Función tiroidea a través de la vida
Las hormonas
tiroideas (HT) tienen profundos efectos fisiológicos, incluyendo la regulación
del metabolismo y la termogénesis. Las HT también juegan roles claves en el
crecimiento y el desarrollo. Los roles claves de las HT en el crecimiento y
desarrollo humano están bien establecidos, como ha sido demostrado en
desórdenes como hipotiroidismo y resistencia a HT. Los niveles circulantes de
tirotropina (TSH) y tiroxina (T4) son finamente regulados. Los rangos
fisiológicos para cada individuo (reflejando variación biológica) son por tanto
más estrechos que los rangos de referencia de laboratorio derivados de la
población. Esto da origen al concepto que cada individuo tiene puntos de
equilibrio (promedio individual) para TSH y T4 que es normal para un individuo,
pero puede no ser normal para otro individuo, aún con las definiciones
convencionales de eutiroidismo. Los niveles circulantes de TSH existen en
diferentes isoformas con grados variables de glucosilación, sialación y
sulfonación, lo cual afecta la
disponibilidad y bioactividad en los tejidos.
Los puntos de equilibrio para la función del
eje hipotálamo-hipófisis-tiroides (HHT) probablemente son establecidos in
útero. La evidencia de esto deriva de individuos con hipotiroidismo congénito
en quienes, a pesar de la detección temprana y el tratamiento de
hipotiroidismo, la relación entre TSH y T4 libre puede ser alterada tanto en la niñez como en la
vida adulta. Los puntos de equilibrio
del eje hipófisis-tiroides son en gran extensión hereditarios. La metilación de
ADN muestra cambios marcados a través de la vida y es relevante para los
cambios relacionados con la edad de la función del eje HHT.
Hay numerosas influencias ambientales sobre
la función del eje HHT. A nivel de población, la más importante es el estatus
de yodo. El impacto clínico de la deficiencia de yodo es bien conocida, pero
aún pequeñas diferencias en el estatus de yodo pueden afectar la distribución
poblacional de TSH y alterar la relación entre TSH y la edad. La TSH en suero
y, en menor extensión, T4 libre y T3 libre también son afectadas por el
fotoperíodo y la temperatura, exhibiendo variaciones circadianas, estacionales
y circanuales. La magnitud de estos efectos fisiológicos puede ser puede ser
clínicamente relevante; por ejemplo, el incremento en TSH durante el invierno
puede causar variación estacional en el diagnóstico de hipotiroidismo
subclínico. El fumado de tabaco afecta la función tiroidea, los fumadores
tienen concentraciones promedio más bajas de TSH que las personas que nunca han
fumado. Después del cese del fumado, los niveles de TSH gradualmente se
normalizan en un período prolongado de diez años o más.
La embriogénesis tiroidea se completa a las
siete semanas de gestación, pero la diferenciación terminal de la glándula
caracterizada por la formación de folículos y síntesis de HT no ocurre hasta
las 10-12 semanas. TSH, T4 y T3 son
detectadas en la circulación fetal a partir de la 11-12 semana, pero la
secreción de hormona fisiológicamente relevante no ocurre hasta el segundo
trimestre. A menudo, se establece que el eje HHT fetal es maduro funcionalmente
a las 18-20 semanas de gestación, pero hay buena evidencia que la maduración
continúa a través del tercer trimestre. Los niveles fetales de TSH son
aproximadamente 4 mU/l a las 12 semanas, incrementan a 7 mU/L a las 28 semanas y se mantienen estable hasta
el final del embarazo. Durante el tercer
trimestre, la TSH es pobremente sializada y más bioactiva que en niños mayores
y adultos. Las concentraciones de T4 total en suero son bajas a las 12 semanas
de gestación (20 nmol/l), incrementa a 70 nmol/l a las 28 semanas y alcanza 120
nmol/l al final del embarazo. Los niveles de la globulina unida a tiroxina
(TBG) son bajos a las 12 semanas y aumentan progresivamente hasta el final del
embarazo. Las concentraciones de T4 libre
también son bajas (2pmol/l) en la semana 12, aumentan a 15-20 pmol/l en
la semana 28 y hacen un plateu hasta el final del embarazo influenciados por el
incremento en TBG. Los niveles de T3 total fetales casi no son detectables en
la semana 12 de gestación, aumentan a 0,4 nmol/l en la semana 28 y alcanzan 0,9
nmol/l al final de la gestación. Previo a la maduración de la tiroides fetal,
ocurre el paso por la placenta de T4 materna y juega un importante rol en el
desarrollo del cerebro fetal. La transferencia placentaria de T4 materna
continúa hasta que las concentraciones fetales de T4 se aproximan a los niveles
maternos de T4 libre en la semana 28 de gestación. En fetos con hipotiroidismo
congénito, el paso placentario de T4 materna continúa hasta el final de la
gestación.
Inmediatamente después del nacimiento, hay
un incremento en la secreción de TSH que alcanza un pico a los 30 minutos de
vida postnatal con niveles tanto altos como 60-80 mU/l. Esto es seguido por un
incremento en T4 que alcanza un pico durante el primer día de vida postnatal
cuando los niveles de T4 libre pueden ser hasta dos veces los valores de niños
mayores o adultos. Los niveles de TSH y T4 libre caen en el primer mes de vida
pero continúan siendo mayores que los valores de adultos. Las concentraciones
circulantes de T3 son bajas en el nacimiento, aumentan durante la primera
semana de vida y se mantienen elevadas durante el primer mes de vida postnatal.
Los altos niveles de TSH en el primer mes de vida postnatal son una respuesta a
la caída de temperatura entre los ambientes intrauterino y extrauterino, aunque
esto puede no ser cierto para el incremento en la secreción de TSH
inmediatamente después del nacimiento, el cual parece ser independiente de
temperatura.
Después del primer mes de vida postnatal, los
niveles de TSH se mantienen mayores que en adultos, gradualmente disminuyen,
alcanzan un plateau a los 6-9 meses de
edad y se mantienen estables a través
del resto de la niñez acompañados por una gradual caída en las concentraciones
de T4 libre a través de este período. La isoforma de TSH predominante en niños
hasta los 18 meses de edad tiene baja sialización y N-glucosilación, resultando
en alta bioactividad, después de lo cual la glucosilación de TSH es similar a
la de los adultos. Los niveles circulantes de T3 alcanzan un pico a los 4-5
meses de edad, luego disminuyen gradualmente. En todas las edades, los niveles
promedio de TSH son ligeramente mayores en los varones que en las hembras.
En la adolescencia, la TSH es
consistentemente mayor en varones que en hembras con valores estables de los 12
a los 14 años de edad, luego aumenta de los 14 a los 16 años de edad en ambos
sexos. La T3 libre es mayor en todas las edades en varones que en hembras y la
trayectoria muestra una marcada diferencia de sexo. En las hembras, hay un
cambio mínimo en T3 libre de los 12 a los 14 años de edad, luego disminuye
hasta los 16 años, mientras en los varones la T3 libre aumenta de los 12 a los
14 años de edad y disminuye a los 16 años. Las bases fisiológicas de estos
cambios no son completamente entendidos. Las diferencias sexuales
(particularmente para T3 libre) son parcialmente explicadas por la edad más
temprana de la pubertad en las hembras que en los varones y los cambios
recíprocos entre las concentraciones de T4 libre y T3 libre sugieren alteración
en la actividad de una o más de las yodotironina desyodasas, probablemente como
resultado del aumento en la secreción de esteroides sexuales, hormona de
crecimiento/factor de crecimiento similar a insulina 1 y otros factores durante
la pubertad.
En individuos sanos sin evidencia de
enfermedad tiroidea, hay un progresivo incremento en las concentraciones de TSH
con la edad que es aparente a partir de la tercera década de vida. La relación entre TSH y T4 libre es compleja y no lineal. Una
característica clave de la relación TSH-T4 libre es que pequeños cambios en las
concentraciones circulantes de T4 libre resultan en cambios en TSH
relativamente grandes. Con cualquier concentración de T4 libre en el rango de referencia,
los adultos mayores tienen concentraciones de TSH más altas que las personas jóvenes, sugiriendo una
alteración en el punto de equilibrio de TSH relacionada con la edad. El
mecanismo para el incremento en TSH relacionado con la edad es incierto, pero
hay varias posibilidades. Primero, es posible que las isoformas de TSH cambien
con el envejecimiento, resultando en reducida bioactividad de la TSH en los
adultos mayores. Segundo, podría ser una
atenuación del efecto de retroalimentación negativa de la T4 libre sobre la
secreción de TSH, por ejemplo, por reducida actividad de la desyodasa tipo 2 en
la hipófisis. Tercero, podría ser una reducción en la respuesta del tirocito a
la TSH, requiriendo mayores concentraciones de TSH para mantener el mismo nivel
de T4 libre. Los estudios observacionales sugieren que una leve elevación de
TSH en adultos mayores no predice
consecuencias adversas para la salud. En efecto, más TSH está asociada
con mayor expectativa de vida, incluyendo longevidad extrema.
En conclusión, las concentraciones
circulantes de TSH y T4 son finamente reguladas. Cada individuo tiene puntos de
equilibrio para TSH y T4 libre que son determinados genéticamente y sujeto a
influencias ambientales. Los puntos de equilibrio del eje hipófisis-tiroides
probablemente son establecidos in útero y la maduración de la función tiroidea
continúa hasta la gestación tardía. A
partir de la vida neonatal caracterizada por un incremento en la
secreción de TSH y T4) y a través de la
niñez y la adolescencia (cuando los niveles de T3 son mayores que en los
adultos), las pruebas de función tiroidea muestran patrones complejos,
dinámicos que son sexualmente dimórficos. En la vida tardía, la TSH incrementa
con la edad en los adultos mayores sanos sin una caída acompañante de T4 libre,
indicando alteración del punto de equilibrio de TSH.
Fuente: Walsh JP
(2022). Thyroid function across the lifespan: do age-related changes matter?
Endocrinology and Metabolism 37:
208-219.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario