Péptidos
natriuréticos cardíacos y obesidad
Desde su descubrimiento en 1981, los péptidos
natriuréticos cardiacos (cNP) péptido natriurético atrial (también conocido como factor natriurético
atrial, ANP) y péptido natriurético cerebral
(BNP) han sido caracterizados en términos de sus acciones renales y
cardiovasculares. La secreción de cNP por el corazón es incrementada por estímulos humorales y
mecánicos. Por otra parte, los niveles plasmáticos de los cNP son fuertes
predictores de eventos cardiovasculares
y mortalidad tanto en poblaciones
sin enfermedad cardiaca aparente como en
pacientes con patología cardiaca establecida. Sin embargo, el significado
clínico de los niveles plasmáticos de cNP difiere en sujetos obesos y no obesos.
En pacientes sin enfermedad cardiaca las mayores concentraciones de cNP se observan en sujetos delgados sensibles a la insulina.
En pacientes con insuficiencia cardiaca sistólica o hipertensión arterial los
niveles de cNP generalmente son altos, mientras en pacientes obesos con diabetes tipo 2
disminuyen los niveles de cNP. Recientes líneas de evidencia sugieren
importantes efectos metabólicos del sistema cNP, el cual activa la lipólisis,
aumenta la oxidación de lípidos y la respiración mitocondrial. Clínicamente,
estas propiedades producen la “marronización”
del tejido adiposo blanco e incrementan la capacidad oxidativa muscular.
Los cNP actúan como un enlace básico funcional entre la
homeostasis del sistema cardiovascular, la inflamación y ciertas funciones
metabólicas. El principal estimulo
mecánico para la secreción de cNP es el
incremento en la presión de las cámaras cardiacas que provoca estiramiento de las fibras miocárdicas. Este fenómeno es
conocido como acoplamiento estiramiento-secreción. Los estímulos neurohumorales incluyen a la
endotelina-1, la angiotensina II, los agonistas adrenérgicos y varias
citoquinas. Los incrementos en el estrés de la pared diastólico final y
sistólico final del ventrículo izquierdo
se correlacionan con incrementos plasmáticos de cNP en la insuficiencia
cardiaca. Sin embargo, estudios con pacientes que han recibido trasplante
cardiaco reportan que los niveles plasmáticos de cNP se mantienen altos aun
después de que se normalizan las presiones intracardiacas. La medición de cNP es útil como herramienta de diagnostico y
pronostico. Los altos niveles
plasmáticos de cNP (por ejemplo, BNP>63pg/ml) pueden predecir con mucha
precisión los pacientes con riesgo de
hospitalización debido a insuficiencia
cardiaca sistólica o muerte cardiovascular. Los pacientes obesos pueden tener
niveles plasmáticos bajos de cNP debido
a mecanismos como el incremento en la actividad de la endopeptidasa neutra
neprilisina que resulta en aumento de la
degradación de los cNP circulantes y en aumento
de la expresión del receptor C de
péptidos natriuréticos (NPRC) en el tejido adiposo. En este contexto, se ha
propuesto que la supresión del procesamiento de la prohormona proBNP1-108
debido a O-glucosilación en el sitio de
ruptura donde actúa la convertasa de
furina o corina, previene la formación de los fragmentos BNP77-108 (funcionalmente
activo) y N terminal de proBNP, NT-proBNP1-76
(inactivo), un evento muy frecuente en
estados diabéticos y de resistencia a la
insulina. En pacientes con insuficiencia
cardiaca, los niveles circulantes de proBNP1-108 son menores que los
niveles normales.
Una persona obesa puede
tener el perfil “obeso metabólicamente
sano” o el perfil “metabólico no sano”. El ultimo es definido por un incremento en la circunferencia de la
muñeca (>94 cm en hombres y >80 cm en mujeres) o índice de masa corporal
>30 kg/m2 acompañado por
dos o más de los siguientes valores:
hipertrigliceridemia (1,7 mmol/l), HDLcolesterol bajo (<1,03 mmol en hombres
y <1,29 en mujeres), hiperglucemia (>11,1 mmol/l o un diagnóstico de
diabetes), hipertensión arterial
(>130/85 mmHg) o medicación por presión arterial alta. La obesidad per se crea un mayor riesgo para el desarrollo de insuficiencia cardiaca
sistólica, especialmente si la obesidad es severa (IMC>40 kg/m2)
o de larga duración. Por
el contrario, el riesgo de infarto de miocardio agudo en los sujetos obesos
metabólicamente no sanos es significativamente mayor en comparación con los
obesos metabólicamente sanos. Un trabajo
reciente reporta que los elevados niveles plasmáticos de NT-proBNP constituyen un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca tanto
en obesos como en no obesos. Sin embargo, a diferencia de los no obesos que muestran una relación directa entre los
niveles de NT-proBNP e insuficiencia
cardiaca sistólica, los sujetos obesos muestran
una relación en forma de U; es decir, los sujetos con niveles
plasmáticos más bajos tienen mayor riesgo que los sujetos con niveles plasmáticos
más altos. En pacientes con obesidad
severa (IMC>40kg/m2) la cirugía bariátrica reduce el IMC y mejora el control de la diabetes pero no se sabe si reduce el riesgo de eventos cardiovasculares.
La
isquemia del miocardio y el estiramiento
de los cardiomiocitos disparan la
liberación de cNP. Estudios recientes demuestran que en los pacientes con
enfermedad coronaria estable tanto el BNP como NT-proBNT son fuertes
predictores clínicos de eventos
cardiovasculares a largo plazo, especialmente muerte cardiovascular, pero el
NT-proBNP se desempeña mejor que el BNP
en la clasificación de riesgo de los eventos cardiovasculares adversos. En
humanos, se ha demostrado experimentalmente que el ANP plasmático y la presión arterial alta se correlacionan
negativamente, los niveles más altos de
ANP se asocian con menor riesgo de presión arterial alta. Otro estudio demostró
una deficiencia relativa de cNP en los diferentes estadios de presión arterial alta en humanos con bajos niveles plasmáticos de BNP76-108 y NT-proBNP1-76 en los
primeros estadios de hipertensión conjuntamente con una reducción de NT-ANP1-98
en el estadio 1.
Estudios
recientes sugieren una relación inversa entre
niveles circulantes de cNP y peso
corporal, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Varias explicaciones han sido propuestas al
respecto. En primer lugar, la degradación aumentada de cNP es una posible
causa. Los cNP son aclarados y degradados por la endopeptidasa neutra
neprilisina y el receptor C de péptidos natriuréticos (NPRC). El NPRC y el
receptor A de péptidos natriuréticos (NPRA) han sido identificados en abundancia en el tejido adiposo humano, lo
que implica que el tejido adiposo tiene una función reguladora sobre el sistema
NP. El NPRC aumenta en el tejido adiposo de pacientes obesos hipertensos en comparación con individuos no obesos y
normotensos. La insulina induce la expresión de NPRC en adipocitos y monocitos humanos y puede relacionar
condiciones asociadas con hiperinsulinemia (obesidad, resistencia a la
insulina) con un déficit relativo de NP. Adicionalmente, la expresión de los
niveles neprilisina aumenta en la
obesidad. Estos datos sugieren que la
obesidad y la resistencia a la insulina
son condiciones en las cuales los cNP son degradados aceleradamente. En segundo lugar, datos
experimentales recientes sugieren que la expresión miocárdica de BNP disminuye marcadamente en
ratones alimentados con una dieta rica en grasas, una observación que requiere
confirmación clínica.
El
déficit de cNP en pacientes con
componentes del síndrome metabólico puede ser de relevancia clínica. En primer
lugar, puede relacionar la obesidad con la hipertensión arterial. Los
individuos obesos tienen mayor
prevalencia de hipertensión arterial que los sujetos delgados. Aunque la
hipertensión arterial relacionada con
obesidad ha sido estudiada intensamente, no todos los mecanismos son
bien entendidos. Un déficit de cNP puede
contribuir a la hipertensión relacionada con obesidad a través de la reducción
de su actividad vasodilatadora y excretora de sodio, así como también la disminución de la supresión
del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS). En sujetos delgados,
la aplicación de una carga de sodio induce la secreción miocárdica de cNP y
estimula la natriuresis, una respuesta que es bloqueada en los pacientes con
obesidad. En conjunto, estos datos apoyan la idea que la obesidad promueve la
hipertensión al menos parcialmente a
través de la reducción de las respuestas vascular y renal de los cNP así como a través de la
alteración de la inhibición del RAAS mediada por cNP. En segundo lugar, los cNP también tienen
efectos beneficiosos en la remodelación cardiaca en la hipertensión esencial, reduciendo la
hipertrofia del ventrículo izquierdo. El
déficit de cNP está asociado con hipertrofia cardiaca en pacientes hipertensos.
En este sentido, los pacientes
hipertensos con síndrome metabólico presentan bajos niveles de ANP y NT-proBNP e incremento de la masa del ventrículo izquierdo en
comparación con los pacientes hipertensos sin síndrome metabólico y resistencia
a la insulina.
El
déficit de cNP en pacientes con síndrome metabólico puede ser parte de un círculo vicioso que mantiene la enfermedad. Los cNP tienen
distintos efectos metabólicos. Por ejemplo, ejercen efectos lipolíticos
mediados por una ruta que es activada por una proteína quinasa G (GK-I) dependiente de GMPc. La GK-I activa la
hidrólisis de triglicéridos mediada por perilipina A y lipasa sensible a
hormonas. Este efecto no interactúa con los efectos lipolíticos de las catecolaminas y es independiente de la
regulación de insulina. Los cNP también
controlan la secreción de la adipoquina adiponectina. En humanos, el ANP
incrementa agudamente los niveles sistémicos de adiponectina. Este hallazgo está en línea con los estudios que demuestran asociaciones
positivas entre cNP y concentraciones de adiponectina en
pacientes con insuficiencia cardiaca. Esta observación también puede explicar la “paradoja
adiponectina” en los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva. El ANP también produce desacoplamiento de la respiración celular y marronización del tejido adiposo blanco, un efecto que es
mediado por la p38 MAPK, la cual incrementa la transcripción de la proteína
desacopladora 1 (UCP1). En condiciones
de exposición al frio, aumentan las concentraciones sistémicas de NP y
disminuye la expresión de NPRC en el tejido adiposo.
Los
cNP también ejercen acciones metabólicas en hígado y músculo esquelético. La
administración i.v. de ANP incrementa agudamente la oxidación de lípidos y el gasto de energía
postprandial en individuos sanos. Los
niveles circulantes de β-hidroxibutirato aumentan, lo que indica aumento de la
oxidación hepática de lípidos. Además de los efectos agudos sobre la oxidación
de lípidos, los cNP inducen la biogénesis mitocondrial, la respiración celular
y la oxidación de lípidos en músculo
esquelético de humanos y roedores. El
metabolismo oxidativo aumentado está asociado con protección contra la obesidad
inducida por dieta y la resistencia a la insulina. El mecanismo que
relaciona la señal NP con la biogénesis
mitocondrial y la oxidación de lípidos en el músculo esquelético incluye la activación del coactivador del receptor
γ activado por el proliferador de
peroxisoma PGC-1α (PGC-1α) y el receptor δ activado por el proliferador de
peroxisomas, los cuales son importantes factores de la biogénesis mitocondrial
en músculo esquelético. La expresión de NPRA se correlaciona positivamente con la expresión de PGC-1α en músculo
esquelético de individuos sometidos a un
programa de entrenamiento físico. La actividad física conjuntamente con una
dieta baja en calorías incrementan
crónicamente los niveles de cNP.
El
contenido de lípidos en hígado y músculo esquelético ha sido asociado con
resistencia a la insulina. En estos tejidos, la resistencia a la insulina se
desarrolla cuando se acumulan especies
bioactivas de lípidos como el
diacilglicerol intracelular. En obesidad y síndrome metabólico, la acumulación
de lípidos se debe primariamente a la excesiva ingesta calórica que excede la
capacidad de hepatocitos y miocitos para metabolizar o exportar ácidos grasos. Bajas concentraciones de cNP
se correlacionan con mayor probabilidad de resistencia a la insulina en individuos delgados y obesos. Hasta el
presente no hay evidencia que los cNP interactúen directamente con la cascada
de señalización de la insulina. En este contexto, se especula que los cNP
podrían mejorar la resistencia a la insulina inducida por lípidos a través del
incremento de la oxidación de lípidos en hígado y músculo esquelético.
En
conclusión, los niveles plasmáticos de cNP
son fuertes predictores de
eventos cardiovasculares y mortalidad en poblaciones sin aparente
enfermedad cardiaca así como en
pacientes con patología cardiaca. Los estudios en humanos reportan altas
concentraciones de cNP en sujetos delgados sensibles a la insulina y
generalmente en pacientes con insuficiencia cardiaca sistólica o hipertensión
arterial, mientras los individuos obesos y con diabetes tipo 2 expresan niveles
reducidos de cNP. Estas observaciones
sugieren que el sistema cNP juega un rol en la fisiopatología de la enfermedad vascular metabólica.
Fuente:
Ramos HR et al (2015). Cardiac
natriuretic peptides and obesity: perspectives from an endocrinologist and a
cardiologist. Endocrine Connections 4: R25-R36.
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