El glucagón y la
hiperglucemia inducida por estrés
En condiciones fisiológicas normales, el glucagón
producido en las células α del páncreas actúa primariamente en el hígado para
incrementar la producción hepática de
glucosa y con ello mantenie un adecuado aporte de combustible al cerebro
y otros órganos vitales. En la diabetes mellitus tipo 1 (DT1) y diabetes
mellitus tipo 2 (DT2) descontroladas
está presente la hiperglucagonemia, lo que sugiere una secreción
aberrante de glucagón. Varias líneas de evidencia indican que la
hiperglucagonemia de la diabetes es el resultado directo de la pérdida de la
supresión inducida por insulina de la
secreción de glucagón por las células α pancreáticas. La producción hepática de
glucosa inducida por el glucagón ha sido
implicada como una causa mayor de la
diabetes descontrolada. En sujetos con
DT1, la supresión de la secreción de glucagón por somatostatina, sin cambiar
los niveles de insulina, mejora la hiperglucemia. En pacientes con DT2, el bloqueo del receptor de
glucagón disminuye la glucosa en ayunas
y postprandial. Los estudios preclínicos en ratones con receptor de glucagón
“knockout” han proporcionado soporte para la hipótesis que el exceso de secreción de glucagón es el
responsable de muchas de las
perturbaciones metabólicas de la diabetes.
La deficiencia relativa de insulina, la resistencia a la
insulina y los incrementos concomitantes
en las hormonas contrarreguladoras (glucagón, adrenalina y cortisol)
están presentes en pacientes medicamente enfermos con hiperglucemia y, bajo
condiciones experimentales, la administración de este coctel hormonal a sujetos sanos normales produce cambios
metabólicos semejantes a la hiperglucemia inducida por estrés (HIE). Aunque los
efectos individuales de la insulina, el
glucagón, el cortisol y la adrenalina son bien conocidos, la contribución de
cada uno a los cambios metabólicos en la enfermedad médica es más difícil de definir. La HIE también
conocida hiperglucemia del estrés, hiperglucemia hospitalaria
o hiperglucemia de enfermedad
critica es una condición seria y común
donde los niveles de glucosa sanguínea >140 mg/dl ocurren durante la
hospitalización por traumatismo, quemadura, cirugía o enfermedad médica aguda. La
HIE frecuentemente se resuelve en la recuperación de la fase aguda de la
enfermedad y antes de abandonar el
hospital. Algunos autores restringen el uso del término HIE a aquellos pacientes sin historia de diabetes mientras otros
incluyen a todos los pacientes independientemente de su estatus basal de
diabetes.
La HIE ocurre en 35-40%
de pacientes hospitalizados cuando se usa el valor 140 mg/dl como umbral. En un estudio
reciente, la prevalencia de hiperglucemia
(>180 mg/dl) fue 32,2% en pacientes de la unidad de cuidados
intensivos (UCI) y 32% en pacientes no UCI. Aproximadamente 70-80% de pacientes
con HIE admitidos en UCI no tienen historia de diabetes. Los niveles de glucosa
mayores que los valores normales ejercen efectos negativos principalmente a través de disfunción inmune y estrés
oxidativo. Estos efectos adversos
contribuyen a la morbilidad y mortalidad
asociadas con la HIE. La causa subyacente
de la HIE es una combinación de secreción de insulina insuficiente para contrarrestar
los efectos de las hormonas contrarreguladoras
y resistencia a la insulina. Un estudio diseñado para determinar el
efecto del trauma sobre la secreción de insulina que usó infusiones graduadas
de glucosa para inducir hiperglucemia, encontró que la secreción de
insulina fue alterada en pacientes con trauma mayor y menor en comparación con individuos normales. En
los pacientes con trauma mayor, la alteración en la secreción de insulina
persistió por al menos 5 días, mientras
en los pacientes con trauma menor retornó a los niveles normales en menos
tiempo. Otros estudios reportan disminución de la secreción de
insulina durante la fase de shock de las quemaduras o en las primeras horas
después de un infarto de miocardio. Estos datos indican que la disminución en
la secreción de insulina durante la fase temprana de muchos tipos de enfermedades e injurias es
un contribuyente clave para el inicio y
persistencia de la HIE. Por el contrario, la resistencia a la insulina parece
ser más prominente durante el
establecimiento de la fase de recuperación
de la HIE, particularmente en
situaciones de severo daño tisular.
A partir de los estudios en humanos voluntarios delgados
y obesos sanos se ha desarrollado el
concepto que la infusión intravenosa simultánea
de glucagón, adrenalina y cortisol sin la adición de insulina
exógena o alteración experimental en la secreción de insulina es suficiente
para replicar los efectos metabólicos de
la HIE. La secreción de insulina es reducida al nivel de hiperglucemia y no es capaz de compensar los efectos combinados de las hormonas contrarreguladoras.
Adicionalmente, los factores neuro-hormonales y las citoquinas pueden jugar un
rol modulador o secundario en la HIE. El tratamiento
de pacientes con HIE está
limitado primariamente a la administración de insulina, independientemente del
estatus diabético o la reserva de células β pancreáticas. En los pacientes de
UCI se prefiere la infusión intravenosa de insulina mientras en los pacientes
no críticamente enfermos se prefiere la insulina subcutánea. El tratamiento más actual recomienda mantener la glucemia en el rango de 140-180 mg/dl para pacientes
en UCI. La prevalencia de hipoglucemia inducida por insulina en los estudios
clínicos de HIE puede exceder al 6%, aun cuando se usen niveles de glucosa más
conservadores. Sin embargo, en la práctica clínica, la tasa de hipoglucemia
reportada en pacientes con HIE en UCI sobrepasa
al 20%. Cuando la hipoglucemia es
severa puede causar la muerte por
eventos cardiovasculares o neurales.
