Regulación de la función
sináptica por hormonas metabólicas
La leptina, una proteína codificada por el gen obeso (ob), es producida y
secretada primariamente por el tejido adiposo blanco y circula en cantidades
proporcionales al contenido de grasa en el cuerpo. La leptina utiliza un transportador saturable
para cruzar la barrera hemato-encefálica y entrar al cerebro. Uno de sus blancos principales es el hipotálamo, especialmente el núcleo
arcuato en el cual juega un rol importante
en la regulación de la ingesta de alimentos y el peso corporal. Sin
embargo, las acciones neuronales de la leptina no se restringen a controlar la
conducta alimenticia pues sus receptores
están ampliamente distribuidos en el sistema nervioso central. El gen
diabetes (db) codifica al receptor de
leptina (ObR), el cual pertenece a la familia de receptores citoquina I. Hasta
el presente se han identificado seis variantes del ObR (ObRa-ObRf). Las
isoformas cortas (ObRa, ObRc, ObRd, ObRf) están involucradas en la internalización y degradación de la leptina. La isoforma ObRe
carece de dominio transmembrana y regula los niveles circulantes de leptina. La
isoforma larga ObRb tiene el dominio C-terminal intracelular más largo (302 residuos) y es la forma
predominante en la señalización de la leptina.
La rutas de señalización activadas en las neuronas por los ObR están
asociada con la activación de las Janus tirosina kinasas (JaK), particularmente
la JaK-2, la MAPK y el transductor de
señal y activador de transcripción 3 (STAT 3).
La insulina, una proteína de 6 kDa producida y secretada por las células β
del páncreas, controla los niveles de glucosa sanguínea a través de la
regulación de la captación de la glucosa circulante. La insulina entra
rápidamente en el cerebro por un
mecanismo de transporte saturable y sus
receptores son altamente expresados por las neuronas. Numerosos estudios
indican que la insulina tiene impacto sobre varios procesos centrales como la
conducta alimenticia y la supervivencia neuronal. Adicionalmente, la insulina
tiene marcada influencia sobre procesos cognitivos y la alteración de su
señal está asociada con patologías como
la enfermedad de Alzheimer. El receptor de insulina (IR) es una proteína
transmembrana que pertenece a la familia
de receptores tirosina kinasa. El IR es codificado por un gen simple
(INSR) que por "splicing” alterno genera las subunidades α o β. Cuando la
insulina se une a la cadena α induce cambios estructurales en el IR que producen la
autofosforilación de los residuos
tirosina en el dominio intracelular de la cadena β. Esto a su vez produce el reclutamiento intracelular de las
proteínas sustratos del receptor de insulina (IRS) y la posterior activación de la cascada de señalización PI3-kinasa o el reclutamiento de shc, una
proteína adaptadora, lo cual conduce a la estimulación de ERK ½.
El descubrimiento de altos niveles de ObR en la placenta de humanos fue la
primera indicación del involucramiento
de la leptina en el desarrollo durante el embarazo. Esto fue apoyado por la
identificación de ObR en tejidos fetales y cordón umbilical. Los estudios en
cerebro de roedores implican a la leptina
en el desarrollo neuronal, la expresión y localización de ObR se alteran marcadamente en los
diferentes estadios del desarrollo. Más aún, hay un incremento significativo en
los niveles circulantes de leptina
durante el período postnatal. Adicionalmente, los ratones deficientes de
leptina exhiben varias anormalidades, incluyendo reducción del peso del cerebro y niveles alterados de
proteínas gliales y neuronales. Estudios
recientes han demostrado que la leptina
promueve el desarrollo de rutas claves en el núcleo arcuato involucradas en la
regulación de la ingesta de alimentos y el peso corporal.
En embriones de ratón, la expresión de insulina en el sistema nervioso
central ha sido detectada a partir del
día E9, lo cual se correlaciona con los
elevados niveles de insulina en los
tejidos periféricos. Los niveles de IR son altos en los estadios tempranos del
desarrollo pero disminuyen con la edad.
