Rol de TSH en
tejidos extratiroideos
La hormona estimulante de la tiroides (TSH), como otras
hormonas de la hipófisis, tiene un patrón de secreción pulsátil y variable. Los
patrones circadianos reportados de los niveles sanguíneos de TSH muestran una
forma similar en adultos normales y en
mujeres delgadas y obesas. En las mujeres delgadas, los valores máximos son
aproximadamente 0,5 mU/l más bajos. Los niveles máximos, el ritmo circadiano y
los pulsos de secreción de TSH son influenciados por el sueño, la edad, la
estación y el ayuno, pero dependen poco del sexo. El tiempo de toma de la
muestra sanguínea en la mañana puede no corresponder con el reloj biológico de
individuos con cambios de horario, trastornos del sueño o jet lag. Por otra
parte, los niveles de TSH aumentan en adultos mayores (particularmente en
mujeres) después de la recuperación de
obesidad, insuficiencia adrenal e insuficiencia renal. Los niveles de
TSH también se alteran en el hipotiroidismo subclínico y el hipertiroidismo
subclínico, patologías usualmente asintomáticas que se caracterizan por niveles
de T3 y T4 en el rango normal pero con niveles de TSH
aumentados en el hipotiroidismo subclínico y disminuidos en el hipertiroidismo
subclínico.
Los niveles de TSH son regulados por los niveles de T3,
T4 y hormona liberadora de TSH (TRH). Las enzimas desyodasas de
yodotironina tipo I, II y III (D1, D2 y D3) juegan un papel importante en este
proceso. Estas enzimas regulan la actividad de las hormonas tiroideas a través
de la remoción de un yoduro específico
de la T4. La D2 activa la T3, la D3 la inactiva mientras
la D1 puede tener ambos efectos. Por
otra parte, la extensión de la glucosilación regula la actividad biológica de
la TSH. La glucosilación es regulada por la T4. El hipotiroidismo
está asociado con incremento de la sialización
y menor actividad biológica de la TSH. Algunos autores sugieren que en
los pacientes hipotiroideos el incremento en los niveles circulantes de TSH
compensa la disminución de la actividad biológica. El patrón de sialización
muestra cambios circadianos y es alto en la noche y bajo durante el día.
El receptor de TSH (TSHR) es similar en composición a los receptores acoplados a proteína G para
FSH, LH y gonadotropina coriónica. El TSHR tiene un dominio transmembrana (serpentina) y un gran dominio NH2
extracelular de 400 aminoácidos con
sitios para glucosilación y secuencias ricas en leucina y cisteína. El COOH
terminal del receptor está localizado intracelularmente. La hipótesis actual sostiene que el dominio
extracelular del receptor ejerce una acción inhibitoria, los receptores que carecen de dominio extracelular son
funcionales pero muestran un bajo nivel de actividad. El TSHR es un trímero con subunidades α, β y γ.
Si el receptor es activado, las subunidades β y γ se separan de la subunidad α
y sus efectos son mediados por las subunidades Gαs y Gαq de proteína G. El
complejo Gαs de proteína G inicia la señalización intracelular a través de
la activación de la ruta proteína
quinasa A (PKA)-CREB o activando la ruta
MEK1/2/ERK/EIK1. La ruta Gαq media la
activación de la fosfolipasa C y permite
la formación de fosfatidilinositol 3,4,5 trifosfato y la activación de la Akt. El
diacilglicerol activa la proteína
quinasa C (PKC) y actúa a través del
NFκB o vía c-RAF y ERK1/2.
El TSHR, además de la tiroides, es expresado en otros tejidos incluyendo
hipotálamo, ovario, testículo, piel, riñón, sistema inmune, medula ósea y
hueso. Adicionalmente, los receptores de TSH son funcionales en adipocitos,
fibroblastos, keratinocitos y células de músculo liso. La TSH es necesaria para
la termogénesis de ratones hyt-/hyt-,
los cuales no expresan receptores para TSH y se vuelven hipotérmicos después de recibir T4, lo que
sugiere que tanto T4 como TSH son requeridas para la
termorregulación. El rol de la TSH en el consumo de energía en humanos no está
claro, algunos estudios reportan una
correlación de la expresión de TSHR en
tejido adiposo subcutáneo y el índice de masa corporal, mientras otros
describen una asociación negativa de la
obesidad y la expresión de TSHR en
tejido adiposo subcutáneo y visceral. Aunque la TSH no juega un rol prominente
en la termorregulación en humanos, puede ejercer efectos pro-inflamatorios en
células adiposas. Después de la estimulación con TSH, los fibroblastos muestran
inducción de IL-1, mientras los keratinocitos y las células de músculo liso
proliferan. La secreción de las
citoquinas pro-inflamatorias IL-6, IL-8 y TNFα pueden jugar un rol en la
oftalmopatía de Graves.
Las hormonas tiroideas y el recambio óseo están
íntimamente relacionados como factores importantes para la resistencia del
hueso a la fractura. El ciclo de remodelado óseo dura 150-200 días en
individuos eutiroideos, la mitad de ese tiempo
en pacientes hipertiroideos y
alrededor de 700 días en sujetos hipotiroideos. Varios estudios apoyan la hipótesis que el incremento en los niveles de T3 y T4 libres es
menos importante que los niveles de TSH
para la patología observada. Las mujeres
hipertiroideas con niveles de TSH <0,1 mU/l son más afectadas que las mujeres con niveles de TSH >0,5
mU/l. El efecto positivo de la TSH sobre
la formación de hueso ha sido demostrado con la formación de hueso normal después
de tratamiento con TSH en un estudio con individuos con deficiencia de TSH
debido a una mutación del gen dela
subunidad β de la TSH. Numerosos estudios han evaluado la acción de la TSH
sobre la masa y la calidad ósea, pero los resultados son controversiales. La
calidad del hueso incluye todos los factores que determinan cómo el hueso
resiste la fractura. La microarquitectura, el daño microscópico acumulado, la
calidad de colágeno y el tamaño de los cristales minerales influyen en la calidad del hueso. Bajos niveles de TSH incrementan el recambio
óseo y disminuyen la densidad ósea, mientras los niveles supranormales de TSH reducen
la calidad del hueso sin afectar la mineralización.
Los efectos de la TSH sobre el hueso han sido descritos
principalmente en mujeres postmenopáusicas, teniendo en cuenta el rol directo e
indirecto de los estrógenos en la patología tiroidea. Por ejemplo, los
estrógenos incrementan los niveles de globulina ligadora de hormona tiroidea
(TBG), lo cual reduce la cantidad de T4 libre en la sangre. Más aún, la
activación de receptores de estrógenos (ERα, ERβ o GPR30) regulan la proliferación de tirocitos. La carencia de estrógenos después de una
gonadectomía en ratas disminuye los
niveles circulantes de TSH y la
expresión de TSHR en los tirocitos. La prevención de la pérdida ósea también depende de un aporte suficiente de estrógenos, los cuales ejercen efectos
sobre los osteocitos y los osteoclastos.
La carencia se estrógenos induce
apoptosis de osteocitos, previene su estimulación por estímulos mecánicos y
estimula la señal del receptor activador
del factor nuclear κ B (RANK) en los osteoclastos. Los osteoclastos se
originan a partir de progenitores multipotentes en la medula ósea que se diferencian en promonocitos. Después
de la diferenciación, los precursores de los osteoclastos se fusionan y se convierten en osteoclastos maduros
multinucleados. El ligando de RANK (RANKL) es el mediador primario de la diferenciación de los precursores de
osteoclastos. Los precursores de
osteoclastos maduran cuando el RANKL se une a su receptor RANK conjuntamente
con la activación del receptor del factor estimulante de colonias de macrófagos
(M-CSF). La sensibilidad de los osteoclastos
a la TSH es regulada por los estrógenos. Tanto la unión de estrógenos al ERα como la de TSH al TSHR
inhiben la señal RANKL y por consiguiente la degradación de hueso. Los
estrógenos actúan los niveles de osteoprotegerina (OPG), la cual se une al
RANKL y previene su unión al RANK, mientras la activación del TSHR puede
antagonizar la señal RANKL. Cuando el RANKL se une a la OPG, no tiene lugar la
activación de RANK. En los osteoclastos maduros, la supervivencia,
diferenciación y activación son
mantenidas a través de la
activación de las rutas NFκB, MAPK y Akt. La unión de la TSH a su
receptor antagoniza la señal RANKL mediante la inhibición de esas rutas. La TSH
puede incrementarla masa ósea en ratas ovariectomizadas a través de la inhibición de la formación de
osteoclastos inducida por RANKL y la estimulación de la diferenciación de
osteoblastos.
Los niveles bajos de TSH (<0,1 mU/l) están asociados
con problemas cardiovasculares y un modesto incremento en la mortalidad en
adultos mayores. Los adultos mayores con niveles bajos de TSH experimentan
complicaciones cardiovasculares (fibrilación atrial) más frecuentemente que los
individuos con niveles normales de TSH. Un estudio con pacientes con cáncer de
tiroides diferenciado reporta que la
aplicación de TSH recombinante redujo la
vasodilatación dependiente de endotelio e indujo reacciones inflamatorias en el endotelio con incremento de marcadores
de estrés oxidativo. En estudios
celulares, se demostró que la TSH promueve la regulación hacia arriba de moléculas de adhesión inducida por el factor de necrosis tumoral α
(TNFα), disminuye la síntesis de óxido nítrico y prostaciclina e incrementa la
de endotelina 1 e inhibidor del
activador de plasminógeno 1, lo cual apoya la hipótesis que la TSH promueve la disfunción endotelial.
Los bajos niveles de TSH también parecen afectar de
manera negativa la función cerebral. Por ejemplo, en algunos estudios la
depresión ha sido relacionada con bajos niveles de TSH en mujeres y adultos
mayores. Sin embargo, otros estudios no encontraron ninguna asociación entre valores de TSH y síntomas depresivos en
poblaciones de individuos de 45-74 años de edad. Por otra parte y de acuerdo
con una hipótesis, los niveles aumentados de TSH son debidos a una disminución
de la bioactividad de TSH. La carencia de incrementos relacionados con la edad
podría ser la manifestación de una
reducida capacidad de adaptación en las enfermedades cerebrales orgánicas. El patrón de glucosilación de TSH
determina su bioactividad y es
posible que en las enfermedades
cerebrales las células de la hipófisis produzcan una molécula de TSH con menos bioactividad. La carencia de
adaptación en las enfermedades
cerebrales se observa en pacientes con depresión y desordenes bipolares quienes
presentan niveles normales de hormona tiroidea y TSH, pero la respuesta a la
estimulación con TRH disminuye
marcadamente. No obstante, los niveles aumentados de TSH han sido relacionados
con problemas cognitivos y la sobre expresión de TSHR ha sido documentada en el
cerebro de pacientes con enfermedad de Alzheimer y síndrome de Down.
La relativamente alta frecuencia de enfermedades
autoinmunes de la glándula tiroides sugiere una relación entre el sistema inmune y la tiroides. La
enfermedad de Hashimoto ha sido identificada en estudios postmorten en 27% de mujeres adultas y en 7% de hombres adultos. La enfermedad de
Graves tiene una prevalencia de 0,28-1,2% en mujeres y 0-2% en hombres. La
tiroides y el timo tienen un origen ontogénico común y las alteraciones en la
producción de TSH en hipófisis y células inmunes ocurren en paralelo. La TSH
estimula el desarrollo de células T en
el timo, aumenta la producción de anticuerpos y mejora la actividad de las
células killer naturales. Un estudio reciente reporta que los timocitos
responden a la estimulación con TSH de una manera dependiente del tiempo,
la aplicación a las 09 horas fue
eficiente mientras la aplicación a las 18 horas no indujo proliferación. Estos
hallazgos indican la importancia de los
cambios circadianos en los niveles de TSH y la expresión de TSHR en sujetos sanos.
En conclusión, los estudios sobre hipotiroidismo
subclínico e hipertiroidismo
subclínico demuestran que los niveles
bajos de TSH están asociados con más efectos negativos que los niveles
supranormales. Los principales factores involucrados en los efectos adversos de
la supresión de TSH tienen que ver con la interacción con los estrógenos, los
cambios circadianos en los niveles de TSH y potencialmente con la carencia de
respuesta a la TRH. Aunque los resultados no son consistentes sobre los efectos adversos de los niveles sanguíneos subnormales y
supranormales de TSH sobre corazón y cerebro, los estudios demuestran un claro efecto negativo de los niveles bajos de TSH sobre la densidad mineral ósea.
Adicionalmente, los datos experimentales apoyan un importante rol de la TSH en
el sistema inmune. De acuerdo con las recomendaciones actuales, los individuos
con niveles de TSH <10 mU/l en ausencia de síntomas no requieren tratamiento
con hormona tiroidea. Los adultos mayores (>70 años) con niveles >10 mU/l no deben ser
tratados a menos que exista riesgo cardiovascular o de
hipotiroidismo. Por el contrario, los
pacientes con niveles de TSH <0,1
mU/l deben recibir tratamiento para prevenir la osteoporosis y las fracturas
óseas.
Fuente: Fröhlich E y Wahl R (2016). Impact of isolated TSH levels in and out of normal
range on different tissues. European
Journal of Endocrinology 174: R29-R41.
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