Hormonas
intestinales y obesidad
La acumulación de tejido adiposo blanco provoca el
desarrollo de varios desordenes metabólicos incluyendo obesidad. La obesidad es
el resultado del desbalance entre ingesta
y gasto de energía. El tracto gastrointestinal es el órgano endocrino
más grande del cuerpo y secreta más de 20 hormonas diferentes. Las hormonas
intestinales (péptido YY, polipéptido pancreático, péptido glucagonoide 1, colecistoquinina,
etc.) tienen un rol importante en el balance energético y la homeostasis
induciendo saciedad y finalización de la comida.
El péptido YY (PYY) pertenece a la familia del polipéptido pancreático y el neuropéptido
Y, es expresado en distintos niveles del eje intestino-cerebro y recibe este nombre por la presencia de un residuo tirosina. El PYY es sintetizado
por células endocrinas especializadas
del intestino distal y la variante PYY3-36 es la principal
forma circulante de la hormona tanto en
estado alimentado como en estado de ayuno. El nivel de PYY aumenta después de la ingesta de alimentos, alcanza
un máximo entre 1-2 horas y permanece elevado por un largo período de tiempo,
lo que sugiere un rol como factor de
saciedad más que como finalizador de la comida.
El nivel circulante de PYY también puede ser incrementado por el
ejercicio y el estrés. El efecto del PYY es mediado por el receptor Y2 presente
en el sistema nervioso central. El PYY3-36 afecta la alimentación a través del
hipotálamo y también puede influir
directamente el control
hipotalámico sobre la alimentación vía tallo cerebral y
aferentes vagales. Estudios recientes
sugieren otras áreas del cerebro con influencia sobre le apetito mediada
por el PYY3-36. En este
contexto, estudios con resonancia magnética funcional demuestran que la
infusión de PYY3-36 en concentraciones similares a las del estado
alimentado no sólo afecta las regiones
cerebrales homeostáticas sino también la
actividad neuronal de regiones
corticolímbicas y corticales superiores como la corteza orbitofrontal, el área
tegmental ventral, la ínsula y el globo pálido. Estos estudios demostraron que
la administración periférica de PYY3-36 reduce
el apetito en humanos normales y obesos. La acción anoréctica del PYY3-36
ha sido demostrada también en roedores y primates no humanos. Sin embargo, el
hallazgo más importante es la retención
de la sensibilidad al PYY3-36 entre los sujetos obesos. Es materia
de debate sí el PYY juega algún papel en la patogénesis de la obesidad. Varios estudios han demostrado que el PYY3-36
puede inducir pérdida de peso en parte por sus efectos sobre el gasto de
energía. Sin embargo, hay una correlación negativa entre PYY en ayuno y marcadores de obesidad en adultos y niños.
En sujetos obesos, los niveles de PYY muestran una categórica respuesta postprandial. En
roedores, los niveles circulantes de PYY disminuyen cuando los ratones son
alimentados con dietas ricas en grasas. Por otra parte, los ratones pyy
“knockout” desarrollan hiperfagia e
incremento de la adiposidad visceral y subcutánea. Este fenómeno es revertido con PYY3-36
exógeno. En un estudio clínico, la
administración nasal de PYY3-36 produjo reducción de peso corporal de individuos obesos.
El polipéptido pancreático (PP) es secretado
principalmente por las células F del
páncreas endocrino y en menor proporción en el intestino distal. Los niveles
circulantes de PP aumentan aproximadamente 30 minutos después de una comida y
se mantienen elevados por varios
minutos, lo cual sugiere que puede tener un rol en la inducción de la
saciedad. El nervio vago juega un importante papel en liberación de PP. Otros estimuladores de
la secreción de PP son el ejercicio, la distensión gástrica y hormonas
intestinales como la colecistoquinina (CCK), gastrina, motilina y secretina. El
PP tiene la más alta afinidad por el receptor Y4 y sus efectos anorécticos son controlados por el tallo cerebral. Los
datos de varios estudios en humanos confirman que hay una reducción de
aproximadamente 25% en la ingesta de
alimentos en sujetos de peso normal
debido a la acción del PP. Sin embargo,
en sujetos con cirugía bariátrica no se
observan cambios significativos en los niveles de PP, lo que sugiere que no
juega un rol clave en la disminución del apetito y la pérdida de peso. El rol
fisiopatológico del PP en la obesidad es incierto.
La ghrelina es una proteína de 28 aminoácidos formada por
el clivaje de su precursor
preproghrelina. Esta hormona es producida principalmente por las células
similares a X/A de las glándulas oxínticas del estómago y en menor extensión por el intestino delgado y el hipotálamo. La
ghrelina para ser biológicamente activa requiere modificaciones
post-translacionales. Esta modificación
incluye la adhesión de algunos ácidos grasos de cadena media,
especialmente octanoato. La enzima responsable de esta acilación es la o-acil transferasa gástrica (GOAT). El
nivel plasmático de ghrelina aumenta antes de ingerir la comida y disminuye
rápidamente después del inicio de la comida. De acuerdo con algunos estudios,
la ghrelina también está asociada con
condiciones relacionadas con el sueño, se ha demostrado que los niveles
circulantes de ghrelina aumentan durante la primera hora de sueño.
Adicionalmente, la ghrelina está involucrada
en el incremento de hormona
del crecimiento asociado con el sueño. La falta de sueño está asociada con niveles aumentados
de ghrelina, disminución de los niveles de leptina y aumento del
índice de masa corporal. Solamente la forma activa de la ghrelina
(acilghrelina) puede unirse –y activar- al receptor secretagogo de hormona del
crecimiento (GHS-R1a) y cruzar la barrera hematoencefálica. Diversos estudios sugieren que los efectos
reguladores del apetito de la ghrelina están localizados en el núcleo arcuato
del hipotálamo, pero el tallo cerebral y el nervio vago también son importantes
en la inducción de la ingesta de alimentos por la ghrelina. El rol del tallo
cerebral está asociado con el efecto hiperfágico de la ghrelina pero mediado
por señales diferentes a las del núcleo arcuato. Hasta el presente, la ghrelina es la única
hormona del tracto gastrointestinal que incrementa la ingesta de alimentos. La
ghrelina, además de regular la ingesta de alimentos tiene un rol en el
metabolismo. Por ejemplo, la administración crónica de ghrelina ayuda al almacenamiento de grasas en el tejido
adiposo. En sujetos obesos, la ghrelina tiene un efecto a largo plazo sobre la regulación del peso corporal, estos individuos no
muestran la caída rápida del nivel de ghrelina
en respuesta a la comida.
El péptido glucagonoide1 (GLP-1) es una hormona
intestinal que pertenece a la familia de
las incretinas, las cuales aumentan la
liberación de insulina estimulada por glucosa. El GLP-1 es sintetizado por las
células L del intestino en dos formas, GLP17-37 y GLP17-36 (la
principal forma circulante). El alimento ingerido es el principal estimulo para
la liberación de esta hormona. El contenido de la comida también afecta el
tiempo de liberación y la cantidad de
hormona liberada. Por ejemplo, las proteinas que son rápidamente consumidas
promueven y aumentan la liberación de GLP-1 mientras que las proteínas lentas
como la caseína producen una descarga lenta. La vida media del GLP-1 es de dos minutos
aproximadamente. El GLP-1 lleva a cabo su acción a través del receptor GLP-1R,
el cual está ampliamente distribuido en sistema nervioso central y tejidos
periféricos. Esta hormona tiene un rol en la finalización de la comida y la
inducción de saciedad. La administración periférica o central de GLP-1 reduce
significativamente la ingesta de alimentos en ratas. Más aún, el bloqueo de los
GLP-1R centrales incrementa la ingesta de alimentos en ratas en estado
alimentado. En humanos, el efecto anoréctico del GLP-1 se manifiesta en la reducción
dosis-dependiente de la ingesta de alimentos en sujetos obesos y delgados. Sin
embargo, la pérdida de peso en niños y
adultos obesos está asociada con la
reducción de GLP-1 en ayunas. Por otra parte, muchos estudios han
encontrado una respuesta atenuada al
GLP-1 en individuos obesos en estado
postprandial en comparación con sujetos delgados
controles.
La colecistoquinina (CCK)
es secretada en la parte proximal del intestino delgado por células
especializadas conocidas como células I. Esta hormona deriva de la modificación
posttranslacional del gen pro-colecistoquinina y es inactivada por enzimas como
la tripeptidal peptidasa II. El nivel de CCK incrementa bifásicamente
siguiendo la ingesta de alimento,
alcanza un pico aproximadamente a los 25 minutos y se mantiene elevada durante
casi tres horas. Varios factores dietéticos son responsables de la liberación de CCK incluyendo el quimo rico en grasas y
proteínas, café, etc. Los principales receptores de la CCK, CCK-1 y CCK-2, son
expresados en tallo cerebral e
hipotálamo. Los efectos de la CCK incluyen la contracción de la vesícula
biliar, liberación de enzimas pancreáticas, influencias conductuales y saciedad. Los
estudios farmacológicos y genéticos sugieren
que el receptor CCK-1 es el responsable de los efectos anorécticos de la
CCK. La CCK reduce la ingesta de
alimentos en individuos obesos y
delgados. El nivel de CCKK en ayunas es
más bajo en individuos con obesidad mórbida que
en sujetos obesos o delgados. Las variaciones en receptores CCK-1 también pueden
incrementar la predisposición a la
obesidad. Sin embargo, el valor de la CCK como agente anti-obesidad hasta el presente es limitado.
En conclusión, las hormonas secretadas por el tracto
gastrointestinal como el péptido YY, el
polipéptido pancreático, la ghrelina, el péptido glucagonoide 1 y la
colecistoquinina tienen un gran impacto
sobre el balance energético y el
mantenimiento de la homeostasis. Estas hormonas llevan a cabo acciones sobre la
digestión y absorción de nutrientes. Asimismo regulan el apetito y el gasto de
energía a través de diferentes circuitos
metabólicos y neuronales.
Fuente: Mishra
AK et al (2016). Obesity: an overview of possible
role(s) of gut hormones, lipid sensing and gut microbiota. Metabolism Clinical
and Experimental 65: 48-65.
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