Plasticidad metabólica del tejido adiposo
El tejido adiposo
es definido por la presencia de células especializadas en manejar lípidos
llamadas adipocitos que funcionan como reservorios de energía en el cuerpo.
Recientes descubrimientos han revelado una compleja relación entre tejido
adiposo y salud. Los estudios epidemiológicos indican que el exceso de masa
grasa se correlaciona fuertemente con una mayor incidencia de enfermedad
metabólica. Sin embargo, hay una sustancial variabilidad interindividual con
algunas personas obesas metabólicamente sanas y algunas personas delgadas que
exhiben enfermedad metabólica. Además de su rol crítico en el almacenamiento de
energía, el tejido adiposo produce hormonas que regulan muchos procesos
fisiológicos. Estos procesos pueden cambiar de manera adaptativa o mal
adaptativa durante la ganancia o pérdida de peso. El tejido adiposo juega un
rol central en el mantenimiento de la sensibilidad a la insulina en el cuerpo.
El tejido adiposo regula la acción de la insulina vía la secreción de factores
como adiponectina y secuestrando lípidos que podrían acumularse y tener efectos
perjudiciales.
Los humanos tienen tres tipos de adipocitos:
blanco, beige y marrón organizados en depósitos discretos en el cuerpo. Los
adipocitos blancos están especializados en el almacenamiento y la liberación de
lípidos, mientras los adipocitos beige y marrón son células termogénicas
especializadas capaces de gastar energía nutricional en forma de calor.
El tejido adiposo blanco (TAB) es la forma
más abundante de tejido adiposo y se
encuentra en cualquier área del cuerpo. Los mayores depósitos de TAB se
clasifican de acuerdo a su localización anatómica en subcutáneo o visceral. En
humanos, la grasa visceral se localiza
en la cavidad peritoneal. La grasa subcutánea se localiza debajo de la piel y
representa el 80% o más de la masa grasa total del cuerpo, particularmente en
los depósitos abdominal y gluteofemoral. Además de los grandes depósitos, hay
pequeños depósitos de adipocitos con importantes roles mecánicos en diversos
sitios como músculo esquelético, glándula mamaria, médula ósea, orbita, cara,
articulaciones, pies y dermis. Una de las mayores funciones de los adipocitos
blancos es almacenar y liberar energía en respuesta a los cambios en los
niveles sistémicos de energía. El TAB es esencialmente un órgano endocrino,
secreta numerosas hormonas y otros factores, colectivamente llamadas
adipoquinas. Las adipoquinas juegan roles importantes en la regulación del
metabolismo del cuerpo, incluyendo la promoción de la sensibilidad a la
insulina (por ejemplo, adiponectina), resistencia a la insulina (por ejemplo,
resistina, RBP4, lipocalina) e inflamación (por ejemplo, TNFα, IL-6, IL-1β,
IL-8, IL-18, FRP5). La leptina particularmente juega un importante rol en el
control de la homeostasis de energía. La leptina actúa en el hipotálamo y otras
regiones del cerebro para promover saciedad y aumentar el gasto de energía.
Los adipocitos marrón y beige, representan
una pequeña proporción del tejido adiposo total, pero pueden ejercer un
considerable impacto metabólico debido a su capacidad para intervenir en la
termogénesis. Ambos tipos de células expresan la proteína desacopladora 1
(UCP1) que cuando es activada separa el catabolismo de nutrientes de la
síntesis de ATP a través de la
disipación del gradiente de protones en la membrana mitocondrial interna,
liberando energía potencial en la forma de calor. Los adipocitos marrones se
desarrollan en depósitos de tejido adiposo marrón (TAM) que son específicos
antes del nacimiento, mientras los adipocitos beige se desarrollan en depósitos
de TAB, principalmente en respuesta a la exposición al frío. Los niños poseen
un depósito interescapular de TAB, el cual regresa y está ausente en adultos. Los humanos adultos
poseen cantidades variables de TAB y tejido adiposo beige en las uniones
paravertebrales, regiones cervico/axilar, tráquea, vasos sanguíneos y región
perirenal/adrenal. La grasa termogénica es crítica para la adaptación al frío
ambiental, pero el interés actual en estos tejidos se enfoca en su capacidad
para actuar en casos de exceso de nutrientes. El aumento de la actividad de la
grasa termogénica está asociado con efectos metabólicos beneficiosos. Además de
suprimir la ganancia de peso elevando
el gasto de energía, los adipocitos
termogénicos mejoran el metabolismo sistémico y la acción de la insulina.
El metabolismo del TAB cambia rápidamente de
acuerdo con las necesidades energéticas del organismo, las cuales varían en el
ayuno, la alimentación, el frío y el ejercicio. El TAB cambia entre dos
programas metabólicos opuestos, uno maneja la captación de nutrientes y el otro
la liberación de nutrientes para asegurar que otros órganos siempre tengan un adecuado,
pero no excesivo, nivel de energía. La
plasticidad metabólica de los adipocitos blancos es controlada por señales
hormonales y neurales. Durante el período de balance energético positivo y
después de una comida, el TAB toma nutrientes de la circulación sanguínea, los
cuales son almacenados como lípidos. La
principal señal para la captación de nutrientes en los adipocitos es la
insulina. La insulina maneja el almacenamiento de lípidos en los adipocitos:
(1) estimulando la captación de glucosa, (2) promoviendo la lipogénesis de novo
(DLN), (3) suprimiendo la lipólisis. Los adipocitos contienen la maquinaria
especializada para tomar ácidos grasos libres (AGL) de los quilomicrones y
proteínas de muy baja densidad (VLDL) circulantes. Un constituyente de esta
maquinaria es la lipoproteína lipasa (LPL), una enzima responsable de la
hidrólisis de triacilgliceroles en AGL y monoacilgliceroles. La LPL producida
por los adipocitos es trasportada a la membrana apical de los capilares en el
tejido adiposo. Después la LPL libera AGL, proteínas de transporte como FATP1 y
CD36, facilita la captación de AGL en el tejido adiposo. La insulina estimula
la translocación de FATP1 a la membrana plasmática para promover la captación
de ácidos grasos. Los adipocitos también sintetizan cadenas acil a través de
DLN. El tejido adiposo y el hígado son los principales sitios de DLN. La DLN es
esencial para el mantenimiento del balance energético, pues convierte el exceso
de energía a partir de carbohidratos y proteínas en ácidos graso y luego en
triglicéridos para su almacenamiento en gotas de lípidos. Inicialmente, la DLN
involucra la degradación de nutrientes a través del ciclo TCA, seguido por la
exportación de citrato al citoplasma, el cual es convertido a través de una serie
de etapas en acetil-CoA, malonil-CoA y finalmente ácidos grasos.
Adicionalmente, la DLN en los adipocitos resulta en la producción de varias
especies de lípidos con efectos anti-inflamatorios y sensibilizadores de
insulina.
Las catecolaminas derivadas de los nervios
estimulan la lipólisis y este proceso es reprimido por la insulina. En
particular, la liberación de adrenalina y noradrenalina es inducida por ayuno o
ejercicio y su señalización en el tejido adiposo es a través de la ruta
receptor adrenérgico-proteína quinasa A (PKA) para incrementar la lipólisis. La
lipólisis depende de la fosforilación inhibidora de la proteína de superficie
de gotas de lípidos, perilipina1 (PLIN1). Con la estimulación de la lipólisis,
la PLIN1 es fosforilada, disparando la liberación de CG1-58 y posteriormente la
activación de la lipasa de triglicéridos (ATGL), la cual al ser activa se mueve
a la superficie de las gotas de lípidos para hidrolizar triglicéridos. La
lipólisis es regulada por varios factores endocrinos. La leptina promueve la
lipólisis vía estimulación de uniones neuro-adiposas. Hormona de crecimiento,
ACTH, cortisol, hormonas tiroideas, hormona paratiroidea y glucagón también
regula la lipólisis. Por el contrario, la insulina funciona como el mayor
factor anti-lipólisis bloqueando la producción intracelular de cAMP, lo cual
provoca la supresión de la actividad PKA y la lipólisis. La estimulación adrenérgica de adipocitos
también activa la ruta sensible a nutrientes mTOR, un integrador central del
metabolismo celular y tisular, que funciona en dos complejos distintos mTORC1 y
mTORC2.
Un ejemplo notable de la plasticidad del
tejido adiposo es la que se observa
durante la exposición ambiental al frío. La exposición al frío de larga
duración recluta capacidad termogénica mediada por un incremento en TAM y
elevada expresión de genes termogénicos. En el TAB, la exposición al frío
induce el desarrollo de adipocitos beige termogénicos ricos en mitocondrias, en
un proceso llamado marronización. Los adipocitos beige pueden ser generados en
los depósitos de TAB por tres mecanismos: (1) diferenciación de células
progenitoras en nuevos adipocitos beige, (2) conversión fenotípica de
adipocitos blancos maduros en adipocitos beige a través de la activación (o
reactivación) del programa termogénico, (3) proliferación de adipocitos beige
maduros. La activación del programa termogénico en adipocitos involucra la
regulación al alza de genes termogénicos como Ucp1, biogénesis mitocondrial y
remodelación de las gotas de lípidos de morfología unilocular a multilocular.
La inervación simpática es crítica para la
termogénesis en adipocitos marrones y beige. En general, el TAM es más
densamente inervado que los depósitos de TAB. La arborización simpática
incrementa durante la exposición al frío y es esencial para sostener los altos
niveles de activación de termogénesis. Las células adiposas producen una
variedad de factores neurotróficos, incluyendo factor de crecimiento del nervio
(NGF), neuregulina-4 (NRG-4), TGFβ y S100b. La densidad vascular también
incrementa en el tejido adiposo durante la exposición al frío para apoyar el
incremento en actividad metabólica. El factor de crecimiento endotelial
vascular (VEGF) es un regulador de la angiogénesis en el tejido adiposo. El
tejido adiposo se expande a través de
hipertrofia y/o hiperplasia de los adipocitos. El crecimiento hipertrófico está
relacionado con pobre salud metabólica. Por el contrario, el crecimiento
hiperplástico no provoca cambios patológicos y generalmente es más favorable
metabólicamente.
En conclusión, el tejido adiposo es un
órgano heterogéneo y extraordinariamente flexible. El tejido adiposo regula
muchos aspectos de la fisiología del cuerpo, incluyendo ingesta de alimentos,
mantenimiento de los niveles de energía, sensibilidad a la insulina,
temperatura corporal y respuestas inmunes. Una propiedad crucial del tejido
adiposo es su alto grado de plasticidad.
Los estímulos fisiológicos inducen dramáticas alteraciones en metabolismo, estructura y fenotipo del tejido adiposo para
suplir las necesidades del organismo. Las limitaciones de esta plasticidad
causan disminución de la respuesta a factores fisiológicos y manejan la
progresión de enfermedad cardiometabólica
con otras consecuencias patológicas
de la obesidad. La obesidad a menudo provoca una disminución de la
plasticidad del tejido adiposo, la cual está asociada con fibrosis,
inflamación, senescencia de células progenitoras y resistencia a las
catecolaminas.
Fuente: Sakers A
et al (2022). Adipose-tissue plasticity in health and disease. Cell 185:
419-445.
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