Ácidos biliares y comunicación intestino cerebro
El continuo flujo
de información entre el cerebro y el intestino es significativo en el contexto
del mantenimiento de la homeostasis fisiológica. Rutas neurales, inmunes,
endocrinas y metabólicas han sido implicadas en este eje de comunicación. Más
aún, la evidencia acumulada proporciona microbios con un rol en la modulación
de la función cerebral y la conducta del huésped resultando en un circuito
bidireccional conocido como eje microbiota-intestino-cerebro. Los microbios
interactúan con el sistema inmune del huésped y son capaces de estimular
células enteroendocrinas sensoriales. Sin embargo, los microbios también tienen
una capacidad innata para producir factores neuromoduladores incluyendo
neurotransmisores y ácidos grasos de cadena corta. Dado que numerosos tipos de
células en el intestino, órganos periféricos y órganos centrales expresan
receptores de ácidos biliares (AB), los AB también son clasificados como
moléculas de señalización bioactivas.
Los AB primarios humanos, ácido cólico (AC)
y ácido quenodeoxicólico (AQDC) son sintetizados y conjugados por los
hepatocitos. La conjugación hace a los AB más solubles en el ambiente acuoso de
la luz intestinal y minimiza potenciales interacciones peligrosas entre AB y la
membrana plasmática apical. La mayoría
de AB son transportados del ileum distal al hígado vía vena porta como parte
del ciclo entero-hepático. Sin embargo, una pequeña proporción escapa de la
recaptación y pasa al colon, la región del intestino donde las bacterias con
actividad hidrolasa de sales biliares (BSH) son más abundantes. Las
interacciones entre bacterias BSH y AB primarios resultan en reacciones de
desconjugación, lo cual facilita transformaciones mediadas microbianamente. Las
BSH remueven selectivamente la amina de los AB conjugados en el hígado,
volviéndolos susceptibles a modificaciones por los microbios. Las interacciones
dinámicas entre microbios y AB resultan
en una diversidad de AB secundarios modificados microbianamente, incluyendo
ácido deoxicólico (DCA) y ácido litocólico (LCA). Hay muchos receptores que
unen AB con afinidades variables y potenciales respuestas, resultando en una
multitud de funciones bioactivas. Sin embargo, dos receptores se unen
exclusivamente a AB, los receptores nucleares farnesoide X (FXR) y el receptor
acoplado a proteína G expresado en la membrana, GPBAR1, también llamado receptor
Takeda acoplado a proteína G 5 (TGR).
Los AB son una clase de metabolitos que
interactúan con la microbiota intestinal y tienen importancia significativa en
el intestino y en la homeostasis del cuerpo. Los cambios en concentración y
diversidad de AB son influenciados por dieta, metabolitos del huésped e
interacciones microbianas. Derivados del colesterol, los AB son los mayores
componentes de la bilis hepática y
actúan como emulsificadores de lípidos en el intestino delgado. Dos rutas, la
clásica en el retículo endoplásmico, regulada por citocromo CYP7A1 y la ruta
alterna en la mitocondria regulada a
través de los citocromos CYP27A1 y
CYP8B1 producen CA y CDCA, juntos y separadamente, respectivamente. La
regulación de las tres enzimas es mediada a través de acciones microbianas en
el hígado y el flujo de cada ruta puede ser alterado por localización y
sobrecarga de colesterol en la célula y por estrés de retículo endoplásmico. Por
tanto, todas las células y tejidos con mitocondrias tienen el potencial para
producir CDCA.
Para reducir su pKa y optimizar la
concentración crítica de micelas, los AB son conjugados con taurina o glicina,
lo cual representa aproximadamente 25% y 75% de conjugados en humanos,
respectivamente. Las variaciones de AB conjugados con taurina son influenciados
por las enzimas del huésped y la dieta. La conjugación con glicina es
favorecida en humanos adultos por dietas vegetarianas. En recién nacidos,
predominan los AB conjugados con taurina y los niveles de taurina en el hígado
son mayores en niños. En la primera semana de vida postnatal, el CA es el
principal AB y la relación CA:CDCA es de 2,5:1, esto se normaliza en el primer
mes de vida a 1,2:1. Los AB conjugados
en áreas de bajo pH son tóxicos para algunas bacterias y pueden influir en la
resistencia a la residencia y colonización intestinal. Otras modificaciones
como glucuronidación o sulfonación influyen en la excreción de AB, aunque estas
modificaciones pueden ser revertidas por bacterias intestinales.
Funcionalmente, los AB actúan como moléculas
de señalización, uniéndose y activando receptores de AB, de los cuales hay
muchos, pero solo dos se unen exclusivamente a AB. La activación del FXR
nuclear es clave para regular la síntesis de novo de AB. El TGR5 es un receptor
de AB acoplado a proteína G que induce la síntesis de cAMP provocando la
activación de la ruta proteína quinasa-A y la transcripción de genes. El LCA es
el agonista natural más potente de TGR5 e influye en el metabolismo de la
glucosa, la función neuronal, el control del sistema inmune y la regeneración
hepática.
El cuerpo humano es huésped de su propio y
único ecosistema microbiano donde residen microbios (bacterias, virus y
hongos). Las bacterias ocupan nichos intestinales espaciales y temporales
específicos. Ellas pueden formar complejas interacciones simbióticas con el
huésped así como interacciones sintrópicas con otros microbios. Estas
interacciones resultan en factores y metabolitos que pueden actuar como
moléculas de señalización. Los mayores Phyla (>90%) en el intestino maduro
son Firmicutes y Bacteroidetes. La dieta, la inmunidad y la genética afectan la
complejidad de la colonización microbiana
intestinal y su metabolismo asociado. La
actividad BSH está entre los criterios de selección de probióticos. Además de
liberar los aminoácidos, glicina y taurina, las bacterias pueden ser capaces de
usar estos aminoácidos como fuente de energía. Por tanto, otro rol de los AB
conjugados podría ser llevar estos aminoácidos al intestino para su uso, o
alternativamente, para eliminación de nitrógeno en las heces. Los AB que
escapan de la captación y dihidroxilación ileal son reaminados, esterificados,
desglucuronidados y desulfatados. Los AB que han tenido oxidación,
epimerización y deshidroxilación usualmente son reciclados en el hígado,
reparados y re-secretados en la bilis, mientras la mayoría de AB excretados en las heces son productos de
7α-hidroxilación.
Solamente una pequeña proporción de AB
escapa del circuito enterohepático para ganar entrada en la circulación
sistémica, permitiéndoles funcionar como hormonas esteroides. Sin embargo, con
excepción de ácido ursodeoxicólico (UDCA) y tauro-UDCA, las cuales cruzan la barrera hematoencefálica en
concentraciones fisiológicas, la mayoría de AB se encuentra en la circulación
periférica. Los receptores de AB,
incluyendo TGR5 y FXR han sido detectados en neuronas, astrocitos y microglias en el cerebro. Los neuroesteroides endógenos
también se unen a TGR5 resultando en un incremento intracelular de cAMP y
calcio. Los neuroesteroides han sido implicados en las consecuencias
patológicas de la encefalopatía hepática en el SNC. Algunos AB tienen un efecto
inhibidor sobre el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) a través de sus
acciones sobre los receptores glucocorticoides o por la supresión del aclaramiento
hepático de glucocorticoides. La
activación crónica del eje HHA está asociada con alteración de la morfología
intestinal, función y sensibilidad visceral al dolor. El estrés y la posterior
activación del eje HHA también impactan el ambiente luminal del intestino. Bajo
ciertas condiciones fisiopatológicas, los AB pueden influir en la regulación
central de la función intestinal.
Intrínseco a un eje bidireccional son las
señales que conducen la información al SNC acerca del ambiente luminal del intestino.
Rutas neurales, inmunes y endocrinas, directas e indirectas facilitan esta
función. La versatilidad de los AB como moléculas de señalización se manifiesta
en la expresión de receptores nucleares y de membrana en el organismo, además
de los modos directos e indirectos de señalización. Los perfiles de AB varían
con la dieta, transito a través del intestino y cambios en la microbiota
intestinal. Los receptores TGR5 han sido detectados en neuronas aferentes
primarias intrínsecas, indicando una posible ruta de señalización regulada
neuralmente. Más aún, la activación de los receptores TGR5 ha sido implicada en
la señal intestino-cerebro relacionada con la saciedad vía nervio vago.
En el epitelio intestinal están las células
enteroendocrinas, quimiosensores especializados con lados luminal y
basolateral. Cuando son activadas, estas células sensoriales polarizadas
liberan factores endocrinos por el lado basolateral que representan un modo
indirecto de señal interoceptiva. Estas células expresan una multitud de
receptores, contenidos luminales incluyendo nutrientes, productos microbianos y
AB, lo cual resulta en liberación de moléculas endocrinas o neuromoduladoras. Los
AB estimulan la contracción de la vesícula biliar mediada por colecistoquinina,
la inducción de la actividad de la lipasa pancreática y la liberación de
bicarbonato. En el colon, pero no en el intestino delgado, el TGR5 es expresado
en células enterocromafines que secretan serotonina cuando son estimuladas por
las sales biliares. Aunque la serotonina no puede cruzar la barrera
hematoencefálica, las células enterocromafines están acopladas a nervios
sensoriales, revelando una clara ruta neural que facilita la señalización entre
la luz del intestino y el SNC.
El péptido similar a glucagón-1 (GLP-1) y el
péptido YY (PYY) secretados por las células L son otros biosensores
intestinales. Las células L expresan una abundancia de receptores, incluyendo
receptores para factores producidos por microbios como ácidos grasos de cadena
corta, GABA, serotonina, TGR5 y FXR en roedores y humanos. Los receptores de
GLP-1 son expresados en varias regiones del SNC y esta hormona puede ser capaz
de cruzar la barrera hemato-encefálica por simple difusión. Sin embargo, la
enzima dipeptidil peptidasa 4 degrada rápidamente al GLP-1 circulante y por
tanto, una alta concentración de esta hormona solo es detectada primariamente
en la lámina propia intestinal. Una ruta de señalización alternativa podría ser
a través de señales neurales generadas en aferentes vagales, las cuales
expresan receptores de GLP-1. En contraste con la acción estimuladora de los AB
conjugados sobre la ruta de señalización TGR5-GLP-1, los AB primarios, los
cuales tienen una alta afinidad por el receptor nuclear FXR, causan la
liberación de factor de crecimiento de fibroblastos-19 (FGF19) en el ileum
terminal, el cual es transportado vía vena porta al hígado donde estimula al
receptor FGF4 hepático que regula la
síntesis de novo y movilización de AB hepáticos. EL FGF19 disminuye la expresión de GLP-1. El FGF19
puede cruzar la barrera hemato-encefálica y unirse a FGR en regiones selectas
del cerebro incluyendo el hipotálamo, donde puede modular la conducta
alimenticia. Esta cascada de señalización indirecta que involucra células
enteroendocrinas y aferentes neurales, genera una ruta potencial por la cual
los receptores de AB intestinales podrían modificar el neurocircuito central.
En conclusión, además de facilitar la
solubilización y absorción de los lípidos de la dieta y las vitaminas solubles
en lípidos, los AB también actúan como moléculas de señalización bioactivas. Los
AB pueden actuar en el cerebro usando mecanismos directos e indirectos. Una vez en la circulación sistémica, los AB
pueden operar como factores endocrinos y cruzar la barrera hemato-encefálica y
unirse directamente a los receptores de AB expresados en células neurales del
cerebro. Sin embargo, esto parece ocurrir principalmente en condiciones
fisiopatológicas cuando las concentraciones de AB son elevadas. En condiciones
fisiológicas, es más común que las rutas indirectas representen la señal
predominante de los AB. Esto puede ser a través de enterocitos o células
enteroendocrinas que expresan receptor de AB. Los biosensores que secreta
hormonas liberan factores neuromoduladores como serotonina y GLP-1 que tienen
la capacidad para estimular fibras
aferentes vagales. Una ruta de señalización alterna es a través de enterocitos que expresan FXR, los cuales
secretan FGF19, un factor neuromodulador
que puede cruzar la barrera hemato-encefálica.
Fuente: Joyce SA,
O´Malley D (2022). Bile acids, bioactive signalling molecules in interoceptive
gut-to-brain communication. Journal of Physiology 600.11: 2565-2578.
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