Rol de los estrógenos en el
esqueleto masculino
La testosterona (T) y el estradiol (E2) son los principales
esteroides sexuales que actúan sobre el
tejido óseo masculino. La primera es
producida por las células de Leydig en el testículo y último deriva de la aromatización de los andrógenos. La aromatasa, una enzima
citocromo P450 codificada por el gen CYP19A1, juega un rol
en la biosíntesis de los estrógenos: cataliza la conversión de
androstenediona en estrona y la T en E2.
La aromatasa es expresada en testículo
(células de Sertoli y células de Leydig), ovario (células granulosas y cuerpo
lúteo), cerebro, folículos pilosos y fibroblastos. El tejido adiposo también expresa aromatasa y
constituye una importante fuente de
estrógenos, especialmente en hombres. En efecto, en los hombres, el E2 es producido
principalmente por los testículos y secundariamente por el tejido adiposo. Las acciones biológicas de los
estrógenos son mediadas por un receptor
(ER) que pertenece a la familia de
receptores nucleares y del cual se han identificado dos isoformas: ERα y ERβ.
Una ruta no genómica de la acción de los estrógenos ha sido descrita e
involucra ER acoplados a proteína G (GPR30) de la membrana plasmática. El aumento de T y E2 en la pubertad
masculina expone progresivamente al hueso a los esteroides sexuales, lo cual
les permite actuar sobre el esqueleto en
crecimiento. Los esteroides sexuales modifican la ruta a través de la cual el hueso inmaduro se desarrolla en términos de tamaño, estructura y densidad mineral hasta alcanzar la maduración final del
esqueleto. Una vez alcanzado el pico de masa ósea, los estrógenos
continúan influyendo en el remodelado
óseo del adulto y, en la vejez, la
disminución de E2
circulante se correlaciona directamente
con la pérdida de hueso.
Durante la infancia masculina, los estrógenos circulan en la sangre en niveles muy bajos y su significado
fisiológico es desconocido. La
activación del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas
favorece un incremento lento pero progresivo de esteroides sexuales en el periodo
peripuberal. En la pre-pubertad, los niveles circulantes de E2
comienzan a aumentar variando de 0,5-1,0
pg/ml hasta aproximadamente 1,9 pg/ml en controles sanos y obesos, respectivamente. El E2
circulante aumenta simultáneamente con
los niveles de T durante la pubertad masculina y se correlaciona directamente
con la edad cronológica y ósea, la talla, el peso y los estadios de la
pubertad. El crecimiento de los huesos largos ocurre en la placa de
crecimiento, una delgada capa de cartílago
que separa la epífisis de la metafisis. La placa de crecimiento tiene
tres capas distintas: reposo, proliferativa y condrocitos hipertróficos. Los
esteroides sexuales promueven el
crecimiento y la maduración de la epífisis en ambos sexos. La evidencia
acumulada sugiere que el cierre de la
epífisis es un fenómeno dependiente de
estrógenos y que los andrógenos solos
no son efectivos para
asegurar un desarrollo normal del esqueleto en la pubertad. En particular, los estrógenos tienen un
efecto dosis-dependiente sobre la placa
de crecimiento, bajas dosis de E2 estimulan el crecimiento
ulnar en los varones mientras altas dosis provocan la inhibición de este
proceso de crecimiento. En el inicio de la pubertad, cuando los niveles
circulantes de E2 son bajos, el
principal efecto del E2
consiste en la promoción de la
proliferación de condrocitos en la placa de crecimiento, lo cual favorece la
elongación acelerada del hueso. Esto
corresponde al incremento de la talla que ocurre durante el “spurt” del
crecimiento puberal, el cual se postula que está bajo el
control de los estrógenos. Al avanzar la pubertad, el aumento de T
circulante asegura altos niveles
circulantes de E2 en la pubertad tardía. En estas condiciones, el E2 inhibe la proliferación de
condrocitos e induce la progresiva osificación de la placa de crecimiento hasta su desaparición final. La
cantidad de E2 requerida para pasar
del incremento en longitud de la
placa de crecimiento a una desaceleración del crecimiento hasta llegar a su cierre final no se conoce en detalle. Sin
embargo, los datos disponibles sugieren que niveles de E2 por encima
de 20 pg/ml son necesarios para la fusión del cartílago epifisial y que solamente en los casos de severa deficiencia de estrógenos, las
epífisis se mantienen abiertas a pesar de la avanzada edad cronológica. En resumen, en la pubertad de los varones, los
estrógenos modulan el crecimiento y el incremento en estatura de una manera que
permite la aceleración del crecimiento
del esqueleto apendicular durante un periodo caracterizado por bajos –pero
detectables- niveles de E2 y al mismo tiempo preserva las
proporciones del esqueleto. El incremento de estrógenos circulantes dispara el
cierre de las epífisis y el cese del
crecimiento durante la pubertad media y tardía evitando el desarrollo de una relación alterada entre el esqueleto apendicular y el esqueleto
axial.
El mecanismo molecular a través del
cual los estrógenos actúan sobre la
placa de crecimiento aun no se conoce en detalle. No obstante, varias
evidencias sugieren que el grosor de la
placa de crecimiento disminuye progresivamente
como consecuencia de un proceso
de envejecimiento que involucra a los condrocitos, principalmente en la
zona en reposo de la placa de crecimiento. Cómo ocurre y progresa este
envejecimiento no se sabe con exactitud, pero
se han propuestos varios mecanismos tales como apoptosis, autofagia,
hipoxia y diferenciación de condrocitos en osteoblastos. Los estrógenos ejercen un fuerte efecto sobre uno o más de
estos mecanismos que conducen a la involución de los condrocitos y al cierre
final de las epífisis y por consiguiente a la detención del crecimiento. Es
evidente que el número de condrocitos y células progenitoras disminuye
progresivamente en la zona en reposo de la placa de crecimiento y que los
estrógenos aceleran este proceso, especialmente cuando alcanzan un nivel crítico.
Los receptores ERα y ERβ son expresados en los condrocitos epifisiales humanos
y el receptor de membrana GPR30 es expresado en la zona hipertrófica de la
placa de crecimiento. Más aún, el hecho de que la enzima aromatasa también sea
expresada por los condrocitos, los cuales son capaces de producir estrógenos,
implica que tanto los estrógenos circulantes como los producidos localmente son
capaces de ejercer sus acciones en la placa de
crecimiento a través de todas sus
rutas de señalización. Experimentos in vivo han demostrado que los niveles
bajos de estrógenos, similares a los producidos localmente, son capaces de
promover la proliferación de condrocitos
y de protegerlos de la muerte celular. Este mecanismo puede explicar porque los
estrógenos en bajos niveles circulantes y/o producidos localmente aumentan el
crecimiento longitudinal durante la pubertad temprana. Por otra parte, en los
humanos, la expresión del receptor
GPR30 disminuye dramáticamente cuando
los niveles circulantes de estrógenos alcanzan los valores más altos típicos de
la pubertad tardía y de la desaceleración
del crecimiento longitudinal. El
ERβ, mas que el ERα, está involucrado en
la inducción de la fusión de la placa de
crecimiento en respuesta a la exposición a dosis suprafisiológicas de E2.
Otras hormonas, además de los estrógenos, están implicadas en la
proliferación de la placa de crecimiento, el crecimiento longitudinal del hueso
y la involución de la placa de crecimiento. Entre ellas, la hormona de
crecimiento (GH) y el factor de crecimiento similar a insulina1 (IGF1) ejercen
un efecto anabólico en el hueso y son necesarias para el crecimiento longitudinal
del hueso y el crecimiento acelerado durante la infancia y el “spurt” de
crecimiento, respectivamente. El rol de
estas dos hormonas sobre el crecimiento óseo longitudinal y el crecimiento
“spurt” podría ser indirecto a través de
la capacidad de los estrógenos para
aumentar la secreción de GH e IGF1, un
evento que ocurre durante la pubertad tardía y que contribuye a acelerar el crecimiento durante el “spurt” puberal. Sin embargo, el
crecimiento óseo longitudinal puede
ocurrir y progresar de manera independiente
del estatus GH/IGF1 pero en una tasa menos como ha sido demostrado en
hombres con deficiencia de
aromatasa. El tratamiento con estrógenos
ha demostrado ser efectivo en el cierre
de las epífisis y la detención del crecimiento en los pacientes con deficiencia
de aromatasa, a pesar de la deficiente producción de GH/IGF1, lo que implica
que estas hormonas no tienen un rol importante
en el proceso del cierre de la placa de crecimiento en los humanos. La
deficiencia de GH representa una de las causas más importantes de retardo del
crecimiento y, si no es tratada, de corta estatura final. El tratamiento con
r-hGH es efectivo para restaurar la velocidad normal de crecimiento óseo en
niños con deficiencia de GH.
Los andrógenos ejercen acciones anabólicas directas e indirectas sobre el
hueso antes, durante y después de la pubertad. En particular, durante la
pubertad, los andrógenos promueven el crecimiento lineal continuo,
especialmente a nivel de los huesos largos.
Esta acción ha sido demostrada a
través de la expresión de receptores de andrógenos en la placa de crecimiento y
la promoción de crecimiento sostenido a
través de la elongación de la placa de
crecimiento, al menos en ratas. Sin
embargo, la evidencia acumulada sugiere que los estrógenos mas que los
andrógenos son necesarios para el crecimiento armónico del esqueleto.
El pico de masa ósea determina la
cantidad total de tejido óseo
mineralizado disponible durante la adultez y el envejecimiento. Una vez que se
alcanza el pico de masa ósea durante la pubertad y la adultez temprana (antes
de los 30 años de edad), el hueso se vuelve incapaz de aumentar
significativamente la masa ósea. A
partir de aqui, la masa ósea se mantiene
estable por el balance entre formación de hueso y resorción ósea. Todos
los eventos que puedan interferir negativamente con el logro de un pico de masa ósea óptimo predisponen al desarrollo más tarde de osteoporosis en
ambos sexos. Entre ellos está la deficiencia de esteroides sexuales que provoca
un pico de masa ósea alterado.
Probablemente, los andrógenos solos no sean suficientes para alcanzar
una densidad ósea normal y un pìco de masa ósea óptimo pues hay reportes de
osteoporosis severa en adultos jóvenes
con resistencia a los estrógenos o deficiencia de aromatasa. La importancia de
los estrógenos para la adquisición de un
pico de masa ósea óptimo durante la pubertad es evidente a partir de los resultados obtenidos en humanos y roedores con
deficiencia de estrógenos. Los datos generados en estos estudios confirman que
los estrógenos median la mayoría de las
acciones ejercidas por los andrógenos sobre el hueso. Durante la pubertad, el E2 produce
un incremento de masa ósea
principalmente por aumento de la densidad mineral ósea, especialmente a nivel
de hueso cortical mientras la T contribuye a incrementar el tamaño del hueso,
un fenómeno que es mediado principalmente por la fuerza mecánica ejercida sobre el hueso por el incremento de masa muscular. Entonces,
estrógenos y andrógenos son necesarios
para alcanzar una masa ósea
normal durante la pubertad masculina. Los andrógenos limitan la expansión
endosteal y los estrógenos aseguran una
adecuada expansión del hueso periosteal.
El resultado final es un hueso de mayor tamaño que la contraparte femenina. En efecto, en
comparación con las hembras, el hueso de los varones tiene una mayor porción cortical debido a una
mayor aposición periosteal y una mayor circunferencia endosteal debido a una reducida aposición endosteal. Como resultado de todos estos eventos, el
pico de masa ósea final está determinado
por el incremento de densidad mineral ósea durante la pubertad y la
adultez temprana más el un remamnete más lento de masa ósea que continúa hasta
la tercera década de vida y que representa aproximadamente el 20% del pico de masa ósea.
Para mantener un hueso biomecánicamente eficiente, el esqueleto necesita
remodelarse continuamente y reparar las microfracturas que desarrolla
tanto en el hueso trabecular como cortical
durante la vida. El proceso de
remodelado ocurre en las unidades
multicelulares básicas (BMU) que incluyen osteoclastos, osteoblastos y
osteocitos que actúan acopladamente en la resorción ósea y la formación de
hueso. El balance entre formación y resorción
determina el mantenimiento o la pérdida de masa ósea en el hombre. Los
esteroides sexuales ejercen una acción directa sobre la BMU y pueden regular,
al menos en parte, el remodelado óseo. En particular, los estrógenos inhiben la
apoptosis de osteocitos en hueso trabecular y cortical, reducen la resorción
ósea por medio de efectos directos e
indirectos sobre los osteoclastos y actúan sobre los osteoblastos inhibiendo su
apoptosis. En general, los estrógenos
regulan el remodelado óseo (i) inhibiendo
la activación del remodelado óseo y la
formación de nuevas BMU, (ii) reduciendo el número y la actividad de los osteoclastos
(inhibición de la diferenciación y promoción de la apoptosis), (iii)
incrementando el número y la actividad de los osteoblastos (promoción de la
diferenciación e inhibición de la apoptosis) y la formación de hueso. Por todas
estas razones, la pérdida ósea en los hombres está relacionada principalmente
con la deficiencia de estrógenos, mientras los andrógenos tienen un rol menor. La investigación básica
y clínica demuestra que la acción de los estrógenos sobre la
homeostasis del hueso masculino es más determinante que la acción de los andrógenos, el efecto
neto de los andrógenos per se sobre la masa ósea in vivo es bastante pobre. Estudios recientes
demostraron que niveles circulantes de E2 mayores que 25 pg/ml protegen los huesos en los hombres. Estos
datos sugieren que niveles circulantes de E2 de 20 pg/ o más son
necesarios para una maduración adecuada
del esqueleto y para alcanzar un pico de masa ósea óptimo. Este umbral es muy cercano al requerido para el cierre de las epífisis.
El tamaño del hueso exhibe evidentes diferencias de género que son atribuidas principalmente a
las acciones de los esteroides sexuales sobre el hueso. Los estrógenos controlan la longitud
final de los huesos largos con su acción en el cierre de las epífisis. La longitud de
los huesos largos es mayor en hombres
que en mujeres. Esto podría deberse a
que el incremento de estrógenos es más rápido en la pubertad femenina, lo cual determina un anticipado cierre de las
epífisis y el cese del crecimiento. En efecto, el tamaño del hueso es mayor en los hombres que en las mujeres
principalmente como consecuencia
del mayor grosor del hueso,
especialmente en su porción cortical. Los estrógenos pueden ejercer una acción
permisiva sobre los andrógenos
facilitando y promoviendo su efecto anabólico
sobre el periostio. El alargamiento del periostio involucra al esqueleto
apendicular y ocurre principalmente desde la pubertad hasta la tercera década
de vida. En los hombres, este proceso favorece un incremento continuo de engrosamiento cortical. Por el contrario,
en las mujeres, este proceso cesa más tempranamente y no continúa en las adultas jóvenes. Adicionalmente,
la alta cantidad de estrógenos en las mujeres es el principal responsable de la
formación de hueso endosteal. El resultado final es que los huesos de las mujeres adultas tienen la porción
cortical más pequeña y la circunferencia
endosteal más corta que los huesos de los hombres.
La progresiva disminución de T que
usualmente ocurre en los hombres con el avance de la edad puede resultar en una disminución de los estrógenos circulantes. En los adultos
mayores, 70-85% de la disminución en la
densidad de masa ósea relacionada con la disminución de esteroides
sexuales es imputable a la deficiencia
de estrógenos, mientras solamente
15-30% de la disminución es imputable a los andrógenos. La deficiencia de
estrógenos causa una disminución de hueso trabecular y cortical en los adultos mayores. En efecto, el tamaño
del hueso disminuye como consecuencia de la contracción de la porción
cortical del hueso. Sin embrago, los
principales cambios óseos relacionados
con la edad de los hombres ocurren en la estructura del hueso. En particular,
la porosidad del hueso aumenta con la edad y la densidad mineral ósea
disminuye. Los cambios en la densidad mineral se deben a una reducción del volumen de hueso
trabecular que es sostenida por el
adelgazamiento de las trabéculas más que
por reducción de su número. La reducción
del número de trabéculas es un mecanismo involucrado en el envejecimiento óseo
femenino. Otro mecanismo involucrado en el envejecimiento óseo masculino es la resorción endosteal. En
los hombres, la resorción endocortical es menos pronunciada que en las mujeres
pero contribuye a la disminución de área
de corte transversal cortical y por consiguiente a la disminución de la fuerza ósea. En qué
medida la disminución de la densidad de masa ósea debida a la deficiencia de
estrógenos contribuye a la incidencia de
fracturas en los adultos mayores es algo
que no está completamente claro. Los datos obtenidos en adultos mayores demuestran que el E2 está
inversamente asociado con la densidad mineral ósea y es un mejor predictor de
fracturas que la T. Sin embargo, no
todos los adultos mayores con bajos niveles circulantes de T desarrollan deficiencia de estrógenos y
probablemente sólo los hombres con bajos
niveles de E2 tengan un alto
riego de fracturas. Probablemente, las diferencias individuales
puedan explicar porque en presencia de bajos niveles circulantes de T solamente
un subgrupo de hombres tiene deficiencia
de estrógenos. La reducción de masa
muscular relacionada con la depleción de
andrógenos incrementa el riesgo de fracturas en los adultos mayores.
En conclusión, la mayoría de los principales eventos fisiológicos que tienen lugar en el hueso masculino en
desarrollo -y maduro- están bajo el control de los estrógenos. Los estrógenos
determinan la aceleración del alargamiento óseo en la pubertad, el cierre de
las epífisis, las proporciones armónicas
del esqueleto, la obtención de un pico de masa ósea óptimo y el mantenimiento
de la masa ósea. En la pubertad, el cierre de las epífisis y el cese del
crecimiento óseo ocurren cuando se
alcanza un nivel crítico de estrógenos.
El mismo mecanismo de un umbral crítico
de estrógenos opera durante la adultez
para el mantenimiento de la masa ósea a través de la modulación de la formación de hueso y la resorción ósea.
Fuente:
Rochira V et al (2015). The endocrine
role of estrogens on human male skeleton. International Journal of
Endocrinology, Article ID 165215.