Cambios en el metabolismo óseo materno
durante el embarazo
La formación del esqueleto fetal
requiere una sustancial
transferencia de calcio de la madre al
feto. Este proceso es particularmente intenso durante el tercer trimestre del
embarazo cuando los huesos fetales
experimentan mayor crecimiento y calcificación. Los mecanismos reguladores son
pobremente entendidos, pero es notorio que el drenaje de calcio tiene su repercusión en el esqueleto materno
a menos que los mecanismos compensatorios entren en juego. Sin un
adecuado balance, el embarazo puede ser un período de vulnerabilidad para los
huesos maternos. Si el proceso de descalcificación es particularmente intenso,
o si hay un fondo osteopénico, puede ocurrir osteoporosis o fracturas óseas en la madre. En efecto, en la
literatura se han descrito casos aislados de osteoporosis o fracturas por
fragilidad ósea en el embarazo. Sin
embargo, el proceso tiene que ser
transitorio porque el embarazo no es considerado como un factor de riesgo para
la osteoporosis post-menopaúsica en la mujer.
El principal objetivo de los ajustes
en el metabolismo del calcio en la madre durante el embarazo es permitir la adecuada transferencia
transplacentaria de aproximadamente 30 g
de calcio requeridos para la mineralización
del esqueleto fetal. 80% de esa cantidad es transferida durante el tercer trimestre de
la gestación, cuando el transporte placentario de calcio es en promedio de 110-120 mg/kg/día. El feto
entra en un persistente estado de
hipercalcemia, donde la bomba placentaria de calcio mantiene un gradiente unidireccional de calcio de la madre hacia el feto. Esto significa que insuficiencias en la
maquinaria de ajustes metabólicos resultan en la descalcificación del esqueleto
materno. La adaptación fisiológica materna en el metabolismo del calcio implica
diferentes mecanismos de regulación. Interesantemente, el feto colabora en la
mayoría de ellos, con la importante contribución de la placenta. Los cambios en el organismo
materno incluyen un incremento en la absorción intestinal de calcio, donde el rol de la vitamina D aún
no está muy claro. El aporte de calcio
es favorecido por el péptido relacionado con la hormona paratiroidea
(PTHrP) materno y por cambios locales en los huesos maternos en los cuales pueden participar los osteocitos y
el sistema RANKL/OPG (receptor activador of nuclear factor kappa B
ligand/osteoprotegerin). El drenaje de calcio es parcialmente contrabalanceado
por un incremento de los procesos anabólicos donde puede estar involucrado el
factor similar a insulina 1 (IGF-1), estimulado por la variedad placentaria de la hormona de crecimiento
(PGH). Otros potenciales agentes son la
prolactina (PRL) y los estrógenos. A pesar de la reactiva formación de hueso, el balance óseo es negativo para la madre. El gradiente de
calcio es sostenido por la bomba placentaria, donde la PTH y el PTHrP fetales son determinantes.
La concentración de 1,25 (OH)2 vitamina D3
(calcitriol), el metabolito activo de la vitamina D, aumenta en la madre
durante el embarazo. El incremento se detecta desde el primer trimestre y se
mantiene hasta el final del embarazo cuando alcanza niveles que son varias
veces mayores que los de antes del embarazo. El riñón materno, la decidua, el
riñón fetal y posiblemente la placenta, proporcionan la necesaria
actividad 1α-hidroxilasa. La
contribución de otras fuentes extra-renales es de poca importancia. Los cambios
en la vitamina D son concomitantes con el mejoramiento en la eficiencia de la absorción intestinal de calcio, la cual
duplica su capacidad. Esta adaptación
intestinal es importante porque ayuda a
la madre a responder mejor a la demanda
fetal de calcio. La proteína ligadora de vitamina D (DBP), además de su rol
como la principal proteína ligadora de
25(OH) vitamina D y calcitriol, puede actuar como ligadora de ácidos grasos y
moduladora de las respuestas inmune e inflamatoria. Más aún, la DBP, además del plasma se encuentra en otros líquidos
corporales. La detección en el líquido cervicovaginal, por ejemplo, es
utilizada como indicador de la muerte celular y la remodelación tisular que
acompañan al trabajo de parto.
Actualmente se acepta que la característica hipocalcemia de la mujer
embarazada deriva de una hipoalbuminemia fisiológica que coexiste con niveles inalterados de
calcio libre, el regulador real de los niveles de PTH. Los niveles de fosfato tampoco cambian. Los
niveles circulantes de PTH disminuyen ligeramente durante el embarazo y se
normalizan al final del mismo. Por otro lado, el PrPTH aumenta durante el embarazo, las fuentes para
este aumento son maternas y fetales: mama, decidua, placenta, amnios, cordón
umbilical y glándulas paratiroides fetales. Los estudios en ovinos han
demostrado que es la región media del PrPTH,
y no la región amino terminal, la que es funcionalmente activa durante
el embarazo. Los cambios en la PTH y el
PrPTH fetales juegan un rol indirecto en la regulación del esqueleto materno.
Ambas hormonas participan en el mantenimiento de la bomba placentaria de
calcio, la cual actúa como un mecanismo activo
en el drenaje materno de calcio. El rol del receptor sensor de calcio
(CaSR) fetal en el balance entre PTH y PrPTH ha sido demostrado en modelos de
roedores.
El embarazo también involucra cambios en los niveles circulantes de IGF1 de
la madre. Las oscilaciones son pequeñas durante los primeros dos trimestres
pero se incrementan durante el tercer trimestre y disminuyen en el
postparto. En estos cambios tiene una
activa participación la variedad placentaria de
la hormona de crecimiento (PGH).
Esta hormona, producto de la expresión del gen GHV (GH2), es distinta a
la GH hipofisiaria que es el producto
del gen GHN (GH1). La PGH es secretada
en el sincitiotrofoblasto a
partir de la sexta semana de embarazo y gradualmente reemplaza a la GH
hipofisiaria. La PGH se encuentra sólo
en la sangre materna e influye en la disponibilidad de nutrientes de la
placenta. Los estudios clínicos han encontrado una significativa asociación
entre PGH y crecimiento fetal durante el embarazo normal. Esta modulación puede
ser directa, por mecanismos autocrinos o paracrinos, o indirecta, por
regulación del IGF1.
El rol del sistema RANKL/OPG en el embarazo ha recibido mucha atención en
los últimos años. Las proteínas RANKL y
su receptor señuelo OPG pertenecen a la superfamilia del factor de necrosis tumoral y son
producidas en el hueso por los osteoblastos, aunque también son producidas en
pequeñas cantidades por otras células del organismo. Además de sus acciones en diversos órganos y
sistemas, estas proteínas ejercen un poderoso
efecto regulador sobre el metabolismo óseo. El RANKL se une a receptores RANK y dispara una serie de
eventos que resultan en activación,
migración y diferenciación de los osteoclastos.
La unión de la OPG al RANKL previene su interacción con el RANK y por lo
tanto limita la osteoclastogénesis. Diversos estudios han investigado los
cambios en RANKL y OPG durante el embarazo. Los niveles de OPG son estables
durante el embarazo y sólo al final del
mismo ocurre un incremento que duplica sus concentraciones
concomitantemente con un incremento
paradójico en la resorción ósea. La rápida caída postparto de los niveles de
OPG sugiere un origen placentario, el cual ha sido corroborado por el hallazgo de
altas concentraciones de OPG en las
membranas placentarias. Los niveles circulantes
de RANKL han sido investigados en
varios estudios que reportan cambios paralelos a los que se observan con
la OPG. Estos datos, sin embargo, requieren una interpretación cautelosa debido
a los problemas metodológicos con las pruebas actuales de medición de RANKL.
