Hormonas, sueño y ritmo
circadiano
La regulación y el metabolismo de
varias hormonas son influenciados por las interacciones entre los efectos del
sueño y el sistema circadiano intrínseco. El reloj circadiano es un mecanismo
autónomo que prepara al organismo para
interactuar con estímulos externos
de acuerdo con un asa de retroalimentación transcripción-traslación. El
núcleo supraquiasmático (NSQ), localizado en el hipotálamo anterior, constituye
el principal sitio de regulación del
ritmo circadiano y de coordinación del
sistema de relojes periféricos. El nivel de alerta, el sueño de movimientos
oculares rápidos (MOR) y el sueño de ondas lentas son otros importantes
factores en los ritmos circadianos. Los niveles de varias hormonas
fluctúan de acuerdo con el ciclo
luz-oscuridad y también son afectadas por el sueño, la alimentación y la
conducta general. La regulación de estas hormonas es influenciada por
interacciones entre los efectos del sueño y el sistema circadiano intrínseco y,
por tanto, pueden ocurrir trastornos hormonales
o metabólicos cuando el ciclo de sueño y el sistema circadiano
intrínseco están desincronizados.
Varias hormonas están involucradas en el sueño y la ritmicidad circadiana. La
hormona de crecimiento es secretada por la hipófisis anterior intermitentemente
durante el sueño, sus niveles
circulantes alcanzan un pico inmediatamente después del inicio del sueño e
incrementan significativamente durante el sueño de ondas lentas. La
melatonina producida y secretada por la glándula pineal exhibe ritmicidad circadiana con niveles
altos durante la noche biológica en
comparación con el día. La ruta de secreción de melatonina se proyecta del NSQ al núcleo paraventricular
(NPV) y de esta estructura al ganglio cervical superior y la glándula
pineal. La melatonina juega un
importante papel en la regulación del
sueño de los humanos. La administración de melatonina reduce la latencia del sueño, incrementa el
tiempo total de sueño y mejora el mantenimiento del sueño. La melatonina
también confiere un efecto cronobiótico y puede facilitar el mantenimiento de un ciclo sueño-vigilia óptimo. Las
concentraciones de hormona estimulante de tiroides (TSH), secretada por la
hipófisis anterior, alcanzan su máximo
valor en la mitad de la noche biológica
y se ha reportado una correlación negativa
entre los niveles de TSH y el sueño de ondas lentas. El cortisol es liberado por las adrenales de una manera pulsátil durante las 24
horas con un ritmo ultradiano, pero
también exhibe ritmicidad circadiana, sus niveles aumentan rápidamente en la
mitad de la noche biológica y alcanzan un pico durante la mañana biológica. Los
niveles de cortisol disminuyen durante
el sueño de ondas lentas. Grelina y
leptina promueven y suprimen la ingesta de alimentos, respectivamente. Los
niveles de grelina aumentan antes del tiempo habitual de las comidas y
disminuyen después de comer. La administración
de grelina incrementa la proporción de sueño de ondas lentas y disminuye el sueño MOR en adultos
mayores. Los niveles de leptina aumentan
durante la noche biológica y alcanzan un pico en la mañana biológica. La
infusión de leptina incrementa el sueño de ondas lentas y disminuye el sueño
MOR en roedores.
El metabolismo de la glucosa tiene oscilaciones diarias, la utilización de
glucosa incrementa con la actividad física y es mayor durante la vigilia. La
evidencia acumulada sugiere que otros
factores también pueden estar asociados
con las oscilaciones en el metabolismo
de la glucosa, incluyendo mecanismos de regulación circadiana. El eje NSQ-NPV-
sistema nervioso autónomo juega un rol crítico en los ritmos diarios de
producción hepática de glucosa. La homeostasis de la glucosa involucra la coordinación de mecanismos
exógenos (digestión y absorción) y
mecanismos endógenos (gluconeogénesis y utilización). Estudios recientes reportan que el reloj
circadiano del hepatocito regula la homeostasis de la glucosa. Varios estudios
han investigado los genes asociados con los ritmos circadianos celulares involucrados en el metabolismo de la
glucosa. Ratones con mutaciones del gen Clock A19 presentan disminución de las oscilaciones de los niveles de glucógeno hepático y de la
expresión y actividad de la glucógeno sintetasa. Los genes criptocromos, CRY 1
y CRY 2, son expresados rítmicamente en
el hígado y modulan la gluconeogénesis hepática. La elevada expresión de CRY 1 en la
transición entre la noche y el día
reduce la expresión de los genes gluconeogénicos en el ayuno. Una relación
entre melatonina y metabolismo de glucosa ha sido reportada en varios estudios.
Un estudio reporta que los ratones que carecen de receptor de melatonina
exhiben secreción aumentada de insulina
y ritmos circadianos alterados del transcripto de insulina. Otro estudio
reporta que la administración de melatonina eleva los niveles plasmáticos de glucagón en ratas.
El metabolismo de los lípidos también tiene ritmos diarios. En ratas, la
absorción de lípidos y colesterol aumenta y disminuye durante períodos de alta
y baja actividad, respectivamente. Los genes
que codifican a la apolipoproteina B (Apob), la proteína ligadora de
ácidos grasos (Fabp) y la proteína microsomal de transporte de triglicéridos (Mtp), involucradas en el metabolismo de los
lípidos en ele intestino, exhiben ritmos circadianos. La disrupción del reloj
circadiano promueve la acumulación de
triglicéridos en el tejido adiposo blanco e hipertrofia de los adipocitos. Los ratones con mutaciones en el reloj
circadiano exhiben bajos niveles plasmáticos
de ácidos grasos libres y glicerol, disminución de la lipólisis y sensibilidad aumentada al ayuno. En roedores, el gen BMAL1 juega un importante
rol en la diferenciación de los adipocitos
y en la lipogénesis, los ratones con
mutaciones de este gen tienen cociente respiratorio elevado, lo que indica que
el gen BMAL1 también está involucrado en la utilización de la grasa como fuente
de energía. Por otra parte, los ratones que carecen de nocturnina (una
deadenilasa regulada por reloj) tienen reducido el tránsito de quilomicrones en el plasma después de ingerir los lípidos de la dieta.
La duración del sueño puede estar
asociada con el desarrollo de obesidad, varios estudios prospectivos han
encontrado una relación causal entre déficit
de sueño y obesidad. La privación de sueño también es un factor de
riesgo para la diabetes mellitus. Los
estudios epidemiológicos con adultos han demostrado una asociación entre la corta duración del sueño y el riesgo de diabetes mellitus. En un
estudio de laboratorio, hombres jóvenes sanos que fueron sometidos a un régimen
de cuatro horas de sueño durante seis noches, exhibieron disminución
significativa de la tolerancia a la glucosa, incremento de la concentración de
cortisol y actividad aumentada del sistema nervioso simpático durante la privación de sueño. En otro
estudio, la restricción aguda de sueño
(4 horas por 3 noches consecutivas) redujo la sensibilidad a la insulina en adolescentes sanos con peso normal. Más
aún, una noche de privación de sueño
puede influir en el gasto de energía. En sujetos con 24 horas de vigilia, disminuye el gasto de energía en
reposo y postprandial y aumentan las concentraciones nocturnas de cortisol y
noradrenalina. La privación de sueño,
aguda o crónica, también puede inducir
desregulación del apetito y elevar el riesgo de ganancia de peso. En un estudio reciente con resonancia magnética
funcional se investigaron los mecanismos neuronales que subyacen a los efectos de la restricción de sueño sobre la ingesta de alimentos, los sujetos con
privación de sueño exhibieron actividad disminuida en las regiones
sensibles al apetito de la corteza
frontal y la corteza insular. La reducción en la calidad del sueño puede impactar negativamente al metabolismo de la glucosa aun cuando el
tiempo total de sueño se mantenga sin alteración. Un estudio con sujetos jóvenes sanos demostró que cuando el sueño de ondas
lentas es suprimido por tres noches
consecutivas disminuye la sensibilidad a
la insulina sin un adecuado incremento compensatorio de la secreción de insulina
y con la consiguiente disminución de la tolerancia a la glucosa. La magnitud de
la disminución en la sensibilidad a la insulina se correlacionó fuertemente con
la magnitud de la reducción en el sueño
de ondas lentas. Estos datos indican un rol para el sueño de ondas lentas en el
mantenimiento de la homeostasis de la glucosa.
Los niveles de melatonina de los trabajadores nocturnos son significativamente menores que los de los
trabajadores diurnos. Los trabajadores nocturnos tienen niveles mayores de
glucosa postprandial, insulina y triglicéridos. Varios estudios indican que el cambio hacia el trabajo nocturno está
asociado con una mayor incidencia de síndrome metabólico, obesidad y diabetes.
Los trabajadores nocturnos exhiben una mayor proporción de masa grasa, baja
sensibilidad a la insulina y supresión
de la liberación de xenina, un péptido secretado principalmente en el intestino
superior que estimula la saciedad. El
trabajo nocturno de larga duración también
está asociado con una disminución del cortisol total. En un estudio de
laboratorio de sueño con un protocolo diseñado para inducir desfase circadiano,
todos los sujetos presentaron glucosa e insulina aumentadas, leptina disminuida,
eficiencia del sueño reducida y presión arterial media aumentada. El estudio demostró
los efectos cardiometabólicos adversos
del desfase circadiano que se observan agudamente en el jetlag y
crónicamente en el trabajo nocturno. Los
sujetos con vida nocturna consumen la mayoría de sus calorías antes del sueño y
exhiben una asociación débil entre elevación de la glucosa y secreción de
insulina, lo cual comúnmente es un
factor de riesgo de obesidad y diabetes.
En varios modelos con animales predominantemente nocturnos, las
alteraciones circadianas causan problemas metabólicos. El modelo experimental
“trabajo nocturno”, aplicado a ratas sometidas a actividad forzada durante las
fases de reposo y actividad, produjo la inversión de los ritmos de los genes reloj PER1, BMAL
así como la pérdida del ritmo del Per2 en el hígado. Los genes NAMPT y PPARα,
involucrados en el metabolismo perdieron su ritmo y sincronía con los
genes reloj, lo cual podría resultar en
síndrome metabólico y obesidad. Los ratones expuestos a condiciones de
jetlag crónico exhiben alteraciones en
la expresión de genes reloj como Per2 y
BMAL1 en el hígado. El patrón de alimentación
ha demostrado ser un potente
sincronizador para los relojes
circadianos periféricos. Por ejemplo, en ratones, la restricción de comida
altera la expresión rítmica de los genes reloj en hígado, riñón y corazón, lo
cual produce una desincronia entre el reloj central y los relojes periféricos. Los ratones
alimentados durante la fase de luz ganan más peso que los ratones alimentados sólo
durante la fase de oscuridad. Cuando los ratones fueron sometidos a dietas
ricas en grasas, pero con acceso a la comida sólo en la fase de oscuridad se
protegieron contra la obesidad,
hiperinsulinemia, esteatosis hepática e inflamación. En un estudio reciente,
los ratones alimentados con dieta rica en grasas durante la fase de oscuridad
exhibieron ganancia de peso corporal normal, balance
energético normal, oxidación de ácidos grasos aumentada y mejoría de la función
contráctil del miocardio. Estos datos
apoyan la hipótesis que señala que la ingesta de las grasas de la dieta sólo
durante el periodo de mayor actividad/vigilia permite una adecuada adaptación metabólica.
En conclusión, la evidencia acumulada sugiere que las hormonas y los
procesos metabólicos son afectados por la calidad del sueño y los ritmos
circadianos, cuyas interacciones son mediadas por numerosos genes reloj. Hormonas como
melatonina, cortisol, leptina, grelina y hormona de crecimiento están
íntimamente asociadas con el sueño y la
ritmicidad circadiana. Los mecanismos endógenos que regulan la ritmicidad
circadiana juegan un importante rol en
la homeostasis de la glucosa y los lípidos.
Las alteraciones del sueño y, especialmente, la privación de sueño están asociadas con un mayor riesgo de obesidad y diabetes, baja sensibilidad a
la insulina, desregulación de la leptina y la grelina, lo cual impacta negativamente a la salud humana. La disrupción circadiana inducida
principalmente por los cambios en el horario laboral puede afectar
negativamente la salud debido a las
alteraciones en la homeostasis de glucosa
y lípidos, la inversión de los ritmos de melatonina y cortisol, la
desregulación de leptina y grelina y la
pérdida de ritmo de los genes reloj.
Fuente:
Kim TW et al (2015). The impact of
sleep and circadian disturbance on hormones and metabolism. International Journal of Endocrinology,
Article ID 591729.
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