativos en la amígdala.
El volumen y la microestructura de la materia blanca también se
correlaciona con los marcadores físicos de desarrollo puberal. La maduración
física predice mayores volúmenes de
materia blanca con significativos efectos en los varones en los lóbulos
parietal y occipital que reflejan más mielinización. En otras regiones de materia blanca de interés la maduración se
mantiene incompleta en los individuos en media pubertad, pero alcanza los
patrones microestructurales del adulto solamente cuando se completa la
maduración puberal (estadio postpuberal). Las asociaciones entre
características físicas (vello púbico, desarrollo de las mamas) y estructura
cerebral sugieren la importancia de las distintas hormonas (andrógenos,
estradiol) en los volúmenes de materia
blanca cortical y subcortical.
La asociación entre niveles de testosterona
y materia gris (volumen, densidad y relación blanca-gris) ha sido
examinada en individuos entre 12 y 18
años. Los mayores niveles de testosterona se relacionan con volúmenes más
pequeños de materia gris, una mayor
relación blanca-gris y una menor
densidad de materia gris en múltiples regiones corticales. Además
de estos hallazgos volumétricos, varios estudios han examinado la relación de los niveles de testosterona con el grosor y el volumen cortical en distintas regiones cerebrales. Por
ejemplo, un estudio reporta que los mayores niveles de testosterona se relacionan con una corteza occipital más
gruesa en varones (11-14 años de edad) y
con corteza occipital y temporal superior más delgada en
hembras (10-13 años de edad). Adicionalmente, los altos niveles de
testosterona también están
relacionados con corteza más
delgada en lóbulo parietal inferior y
giro temporal medial en ambos sexos. Estos datos sugieren que la relación entre
testosterona y volumen y grosor de materia
gris varía según la región cerebral y el
sexo del individuo. Con relación al volumen de materia blanca
cortical, altos niveles de testosterona biodisponible se correlacionan con
mayores volúmenes de materia blanca. La
testosterona está relacionada más con incrementos en el calibre axonal que con la mielina. Por otra parte, dos
estudios han examinado los niveles de
andrógenos y el volumen de la hipófisis.
En un estudio con varones y hembras de 9 años de edad, niveles elevados de DHEA
(peo no de testosterona) están asociados
con mayores volúmenes de la hipófisis. Alternativamente, otro estudio
demuestra que la testosterona está positivamente asociada con mayores volúmenes de la hipófisis en
individuos de12-18 años de edad. Estos hallazgos sugieren que diferentes andrógenos pueden estar
relacionados con el volumen de la hipófisis en períodos únicos del desarrollo
puberal durante la adolescencia.
Los niveles de estradiol se
relacionan con baja densidad de materia
gris en regiones frontal inferior,
frontal superior, frontal media y giro
órbitofrontal y giro temporal medio, pero con mayor densidad en los giros
temporal inferior y occipital medio. Otro estudio reporta que altas
concentraciones de LH en individuos prepuberales (9 años de edad) se asocian
positivamente con mayores volúmenes de
materia blanca. Con relación a la hipófisis, un estudio reporta que altos
niveles de estradiol y FSH están relacionados con mayor volumen de la hipófisis
en hembras.
Los aspectos claves de la maduración puberal son marcadamente
diferentes no solo entre varones y
hembra, sino también entre individuos del mismo sexo. Mientras edad y
pubertad se correlacionan altamente, los
individuos maduran en diferentes
edades y progresan a través de la
pubertad en varias tasas. La edad y los
estadios de Tanner tienen efectos únicos
e interactuantes sobre los cambios en
volumen de hipocampo, amígdala y núcleo caudado entre las edades de 7-20 años.
Examinando en ambos sexos por separado, la amígdala y el hipocampo continúan aumentando mientras estructuras
subcorticales disminuyen con la
maduración puberal. Sin embargo, cuando se estiman cambios de volumen, las
hembras muestran mayores volúmenes con un pico más temprano. Por otra parte, en
las hembras, los altos niveles de testosterona se relacionan con el engrosamiento de corteza somatosensorial durante la niñez,
pero se relacionan con adelgazamiento en la adultez temprana. En varones
postpuberales, los elevados niveles de testosterona se relacionan
con menor engrosamiento cortical en el cíngulo posterior y la corteza
prefrontal dorsolateral. En un análisis longitudinal más reciente de gemelos entre 9-12 años, se demostró una
correlación negativa entre niveles de estradiol y densidad de materia gris en
las regiones frontal izquierda y parietal.
La interpretación de los estudios en humanos se apoya en un gran cuerpo de
evidencias a partir de investigaciones en animales que demuestran que las hormonas
sexuales actúan directamente sobre neuronas
y procesos neurales. Por ejemplo,
los esteroides sexuales y el desarrollo puberal afectan el número de sinapsis,
las ramificaciones dendríticas así como los eventos pre-mielinización y la
mielinización. Similar a los humanos, los efectos de las hormonas son diversos y específicos para región y
sexo. Esto es, roedores machos
exhiben incrementos lineales en
mielinización, mientras en las hembras el estradiol inhibe los procesos de
mielinización durante la adolescencia. Más aún, el estradiol en hembras (pero
no en varones) está relacionado con una
mayor pérdida de neuronas y glias en la
corteza prefrontal medial y una reducción
de espinas dendríticas en la corteza visual. Alternativamente, los
incrementos puberales en
testosterona influyen en el número de
neuronas y receptores de andrógenos en varios núcleos de regiones subcorticales, incluyendo la amígdala.
En conclusión, los estudios existentes sugieren que los cambios físicos y
hormonales durante la pubertad están relacionados con patrones únicos de maduración estructural del cerebro en
humanos. Más aún, los cambios relacionados con la pubertad tienen diferentes
efectos sobre regiones corticales y
subcorticales. Con el advenimiento de la
MRI, los estudios en humanos han examinado el neurodesarrollo en el contexto de la edad. Los estudios con MRI estructural
indican que los cambios físicos y hormonales
están íntimamente relacionados
con cambios en el desarrollo de materia gris y blanca. Está claro que
mientras la edad puede ser usada como referencia para los cambios generales del
desarrollo, la maduración puberal tiene una influencia única y aditiva sobre las trayectorias del
neurodesarrollo estructural. Por otra parte, los hallazgos en animales sugieren que las hormonas sexuales continúan
influyendo en el cerebro aún después del período prenatal, con efectos
organizacionales y activacionales
durante la pubertad. Los esteroides sexuales afectan el número de
sinapsis, las ramificaciones dendríticas y la mielinización.
Fuente: Herting MM, Sowell ER (2017). Puberty and
structural brain development in humans.
Frontiers in Neuroendocrinology 44: 122-137.
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