Lipotropina y
beta-endorfina
La mayoría sino todas las hormonas peptídicas son formadas como fragmentos de péptidos más
grandes y la lipotropina no es una
excepción. Este polipéptido de 91
residuos, aislado por primera vez en 1964, posee actividad lipolítica y recibió provisionalmente el titulo de “hormona lipotrópica”. La estructura primaria incluye una secuencia
de aminoácidos con marcada similitud a
la α-melanotropina (α-MSH) y generalmente se asume que la “β-MSH” es la
contraparte biológicamente activa a la α-MSH en la lipotropina. Sin embargo, como hormona melanotrópica, la
β-MSH es mucho menos activa que la
α-MSH. Las alarmas comenzaron a sonar en 1974 cuando se demostró que la β-MSH
no está presente en la hipófisis humana,
lo cual puso en duda su significado fisiológico. Esto fue seguido por dos
descubrimientos inesperados: (1) que un fragmento de la lipotropina de 31
residuos, presente en la hipófisis y el cerebro, posee potente actividad
opiácea; (2) que la lipotropina en sí es
un fragmento de un precursor, lo cual indica que se trata de una prohormona
multifuncional. Los péptidos aislados de la secuencia de aminoácidos de la
lipotropina en la hipófisis porcina son: el fragmento C (β-endorfina) que
corresponde a los residuos 61-91, el fragmento C´ (residuos 61-87) y la β-MSH
(residuos 41-58).
El fragmento C de la lipotropina (o β-endorfina) tiene
una alta afinidad por receptores opiáceos en el cerebro y la unión es revertida
por naloxone, un antagonista clásico de
los opiáceos. En experimentos con gatos, se demostró que la β-endorfina
administrada en los ventrículos cerebrales es 100 veces más potente que la
morfina como agente analgésico y la analgesia persiste por varias horas. Además de sus propiedades analgésicas, la β-endorfina
produce otros efectos centrales profundos característicos de la morfina. Por
otra parte, la β-endorfina es muy potente en la rata, pero las encefalinas
naturales tienen poco o ningún efecto
analgésico. Las encefalinas actúan sobre
receptores δ-opiáceos y su vida media en el cerebro es de unos pocos segundos. La principal
diferencia entre las acciones de larga duración de la β-endorfina y los efectos
transitorios de las encefalinas se debe a la resistencia de la β-endorfina a la
degradación por enzimas proteolíticas en el cerebro. A nivel estructural, la estabilidad del
péptido de 31 residuos se atribuye a su tendencia a adoptar una conformación que la hace menos vulnerable al ataque
enzimático. En contraste con la alta
potencia de la β-endorfina aplicada en
los ventrículos, con la administración intravenosa se obtiene una actividad
analgésica nula o muy débil. Esto
implica que es solamente en el cerebro que la β-endorfina puede
participar en mecanismos analgésicos, el péptido producido en la hipófisis no
parece tener acceso a los receptores
analgésicos.
Con relación a
la β-endorfina en el cerebro, el análisis inmunohistoquimico de cortes de
cerebro de rata demuestra que las principales áreas donde se observa fluorescencia son el hipotálamo, el tálamo, la amígdala, el
hipocampo y el tallo cerebral. Fluorescencia densa también se observa en la
región del colículo dorsal. La inmunoreactividad en el hipotálamo está
confinada en el núcleo arcuato, la eminencia media y el borde ventromedial del
tercer ventrículo, pero axones y terminales también se observan en las paredes
del tercer ventrículo. Del hipotálamo salen axones que se extienden dorsalmente y lateralmente.
La fluorescencia es menos densa en el tálamo y los terminales están
presentes en amígdala e hipocampo. En
general, la inmunofluorescencia revela una red altamente organizada que comienza con los cuerpos celulares
hipotalámicos, se ramifica a través de axones largos y termina en haces de
terminales en lugares definidos. Los péptidos relacionados con la β-endorfina
han sido identificados con cromatografía de intercambio iónico y cuantificados
por radioinmunoensayo. En este contexto, son aparentes dos patrones: el primero
es característico de hipotálamo, cerebro medio y amígdala, y el segundo de hipocampo, tallo cerebral y colículo. El hipotálamo contiene
principalmente β-endorfina 1-31, la cual
también es el principal péptido
en el cerebro medio y la amígdala pero acompañado de β-endorfina 1-27,
β-endorfina 1-26 y pequeñas concentraciones de péptidos acetilados. Por el
contrario, el hipocampo, el tallo cerebral y el colículo contienen
principalmente las formas N-acetil de β-endorfina 1-27 y β-endorfina 1-26, las
cuales carecen de actividad opiácea. Estos hallazgos indican que los terminales
nerviosos en ciertas regiones del cerebro almacenan la forma potente de β-endorfina y es posible que las funciones fisiológicas asociadas con
estas regiones puedan involucrar regulación por actividad opiácea. En las
regiones del cerebro donde predominan las formas inactivas de β-endorfina, la
neurotransmisión controlada por opiáceos podría ser un fenómeno menos común.
Sin embargo, es significativo que las células que contienen las formas
derivadas del C-terminal de β-endorfina
también contienen glicil-glutamina liberada del C-terminal del péptido
de 31 residuos. En un estudio
electrofisiológico, se demostró que este dipéptido inhibe el disparo de las neuronas del tallo
cerebral. Por lo tanto, es posible que la glicil-glutamina pueda actuar como un
mensajero de bajo peso molecular que regula la neurotransmisión.
En el cerebro
existen sitios de unión que tienen mayor
afinidad por el péptido de 31 residuos
que por cualquiera de los fragmentos relativos que ocurren naturalmente
incluyendo β-endorfina 1-27 (fragmento C´), β-endorfina 1-26 (des-histina
fragmento C´) y β-endorfina 1-17 (γ-endorfina) así como encefalinas y ligandos
clásicos. Las afinidades de unión de las formas más cortas de β-endorfina son
considerablemente mayores que las correspondientes potencias analgésicas. Esto
sugiere que los receptores de β-endorfina en el cerebro sirven otras
funciones además de la analgesia. Por
otra parte, hay una hipótesis que
propone que cada péptido opiáceo funcional
se une a un receptor correspondiente, asegurando que la actividad opiácea esté
enfocada en los sitios donde está situado el receptor apropiado. En
este contexto, la β-endorfina actúa preferencialmente en un “receptor
β-endorfina” (receptor ε o μ), la
dinorfina en un “receptor de dinorfina”
(receptor κ) y las encefalinas en un “receptor de encefalina” (receptor δ). Es
decir, cada péptido opiáceo funcional
actúa sobre un receptor
diferente, permitiendo una diversidad de respuestas.
En la hipófisis
de la rata, la β-endorfina está presente
específicamente en las células
corticotropas, lo cual está en línea con el descubrimiento que tanto la lipotropina
como la ACTH son producidas a
partir de un precursor común
(pro-opiomelanocortina, POMC). La inmunoreactividad de la β-endorfina está
presente en todas las células de la pars
intermedia pero no en la hipófisis posterior.
Se han identificado seis formas inmunoreactivas de β-endorfina
generadas por proteólisis del C-terminal
o acetilación N-terminal, pero solamente la β-endorfina 1-31 posee actividad analgésica potente. Esto
indica que tanto la secuencia N-terminal como la C-terminal de la
β-endorfina son esenciales para su
potente actividad analgésica. La forma predominante de β-endorfina en la hipófisis anterior es la β-endorfina 1-31, pero en la pars
intermedia, la principal forma es la acetilada en su N-terminal y/o truncada en
su C-terminal. La fragmentación de la POMC, un proceso dinámico que responde a
señales fisiológicas, genera diferentes actividades
biológicas en tejidos diferentes.
Dependiendo de la especie, la ACTH en la hipófisis anterior es acompañada
por cantidades variables de β-endorfina 1-31, mientras en la pars
intermedia, la α-MSH es acompañada por formas inactivas de β-endorfina. La acetilación
en N-terminal de la α-MSH activa a esta hormona melanotrópica, pero la
acetilación en N-terminal de la β-endorfina provoca su inactivación.
La morfina es un
alcaloide que exhibe actividad biológica similar a la β-endorfina, pero la
morfina tiene una estructura molecular rígida impuesta por anillos fusionados
que es muy similar a la región N-terminal de la β-endorfina cuando la cadena
peptídica es plegada en dirección β.
Esto implica que la actividad opiácea de
la β-endorfina y la morfina depende de
la forma de la molécula más que de su
química.
La potencia
analgésica de la β-endorfina 1-27, la
cual carece de cuatro residuos del extremo C-terminal de la β-endorfina 1-31,
es dos órdenes de magnitud menor que la
del péptido de 31 residuos pero la duración
de la actividad analgésica no
disminuye. Los cuatro residuos del extremo C-terminal de la β-endorfina son
importantes para la potencia pero no para la duración de la actividad
analgésica. Esto sugiere que la región C-terminal intacta de la β-endorfina ofrece un sitio de unión secundario para
receptores analgésicos. Por otra parte, la unión a los receptores cerebrales
del péptido de 27 residuos así como también del péptido de 31 residuos, es
inhibida por sodio y aumentada por magnesio, lo que indica que la β-endorfina
1-27 y la β-endorfina 1-31 actúan como agonistas. Es posible que la
contribución de la región C-terminal de
la β-endorfina a la producción de analgesia esté relacionada con una interacción
entre las regiones C-terminal y N-terminal del péptido de 31 residuos en el
ambiente de un receptor complementario, una interacción que influye en la conformación Tir-Gli-Gli-Fen de la región N-terminal.
Sobre la base de este hallazgo se ha propuesto la hipótesis que los péptidos
opiáceos comprenden un sitio activo o
“región mensaje”, el tetrapéptido N-terminal, unido a una “secuencia
dirección”, la cual es formada a partir
de la cadena continua de aminoácidos. La
región mensaje de la β-endorfina
proporciona la afinidad de unión
por el receptor opiáceo, mientras la región dirección confiere la especificidad y la potencia. La
hipótesis mensaje y dirección puede
explicar el hallazgo de la
κ-especificidad en un grupo de receptores de opiáceos, la δ-especificidad en otro y la μ-especificidad en un tercero,
porque los péptidos que actúan
preferencialmente en estos
receptores poseen los mismos cuatro
residuos en su extremo N-terminal pero tienen diferente secuencia dirección.
Asimismo, la secuencia dirección más corta
de β-endorfina 1-27, γ-endorfina (β-endorfina 1-17) y α-endorfina
(β-endorfina 1-16) en comparación con la
β-endorfina 1-31 puede explicar su relativa carencia de propiedades
analgésicas. Estos hallazgos indican la existencia de un espectro de péptidos opiáceos activos que tienen la misma región mensaje pero diferentes secuencias dirección y poseen diferentes propiedades en términos
de especificidad y potencia.
En general, se
considera que en el cerebro los péptidos
actúan como neurotransmisores, mientras en la periferia actúan como
hormonas. En el cerebro, los péptidos pequeños como las encefalinas actúan de
una manera similar a los
neurotransmisores clásicos como la acetilcolina. Ellos actúan en distancias
cortas a través de hendiduras sinápticas, tienen relativamente baja afinidad
por los receptores (tasas on/off rápidas) y son degradados rápidamente, lo cual
explica sus efectos de corta duración. Los péptidos más grandes como la
β-endorfina tienen mayor afinidad por el receptor, son mucho más estables y
producen efectos de larga duración, lo
cual está de acuerdo con su rol como neuromoduladores que expresan sus
funciones en sitios más distantes. En la periferia, los péptidos grandes son
relativamente estables y son transportados de la hipófisis a través de la
circulación para llevar a cabo su función
como hormona, mientras los péptidos pequeños pueden actuar localmente como agentes paracrinos,
transmitiendo señales que modulan la actividad hormonal. En la periferia, las
actividades de la β-endorfina incluyen el transporte de sodio en el riñón y la
influencia sobre la secreción e insulina
en el páncreas. Al parecer, los modos de acción de los péptidos grandes y
pequeños en el cerebro tienen su
contraparte en la periferia. Entonces, la β-endorfina y la encefalina
representan diferentes clases de péptidos neuroactivos, es decir,
“neuromodulador” y “neurotransmisor”, cada una de ellas con propiedades
característicamente distintas y roles
funcionales distintos.
En
conclusión, el fragmento C de la
lipotropina (residuos 61-91) es conocido actualmente como β-endorfina
1-31. Durante la biosíntesis, la prohormona (lipotropina) da origen a la
β-endorfina antes que ocurra la proteólisis en su extremo C-terminal. La
β-endorfina tiene una alta afinidad por
receptores de opiáceos en el cerebro y es el agente analgésico más potente
conocido hasta ahora. En la hipófisis anterior, la β-endorfina está presente en
las células corticotropas. Los cuatro residuos del extremo N-terminal de las
encefalinas corresponden a la secuencia N-terminal de la β-endorfina. Esta
similitud estructural sugiere una posible relación funcional entre estos
péptidos.
Fuente: Smyth DG (2016). Lipotropin and
beta-endorphin: a perspective. Journal of Molecular Endocrinology 56: T13-T25.
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