Los IR se concentran a nivel postsináptico, lo cual sugiere que juegan
un rol importante en la regulación de la función sináptica durante los estadios
iniciales del desarrollo neuronal. La señal IR promueve la estabilización de la transmisión sináptica excitatoria por
asociación con proteínas sinápticas. Por ejemplo, la sobre expresión de IRSp53,
una proteína sustrato del IR, aumenta la densidad de espinas en las neuronas del hipocampo. La insulina
también regula el desarrollo del hipotálamo a través de su influencia en la
densidad de poblaciones neuronales
hipotalámicas específicas.
El aprendizaje y la memoria son funciones claves del hipocampo. Las formas
de plasticidad sináptica excitatoria conocidas como potenciación de larga
duración (LTP) y depresión de larga duración (LTD) son importantes correlatos
celulares del aprendizaje espacial, la memoria y habituación. Varios estudios
han demostrado niveles elevados de ObR en el hipocampo y su co-localización con
el marcador sináptico sinapsina 1, lo que indica su distribución en las sinapsis. Otros
estudios reportan que la leptina regula la transmisión sináptica excitatoria en
las sinapsis hipocampales. Adicionalmente, la leptina modifica varias formas de
plasticidad sináptica en el hipocampo, la administración de leptina directamente en el hipocampo
aumenta la LTP. Por otra parte, la leptina facilita las respuestas evocadas por
los receptores de glutamato, N-metil-D-aspartato (NMDA) en las neuronas del
hipocampo, un efecto que subyace a la
capacidad de esta hormona de modular la
plasticidad sináptica del hipocampo. La activación sináptica de los receptores NMDA es crucial
para incrementar la LTP inducida por
leptina en la sinapsis CA1 del hipocampo. La activación de los
receptores NMDA acelera el movimiento hacia la sinapsis de los receptores de glutamato,
2-amino-3-hidroxi-5-metil-4-isoxazol ácido propiónico (AMPA) durante la LTP.
La insulina, como la leptina, puede
influir marcadamente en la plasticidad
sináptica del hipocampo. Por ejemplo, la exposición de cortes de hipocampo a
insulina resulta en LTD persistente de
la transmisión sináptica excitatoria, una novedosa forma de LTD que
requiere de la activación de receptores
NMDA y que es expresada post-sinápticamente. La insulina también regula el
tráfico de receptores AMPA y NMDA hacia la superficie celular. Adicionalmente,
la insulina aumenta la expresión post-sináptica de la proteína-95 (PSD-95)
involucrada en la regulación del ensamble de receptores NMDA.
Varios estudios han reportado cambios significativos en las dendritas y
espinas de las neuronas del hipocampo después de la plasticidad sináptica
dependiente de actividad. Rápidas alteraciones en la morfología de las neuronas
han sido observadas en respuesta a
varias hormonas. Por ejemplo, la morfogénesis dendrítica manejada por
leptina está asociada con una atenuación
de los niveles de actina polimerizada en las dendritas proximales, lo que sugiere que la leptina promueve la
redistribución de filamentos de actina en los filopodios dendríticos. La
activación de receptores NMDA es requerida para los cambios estructurales
dependientes de leptina. Esta bien
documentado que el incremento de la
motilidad y la extensión de los filopodios dendríticos ocurre durante la
sinaptogénesis y que los filopodios dendríticos están activamente
involucrados en el desarrollo de nuevos
contactos sinápticos. Entonces, es
posible que las alteraciones estructurales manejadas por la leptina resulten en
última instancia en un incremento de la densidad sináptica del hipocampo. La leptina también promueve cambios
estructurales en otras regiones del
cerebro como hipotálamo, corteza cerebral y cerebelo. Por otra parte, numerosos
estudios indican que la insulina tiene
propiedades neurotróficas, diversos
cambios en la supervivencia y morfología de las neuronas son evidentes en
respuesta a la insulina. Adicionalmente,
la insulina endógena –pero no la exógena- promueve el alargamiento axonal de
neuronas de ratas a través de procesos dependientes de MAPK. Aunque diversos estudios apoyan el rol neurotrófico
de la insulina en el desarrollo del sistema nervioso central, hay poca
evidencia de estas acciones en el cerebro adulto.
