Los glucocorticoides y la
maduración del corazón fetal
Los glucocorticoides (GC) son hormonas esteroideas, producidas por la
corteza de las glándulas suprarrenales, que regulan las respuestas al
estrés, ejercen potentes efectos
inmunomoduladores en adultos y son esenciales
para la transición de la vida fetal a la vida neonatal. Los niveles
plasmáticos de GC aumentan marcadamente en la gestación tardía para madurar tejidos y órganos fetales. Los
GC se unen a receptores citoplasmáticos
que pertenecen a la superfamilia de
receptores nucleares. El receptor glucocorticoides (GR o receptor tipo II),
ampliamente distribuido, y el receptor mineralocorticoide (MR), de distribución
más restringida, ejercen sus efectos predominantemente a través de la unión al
ADN o mediante una señal rápida no genómica. El GR es el principal receptor de los
GC, mientras que el MR funciona como GR
en un restringido grupo de tejidos o bajo ciertas condiciones patológicas.
Aunque el MR tiene alta afinidad intrínseca por los GC endógenos (cortisol en
humanos y corticosterona en ratas y ratones), normalmente es específico para el
mineralocorticoide aldosterona, en virtud de la actividad de una enzima, 11β-hidroxiesteroide
deshidrogenasa tipo 2 (11β-HSD2) que convierte al cortisol y a la
corticosterona en cortisona y 11-dehidrocorticosterona, respectivamente,
previniendo la activación inapropiada del MR. La expresión del MR está
restringida principalmente a los tejidos blancos de los mineralocorticoides,
pero también es expresado en el corazón
sin la co-expresión de la 11β-HSD2. Por lo tanto, en el corazón, el MR une ávidamente
cortisol/corticosterona. El GR tiene
aproximadamente 10 veces menos afinidad por los GC fisiológicos que el MR y
tampoco une aldosterona. La acción de los GC mediada por el GR es esencial para la supervivencia antes del
nacimiento.
GR y MR son expresados en el corazón fetal. El GR está presente en el
corazón humano a partir de la 12ª semana de gestación. La relación entre la
exposición in útero a los GC y la maduración del corazón sigue un patrón en forma de U invertida, típica de muchas
acciones de los glucocorticoides, con un impacto perjudicial sobre el
desarrollo cardiovascular con niveles
bajos y excesivos de GC. El tiempo y el nivel
de la exposición a los GC in vivo
son determinantes claves de sus efectos organizacionales en los tejidos. La
acción inadecuada de los GC puede tener consecuencias fatales. La activación
prematura de las rutas dependientes de GC o los niveles excesivos de GC durante
el embarazo pueden causar efectos adversos “programados”
La producción endógena de GC en el feto es finamente regulada e incrementa
marcadamente poco tiempo antes del nacimiento coincidiendo con el crecimiento y
la maduración del corazón fetal. En los humanos, el corazón fetal está
completamente formado aproximadamente a los 40 días de gestación antes que
el pico de GC que ocurre pocos
días antes del nacimiento. La glándula adrenal fetal inicia la síntesis de novo de GC durante la
segunda mitad del embarazo, alrededor de la 28ª semana, en los humanos. A
medida que el embarazo avanza, los niveles de GC en el plasma materno aumentan
dramáticamente como resultado de un
incremento en la producción y la vida media prolongada de los GC, aunque la
11β-HSD2 de la placenta restringe el acceso de los GC maternos al feto. Sin
embargo, la actividad de la 11β-HSD2 disminuye en la última semana de gestación
permitiendo la transferencia de GC maternos
hacia el feto. Estos diferentes efectos se combinan para causar un pico en los niveles fetales de GC en la gestación
tardía que favorece la acción de los GC sobre la maduración crítica de los
pulmones y el corazón.
En la gestación tardía, aunque el corazón ya tiene la configuración
anatómica del adulto, continúa su
crecimiento, remodelación y maduración para apoyar el rápido crecimiento fetal
y como preparación para la vida después del nacimiento. Tanto la función
sistólica como la diastólica mejoran en
la gestación tardía reflejando una mejoría en la contractilidad y la relajación
de los cardiomiocitos. Las paredes ventriculares aumentan progresivamente su grosor
debido principalmente a hiperplasia de
los cardiomiocitos. Después del nacimiento, el crecimiento hiperplásico da paso al crecimiento hipertrófico y los
cardiomiocitos se vuelven binucleados y
menos esféricos lo que permite un acoplamiento mecánico-eléctrico más
eficiente. A medida que los
cardiomiocitos se alinean uno con otros, las fibras musculares en las capas más externas del miocardio
forman los haces espirales de la típica arquitectura del corazón maduro. Las proteínas
contráctiles se acumulan y pasan de la
isoforma fetal a la adulta (cadenas ligeras y pesadas de la miosina, por
ejemplo) en la medida que crecen la miofibrillas y se alinean paralelas al eje longitudinal de los cardiomiocitos,
adquiriendo más sarcómeras y discos Z bien definidos. Hacia el final del
embarazo, el retículo sarcoplásmico experimenta cambios estructurales para
facilitar la salida de calcio. Esto es acompañado por marcados cambios en la expresión y actividad de los canales
iónicos en la medida que el corazón madura. En la gestación tardía también
ocurre una significativa transformación metabólica en preparación para la
adaptación al ambiente extrauterino rico en oxígeno y al incremento en el
trabajo hemodinámico después del nacimiento. El número de mitocondrias aumenta
en los cardiomiocitos cuando éstos pasan de utilizar carbohidratos (mayormente
glucosa) como fuente principal de energía a ácidos grasos, una fuente de ATP más eficiente. Todos estos
cambios morfológicos y funcionales en el corazón fetal que tienen lugar en la
gestación tardía incrementan el gasto cardiaco en la medida que el feto crece y
se prepara para el aumento del trabajo cardíaco después del nacimiento.
Los factores mecánicos y hormonales, incluyendo los GC, juegan roles
importantes en la maduración del corazón, aunque el entendimiento de la
contribución de los GC endógenos, particularmente en roedores, puede ser
difícil debido a la compensación entre
los ejes hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) fetal y materno. Más aún, los GC
pueden actuar a través de GR o MR en el corazón. Trabajos recientes demuestran
que los GC actúan vía GR para promover la maduración del corazón fetal a través
de efectos directos e indirectos sobre los cardiomiocitos. En ausencia de la señal GC en la gestación tardía el corazón fetal es inmaduro y funciona
pobremente. Por otra parte, las acciones extracardiacas de los GC mediadas por GR son también claves en la maduración del corazón
en la gestación tardía, posiblemente vía cambios hemodinámicos. El rol que los
MR juegan en la maduración de la estructura y función
del corazón fetal inducida por los
GC es algo que aún queda por determinar.
La acción de los GC endógenos ocurre bajo el control del eje HHA. Aunque el
eje HHA puede responder a una variedad de estresores en la vida prenatal y
neonatal, la magnitud y la cinética de las repuestas son dependientes de la edad de desarrollo. Dada la
importancia de la señal GR para la
maduración de la función cardiaca poco
antes del nacimiento, es plausible que una señal GC insuficiente pueda
contribuir a las complicaciones
cardiovasculares comunes. Por otra parte, es bastante conocido que la exposición
a niveles excesivos de GC in útero causa efectos a corto plazo como restricción
del crecimiento fetal y efectos a largo plazo como un mayor riesgo de
enfermedades cardiovasculares en la vida adulta. La restricción nutricional
materna, la cual activa prematuramente al eje HHA fetal, también incrementa los
niveles fetales de GC y “programa” un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular
en el adulto. Estudios in vivo han
demostrado, en humanos y modelos animales,
la capacidad de los GC exógenos
para incrementar el tamaño del corazón fetal, lo cual ocurre a pesar de
la restricción del crecimiento fetal. En algunos estudios en ratas, el
incremento en el tamaño del corazón inducido por GC en la gestación tardía ha
sido interpretado como hipertrofia de los cardiomiocitos, sin proliferación.
Otros estudios reportan un alto índice proliferativo en corazones sometidos a
administración prenatal de GC, sugiriendo a la hiperplasia más que a la
hipertrofia como mecanismo del agrandamiento cardiaco inducido por GC. Más aún, los datos recientes implican a los
MR en la hiperplasia de los cardiomiocitos inducida por GC, con los GR ejerciendo
efectos anti-apoptosis en la gestación tardía. Entonces, el aumento del tamaño
del corazón puede resultar de la estimulación de la proliferación de miocitos
mediada por la señal GC a través de los
MR, o puede reflejar efectos indirectos, comúnmente hemodinámicos, mediados por
los GR.
El aumento fisiológico de GC
endógenos es importante para la maduración del acoplamiento eléctrico en el
corazón fetal y las anormalidades en la expresión de canales de sodio han sido
sugeridas como causa de muerte súbita en prematuros. Asimismo, en
la gestación tardía, los GC aceleran la maduración del metabolismo energético
en el corazón fetal. En ratas, la exposición fetal a dexametasona, antes del aumento normal de GC,
incrementa los niveles de ATP en las miofibrillas y los de piruvato
y lactato en corazón y sangre, respectivamente, lo que sugiere
incremento de la glucólisis. Sin embargo, hasta el presente, los estudios no
reportan efectos deletéreos de la
terapia prenatal de GC en la presión sanguínea, la frecuencia cardiaca o el
rendimiento cardiaco (sistólico o
diastólico) en neonatos, niños, adolescentes o adultos.
En conclusión, los GC son esenciales en los mamíferos para la preparación
de la vida después del nacimiento. Los niveles sanguíneos de GC (cortisol en humanos y corticosterona
en ratas y ratones) aumentan dramáticamente
poco tiempo antes del nacimiento. Este hallazgo es utilizado
clínicamente a través de la
administración rutinaria de GC sintéticos
a mujeres con riesgo de parto prematuro
para mejorar la supervivencia del neonato. Tanto la exposición insuficiente
como excesiva de GC antes del nacimiento pueden alterar la trayectoria de la maduración del corazón regulada por GC con potenciales consecuencias a lo largo de
la vida.
Fuente: Rog-Zielinska E A, et al
(2014). Glucocorticoids and foetal heart maturation; implications
for prematurity and foetal programming. Journal of Molecular Endocrinology 52:
R129-R135.
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