Las hormonas incretinas y la
secreción de insulina
Las hormonas incretinas son péptidos intestinales secretados en respuesta a
la ingestión de nutrientes que intervienen
en la regulación de la función de los islotes pancréaticos y de la
glucemia. En los humanos, las principales hormonas incretinas son el péptido
glucagonoide (GLP)-1 y el polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa
(GIP). Estas hormonas llevan a cabo el “efecto
incretina” definido como el fenómeno en cual la glucosa ingerida por vía oral
provoca una mayor liberación de insulina
por las células β de los islotes pancréaticos que la misma cantidad de glucosa
administrada por vía intravenosa. Un fenómeno similar ha sido recientemente
reportado para los lípidos.
El GIP es producido en las células K localizadas en la mucosa de la parte proximal
del intestino delgado, principalmente en el duodeno. Por el contrario, el GLP-1 es producido
principalmente en las células L de la mucosa de ileum y colon. Tanto las células K como las L son
células endocrinas de “tipo abierto”, es decir, son estimuladas por el
contacto directo con los nutrientes derivados de los alimentos ingeridos. Sin
embargo, se han reportado otros
mecanismos de regulación de la secreción de hormonas incretinas. El GLP-1
deriva del tratamiento posttranscripcional del proglucagón por la enzima convertasa1/3. En las células
L, el proglucagón genera un péptido de 31 aminoácidos conocido como
GLP-1(7-37). Este péptido puede ser amidado en el residuo glicina del extremo
carboxilo terminal para dar origen a una segunda forma de GLP-1 (7-36)NH1.
En los humanos, las células L secretan principalmente la forma amidada del
péptido. En el caso del GIP la convertasa 1/3 de las células K convierte al
proGIP en un péptido biológicamente activo de 42 aminoácidos. Ambas hormonas
son almacenadas en las células como péptidos intactos hasta el momento de la
secreción. Una vez en la circulación, las hormonas incretinas son rápidamente
degradadas en su extremo amino terminal por la enzima dipeptidil péptidasa 4 para
formar los metabolitos GLP-1(9-37)/GLP-1(9-36)NH1 y GIP (3-42). Esta
rápida degradación explica la corta vida media del GLP-1 (1-2 minutos) y del
GIP (2-3 minutos) intactos.
El estímulo más importante para la liberación de las hormonas incretinas en
los humanos es probablemente la estimulación directa de las células K y L. La
liberación de las hormonas incretinas está asociada fuertemente con la ingesta
de alimentos. El factor desencadenante es la presencia de alimentos en l luz
intestinal. Los tres macronutrientes
(carbohidrato, proteína y grasa) son capaces de estimular la liberación de
hormonas incretinas, aunque con algunas diferencias en los patrones de
respuesta. Así, los carbohidratos son un buen estímulo para la secreción de
ambas incretinas, el GLP-1 responde de
forma similar a la ingestión de grasa o proteína, pero las proteínas son un
estímulo más potente que las grasas para la liberación de GIP. La extensión de
la respuesta está relacionada con la composición y el tamaño de la comida.
También hay una variación diurna de la respuesta secretora, siendo ésta mayor
cuando una comida idéntica es ingerida en la mañana que cuando es ingerida en
la tarde.
El mecanismo exacto por el cual los macronutrientes causan la liberación de
las incretinas no está completamente establecido; sin embargo, la interacción
directa entre los nutrientes ingeridos y
las células K y L parece ser el principal mecanismo. Una vez estimulada la
célula, los cambios en el potencial de membrana y la movilización de calcio
intracelular provocan la liberación de
las incretinas. La regulación de la secreción de hormonas incretinas por factores neurales ha sido sugerida a
partir de estudios en animales que involucran vías vagales, simpáticas y
neuronas no adrenérgicas no colinérgicas. Sin embargo, no está claro si estos
mecanismos de regulación tienen un rol
significativo en los humanos. Por otra parte, se han reportado mecanismos paracrinos
que pueden actuar para restringir la secreción de las incretinas, lo que
sugiere la existencia un asa de retroalimentación local.
El rol convencional asignado a las hormonas incretinas es el de aumentar la
secreción de insulina. El GLP-1 tiene efectos potentes sobre las células β del
páncreas, aumentando la liberación de insulina estimulada por comida (“efecto incretina”) de una manera
dependiente de glucosa, estimula todos los estadios de la biosíntesis de
insulina y mejora la función, en general, de las células β. También se ha
sugerido un efecto protector de la célula β promoviendo su diferenciación y proliferación al tiempo
que reduce la apoptosis. El GLP-1 también ejerce un efecto indirecto sobre las
células α inhibiendo la secreción de glucagón que es mediado por la insulina, el cinc o el GABA
liberados por las células β. En conjunto, las acciones insulinotrópica y glucagonostática del GLP-1
ejercen una poderoso efecto sobre los niveles sanguíneos de glucosa. El GIP
tiene las mismas acciones del GLP-1 sobre las células β, pero difiere en su
acción sobre las células α pues es un estimulante de la secreción de glucagón.
Adicionalmente, las hormonas incretinas ejercen acciones fisiológicas sobre
otros tejidos, sobre todo el GLP-1. En este sentido, las hormonas incretinas retardan
el vaciamiento gástrico, disminuyen el apetito y la ingesta de alimentos,
mejoran la función del miocardio y, a través de estudios en roedores, se ha
demostrado que tienen efectos neuroprotectores, anti-ateroescleróticos y anti-osteoporóticos.
Fuente: Deacon CF y Ahrén B (2011). Physiology of incretins in health and disease. The Review of Diabetic
Studies 8:293-302.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario