Mecanotransducción
en el trabajo de parto
Si bien el principal objetivo del trabajo de parto es la
dilatación cervical, es de importancia crítica
que el útero genere grandes
presiones intrauterinas para que ocurra
la dilatación. Alvarez y Caldeyro-Barcia
en el año 1950 fueron los primeros en
realizar mediciones confiables en humanos de los aumentos de presión
intrauterina causados por las
contracciones uterinas. En 1957, Caldeyro-Barcia concibió la “unidad
Montevideo” para cuantificar la presión
intrauterina y relacionó esas unidades
con el progreso del trabajo de parto.
El concepto de presión intrauterina es aun relevante y clínicamente útil para determinar la
calidad de las contracciones uterinas. Jeffcoate fue posiblemente el primero en
considerar la importancia de las
contracciones uterinas coordinadas.
Utilizando un razonamiento
clínico, propuso que las
contracciones del “falso trabajo de parto” son incoordinadas. Alvarez y
Caldeyro-Barcia examinaron el
concepto de coordinación uterina
midiendo la actividad contráctil en el útero humano con pequeños balones colocados transabdominalmente en la pared uterina. Estos estudios apoyaron
la propuesta de Jeffcoate, concluyendo que las contracciones “pre-trabajo de parto”
son diferentes de las contracciones del trabajo de parto debido a su pobre
coordinación. Csapo, contemporáneo de Caldeyro-Barcia, describió una condición
“transitoria” que es similar al concepto de contracciones pre-trabajo de
parto Caldeyro-Barcia. Para explicar la
debilidad de las contracciones que
ocurren antes del trabajo de parto, Csapo propuso “contracciones locales” que no comprenden la
mayoría de la pared uterina. Él
argumentó que el área de la pared
uterina que no participa en una contracción podría alargarse cuando el
área activamente contraída incrementa la
tensión de la pared y el alargamiento de las áreas pasivas podría atenuar los aumentos de presión. Debido a este
efecto, las altas presiones del trabajo
de parto pueden ser generadas solamente
cuando la mayor parte de la pared uterina
se contrae al mismo tiempo de una manera coordinada. Csapo no discute
explícitamente los cambios en la forma
del útero como un factor importante en
la modulación del desarrollo de presión y quizá sobre enfatiza la naturaleza
“todo o nada” de las contracciones del músculo uterino, pero junto con la
coordinación a nivel de órgano, estos
factores determinan grandemente la
relación entre las contracciones de los miocitos individuales y generación de
presión intrauterina. Él describió como aplicar la ley de Laplace para
proporcionar una relación cuantitativa
entre la presión intrauterina, la tensión de la pared, el grosor de la pared y
el radio local de curvatura.
Caldeyro-Barcia describió su modelo de función uterina “triple
gradiente descendente” como una contracción similar a una onda que comienza en el fundus, se propaga hacia
abajo en el útero y disminuye en fuerza
y duración en la medida que progresa.
Otro hecho establecido es que el músculo uterino genera actividad eléctrica
cuando se contrae, aunque Caldeyro-Barcia no enfatiza que la actividad
contráctil ocurre como un resultado de la actividad eléctrica. Las
investigaciones detalladas de las
propiedades eléctricas de las células
uterinas comenzaron a mediados de los años 50
y sobre la base de sus
resultados se formalizó el concepto de acoplamiento excitación-contracción en el miometrio. Los avances recientes
explican comprensivamente la relación
entre las propiedades de excitabilidad
de la membrana plasmática y los
mecanismos intracelulares que provocan las contracciones musculares. En 1963, Csapo y Takeda reportaron que en el trabajo de parto activo las señales
bioeléctricas uterinas son expresadas en
“sincronía” con la generación de presión
intrauterina. Ellos utilizaron los datos de conejo como modelo y examinaron
las predicciones del modelo en humano.
