Microbiota
intestinal y obesidad
Los microbios intestinales juegan un rol muy importante
en la salud y la enfermedad de los humanos. La microbiota del intestino humano
contiene 1013 a 1015 células y sus principales
funciones son protectoras, estructurales
y metabólicas. La función protectora incluye el desarrollo de componentes
humorales del sistema inmune y la modulación del desarrollo de células T.
La función estructural incluye la fortificación de la barrera intestinal
y las uniones estrechas. La actividad metabólica es adaptable y renovable. Hay actualmente suficiente evidencia que sugiere
que la disrregulación de la flora
normal puede dar origen a enfermedades inflamatorias como obesidad,
enfermedad intestinal inflamatoria, diabetes mellitus tipo 2, artritis y
cáncer. La obesidad es la principal enfermedad
debida a alteraciones de la microbiota intestinal y desbalance energético.
Los avances de las técnicas moleculares han permitido
establecer la relación entre la
microbiota intestinal y la obesidad. Estas modernas metodologías han
facilitado las herramientas para
estudiar el rol de la microbiota intestinal
en procesos como la digestión, el metabolismo, la extracción de nutrientes,
la prevención contra la colonización por agentes patógenos y la inmunomodulación.
La microbiota intestinal comienza a desarrollarse tempranamente en la vida, pero
su composición puede variar entre personas de la misma raza y nacionalidad pues
depende de una compleja interacción
entre patrones dietéticos, etnicidad y factores genéticos. Las bacterias
dominantes en el intestino humano
pertenecen a los Bacteroidetes (Gram negativos) y los Firmicutes (Gram
positivos). Otros phyla presentes en cantidades variables son Actinobacteria, Proteobacteria y
Verrucomicrobia. Varios estudios han revelado que los humanos y animales obesos
tienen una microbiota intestinal alterada cuando se los compara con sus
contrapartes delgadas. Esta alteración
involucra una mayor representación de Firmicutes y menos Bacteroides en la
composición de la microbiota intestinal de ratones y humanos. Sin embargo, un
estudio reciente considera que la diversidad bacteriana reducida y la representación alterada de los genes
bacterianos es la causa principal que
afecta las rutas metabólicas
involucradas en la obesidad.
La colonización del intestino comienza en el nacimiento pero puede ser
alterada durante la vida por varias razones. Está demostrado que la proporción
de microbiota intestinal depende del
régimen dietético. El consumo de grasa produce una amplia variedad de
lipoproteínas las cuales pueden guiar la translocación de lipopolisacáridos a diferentes órganos incluyendo al hígado,
donde pueden aumentar la señal del receptor similar a toll-4 (TLR-4) que
resulta en inflamación. Más aún, en un estudio con humanos sometidos a una
dieta sin colina se demostró una correlación
entre el balance de
Gammaproteobacteria/Erysipelotrichi e hígado graso. Por otra parte, estudios
clínicos han demostrado un rol de la
microbiota intestinal en la progresión del hígado graso no alcohólico.
Una de las actividades importantes de las bacterias intestinales es la
degradación de sustratos como fibra
dietética y almidones en ácidos grasos
de cadena corta (AGCC). Estos AGCC incluyen acetato, propionato y butirato los
cuales pueden servir como una fuente de energía para el epitelio intestinal. Los receptores acoplados a proteína G, PCR41 y
GPCR43, juegan un rol importante en la
interacción de los AGCC con el huésped.
La unión del AGCC con estos receptores requiere dos residuos arginina los
cuales son importantes para el anclaje de residuos de ácido carboxílico del
AGCC. Estos receptores también están
localizados en el tejido adiposo lo que sugiere que ese tejido es un blanco
principal de los metabolitos producidos
por la microbiota intestinal. Sin embargo, aún es motivo de debate el rol del
GPCR43 y su expresión en el tejido adiposo. Algunos estudios reportan que el
GPCR43 se encuentra en el tejido adiposo marrón y está involucrado en la ganancia de peso, pues los ratones Gcpr43-knockout
alimentados con una dieta rica en grasas
exhiben una menor masa grasa
corporal. Por el contrario, otros estudios reportan que el ARNm
del Gpcr43 es expresado solamente
en tejido adiposo blanco y está involucrado en la pérdida de peso pues
su activación inhibe la acumulación de grasa en el tejido adiposo. Aún no se
conoce si esto puede ocurrir también en humanos.
Muchos autores sugieren que la ganancia de peso inducida por la microbiota intestinal puede
ser modulada por los probióticos. La
Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)
definen a los probióticos como “microorganismos vivos que cuando son
administrados en cantidades adecuadas confieren beneficios a la salud del
huésped”. Los probióticos más estudios pertenecen a los géneros Lactobacillus y
Bifidobacterium. Hay varias hipótesis
sobre cómo los probióticos mejoran la
lipemia. Estas hipótesis incluyen la
desconjugación de sales biliares a través de la actividad de una enzima
hidrolasa, la unión e incorporación de
colesterol en la membrana celular de los
probióticos y la co-precipitación del colesterol con bilis desconjugada.
En el año 2009, Hamad y col. demostraron el efecto
anti-obesidad del lactobacillus gasseri
en la disminución del tamaño de los adipocitos en ratas Sprague-Dawley.
Un estudio similar con ratas Zucker
delgadas y obesas reporta una reducción
en masa grasa, adipocitos y leptina. El mecanismo específico es
desconocido pero se postula que la regulación del adipocito podría ser causada por la supresión de la
hipertrofia. En 2013, Yoo y col. analizaron el efecto de las especies Lactobacillus sobre el
control del peso corporal en ratones. Los ratones fueron alimentados con
lactobacillus plantarum, lactobacillus curvatus o con una combinación de los
dos probióticos por un período de nueve
semanas. La suplementación con
probióticos redujo efectivamente el
tamaño del hígado y del tejido adiposo y
el peso corporal total. El colesterol
plasmático y el colesterol almacenado en el hígado también disminuyeron en el
grupo de ratones tratados con probióticos. Sánchez y col. en un estudio con
humanos analizaron el efecto del
Lactobacillus rhamnosus sobre la pérdida de peso en hombres y mujeres obesas durante un
período de 24 semanas. Después de un período de 12 semanas con mantenimiento
del peso corporal, las mujeres exhibieron
reducción de la masa corporal y disminución de 25% de la concentración circulante de leptina. Sin embargo, en los hombres no se observó
ningún efecto. Estos hallazgos sugieren una estricta conexión entre los probióticos y el manejo
del peso corporal, pero el mecanismo exacto aún no es muy conocido.
En conclusión, los metabolitos producidos por la
microbiota intestinal tienen un efecto intenso en la patogenia de la obesidad y
el mantenimiento del balance energético
por lo que podría ser considerada como un factor etiológico para el desarrollo
de la obesidad. Por lo tanto, los componentes dietéticos o terapéuticos con capacidad para modular a la microbiota
intestinal pueden ser candidatos promisorios para el manejo de la obesidad.
Fuente: Mishra
AK et al (2016). Obesity: an overview of possible
role(s) of gut hormones, lipid sensing and gut microbiota. Metabolism Clinical
and Experimental 65: 48-65.
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