Células gliales y
balance energético
Las células gliales juegan un rol activo en numerosos
procesos fisiológicos incluyendo la neurogénesis, la sinaptogénesis y la
plasticidad sináptica; ellas transportan nutrientes y factores metabólicos
esenciales para la supervivencia y función de las neuronas desde la periferia
al cerebro y participan en la
transmisión sináptica. Las células gliales son también la primera línea de defensa en el sistema nervioso central (SNC) en
procesos como la neuroinflamación y contribuyen al mantenimiento de la barrera
hemato-encefálica (BHE). Aunque las células gliales tienen muchas funciones
comunes en el SNC, algunas de sus respuestas varían en las diferentes regiones
del cerebro. Estas diferencias funcionales se deben a diferencias innatas en
las poblaciones gliales y al ambiente
neuronal. Es decir, las funciones fisiológicas afectadas por la actividad de las células
gliales están invariablemente
relacionadas con el rendimiento
de las neuronas en su red local. Las
glías son las células más abundantes en el SNC y se clasifican en microglías y
macroglías. Las macroglías incluyen astrocitos, tanicitos, oligodendrocitos y
células ependimales. Entre estas células, los astrocitos, los tanicitos y las
microglías están claramente implicados
en el control metabólico.
Los estudios recientes indican que la activación de las
células gliales del hipotálamo en respuesta a una dieta rica en grasas (DRG)
está involucrada en la inflamación
central y la resistencia a la insulina. Esta reacción inflamatoria inducida por
DRG involucra específicamente al hipotálamo, el sitio clave para la regulación del balance energético. Numerosos
estudios en animales han demostrado la inflamación/gliosis hipotalámica en
respuesta a la DRG, mientras en humanos se ha reportado que ocurre en
personas con elevado índice de masa
corporal (IMC). Sin embargo, las células gliales del hipotálamo no solo
participan en eventos patológicos
también están involucradas en el control fisiológico de las neuronas
adyacentes incluyendo a las que intervienen en el balance energético. Estas
células gliales expresan receptores y
sistemas de transporte para hormonas y factores metabólicos, lo cual sugiere
que, al menos en parte, los efectos
centrales de estas señales metabólicas
son mediados a través de células no neuronas. Es importante recordar que las
respuestas a la obesidad y sus complicaciones secundarias son diferentes en hembras y varones. Esto se
debe al menos parcialmente a la influencia de los esteroides sexuales. Por otra
parte, las células gliales presentan características y respuestas sexualmente
dimórficas y estas diferencias, al menos en parte, también se deben a la influencia de los
esteroides sexuales. Los astrocitos expresan receptores para estrógenos,
andrógenos y progesterona y los esteroides sexuales modulan la respuesta de las
células gliales a la DRG. Los esteroides sexuales ejercen efectos neuroprotectores
en varias regiones del cerebro y las células gliales participan en este
fenómeno. Por lo tanto, es posible que los esteroides sexuales protejan a los
circuitos neuronales hipotalámicos contra los efectos perjudiciales de la
obesidad inducida por DRG a través de sus acciones sobre las células gliales.
Las funciones conocidas de los astrocitos incluyen protección, mantenimiento
y metabolismo de las neuronas, soporte anatómico, sinaptogénesis, conectividad
y transmisión sináptica, homeostasis de electrolitos y glucosa y producción de
citoquinas. Los astrocitos, los vasos
sanguíneos y las neuronas forman una unidad
que media la comunicación metabólica
entre la periferia y el SNC. Por lo tanto, los astrocitos participan en
la regulación de la entrada de
nutrientes en el cerebro, sirven como sensores metabólicos y promueven la supervivencia neuronal y el mantenimiento
de la homeostasis del SNC. Además de
“sensar” glucosa y lípidos, los astrocitos expresan receptores para –y
responden a- hormonas implicadas en el control de la ingesta de alimentos como
leptina, ghrelina e insulina y son las únicas células del SNC capaces de llevar a cabo la beta
oxidación de ácidos grasos para la producción de cuerpos cetónicos. Estas
hormonas y factores metabólicos modifican
la morfología y las funciones de los astrocitos, incluyendo su producción
de citoquinas y otros factores y su transporte de nutrientes y neurotransmisores. Por
ejemplo, la leptina, una señal anoréxica, modifica la morfología de los
astrocitos en el hipotálamo cambiando la longitud y número de sus proyecciones primarias. Esto es
asociado con cambios en la extensión de
la cobertura glial y el número y balance
de los impulsos sinápticos sobre las neuronas metabólicas locales, lo cual a su
vez afecta su funcionamiento y descarga.
Estas modificaciones en los astrocitos podrían participar en la adaptación de los circuitos neuronales hipotalámicos a
nuevas condiciones metabólicas, como se ha visto en los estados agudos del consumo de una DRG. Sin embargo, si una
situación adversa se extiende por mucho
tiempo, como la obesidad de larga duración, las modificaciones de los
astrocitos podrían estar involucradas en situaciones patológicas. Por ejemplo,
los astrocitos responden a leptina y
ghrelina, pero los efectos de estas hormonas sobre su síntesis y
liberación de citoquinas y sobre el transporte de glutamato y
glucosa son dependientes de tiempo, por
lo que las exposiciones a corto y largo plazo
inducen efectos completamente opuestos. Por otra parte, hay que tener
presente que la liberación de citoquinas
por los astrocitos puede tener efectos beneficiosos o perjudiciales dependiendo del tipo, la intensidad y la
duración del estímulo.
La importancia fisiológica de la acción de las hormonas
metabólicas en los astrocitos ha sido claramente demostrada en estudios de ingeniería genética en modelos
animales. La ablación del receptor de leptina (Ob-R) específicamente en
astrocitos modifica la organización sináptica del sistema melanocortina. El
número y la longitud de las proyecciones
primarias de los astrocitos son
reducidas en ausencia de Ob-R y esto
provoca disminución de la cobertura astrocítica
de las neuronas POMC y modificaciones
en la actividad eléctrica de las neuronas AgRP y POMC. Estos cambios
anatómicos y funcionales están asociados
con la atenuación de la respuesta
anorexigénica de la leptina y el aumento
de la respuesta de la ghrelina al ayuno. Más recientemente, la
generación y estudio de animales con
ausencia de receptor de insulina en astrocitos indica que la acción de la insulina sobre los astrocitos hipotalámicos está directamente involucrada en la regulación de la glucosa sistémica. La
expresión de receptores de insulina en
los astrocitos es importante para la captación
de insulina y glucosa en el
cerebro, la carencia de señal insulina
en los astrocitos altera la
respuesta normal a los cambios en la glucemia.
La activación de
astrocitos atenúa la ingesta de alimentos inducida por la ghrelina y facilita
los efectos de la leptina sobre la saciedad. Varios investigadores
sugieren que las células gliales alteran la alimentación modulando los
niveles extracelulares de adenosina, los
cuales afectan la tasa de disparo de las
neuronas AgRP. La ghrelina también puede actuar directamente sobre los
astrocitos hipotalámicos modificando su capacidad para transportar glutamato y glucosa y la
expresión de glutamina sintetasa, lactato deshidrogenasa, glucógeno fosforilasa
y transportadores de lactato. Estas observaciones sugieren un posible efecto
directo de la ghrelina sobre el metabolismo
de glutamato y carbohidratos por los astrocitos. La evidencia también
indica que nutrientes como carbohidratos y ácidos grasos pueden afectar
directamente a los astrocitos. La fructosa induce astrogliosis hipotalámica in
vivo e in vitro. Por el contrario, aunque la ingesta de altas cantidades de
sucrosa induce inflamación hipotalámica, no se ha reportado que está asociada
con astrogliosis. Entonces, la respuesta de los astrocitos puede depender del tipo de
carbohidrato ingerido en exceso. La elevación de ácidos grasos
circulantes resulta en un incremento de
su transporte en el cerebro, donde el tipo
y el grado de saturación son muy
importantes. Los ácidos grasos saturados, como el ácido palmítico, causan
respuesta inflamatoria en diferentes
tipos de células además de estrés de retículo endoplásmico. Los efectos de los
ácidos grasos de cadena larga se han
observado en astrocitos y microglías, donde inducen la liberación de moléculas inflamatorias. Esta inflamación no
ocurre en la respuesta a los ácidos grasos no saturados. Por otra parte,
algunos alimentos que contienen antioxidantes pueden ejercer efectos protectores en el SNC. Algunos de estos efectos son
mediados a través de los astrocitos. Un ejemplo bastante estudiado es el
resveratrol, un polifenol presente en
uvas, vinos y arándanos. Este antioxidante previene el daño mitocondrial, por
lo tanto mantiene la función mitocondrial y la homeostasis redox.
Los esteroides sexuales participan en las diferentes respuestas de los
astrocitos en hembras y varones como
consecuencia de la ganancia de peso y/u
obesidad. Los estrógenos protegen contra la ganancia de peso, la adiposidad y
las complicaciones asociadas con la obesidad. Estos efectos son mediados a
través del ERα, cuya activación regula
la ingesta de alimentos, la homeostasis
de la glucosa y el gasto de energía. La activación del ERα
específicamente en el núcleo ventromedial del hipotálamo aumenta el gasto de energía. Los estrógenos
incrementan la actividad de señales anorexigénicas como la leptina y
disminuyen la actividad de señales
orexigénicas como la ghrelina. En esta línea, las mujeres tienen
fluctuaciones en la ingesta de alimentos
según las fases de su ciclo menstrual. Por ejemplo, comen menos durante los
días preovulatorios, cuando las concentraciones
de estradiol son más altas. Este fenómeno ha sido demostrado también en
roedores hembras. Más aún, en respuesta al consumo de una DRG, las ratas
hembras ganan menos peso que los machos,
pero esta diferencia no se observa
después de la ovariectomía, lo cual es similar a la tendencia a incrementar el peso corporal
de las mujeres postmenopáusicas. En
efecto, las mujeres son más resistentes
a la obesidad que los hombres en parte debido a la mayor expresión de ERα en los
astrocitos. En la rata, la morfología de los astrocitos cambia a través del ciclo estral en asociación con
las fluctuaciones en los niveles de esteroides sexuales, la oposición de
astrocitos a las neuronas GnRH disminuye
cuando las concentraciones de estradiol son altas. Por el contrario, el
contacto de la superficie de los astrocitos con las neuronas no GnRH en el
núcleo arcuato del hipotálamo, aumenta cuando las concentraciones de estradiol
son altas. Por otra parte, los cambios en los astrocitos han sido observados en modelos animales
con ganancia de peso por condiciones distintas a la DRG. Esto
indica que la respuesta de los astrocitos no se debe solamente a señales
dietéticas como los ácidos grasos, los cambios sistémicos que resultan del
incremento en la ganancia de peso, como el aumento de los niveles circulantes
de leptina, también participan en este proceso. La respuesta metabólica a otros paradigmas de inducción de sobrepeso/obesidad, como la
ingesta de altas cantidades de sucrosa y los efectos a largo plazo de la sobre
nutrición neonatal también difieren entre roedores machos y hembras y la
respuesta de los astrocitos hipotalámicos difiere entre los sexos en estos
modelos experimentales.
La obesidad se caracteriza por un estado inflamatorio de
bajo grado no solo en la periferia sino también
en el hipotálamo con astrogliosis. La astrogliosis puede ser
definida como un cambio en el número y/o morfología de los
astrocitos, lo cual puede provocar modificaciones en sus contactos con las
neuronas y el número de impulsos sinápticos en estas neuronas. Un incremento o
una disminución en el número de proyecciones primarias de los astrocitos pueden provocar cambios en la comunicación célula-célula,
en el contacto con los vasos sanguíneos y en
los impulsos sinápticos en los circuitos metabólicos. Por ejemplo, hay una
reducción en el número de sinapsis de
las neuronas POMC como consecuencia de reorganización sináptica debido a la
ingesta de DRG. Las modificaciones en el número o la morfología de los
astrocitos pueden ser acompañadas por la liberación de citoquinas inflamatorias
y factores neurotóxicos asociados con el
estrés oxidativo. En el sobrepeso o la obesidad, el exceso de adiposidad está
asociado con un incremento en las
concentraciones circulantes de leptina y
ácidos grasos que pueden activar directamente a los astrocitos. Estos datos
sugieren que la inflamación y la gliosis
del hipotálamo son un resultado de
factores dietéticos y cambios hormonales asociados con el incremento de
adiposidad. La activación de astrocitos ocurre 24 horas después de consumir una DRG. Esta rápida
activación podría funcionar inicialmente como una respuesta neuroprotectora que
procura mantener la homeostasis energética. El lado negativo de esta “activación” ocurre cuando se mantiene por mucho tiempo y
los factores neurotóxicos liberados por los astrocitos pueden causar daño
neuronal. Es posible que la plasticidad del sistema, incluyendo cambios en las
interacciones glía-neurona y los impulsos sinápticos, también podrían ser afectados. Esta astrogliosis puede ser prolongada como consecuencia del consumo de larga duración de DRG, donde
aumentan las concentraciones periféricas
de ácidos grasos, los cuales
alcanzan el cerebro y
pueden activar directamente a las células gliales. Una posible
consecuencia de la inflamación/astrogliosis es el desarrollo de resistencia a
leptina e insulina, lo cual provoca
disrupción de la homeostasis energética y perpetúa las complicaciones asociadas con el sobrepeso
y la obesidad.
Los tanicitos son células ependimales especializadas que
ocupan el piso y las paredes ventro-laterales del tercer ventrículo del hipotálamo.
Hay dos subtipos principales de tanicitos, α y β, con diferencias en
localización y funciones biológicas. Estas células gliales junto con los
capilares endoteliales regulan la permeabilidad de la BHE y por lo tanto la
entrada de sustancias en el cerebro. La privilegiada localización de los
tanicitos les garantiza un rol clave para determinar cuáles moléculas ingresan
al SNC. Este proceso también involucra la regulación de nutrientes y hormonas
en el hipotálamo, lo cual a su vez determina las señales que alcanzan los
circuitos neuronales metabólicos y sus respectivas respuestas que, en última
instancia, afectan al apetito, el metabolismo y el peso corporal. Los tanicitos
conectan el líquido cerebroespinal con los circuitos neuronales metabólicos en
los núcleos arcuato y ventromedial del hipotálamo, comunicación que es
modificada por el estatus nutricional y hormonal del individuo. La expresión de
transportadores de glucosa 2 (GLUT2) en los tanicitos es fundamental para sus
propiedades “sensoras” de glucosa, un proceso que es esencial para la respuesta
apropiada a la hipoglucemia. Por otra
parte, estas células gliales especializadas se reorganizan en la condición de
ayuno para evocar las respuestas adecuadas para la regulación de la homeostasis
de la glucosa. Estas respuestas adaptativas a su ambiente involucran la
regulación de la permeabilidad de la BHE a través de la liberación de factor de
crecimiento endotelial vascular A (VEGF-A), el cual facilita la comunicación
entre los metabolitos circulantes y las neuronas metabólicas. El paso de
señales metabólicas especificas reguladas por los tanicitos, como la leptina, a
través de la BHE y en el hipotálamo requiere la activación de la ruta de
señalización ERK. Este mecanismo para el transporte de leptina en el cerebro
está comprometido en una situación de ingesta crónica de DRG y puede contribuir
al desarrollo de una señal disminuida de leptina en el cerebro. La obesidad
durante la gestación también altera la permeabilidad de la BHE porque, entre otras
cosas, reduce los procesos de los tanicitos en el núcleo arcuato.
Los tanicitos participan en el metabolismo de las hormonas tiroideas (HT). Estas células
gliales expresan la enzima desyodasa II (Dio2), la molécula responsable de la conversión de la prohormona T4 en la forma
activa T3. Los tanicitos
capturan T4 de la circulación periférica y liberan T3 en
el hipotálamo, donde regula, por ejemplo, la respuesta de las neuronas
NPY/AgRP. La expresión de Dio2 aumenta
en los tanicitos en condiciones de ayuno
o inflamación y sigue un patrón fotoperiódico
en los mamíferos estacionales. La TSH estimula la síntesis de Dio2 in vitro en cultivos de tanicitos, lo que indica un efecto directo
sobre estas células que expresan el
receptor de TSH (TSHR). La expresión de
TSHR es muy alta en la región ventral de
la capa ependimal del tercer ventrículo,
un área con alta densidad de tanicitos. La
respuesta de los tanicitos a la TSH provoca un incremento en los niveles de
AMPc y la activación de la ruta ERK1/2, pero aun no está claro si esta señal es
común a todos los tanicitos o solo
a alguna región especifica. Por otra
parte, los tanicitos pueden servir como células progenitoras en cerebro postnatal y adulto, con los
tanicitos de la eminencia media exhibiendo
alto potencial neurogénico. En el adulto, la neurogénesis del hipotálamo es regulada por hormonas específicas,
incluyendo al estradiol y factores de crecimiento como el IFG-1 y el estatus
nutricional y el tipo de dieta ingerida. El IGF-1 también estimula la
proliferación de tanicitos. En el cerebro, la ruta de señalización común
entre IGF-1 e insulina a través de la
IRS2 constituye un enlace entre eventos complejos como la modulación
metabólica, la duración de la vida y, al menos en mamíferos, la cognición.
En el hipotálamo, la ingesta de DRG tiene un efecto
anatómico específico sobre la neurogénesis, inhibiéndola en el parénquima
hipotalámico mediobasal y aumentándola
en la eminencia media en ratas
hembras. El aumento de la neurogénesis en la eminencia media está asociado con
su localización anatómica y la exposición a hormonas, moléculas y factores del
líquido cerebroespinal sirve para restaurar las neuronas que mueren como resultado del efecto tóxico de la DRG. La ingesta de
DRG no solo afecta la neurogénesis en el
hipotálamo sino también en otras
estructuras del cerebro como hipocampo, conocido por mantener la neurogénesis
en la adultez. En el hipocampo, la DRG reduce la neurogénesis en el girus dentado y dispara el estrés oxidativo y la
peroxidación de lípidos. La lipotoxicidad causada por el ácido palmítico afecta las células progenitoras neurales, lo
cual está asociado con una reducción en los niveles de factor neurotrófico
derivado del cerebro (BDNF) en el hipocampo. Un incremento en los niveles de
corticosterona también está involucrado
en la disminución de la neurogénesis hipocampal inducida por DRG, con los
machos siendo más afectados que las hembras. Por el contrario, la restricción dietética
resulta en mayores niveles de BNDF y neurotrofina-3 (NT-3), con un
incremento en la neurogénesis. De acuerdo con esto, hay reportes que señalan
que el ejercicio aeróbico moderado estimula
la neurogénesis hipocampal en roedores adultos. Estos efectos dietéticos
sobre la neurogénesis en el hipocampo podrían estar involucrados en la conducta alimentaria y otros fenómenos conductuales.
Los tanicitos también son influenciados por los
esteroides sexuales y participan en la
regulación neuroendocrina de la pubertad
liberando factores de crecimiento como
el factor de crecimiento transformante beta (TGGFβ) que estimula la
síntesis y liberación de GnRH y por lo
tanto participa en el inicio de la pubertad. Más aún, similar a los astrocitos,
los estrógenos modulan la plasticidad de
los tanicitos en condiciones de ayuno. Por ejemplo, los procesos de los
tanicitos se retraen en respuesta al pico pre-ovulatorio de gonadotropinas
facilitando un incremento en los contactos de las neuronas GnRH con los vasos
sanguíneos y por consiguiente su secreción en la circulación. La retracción de
los procesos de los tanicitos y la liberación de GnRH son esenciales para la
correcta regulación del ciclo
reproductivo femenino.
Las microglías son consideradas los macrófagos del SNC,
ellas están constantemente removiendo células dañadas y son la primera barrera contra infecciones y patógenos, su principal
rol es mantener un cerebro saludable. Estas células gliales pueden adoptar
diferentes estados dependiendo del ambiente alrededor. Por un lado, en condiciones fisiológicas,
parecen “microglías en reposo o ramificadas”
con una variedad de funciones
incluyendo la modulación de sinapsis y la producción de ciertas sustancias, como citoquinas,
cuando es necesario. Por otro lado, en condiciones ambientales adversas, por
ejemplo, cuando hay sobrecarga de nutrientes debido a sobre nutrición o consumo
de DRG, se vuelven reactivas con cambios morfológicos y liberación de diversos
factores. La ingesta de DRG y
específicamente de ácidos grasos saturados,
activan las microglías del hipotálamo, las cuales liberan citoquinas
inflamatorias y otros factores como óxido nítrico (NO) y ROS. Si la liberación de estos factores se vuelve crónica, la
reactividad de las microglías empeora, causando toxicidad en el área alrededor, afectando las neuronas adyacentes. Las
neuronas POMC del hipotálamo son
particularmente vulnerables a esta reacción. Las microglías responden a
neuropeptidos metabólicos, el NPY y la α-MSH modulan su secreción de citoquinas y NO. Las microglías también
son activadas por señales hormonales como la leptina. Más aún, la
administración de leptina es suficiente para disparar la activación de las
microglías, independientemente del peso corporal. La liberación de citoquinas
proinflamatorias y factores neurotóxicas por las microglías puede participar en
el desarrollo de resistencia a insulina y/o leptina que ocurre
en conjunción con la inflamación central. Por el contrario, la actividad
física contrarresta la activación microglial inducida por DRG.
El desarrollo y maduración de las microglías son modulados
por el ambiente nutricional temprano, una pobre nutrición afecta la respuesta de estas células a los desafíos futuros. Por ejemplo,
cuando primates no humanos hembras son
alimentadas con DRG durante la
gestación, el desarrollo del sistema melanocortina de las crías resulta
afectado por liberación de citoquinas proinflamatorias por las microglías. Asimismo, en roedores, las crías de madres alimentadas
con DRG durante la gestación tienen a
nivel del hipocampo incremento en la activación de microglías en el nacimiento
y en la densidad de microglías en la adultez. La sobre nutrición durante la
lactancia resulta en activación
microglial en el hipotálamo y
otras áreas cerebrales cuando los
animales alcanzan la adultez. Las respuestas de las microglías pueden
diferir entre los sexos. El numero y la morfología de microglías en algunas áreas del
cerebro es diferente entre los sexos.
Aunque hay poca información con relación
a la respuesta de estas células a los cambios metabólicos en hembras y
varones, se sabe que el estradiol reduce
la reactividad microglial. Más aún,
estrógenos y progesterona pueden bloquear la secreción de citoquinas inflamatorias por
las microglías, promoviendo un estado anti-inflamatorio.
En conclusión, la evidencia actual indica que las células
gliales hipotalámicas, particularmente
astrocitos, tanicitos y microglías, están involucradas en los mecanismos fisiológicos y
fisiopatológicos de control del apetito
y el metabolismo, al menos en parte, regulando las señales que alcanzan los circuitos neuronales metabólicos. Las células gliales transportan nutrientes, hormonas y neurotransmisores,
secretan factores de crecimiento, hormonas y citoquinas y son una fuente de células
neuroprogenitoras. Estas funciones de las células gliales son reguladas
por hormonas y nutrientes. La dieta
ingerida y los cambios en hormonas periféricas producidos
como consecuencia de sobrepeso y/u obesidad afectan a las células gliales. En este contexto, los estudios indican que no es precisamente
la cantidad de energía ingerida lo
principal sino el tipo de nutrientes
ingeridos. En efecto, diferentes efectos se observan dependiendo
del tipo y el grado de saturación
de ácidos grasos y el equilibrio
entre antioxidantes y la producción de ROS es importante para mantener el correcto funcionamiento de las células gliales. Por otra parte, se ha demostrado que hembras y varones responden
de manera diferentes a los cambios
metabólicos, es posible que las células gliales
estén involucradas en este
fenómeno.
Fuente: Argente-Arizón P et al (2017). Glial cells and energy balance. Journal of
Molecular Endocrinology 58: R59-R71.
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