Csapo propuso que las
contracciones locales son creadas por descargas bioeléctricas localizadas del
miometrio. El definió las contracciones
locales como “no propagadas” y las
contracciones del trabajo de parto como “propagadas”. Estos términos enfatizan
que su concepto para la señal
uterina involucra la propagación del potencial de acción. La
conexina 43 es la proteína responsable del acoplamiento eléctrico célula-célula
en el corazón y el descubrimiento de
conexina 43 en el útero proporcionó un
mecanismo para la comunicación eléctrica en el útero. Los resultados de
diversos estudios en los años 80 y 90 apoyan el concepto
que la conexina 43 incrementa la
excitabilidad miometrial y que la
propagación del potencial de acción es
el mecanismo para la señal eléctrica de
corta y larga distancia. En los años finales del siglo XX, se estableció que los
potenciales de acción tiene tres funciones importantes: inicio y
mantenimiento de las contracciones
celulares, reclutamiento de células para su participación en la contracción y
señal a nivel de órgano para coordinar la actividad contráctil en todas las
partes del útero. Sin embargo, surgieron discrepancias con relación a la propagación del potencial de acción
como mecanismo para la
señalización de distancias largas.
El reclutamiento
de tejido ocurre durante la fase de elevación de una contracción, la cual dura
aproximadamente 20 segundos en humano. Hay dos maneras cómo un potencial de
acción propagado puede ser señal en
distancias largas en ese tiempo. Primero, un potencial de acción moviéndose
lentamente puede viajar en una ruta
recta. Suponiendo que el punto inicial
está en la pared frontal, el potencial de acción viaja una distancia de
40 cm aproximadamente para llegar a la
pared posterior. Una velocidad > 2 cm/s podría ser suficiente para esta
cubrir esta ruta y estos valores son rutinariamente
observados en humanos y roedores. Sin
embargo, hay una duda significativa que
los potenciales de acción miometriales viajen en línea recta. El mapeo
eléctrico de alta resolución del
miometrio en el cobayo revela que los potenciales de acción se propagan en rutas tortuosas y usualmente no
se propagan más allá de unos pocos
centímetros. En este contexto, un estudio reciente concluye que la propagación eléctrica en humano es impredecible y muestra patrones complejos.
La segunda manera es viajar rutas tortuosas muy rápidamente. En el útero se han
reportado velocidades muy rápidas (>80 cm/s) durante el trabajo de parto.
Sin embargo, estos valores han sido cuestionados pues con la técnica de EMG de alta resolución,
la velocidad medida durante el trabajo de parto activo fue <4 cm/s. Adicionalmente,
el mecanismo de propagación de un potencial de acción implica que el
reclutamiento de tejido es contiguo y ocurre sin brincar áreas grandes. Con el
uso de dispositivos de interferencia
cuántica se ha podido establecer que la
actividad bioeléctrica aparece
súbitamente en localizaciones al azar que no son contiguas y que la máxima
distancia que se puede propagar un potencial de acción es de 6-10 cm. Por lo tanto, el potencial de
acción parece que se propaga lentamente en el tejido, en rutas complejas, no
contiguas y cubre solamente distancias cortas.
En 1947, Bozler reportó
que la distensión del extremo
renal de un uréter de perro resulta en
cambios en el potencial eléctrico y una contracción que se propaga a lo largo del uréter. Aun considerando que
el uréter no es presurizado, esto fue una clara evidencia que un músculo liso
visceral utiliza la mecanotransducción para expresar la fisiología normal. El
primer reporte experimental que indica
que la mecanotransducción puede ser
importante en la señalización a nivel de órgano apareció en 1965. Su autor,
Takeda, estudió el útero postparto de conejo represurizado. En este estudio, la
actividad eléctrica de dos partes del
útero fue sincronizada por mecanotransducción a través de una señal “hidrodinámica” y presión intrauterina. En 1984, Singer y
Col. estudiaron tejido
aislado de útero grávido de oveja y
encontraron que la actividad eléctrica
continua es requerida para la contracción. Estos hallazgos apoyan
un modelo que utiliza la propagación del potencial de acción para toda señalización uterina al tiempo que
considera la mecanotransducción como
irrelevante para el trabajo de parto normal. Sin embargo, cuatro años más
tarde, el mismo grupo de investigadores
concluyó que la actividad
eléctrica raramente se propaga más de 3 cm por lo que especularon sobre la
participación de una “onda fluida
intrauterina”. En 2010, Barclay y Col. publicaron un modelo
matemático de función uterina global que
incluye a la mecanotransducción como
mecanismo de señalización. Ellos asumen que una contracción local podría
iniciar directamente otras contracciones
locales, pero limitan la interacción a los tejidos físicamente adyacentes.
La naturaleza y el rol de los marcapasos uterinos han
sido por mucho tiempo tema de controversia. Las cuestiones fisiológicas
fundamentales siguen sin respuesta, incluyendo el número de marcapasos, su
localización, si son -o no- fijos, el
tipo de célula que los componen y los eventos celulares que disparan los
potenciales de acción. En un modelo similar al corazón, el útero tiene un
marcapaso electrogénico con una localización fija. Caldeyro-Barcia
demostró que hay al menos dos marcapasos,
cada uno localizado a cada lado del fundus. Él también demostró que algunas
contracciones no se originan en el fundus, aunque en su modelo del “triple
gradiente descendente”, las contracciones normales solamente se originan a partir de uno de los marcapasos del fundus.
Después del hallazgo de actividad marcapaso
en múltiples sitios, Csapo no
restringe las posibles localizaciones tampoco sugiere que son fijos. Él indicó que la actividad de un marcapaso
causa una contracción local y que hay varios marcapasos en el útero. Csapo, como Caldeyro-Barcia, asume que en el
trabajo de parto solamente hay una contracción propagada, la cual es
iniciada por un marcapaso. En 1971,
Wolfs y Col. reportaron que la localización de la señal bioeléctrica inicial no
necesariamente está en el fundus y varía de contracción a contracción en la misma paciente. Asimismo,
notaron que las señales bioeléctricas
“sincronizan” con la generación de
presión en la medida que progresa el trabajo de parto. En 1979, Wolfs y Van
Leeuwen formularon un nuevo modelo de
función a nivel de órgano. Ellos definieron
la “unidad contráctil” como una contracción localizada que resulta de la actividad de un marcapaso. En este modelo, una
contracción coordinada de trabajo de
parto resulta de la actividad simultánea
de muchas unidades contráctiles. Esto es una diferencia significativa con los modelos previos pues propone
que múltiples marcapasos son
activados durante una contracción de
trabajo de parto. Adicionalmente, sugieren que la coordinación ocurre mediante
un potencial de acción que se
propaga a través del útero.
De acuerdo con la ley de Laplace el aumento de presión a
su vez incrementa la tensión en la pared, o estrés, a través del útero. El estrés es tensión
por área de corte transversal. El músculo se alarga en respuesta al
aumento de estrés, lo cual provoca una caída
en la presión, pero a costo del grosor
de la pared. Como la pared uterina no es homogénea, algunas áreas
experimentan mayor delgadez relativa que
otras y esas áreas delgadas tendrán
mayor estrés. Entonces, la distensión mecánica
del útero incrementa marcadamente la actividad de muchos marcapasos y solamente se requiere un corto tiempo para
crear contracciones moderadamente coordinadas. En un tiempo más largo, la
coordinación de los marcapasos mejora y aumentan los picos de presión. Tanto
Csapo como Wolfs señalan que la sobre
distención del útero aumenta la actividad
de los marcapasos, pero ninguno de los dos propone que el mecanismo está basado en la mecanotransducción
o que las propiedades mecánicas del
tejido influyen activamente las
contracciones de trabajo de parto. Sin embargo, estudios in vitro demuestran
que la actividad eléctrica y la
producción de fuerza comienzan después
del inicio de la tensión causada por un área “líder” y que la actividad
eléctrica de las áreas “siguientes” precede a la producción de fuerza.
Adicionalmente, este estudio demuestra
que la tensión causada por la actividad eléctrica inducida por el área líder en el área siguiente resulta en la contracción del área siguiente. En suma: hay soporte
experimental para la existencia de
múltiples marcapasos electrogénicos en el útero y al menos algunos de ellos son sensibles a la estimulación mecánica. La pregunta es,
¿cómo se sincronizan los marcapasos en
el trabajo de parto in vivo?
Los datos en animales y humanos indican que un potencial
de acción no viaja distancias mayores
que unos pocos centímetros. Por otra parte, sobre la base de la señal
hidráulica y la mecanotransducción se ha desarrollado un mecanismo de
señalización de larga distancia. La combinación de este mecanismo para señalización de larga distancia con el
mecanismo de propagación del potencial
de acción para señalización de distancias cortas ha dado lugar al modelo de
mecanismo dual (o “modelo dual”) de la
función uterina. La mecanotransducción
es un fenómeno aceptado del miometrio,
pero el modelo dual la identifica como relevante en el trabajo de parto normal.