Los osteoblastos y los osteocitos son reguladores activos de la homeostasis
ósea. Los osteocitos son células multifuncionales con roles reguladores
cruciales en varios mecanismos que
afectan la homeostasis ósea. Por ejemplo, los osteocitos pueden remover y
reemplazar su matriz perilacunar (“remodelación perilacunar”), un proceso que puede ser regulado por cambios
hormonales. La lactancia está asociada con un incremento en el área lacunar de
los osteocitos. La esclerostina es una
proteína derivada de los osteocitos con una significativa capacidad para inhibir la ruta de señalización Wnt que
promueve la formación de hueso. Los niveles circulantes de esclerostina en la
madre son más bajos que en el cordón umbilical al final del embarazo. Es
posible que la esclerostina pueda ser reactiva
en el contexto de un medio altamente anabólico en el hueso, como se ha
demostrado que ocurre en el feto durante
el tercer trimestre del embarazo. El factor de crecimiento fibroblástico 23
(FGF23), expresado principalmente en osteoblastos y osteocitos, es otro
poderoso modulador del metabolismo óseo a través de la regulación de fosfato y calcitriol. Los niveles de FGF23
son similares en los compartimientos materno y fetal y los de αkloto, el
co-receptor del FGF23, son mayores en plasma de cordón umbilical. Sin embargo,
ni FGF23 y αkloto están asociados con el contenido mineral óseo fetal.
El embarazo también involucra cambios en otros agentes producidos por la
placenta que tienen efectos sobre el metabolismo óseo como los
estrógenos y la prolactina (PRL). Los estrógenos son conocidos reguladores
negativos de la resorción ósea y por lo tanto actúan atenuando la acelerada pérdida
de hueso. El caso de la PRL es más complicado, los datos experimentales indican
que hay receptores de PRL en los osteoblastos humanos y que su activación
resulta en la disminución de la proliferación y mineralización de estas
células. Más aún, los estudios en ratas
han demostrado que la PRL incrementa la relación RANKL/OPG en los osteoblastos.
El deterioro transitorio del esqueleto materno durante el embarazo
incrementa la fragilidad ósea. La osteoporosis puede ocurrir si existen
condiciones como osteopenia u otra circunstancia predisponente. La prevalencia
es desconocida porque los principales métodos diagnósticos involucran radiación, la cual usualmente es
evitada en mujeres embarazadas. El principal síntoma clínico es un severo y
persistente dolor de espalda que usualmente ocurre al final de embarazo o al
inicio del puerperio. Consistente con la condición transitoria del proceso, la
densidad ósea tiende a recuperarse en la mayoría de -pero no en todos- los casos, una observación que puede explicar
la baja tasa de recurrencia en los embarazos siguientes.
El deterioro de la densidad ósea se acelera durante la lactancia, cuando el
hueso materno es la principal fuente del calcio proporcionado con la leche
materna. Sin embargo, la pérdida de densidad mineral ósea durante la lactancia que puede ser de 5-10% en 2-6 meses, se restaura a lo
largo de 6-12 meses después del destete a través de mecanismos no muy claros. Esta rápida recuperación no
está asociada ni con el número de embarazos ni con la duración de la
lactancia.
En conclusión, los cambios en la densidad ósea y los marcadores óseos
sugieren que el embarazo está asociado con el deterioro de la masa ósea en la
madre. Los estudios clínicos demuestran que el embarazo puede involucrar
pérdida ósea, pero el proceso no incrementa la susceptibilidad a la
osteoporosis en el largo plazo. El metabolismo del calcio es fisiológicamente adaptado
a las necesidades impuestas por el desarrollo del esqueleto fetal. El feto
contribuye al proceso a través de los reguladores producidos por la placenta.
Hay un incremento en los niveles circulantes de vitamina D, pero su impacto
funcional no está muy claro. Las hormonas PTH y PrPTH fetales juegan un rol
indirecto creando una hipercalcemia en
el feto. La GH placentaria incrementa al
final del embarazo y puede ejercer algunos efectos anabólicos directamente o a través de la regulación de la producción
de IGF1. Otros reguladores del
metabolismo óseo como los estrógenos y la PRL también aumentan durante el
embarazo. El incremento en la relación RANKL/OPG actúa como un factor
pro-resorción adicional. El aumento de la resorción ósea puede conducir a la
osteoporosis o a fracturas si existen condiciones como osteopenia u otra circunstancia
predisponente. Sin embargo, la condición es transitoria como se demuestra en
estudios epidemiológicos. Una vez que la
condición es detectada, el tratamiento sintomático y ortopédico puede ser de
mucha ayuda pero hay tomar precauciones
con el uso de drogas anti-osteoporosis que, en el caso de los
bisfosfonatos, debe ser restringido
durante el embarazo.
Fuente: Sanz-Salvador L et al (2015).
Bone metabolic changes during pregnancy: a period of
vulnerability to osteoporosis and fracture.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario