Nuevos “insights” en
el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides
El descubrimiento de la hormona liberadora de tirotropina (TRH) en
1969 no sólo fue el resultado de muchos
años de trabajo en el paradigma de un control neurohormonal del hipotálamo
sobre la secreción de la adenohipófisis, sino que también fue el evento más heurístico en el
establecimiento de la
neuroendocrinología. Este hallazgo fue la demostración inequívoca de la teoría de Geoffrey Harris que la red
capilar de la eminencia media no fluye en la circulación general sino en los
vasos sanguíneos que descargan en el
tallo hipofisiario y terminan en una segunda red capilar en la hipófisis anterior. Harris postuló que
este sistema porta proporciona una vía
más corta para el transporte de las hormonas hipotalámicas a la hipófisis anterior donde estimulan la
secreción de hormonas en la circulación sistémica. El eje
hipotálamo-hipófisis-tiroides (HHT) fue el primer eje neuroendocrino identificado, un
descubrimiento que introdujo la era de la neuroendocrinología y transformó el enfoque diagnóstico y terapéutico de los pacientes con enfermedad tiroidea.
La TRH, a través de la activación de
la secreción de tirotropina (TSH) por las células tirotropas de la hipófisis, estimula la secreción
de hormonas tiroideas, las cuales posteriormente a través de una regulación por
retroalimentación negativa ejercen un
efecto inhibitorio sobre la secreción de TRH y TSH. Es evidente entonces que la
TRH juega un rol importante en la
regulación del eje HHT. En línea con
esta evidencia, la lesión del gen TRH en ratones resulta en hipotiroidismo
central, mientras en humanos el hipotiroidismo central es causado por mutaciones del receptor de
TRH. El tripéptido TRH es sintetizado en la región parvocelular del núcleo
periventricular (NPV) y, a través de neuronas hipofisiotrópicas localizadas
exclusivamente en las subdivisiones periventricular y parvocelular medial del
NPV, es conducida y liberada en la eminencia media (EM) en el tercer ventrículo. A partir de la EM, la TRH es transportada a
través del sistema porta a la hipófisis anterior donde estimula la secreción de TSH. La TSH no
solo es regulada por retroalimentación de las hormonas tiroideas en la
hipófisis (retroalimentación larga) y el
hipotálamo, sino también por
retroalimentación de hormonas
hipofisiarias en el hipotálamo (retroalimentación corta) y la hipófisis
(retroalimentación ultracorta).
Un trabajo reciente analiza la regulación de la piroglutamil peptidasa II
(PPII), una metalopeptidasa que degrada la TRH en el espacio extracelular, en
el hipotálamo mediobasal (HMB) de ratas adultas. El ARNm de la PPII se localiza
en los tanicitos, células del piso y paredes infralaterales del tercer ventrículo que se extienden
linealmente a la zona externa de la
eminencia media en las proximidades de los
terminales axónicos que contienen TRH. En los animales tirotóxicos se observa
un incremento de más de 80% de la actividad PPII y por consiguiente de la
degradación de TRH. Por el contrario, la
inhibición de la PPII en el HMB aumenta la secreción de TRH y los niveles plasmáticos de TSH. En
el proceso post-traslacional, la TRH es degradada por las PPI y PPII a su
principal metabolito His-Pro-NH2, el cual puede ser espontáneamente
metabolizado a ciclo (His-Pro) y por la acción de la prolil endopeptidasa (TRH
desamidasa) a piro-Glu-His-Pro-OH. Un incremento de hormonas tiroideas
circulantes regula hacia arriba la
actividad PPII en los tanicitos y aumenta la degradación de la TRH extracelular en la EM, contribuyendo a la regulación por
retroalimentación de la TSH por las
hormonas tiroideas.
En el cerebro, la T3 se origina a
partir de la conversión local de T4 en
T3 por la desyodación enzimática del anillo externo de la T4, catalizada por la
yodotironina desyodasa tipo 2 (DIO2). En el hipotálamo, la actividad DIO2 es
altamente expresada en la región del HMB, específicamente en la EM, núcleo
arcuato y núcleo ventromedial. La
TRH deriva de una pro-hormona a través de clivaje proteolítico por las convertasas de prohormona 1 y 2 (PC1
y PC2). El procesamiento de la pro-hormona TRH (pro-TRH) ocurre en dos fases:
(a) durante el transporte axonal después de la remoción del péptido señal en el retículo endoplásmico y (b) en la
medida que los péptidos intermediarios
se desplazan por el axón hacia el terminal nervioso. Entonces, el
proceso proteolítico de la pro-TRH comienza en el retículo endoplásmico
y finaliza como un evento post-Golgi.