Para la señal hidráulica, una contracción local incrementa ligeramente la
presión intrauterina, lo cual aumenta globalmente la tensión en la pared. La
tensión de la pared aumentada induce
mecánicamente contracciones locales adicionales que elevan más la presión. Esto
provoca un reclutamiento por
retroalimentación positiva que explica la emergencia de las contracciones
consistentemente fuertes del trabajo de parto. El modelo dual se basa en tres
premisas. Primera, la actividad bioeléctrica localizada sugiere que el
potencial de acción viaja distancias no mayores de 6-10 cm, por lo tanto, el
potencial de acción no es el mecanismo que coordina las contracciones
uterinas a nivel del órgano completo.
Segunda, hay numerosos marcapasos
electrogénicos, sensibles
mecánicamente, distribuidos a través de
la pared uterina, lo cual inicia a nivel
tisular potenciales de acción durante
cada contracción. Tercera, la activación coordinada de los marcapasos a través de distancias
largas involucra a la presión intrauterina, la tensión en la pared y la
mecanotransducción. El modelo dual puede ser resumido como sigue: si una
contracción localizada es expresada, la presión intrauterina podría aumentar
ligeramente. La tensión podría aumentar proporcionalmente y rápidamente
a través de la pared uterina
porque la presión es la misma en una cavidad encerrada presurizada
(principio de Pascal). La mayor tensión podría entonces reclutar mecánicamente
marcapasos susceptibles de localización física relativa a la contracción
inicial. De esta manera, siguiendo a un evento local se puede generar una
contracción uterina coordinada globalmente.
La descripción de las etapas del modelo dual
(contracciones de trabajo de parto) es como sigue: (1) El útero es un órgano
esferoidal hueco lleno con un liquido incomprensible y la presión intrauterina
es del orden de 10 mmHg. Entre las contracciones hay poca o ninguna actividad
eléctrica o contráctil, aunque la presión basal coloca una tensión basal en el miometrio a través de la pared uterina. (2) Un
marcapaso electrogénico inicia un potencial de acción en una localización aleatoria de la pared
uterina. El inicio podría ser espontáneo o inducido mecánicamente. (3) A nivel
tisular, el potencial de acción, o una ráfaga de potenciales de acción, se
propaga 6-10 cm en 2-3 segundos y luego
finaliza. El miometrio se contrae cuando -y solamente cuando- experimenta un
potencial de acción. Esta contracción local
es definida como una contracción “regional” porque está limitada a la región de la pared uterina que expresa un evento de potencial de acción.
Las regiones incluyen el grosor completo
de la pared y 6-10 cm en cada una de las dos dimensiones a través de la superficie uterina. Si el
tamaño promedio es 8 x 8 cm2 y asumiendo que el útero esférico
contiene 5 litros, la pared uterina está compuesta por aproximadamente 22
regiones. (4) La primera contracción regional eleva ligeramente la presión
intrauterina. (5) La presión intrauterina aumentada incrementa la tensión en la
pared de acuerdo con la ley de Laplace. Debido a la dependencia de parámetros
locales, la cantidad de tensión
experimentada en las diferentes localizaciones
variará, aún cuando la misma presión intrauterina se dispersa por todas
las áreas de la pared uterina. (6) Un
incremento local en la tensión de la pared
activa otros marcapasos mecánicamente sensibles. No hay
restricciones en la localización del
nuevo sitio marcapaso, pues la tensión en la pared incrementa a través del
útero. (7) La activación del nuevo marcapaso
inicia un potencial de acción propagado, lo cual resulta en una contracción regional en la nueva
localización. (8) Con la contracción de
otra región, aumenta aún más la presión
intrauterina, aumenta nuevamente la
tensión en la pared a través del útero, son activados más marcapasos
mecanosensibles y más regiones son reclutadas para participar en la
contracción. El proceso se repite sucesivamente. Este mecanismo puede ser
referido como presión-tensión-mecanotransducción.
La señal de larga distancia es acompañada por los componentes presión
hidráulica-tensión del mecanismo mientras la mecanotransducción recluta
marcapasos. (9) El mecanismo de
retroalimentación positiva recluta regiones en paralelo y proporciona un medio
para sincronizar las actividades de los marcapasos mecánicamente sensibles y
coordina la contracción uterina. (10) Cada región se relaja después de un tiempo determinado por las
propiedades metabólicas y eléctricas del tejido. Después de la contracción, el tejido
de una región entra en periodo refractario para
estar nuevamente disponible para reclutamiento
presión-tensión-mecanotransducción y participar
en la próxima contracción.
La relación entre tensión de la pared y presión
intrauterina descrita en las etapas 1-10
se desvía ligeramente de la ley de
Laplace porque no se considera que: (a)
las regiones que no se contraen se alargan ligeramente y la presión aumenta, (b) el útero se vuelve más esférico en la medida que aumenta la presión
intrauterina. El alargamiento de las regiones que no se contraen tiende a
elevar bruscamente la presión y a enlentecer
el reclutamiento de marcapasos pero el cambio de forma del útero crea efectos
más complejo, al hacerse más esférico disminuye la relación área de superficie-volumen,
lo cual tiende a reducir la presión. Sin
embargo, el cambio de forma puede no incrementar ni disminuir el estrés
local en una región dependiendo de la localización. Entre las contracciones
las paredes frontal y posterior son
relativamente planas (gran radio de
curvatura). Cuando comienza la contracción, estas regiones se vuelven más
curvas (el radio local de curvatura disminuye), lo cual tiende a disminuir el estrés de la pared y a enlentecer el reclutamiento de
marcapasos. Lo contrario ocurre en los
lados y el fundus que son más curvos entre las contracciones. En la medida que
se desarrolla la contracción las desviaciones de la ley de Laplace se reducen con la forma esférica, y el número
de regiones activas excede a las
regiones inactivas.
El modelo dual también proporciona una explicación para las transiciones entre
la quiescencia del miometrio y el
pre-trabajo de parto y finalmente el trabajo de parto. Las contracciones
de pre-trabajo no activan marcapasos mecánicamente sensibles para entrar a la
fase de retroalimentación positiva de
reclutamiento de regiones (etapas 6-10). Esto sugiere que la transición del útero al fenotipo trabajo de
parto se lleva acabo
a través de las siguientes fases: (1) expresión de los componentes
celulares requeridos para la excitabilidad de la membrana y el acoplamiento
excitación-contracción, incluyendo la actividad
del marcapaso electrogénico; (2) expresión de conexina 43 para permitir
el acoplamiento de miocitos individuales en un sincitio a nivel tisular y la
capacidad para propagar potenciales de
acción a nivel tisular en distancias de
6-10 cm; (3) expresión de sensibilidad mecánica
de los marcapasos
electrogénicos. La transición de la quiescencia al pre-trabajo progresa a través de las fases 1 y 2. El
inicio del trabajo de parto ocurre en la fase 3 y enfatiza la importancia
clínica de la mecanotransducción. Debido
a que las contracciones de trabajo de parto utilizan mecanismos de señalización completamente diferentes, el modelo dual
identifica las contracciones de pre-trabajo y de trabajo de parto como fundamentalmente diferentes.
En conclusión, tres componentes claves del modelo dual
–rápida señal de larga distancia, disparo mecánico y actividad eléctrica-
convergen en el concepto de marcapasos
electrogénicos mecánicamente sensibles distribuidos a través de la pared uterina. El modelo dual
retiene el acoplamiento
excitación-contracción y la propagación
del potencial de acción para la señalización en distancias cortas
(<10 cm) y por lo tanto más que un reemplazo es una extensión del modelo de
potencial de acción. La señal
presión-tensión ocurre rápidamente a
través de la pared uterina con respecto
a la localización física de las regiones
previamente activadas. El reclutamiento
no se restringe a interacciones cercanas o vecinas. Una vez que se inicia la
contracción, las regiones son reclutadas
en paralelo más que en serie o contigüidad. La señal hidráulica requiere
solamente una fracción de segundo para
viajar a todas partes de la pared uterina. La mecanotransducción es la etapa limitante y depende
de la sensibilidad mecánica de cada marcapaso.
Fuente: Young RC (2016). Mechanotransduction
mechanisms for coordinating uterine contractions in human labor. Reproduction 152: R51-R61.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario