Macrófagos en el sistema endocrino
Los macrófagos son
células del sistema inmune innato que tienen propiedades únicas y funciones
versátiles. Por una parte, estas células poseen capacidad para la locomoción y
fagocitar y neutralizar una variedad de agentes dañinos incluyendo microbios y
células apoptóticas. Por otra parte, funcionan como reguladores centrales del
desarrollo de órganos, progresión de enfermedades y restitución de tejido
después de un daño. Gracias a estas propiedades, los macrófagos forman una
parte integral del sistema inmune y juegan un rol clave en numerosos procesos
fisiológicos que ayudan a mantener la homeostasis general. Las investigaciones
en las últimas dos décadas han demostrado que los macrófagos juegan roles
claves en el desarrollo de los órganos endocrinos, la homeostasis endocrina, la
respuesta de los órganos endocrinos a la infección, el daño y el cáncer, y la
resolución de la inflamación. La plasticidad y adaptabilidad de los macrófagos
en respuesta a varios estímulos los vuelve un blanco atractivo para la farmacoterapia.
Los macrófagos tradicionalmente han sido
considerados como una población homogénea de células fagocíticas derivadas de
monocitos circulantes. Sin embargo, la evidencia acumulada ha demostrado que
los macrófagos son multidiversos en origen y constituyen una población
heterogénea de células mieloides. Los
macrófagos residentes en tejidos (MRT) derivan principalmente de células
progenitoras embrionarias (saco vitelino e hígado fetal). En la mayoría de
órganos, incluyendo glándulas endocrinas, el pool MRT es capaz de mantener su
propia población independiente del pool de monocitos circulantes. Cuando los
monocitos circulantes migran a otros
tejidos del cuerpo pueden diferenciarse en macrófagos derivados de monocitos
(MDMo), los cuales también han demostrado enorme adaptabilidad y plasticidad y
pueden experimentar programas moleculares diversos en respuesta a señales
inmunológicas y microbianas específicas. La heterogeneidad funcional es
tipificada por su polarización en numerosos fenotipos funcionales.
Inicialmente, la heterogeneidad
funcional de los MDMo fue tipificada por su polarización en M1 y M2, mientras
los macrófagos M1 son pro-inflamatorios, los macrófagos M2 son regenerativos.
Sin embargo, numerosos experimentos revelan que este esquema de clasificación
está sobre simplificado y que los fenotipos de activación de macrófagos no
pueden ser incluidos completamente en un modelo lineal de activación de
macrófagos.
Actualmente, los MRT son conocidos como
representantes de una población de células inmunes que en muchos órganos se
mantienen independientes de las “stem cells” hematopoyéticas (HSC) derivadas de
la médula ósea. Numerosos experimentos demuestran inequívocamente que las
poblaciones MRT son establecidas antes del nacimiento y se mantienen
independientes de los monocitos circulantes. Las células precursoras
embrionarias del saco vitelino y el hígado fetal se establecen en varios
órganos en ondas sucesivas en diferentes estadios de la vida fetal y dan origen
a la mayoría de poblaciones de MRT. La primera onda (hematopoyesis primitiva)
consiste en progenitores eritromieloides tempranos (PET) derivados del saco
vitelino que dan origen a microglias y otros macrófagos derivados del saco
vitelino. La segunda onda (hematopoyesis definitiva transitoria) consiste en
PET derivados del saco vitelino que se alojan en el hígado fetal y
posteriormente dan origen a macrófagos. La tercera onda (hematopoyesis definitiva)
consiste en HSC inmaduras provenientes
de la región aorto-gónadas-mesonefros que se alojan en el hígado fetal y
la médula ósea fetal y dan origen a monocitos derivados de HSC y eventualmente
a MDMo. El tiempo exacto de estos eventos en humanos no está completamente
dilucidado. Si los PET, los PET tardíos, los monocitos derivados de HSC o una
combinación de los tres dan origen a todos los MRT (distintos a las microglias)
no está firmemente establecido.
La evidencia inicial para un rol de los macrófagos
en el sistema endocrino se obtuvo en estudios con ratones de la cepa Csfmop/op,
los cuales sufren una completa deficiencia de la proteína CSF-1 en todos los
tejidos del cuerpo como consecuencia de una mutación en el gen Csf1. La
proteína CSF1 juega un rol clave en la diferenciación de células fagocíticas y
los ratones Csfmop/op tienen una ausencia casi completa de MRT en
varios órganos del cuerpo. Estos ratones tienen anormalidades en sus glándulas
endocrinas, lo cual implica que los macrófagos juegan un rol en el desarrollo y
la función de los órganos endocrinos. Numerosos experimentos demuestran que los
macrófagos juegan roles importantes en la morfogénesis de los tejidos,
principalmente influyendo en los patrones neuronales y vasculares. Los macrófagos
promueven la remodelación de la matriz extracelular, facilitan anastomosis
vasculares formando uniones estrechas intercelulares con células endoteliales y
proporcionan factores de supervivencia a las células endoteliales. Los
macrófagos también participan en las interacciones neuro-inmuno-endocrinas
formando asociación con las células neuronales. La interacción
macrófago-neurona ha sido demostrada en diversos
tejidos, incluyendo intestino y tejido adiposo.
Los estudios experimentales en ratones demuestran
que los MRT en los islotes de Langerhans derivan mayoritariamente del saco
vitelino embrionario, aunque una pequeña proporción puede derivar de monocitos
circulantes. En el páncreas, los macrófagos pueden ser divididos en dos
poblaciones fenotípicamente distintas: macrófagos residentes en los islotes y
macrófagos peri-islotes. Los macrófagos residentes en los islotes son
fuertemente positivos para integrina CD11c y juegan roles importantes en la
morfogénesis de los islotes. Por el contrario, los macrófagos peri-islotes
residen en la periferia de los islotes y son negativos para integrina CD11c.
estos macrófagos exhiben altos niveles de expresión de la proteína F4/80,
marcador de adhesión de la superficie de los macrófagos. Los macrófagos
peri-islote juegan un rol en la homeostasis tisular y la secreción de insulina
estimulada por glucosa, aunque pueden adquirir un fenotipo pro-inflamatorio M1
y contribuir al desarrollo de diabetes mellitus. La población de macrófagos en
islotes en modelos de diabetes (principalmente CD11b+Ly6C+)
es marcadamente diferente de la
población de macrófagos en islotes en condiciones basales (principalmente CD11b+Ly6C-).
El tejido adiposo es un tejido complejo
compuesto por una colección heterogénea de adipocitos, fibroblastos, células
endoteliales, preadipocitos, macrófagos de tejido adiposo (MTA) y otras células
inmunes. En condiciones de reposo, los MTA constituyen ~10% de la fracción vascular del estroma en el tejido adiposo
blanco, aunque su población puede aumentar
dramáticamente en estados patológicos. Los MTA no representan una simple
población homogénea sino que están
compuestos por MRT de origen embrionario y MDMo circulantes. Los MAT que
expresan CD11b y Ly6C regulan la adipogénesis, la angiogénesis y la
organización tisular. Los MTA atrapan restos celulares, protegen al tejido de
la hipoxia y previenen la acumulación ectópica de remanentes de gotas de lípidos.
Estas funciones de los MTA implican la adopción de un fenotipo metabólicamente
activo y la formación de una estructura similar a corona a través de la
compartamentalización extracelular de lisosomas. Los macrófagos antioxidantes y los macrófagos ricos en
hierro son otros dos fenotipos de MTA localizados en la estructura similar a
corona y actúan en el estrés oxidativo y el estrés por hierro, respectivamente.
Otro fenotipo de MTA implicado en la metainflamación en el tejido adiposo de
personas obesas está representado por MTA CD9+ localizados en la estructura
similar a corona y exhiben altos niveles de expresión de moléculas de
superficie celular CD16, CD206, AP-1B,
NFκB, ll1a, ll18 y Tnf. En el tejido adiposo visceral humano, los MTA CD14+,
CD16+, CD36+ tienen fenotipo pro-inflamatorio M1,
mientras los MTA CD14+, CD16+, CD163+ tienen
fenotipo M2. Más aun, algunos MTA CD11c+, CD206+ pueden
tener un fenotipo intermedio o híbrido M1/M2.
Los MTA son moduladores claves del
metabolismo energético y la función mitocondrial en el tejido adiposo. En el
tejido adiposo, los MTA y los adipocitos interactúan de múltiples maneras que
determinan las características del microambiente del tejido adiposo. Los miARN
10a-5p producidos y liberados por los MTA pueden inducir adipogénesis estimulando
stem cells de adipocitos PDGFRα+ y modulando la inflamación. La liberación de
succinato por el tejido adiposo durante la hipoxia o la hiperglucemia puede
promover la polarización de MTA M1 a través de la estimulación del receptor de
succinato 1 (SUCNR1). Adicionalmente el GDF3 producido por MTA CD11c+ puede
activar la ALK7 en los adipocitos para promover la acumulación de lípidos y
regular la masa de tejido adiposo. La evidencia sugiere que el eje GDF3-ALK7
está relacionado con el metabolismo de lípidos dependiente de insulina y su
disrupción puede jugar un rol en la patogénesis de síndrome metabólico.
Los MTA también tienen una intrincada
relación con el sistema nervioso periférico. La estimulación de receptores
β-adrenérgicos en los adipocitos por catecolaminas estimula la lipólisis e
induce proliferación de MTA. El incremento en la lipólisis genera un
microambiente rico en lípidos con alta concentración de ácidos grasos libres que
puede inducir respuestas inflamatorias por los MTA. Los macrófagos asociados
con neuronas simpáticas representan una población única de MTA que tiene la
capacidad para importar y degradar noradrenalina. Otros neuropéptidos como
neuroéptido Y (NPY) y neuropéptido FF (NPFF) también influyen en el metabolismo
de los adipocitos y la activación de MTA. Por tanto, el nicho de tejido adiposo
es controlado a través de interacciones neuro-inmuno-endocrinas que
involucran a adipocitos, MTA y sistema
nervioso.
El tejido adiposo de animales y humanos
obesos produce grandes cantidades de TNF-α en comparación con controles no
obesos. Los ratones que carecen de la función TNF-α están relativamente
protegidos contra la resistencia a la insulina inducida por la obesidad. Estudios recientes involucran el incremento en la producción de moléculas
pro-inflamatorias por el tejido adiposo en varias complicaciones metabólicas
asociadas con la obesidad. Actualmente, está demostrado que la fuente de estos
mediadores pro-inflamatorios en el tejido adiposo de animales y humanos obesos
son los MTA. La evidencia acumulada en las últimas décadas sugiere que la
ingesta excesiva de calorías y ácidos grasos libres resulta en hipertrofia e
hiperplasia de adipocitos en el tejido adiposo blanco. Estos cambios son una
consecuencia de transformaciones inducidas por
la dieta en los procesos celulares de los adipocitos provocados por la
lipotoxicidad y la glucotoxicidad. El
estrés de retículo endoplásmico (RE), el daño oxidativo y la hipoxia local provocan remodelación del tejido adiposo y
proliferación de MTA. Los ácidos grasos libres activan la ruta IRE1α en
macrófagos y el exceso de glucosa activa las rutas ROCK/JNK y ROCK/ERK en
macrófagos. Estas rutas favorecen la polarización de MTA en un fenotipo
pro-inflamatorio M1, el cual favorece el desarrollo de un proceso de
inflamación de bajo grado llamado “metainflamación” (inflamación metabólica).
Estos cambios, a su vez, estimulan el secretoma del tejido adiposo que provoca
resistencia a la insulina y se manifiesta clínicamente como síndrome
metabólico. Cambios inflamatorios similares ocurren en el tejido adiposo con el
proceso de envejecimiento (“Inflammaging”) y contribuyen a la patogénesis de
enfermedades tan diversas como cáncer de mama. La activación de NLRP3 (Nod like
receptor family pyrin domain-containig 3) inflamasoma es requerida para la
producción de IL-1β e IL-18 por los macrófagos, las cuales pueden formar un asa
de retroalimentación positiva en el tejido adiposo a través de mecanismos
autocrinos y paracrinos y representa
una etapa clave en la metainflamación y la inflammaging. La activación del
NLRP3 es un proceso que se lleva a cabo en dos etapas, la primera señal para la
preparación mientras la segunda señal resulta en la activación.
El secretoma de adipoquinas y la
heterogeneidad celular en el tejido adiposo de individuos obesos son
grandemente alterados a través de la remodelación del tejido adiposo. Los
adipocitos en el tejido adiposo blanco de individuos obesos comienza a secretar
pequeñas cantidades de TNF-α, lo cual incrementa la concentración local de
TNF-α que a su vez induce a las células endoteliales y preadipocitos a producir
MCP-1. El MCP-1 actúa como quimioatrayente para monocitos circulantes y
promueve la infiltración de macrófagos en el tejido adiposo de personas obesas.
Las citoquinas pro-inflamatorias, en particular TNF-α, han sido implicadas como
la principal causa de la reducción de adiponectina que se observa en los
pacientes con obesidad. Los niveles de adiponectina se correlacionan
inversamente con los niveles de Il-18. La adiponectina por sí misma ejerce una
acción protectora contra la metainflamación y ejerce efectos inhibidores sobre
el NLRP3 inflamasoma a través de las
rutas AMPK, autofagia, FoxO4 y NF-κB. A su vez, la IL-1β reduce la expresión y
secreción de adiponectina, formando un asa de retroalimentación negativa. Por
el contrario, los niveles de leptina aumentan en los individuos obesos y está
demostrado que la leptina atrae macrófagos y promueve la adhesión de macrófagos
al endotelio. La leptina activa las rutas JAK2-STAT3 y PI3K-AKT-mTOR en
macrófagos, provocando un incremento en la captación de glucosa, regulación al
alza de enzimas glucolíticas, disrupción de la función mitocondrial, aumento de
la secreción de citoquinas pro-inflamatorias y aceleración de la fagocitosis.
Adicionalmente, el incremento en los niveles de resistina, apelina y visfatina
también contribuye a la metainflamación y culmina en resistencia a la insulina.
La metainflamación induce resistencia a la
insulina en músculos esqueléticos y tejido adiposo a través de la disrupción de
rutas de transducción de la señal insulina, lo cual ocurre como una
consecuencia de estrés oxidativo, estrés RE y disfunción mitocondrial. En
condiciones fisiológicas, la unión de la insulina a su receptor en adipocitos y
miocitos resulta en incremento en la expresión de GLUT4, el principal
transportador de glucosa en adipocitos y miocitos esqueléticos. El GLUT4 es
capaz de captar glucosa en estas células, lo cual está acoplado a la
utilización de este sustrato en procesos metabólicos. La disrupción de la
transducción de la señal del receptor de insulina resulta en disminución de la
expresión de GLUT4 y la reducción de los niveles de GLUT4 en tejido adiposo
puede provocar resistencia a la insulina en hígado y músculos esqueléticos. En
numerosos estudios, la acumulación de especies de lípidos (como
diacilglicerol y ceramida) resulta en alteración de la señal
insulina a través de disminución de la fosforilación de sustratos del receptor
de insulina. La reducción de la función mitocondrial en tejido adiposo y músculo
esquelético ha sido relacionada con resistencia a la insulina en adultos y el
mecanismo subyacente está relacionado con oxidación de lípidos y estrés
oxidativo. El punto final común de estas perturbaciones en los procesos
celulares es resistencia a la insulina en tejido adiposo, hígado y músculos
esqueléticos.
La resistencia a la insulina es una
característica de la diabetes mellitus tipo 2 y precede al desarrollo de la
enfermedad. La obesidad está fuertemente asociada con resistencia a la
insulina. Los individuos obesos tienen una alta densidad de macrófagos en los
islotes de Langerhans, como una manifestación de la metainflamación en el
páncreas. La liberación de citoquinas inflamatorias por los macrófagos en los
islotes pancreáticos provoca disfunción de las células β y alteración de la
secreción de insulina. Los macrófagos de los islotes pancreáticos alteran la
función de las células β a través de la ruta de señalización dependiente del
factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF). Adicionalmente, los
macrófagos intra-islote pueden fagocitar directamente gránulos secretores de
las células β y alterar la secreción de insulina a través de mecanismos
dependientes del contacto célula-célula. Estos mecanismos de disfunción de
células β culminan en alteración de la secreción de insulina en el contexto de
resistencia a la insulina inducida por obesidad, lo cual reduce la capacidad
del cuerpo para utilizar glucosa y resulta en hiperglucemia.
Los macrófagos son los leucocitos más
abundantes en los ovarios y el balance entre sus fenotipos determina el medio
inmunológico en el ovario. Los MRT en los ovarios juegan roles importantes en
la foliculogénesis, la ovulación y la luteolisis. Adicionalmente, las células
granulosas del ovario expresan receptores similares a Toll (TLR) que pueden
unirse a patrones moleculares asociados
al daño (DAMP) y patrones moleculares asociados a patógenos (PAMP) y secretar
citoquinas quimiotácticas y pro-inflamatorias. La metainflamación subyace a la
patogénesis del síndrome de ovarios poliquísticos (PCOS) y los macrófagos
juegan un rol clave en este proceso. Los niveles del mARN de chemerina son
regulados al alza en adipocitos
derivados de sujetos obesos. Los macrófagos de humanos y ratones
expresan CMKLR1 (chemerin chemokine-like receptor-1), responsable del efecto
quimiotático de la chemerina. En las pacientes con PCOS, la hiperandrogenemia
incrementa los niveles de chemerina en los ovarios, lo cual promueve el
reclutamiento de macrófagos CMKLR1+. Más aún, la liberación de
citoquinas pro-inflamatorias por estos macrófagos puede incrementar la
producción de andrógenos por las células tecales del ovario a través de un aumento de la expresión de enzimas
esteroidogénicas. Esto genera un asa de
retroalimentación positiva donde el reclutamiento de macrófagos CMKLR1+
y la liberación de citoquinas pro-inflamatorias provocan disfunción
mitocondrial, peroxidación de lípidos y estrés oxidativo en los folículos
ováricos. En conjunto, estos cambios disparan apoptosis en células granulosas y
atresia de folículos ováricos, lo cual provoca ciclos anovulatorios, una
característica de PCOS.
Los macrófagos testiculares desarrollan
funciones tróficas en las que son requeridos para la diferenciación de las células
de Leydig y también para regular la esteroidogénesis. El microambiente
testicular es adecuado para los macrófagos residentes testiculares y contribuye
al privilegio inmune del testículo. Los macrófagos testiculares exhiben una
alta expresión de CD163 y secretan altos niveles de IL-10 y bajos niveles de TNF-α,
similar a un fenotipo M2. Las células de Sertoli pueden influir en la
composición del líquido intersticial testicular a través de la liberación de
activina A y TGF-β que limitan la proliferación
de macrófagos y mantienen un fenotipo M2 en los macrófagos testiculares.
Los andrógenos producidos por las células de Leydig modulan la liberación de
TGF-β y activina A. Los macrófagos testiculares tienen relevancia en la
patogénesis de la infertilidad y el hipogonadismo. La metainflamación también
ha sido relacionada con la infertilidad a través de la disminución de los
niveles de testosterona. La proliferación de macrófagos testiculares, la
liberación de citoquinas pro-inflamatorias y el reclutamiento de monocitos
circulantes en los testículos y su diferenciación en macrófagos M1 tienen
consecuencias adversas sobre la espermatogénesis. La disrupción del
microambiente inmunoendocrino puede provocar desregulación de macrófagos
testiculares, regulación a la baja de la esteroidogénesis en las células de
Leydig e inhibición de la espermatogénesis. En conjunto esto culmina en
hipoandrogenismo e hipogonadismo.
Los macrófagos están localizados en todas
las zonas de la glándula adrenal y exhiben expresión de CD11c y kiM8. La
evidencia experimental sugiere que los macrófagos adrenales tienen una función
trófica y pueden jugar un rol en el desarrollo de la glándula adrenal. La
evidencia experimental también sugiere que los macrófagos adrenales pueden
estar involucrados en la regulación extra-hipofisaria de la función de la
glándula adrenal a través de interacciones inmune-endocrinas intra-adrenales.
Las citoquinas pro-inflamatorias, especialmente IL-1 y TNF-α influyen en la
esteroidogénesis en la corteza adrenal.
Adicionalmente, las células cromafines de la médula adrenal pueden secretar
neuropéptidos y quimioquinas que tienen efectos paracrinos sobre la corteza
adrenal y también sobre los macrófagos.
En la hipófisis, los macrófagos CD11b+F4/80+
están localizados en la adenohipófisis y tienen una función trófica. La densa
población de macrófagos en el hipotálamo y la hipófisis representa un
importante enlace entre los sistemas neural, endocrino e inmune. Los mediadores
pro-inflamatorios pueden afectar la liberación de prolactina, FSH, LH, ACTH,
TSH y hormona de crecimiento. Esto sugiere que el microambiente de citoquinas
intra-hipófisis puede influir en la liberación de hormonas y la modulación de
la función del sistema endocrino del cuerpo.
En la glándula tiroides, los MRT derivan del
saco vitelino embrionario y el hígado fetal. En condiciones fisiológicas, los
MRT en la tiroides están involucrados en el recambio de coloide y ayudan a
mantener la homeostasis. La evidencia experimental sugiere una relación
bilateral entre células inmunes innatas y hormonas tiroideas. Las citoquinas
producidas por los tirocitos influyen en el tamaño del bocio en respuesta a TSH
activando o suprimiendo la actividad de los macrófagos. Por el contrario, las
citoquinas producidas por los macrófagos, incluyendo IL-1, IL-6, IL-8 y TGF-β
pueden afectar el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides en múltiples niveles e influir en el estatus tiroideo del huésped
en desórdenes tiroideos y no tiroideos. La evidencia experimental también
sugiere que las hormonas tiroideas participan en la regulación de la maduración
de los macrófagos.
En conclusión, los macrófagos juegan roles
importantes en los tejidos endocrinos del cuerpo en condiciones fisiológicas y
patológicas. En las gónadas, los macrófagos están implicados en la
foliculogénesis y la ovulación en los ovarios, mientras en los testículos
juegan roles importantes en la espermatogénesis y la producción de
testosterona. En el páncreas, la interacción macrófago-célula β influye en el
inicio y severidad de la disfunción de células β y la insuficiencia de islotes
pancreáticos. En la obesidad, las interacciones macrófago-adipocito están
implicadas en la remodelación del tejido adiposo, resistencia a la insulina,
liberación de adipoquinas y la inducción de metainflamación.
Fuente: Rehman A
et al (2021). Role of macrophages in the endocrine system. Trends in
Endocrinology and Metabolism 32: 238-256.