Además de los niveles de glucosa y la hipoglucemia, la variabilidad de
glucosa es una variable clave en los
pacientes críticamente enfermos. La variabilidad de glucosa es un predictor
más fuerte de mortalidad en pacientes UCI que la concentración promedio
de glucosa. En este contexto, un estudio con variabilidad de glucosa medida por
el analizador de gas sanguíneo reporta que
la mortalidad en UCI fue de 12% y
la mortalidad hospitalaria de 22%. Los
estudios en otras poblaciones UCI han corroborado estos resultados. Más
aún, estudios recientes han determinado
que la variabilidad de glucosa es un predictor más fuerte de mortalidad en pacientes
UCI sin historia de diabetes en comparación con aquellos con historia de
diabetes.
Los elevados
niveles sanguíneos de glucagón en pacientes jóvenes con lesiones traumáticas
fueron descritos por primera vez en 1972.
Casi al mismo tiempo, se descubrió que
las personas admitidas por una variedad
de enfermedades médicas, incluyendo infarto de miocardio agudo, quemaduras y
sepsis tenían elevado hasta cinco veces el nivel normal de glucagón. Un
hallazgo común en esos estudios fue que
el grado de elevación de glucagón se correlacionaba positivamente con la severidad de la enfermedad.
Típicamente, los niveles de glucagón no regresan al nivel basal hasta que el
paciente no se recupera
de la enfermedad o lesión. Estos datos, han dado lugar a la noción
que el glucagón es una hormona de la respuesta al estrés con potenciales
efectos en la homeostasis de la glucosa.
En condiciones fisiológicas normales, la secreción de
glucagón por las células α pancreáticas
es regulada por las fluctuaciones
en la glucosa plasmática, directa o indirectamente, a través del sistema
nervioso autónomo, hormonas circulantes y productos secretados por otras células de los islotes
pancreáticos. Los factores conocidos por suprimir la secreción de glucagón,
incluyendo a la insulina, pueden estar bajos o ausentes en enfermedades médicas
cuando el paciente no ingiere cantidades normales de alimentos y cuando los
niveles de catecolaminas son muy altos. Hay
evidencia que el efecto inhibidor de la insulina sobre la secreción de glucagón es mediado por acciones paracrinas en los
islotes pancreáticos. La adrenalina estimula directamente la secreción de glucagón. En individuos no
diabéticos, la adrenalina estimula la secreción de glucagón primariamente a través de receptores β-adrenérgicos. En
sujetos sanos, la infusión de adrenalina causa solo un modesto incremento de
19% en los niveles de glucagón. Este efecto de la adrenalina es relativamente pequeño en comparación con
el incremento observado en pacientes con enfermedad médica. Sin embargo, en
condiciones de estrés extremo como después de un paro cardiaco, los niveles de
adrenalina pueden aumentar hasta 1000
veces los valores normales. El cortisol endógeno no alteró la secreción de
glucagón en voluntarios sanos que recibieron ACTH para estimular la producción
de cortisol. Sin embargo, un estudio reporta que la administración de
glucocorticoides exógenos por 3
días incrementó 55% los niveles
sanguíneos de glucagón en sujetos
delgados no diabéticos y 110% en
individuos obesos no diabéticos. Otros factores pueden influir en la secreción
de glucagón, pero hasta el presente no
hay estudios que identifiquen plenamente
al inductor dominante de la
hiperglucagonemia. La evidencia sugiere que la deficiencia intra-islote de
insulina o la resistencia a la insulina, el exceso de adrenalina o una
combinación de estos factores manejan la
excesiva secreción de glucagón en la
HIE. La insulina es el tratamiento estándar para la HIE pero se han propuesto nuevas terapias que usan
bloqueadores del receptor de
glucagón y agonistas del receptor del
péptido similar a glucagón 1 (GLP-1) para el manejo de la HIE en pacientes
hospitalizados.
En conclusión, la
HIE es un problema médico que requiere un
pronto tratamiento de la
hiperglucemia para disminuir la
morbilidad y mortalidad. La hiperglucagonemia es común en la HIE
y tiene el potencial para iniciar o empeorar la hiperglucemia. La
compleja interrelación entre deficiencia relativa de insulina en los estadios
temprano de la enfermedad o injuria combinada con elevados niveles de glucagón,
adrenalina y cortisol sostienen la
hiperglucemia, lo que sugiere que la insulina modera solamente algunas de las
desregulaciones hormonales presentes en la HIE. Por lo tanto, la insulina sola
no puede ser la estrategia de tratamiento óptima para la HIE en pacientes hospitalizados y puede
contribuir a aumentar la morbilidad y mortalidad causando hipoglucemia e
incrementando la variabilidad de glucosa. Las terapias que utilizan GLP-1,
agonistas del receptor de GLP-1 o antagonistas del receptor de glucagón son
potenciales alternativas para disminuir
la glucagonemia y controlar la glucosa
en los pacientes con HIE.
Fuente: Harp JB
et al (2016). Glucagon orchestrate stress-induced hyperglycaemia. Diabetes,
Obesity and Metabolism 18: 648-653.
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