Es un hecho bien documentado que la funcionalidad de los sistemas
hormonales metabólicos disminuye con la edad. Deficiencias en los procesos
metabólicos están asociadas con un envejecimiento más rápido y con un mayor
riesgo de desarrollo de enfermedades
neurodegenerativas. Varios estudios
indican que en el proceso de envejecimiento ocurren alteraciones en las rutas
de señalización de los ObR. La captación de leptina en el hipotálamo también
disminuye con la edad, un efecto
relacionado con la disminución de
expresión de ObR. Por otra parte, la
edad es un conocido factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades
neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer (EA). La dieta y el estilo de vida también son
factores contribuyentes, con la obesidad
en la vida media asociada con un alto grado de
riesgo de desarrollo de EA. La
resistencia a la leptina es una de las principales causas de obesidad en la
vida media, por lo que se considera que la resistencia a -o la alteración de la función de- la leptina juega un rol significativo en la
EA. Los estudios clínicos han encontrado
que los pacientes con EA tienen niveles circulantes de leptina marcadamente
reducidos. La acumulación de amiloide β1-42
(Aβ) y la posterior formación de placa es una característica patológica clave
de la EA. La evidencia reciente indica que la leptina no sólo previene la
capacidad del Aβ de bloquear la LTP en el hipocampo, sino que también revierte
la facilitación de LTD inducida por Aβ. Hay también evidencia que la leptina previene los efectos
aberrantes del Aβ sobre la viabilidad neuronal.
Adicionalmente, la leptina puede reducir la generación y deposición
de Aβ a través de la inhibición directa
de la actividad β-secretasa.
La relación entre insulina y el desarrollo de trastornos neurodegenerativos
como la EA también está bastante documentada. Los estudios clínicos han identificado a la
diabetes tipo 2 como un importante factor de riesgo para la EA. Dado que una
característica clave de la diabetes tipo 2 es la resistencia a la insulina, se
propone que la alteración de la señalización de la insulina juega un rol en el desarrollo de procesos
neurodegenerativos. EA y resistencia a
la insulina comparten muchas características
incluyendo la atenuación de la señal insulina, la función mitocondrial
defectuosa, el incremento de estrés oxidativo y la disfunción metabólica. Más aún, los estudios postmorten de tejidos humanos han identificado
resistencia a la insulina y disminución
de los niveles de IR en el cerebro de personas fallecidas por EA. La
resistencia a la insulina también ha sido relacionada directamente con la
disminución cognitiva en los estadios tempranos de la EA. Las
características patológicas claves de la
EA y el sistema insulina están muy relacionados. La insulina y los IGF son capaces
de regular la expresión del gen τ y los niveles de τ fosforilado, mientras que
la señal defectuosa de la insulina
promueve la activación de GSK-3β
y por consiguiente la hiperfosforilación de τ. Adicionalmente, la alteración de
la señal insulina/IGF interfiere con el procesamiento de la proteína precursora de amiloide
provocando la acumulación de Aβ. A nivel celular, la insulina incrementa la
secreción extracelular de Aβ mediante la estimulación del tráfico de Aβ entre
el aparato de Golgi y la membrana plasmática.
En conclusión, las funciones de la leptina y la insulina no se restringen a la periferia, ambas hormonas pueden
atravesar fácilmente la barrera hematoencefálica y llevar a cabo acciones en el
sistema nervioso central. El hipocampo, en particular, expresa altos
niveles de receptores de leptina e
insulina así como componentes claves de sus cascadas de señalización. Los estudios
clínicos y de laboratorio han proporcionado
extensa evidencia sobre las influencias de la leptina y la insulina en
los procesos cognitivos. En particular, ambas hormonas tienen una marcada
influencia sobre la función sináptica
del hipocampo, con efectos prominentes sobre la morfología neuronal, la
plasticidad sináptica dependiente de actividad y el tráfico de receptores de glutamato
hacia la sinapsis. La capacidad de ambas hormonas para regular eventos
celulares claves de la sinapsis tiene importantes consecuencias para los
estadios iniciales del desarrollo postnatal y también durante el proceso de
envejecimiento. Por otra parte, las
disfunciones en los sistemas leptina e insulina están asociadas no sólo con
pronunciadas anormalidades del desarrollo neural sino también con un mayor
riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Fuente: McGregor G et al (2015). Food for
thought: regulation of synaptic function by metabolic hormones. Molecular Endocrinology 29: 3-13.
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