El proceso post-traslacional de varios neuropéptidos es critico en la
regulación del balance energético y en
la patogénesis de la obesidad. La leptina y otros cambios fisiológicos afectan
la biosíntesis y el procesamiento de muchas hormonas así como también la
regulación de las convertasas de pro-hormonas responsables de la maduración de estas hormonas. Es concebible
que la regulación del balance
energético por la leptina requiere de la
regulación de varios pro-neuropéptidos
como la pro-TRH y la propiomelanocortina (POMC). En el núcleo arcuato hay dos poblaciones de neuronas, reguladas directamente por la
leptina, involucradas en la regulación de la ingesta de alimentos que se proyectan a las neuronas TRH en el
NPV. La primera población es un grupo de neuronas que sintetizan dos potentes péptidos orexigénicos,
neuropéptido Y (NPY) y péptido relacionado con el agouti (AgRP), los cuales son
inhibidos por la leptina. La segunda población
es un grupo de neuronas que
sintetizan los péptidos anorécticos, α-MSH y transcripto regulado por cocaína y
anfetamina (CART), los cuales son estimulados por la leptina. Las fibras
nerviosas que contienen NPY y AgRP
inervan densamente a las neuronas
TRH en el NPV. La leptina regula las
neuronas que producen NPY y AgRP en el núcleo arcuato, los cuales antagonizan
la actividad estimuladora de la α-MSH
sobre la expresión del gen pro-TRH en el NPV. Concomitantemente, la leptina
estimula la expresión de PC1 y PC2, mientras el ayuno resulta en bajos niveles
de leptina y disminución de la expresión de PC1 y PC2 en el NPV. Entonces, la
leptina a través de un efecto directo,
aunque modesto, estimula la generación de TRH en el hipotálamo. Por otra parte,
la ghrelina secretada en el estómago
estimula la secreción de T4 y puede activar las neuronas NPY/AgRP en el núcleo
arcuato, antagonizando la acción de la leptina. No está claro si la inhibición
de TSH que sigue a la administración de
ghrelina es el resultado de un efecto
directo a nivel de la hipófisis o a
través de la inhibición por las hormonas tiroideas (retroalimentación
negativa).
En estados patológicos, como el hipotiroidismo, las expresiones de NPY y
POMC son moduladas independientemente de los cambios en la señal leptina en los
núcleos del hipotálamo. Como resultado, el hipotiroidismo resulta en hipofagia,
disminución del contenido de NPY e incrementa el contenido de POMC en el núcleo
arcuato, mientras induce resistencia al efecto anorexigénico de la
leptina. En esta línea de evidencia,
mientras las ratas eutiroideas exhiben reducción de la ingesta de alimentos
después de la inyección de leptina, las ratas hipotiroideas no exhiben ninguna
respuesta.
El NPV recibe e integra múltiples
señales neuronales y ajusta el eje HHT a los cambios externos e internos, como
el frio, el ayuno y las enfermedades. Los impulsos de las neuronas adrenérgicas
del tallo cerebral median los efectos
estimuladores de la exposición al frio sobre las neuronas TRH. El rápido pico de síntesis de TRH inducido durante la
exposición al frio está asociado con un incremento en la concentración de
catecolaminas en el hipotálamo. Dado que un incremento en las hormonas
tiroideas normalmente inhibe la transcripción
del gen TRH a nivel del NPV vía
efectos de retroalimentación negativa, las catecolaminas pueden incrementar el
“setpoint” para la inhibición de la expresión del gen TRH por la T3,
permitiendo altos niveles circulantes de
hormonas tiroideas que contribuyen a incrementar la termogénesis. Por otra
parte, el estatus nutricional regula la
actividad de las neuronas TRH vía
neuronas localizadas en el núcleo arcuato
sensibles a señales metabólicas
como los niveles circulantes de leptina, por ejemplo. Adicionalmente, las
situaciones que demandan energía como el ejercicio y el frio, activan la
expresión de TRH y al eje HHT; por el
contrario el ayuno, la inflamación y el estrés crónico inhiben su actividad.
El eje HHT, el cual es critico para mantener el estado eutiroideo y la
homeostasis metabólica, puede ser investigado a través de la medición de TSH.
La prueba TRH ha sido usada como el “estándar de oro” por casi un cuarto de
siglo para estudiar la respuesta de TSH después de la estimulación con TRH y
por consiguiente la función tiroidea. Sin embargo, el establecimiento de ensayos de tercera y cuarta generación para la medición de TSH ha superado el uso de
la prueba TRH en el diagnóstico de enfermedades tiroideas. Actualmente, la
prueba ocasionalmente podría ser útil en
pacientes con hipotiroidismo central
para distinguir entre la
etiología hipofisaria e hipotalámica. La TSH basal en estos pacientes es sorprendentemente normal o ligeramente
disminuida en conjunción con bajos
niveles de T4 libre. En algunos casos puede ser necesario combinar la prueba
con imágenes y hallazgos bioquímicos y clínicos en el diagnóstico de
hipotiroidismo central. En el síndrome
de enfermo eutiroideo, el cual se caracteriza por T3 baja, T4/T4 libre normal o
baja y paradójicamente niveles de TSH normales o bajos, la respuesta de la TSH
a la administración de TRH es disminuida. La prueba TRH puede tener cierta validez en la acromegalia, la enfermedad de Cushing y
el síndrome de Nelson, a pesar de su baja especificidad. En pacientes con
prolactinoma, la respuesta de la prolactina a la TRH exhibe una amplia variación, lo cual hace a
la prueba poco útil.
Un estudio reciente con animales reporta que el compuesto polifenol
resveratrol puede disminuir la secreción
de TSH y la expresión del ARNm de la TRH
en ratas hipotiroideas con ansiedad, mientras en paralelo regula la ruta Wnt/β-catenina
en el hipocampo. Estos hallazgos abren la posibilidad del uso terapéutico del resveratrol como coadyuvante, especialmente en el hipotiroidismo subclínico marcado por
ansiedad y depresión. En otro estudio,
la administración de ghrelina resultó en un incremento de T4 y una disminución de TSH, aunque no
está claro si esto es debido a un efecto
directo de la ghrelina sobre la secreción de TSH o a la retroalimentación
negativa de las hormonas tiroideas a nivel de la hipófisis. Los hallazgos de estos estudios demuestran que el “setpoint” puede ser cambiado por varios compuestos y drogas.
En conclusión, el tripéptido TRH producido en el núcleo periventricular del
hipotálamo es el regulador central del
eje HHT. Los hallazgos recientes demuestran la importancia cardinal del eje HHT y especialmente de la TRH como mediador central en la homeostasis energética, además de su
rol en la regulación de la función
tiroidea. La TRH activa a la TSH en la
hipófisis que a su vez estimula la secreción
de hormonas tiroideas, las cuales
ejercen retroalimentación negativa sobre la secreción de TSH y TRH. Sin
embargo, varios factores están involucrados en la regulación del eje HHT. Por
ejemplo, la leptina tiene efectos indirectos y directos sobre la regulación de
TRH. En el primer caso, la leptina regula la actividad de las neuronas NPY/AgRP
en el núcleo arcuato del hipotálamo que antagonizan la actividad estimuladora
de la α-MSH sobre la expresión del gen pro-TRH en el NPV. En el segundo caso,
la leptina estimula la expresión y
transcripción de TRH en el hipotálamo a
través de la estimulación de las PC 1 y 2, lo cual aumenta el proceso de
conversión de pro-TRH en TRH. La interrelación
de la TRH con la leptina y la influencia recientemente reportada de la
ghrelina sobre el eje HHT pueden alterar el “setpoint” del eje. El polifenol
resveratrol disminuye la expresión de TSH y TRH, regula al eje HHT y también
regula la ruta Wnt/β-catenina.
Fuente: Duntas LH (2016). New insights into the
hypothalamic-pituitary-thyroid axis. Acta Endocrinologica (Buc) XII: 125-129.
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