Hormona de crecimiento, IGF-1 y microbiota intestinal
El eje GH/IGF-1
juega un rol vital en la regulación del
crecimiento, el metabolismo y la homeostasis intestinal. La hormona de
crecimiento (GH) es conocida por promover el crecimiento óseo con efectos
anabólico sobre otros órganos (como los intestinos), efectos catabólicos sobre
el tejido adiposo y potentes acciones diabetógenas. Numerosos estudios en
humanos y modelos animales han demostrado que los niveles fisiológicos de GH
mantienen la integridad intestinal (por ejemplo, disminuyendo la permeabilidad
intestinal y la translocación bacteriana) y mejoran la función intestinal (por
ejemplo, la absorción de nutrientes y la función inmune). En estos efectos, la
GH actúa sinérgicamente con el –o independientemente del- factor de crecimiento
similar a insulina-1 (IGF-1) como se observa en el crecimiento óseo, el
metabolismo y la homeostasis intestinal. La comunidad microbiana intestinal,
también conocida como microbiota intestinal, comprende trillones de microbios (bacterias,
virus y hongos) que residen en el tracto gastrointestinal (GI) con la mayoría
concentrada en ileum terminal y colon. La comunidad microbiana y su genoma, el
cual es estimado que excede 500 veces al potencial del genoma humano, son
conocidos como el microbioma intestinal. Dada la gran diversidad en la
comunidad microbiana y su material genético asociado, el microbioma intestinal
ha sido implicado en el sistema inmune del huésped, el sistema endocrino, el
sistema nervioso, el metabolismo, el crecimiento y la homeostasis intestinal.
Más aún, los productos microbianos, incluyendo ácidos grasos de cadena corta
(SCFA), aminoácidos ramificados, dopamina, serotonina, vitaminas
(principalmente vitamina K) y otros componentes bacterianos influyen en el
huésped y sus sistema endocrino.
La conexión entre bacterias y crecimiento
del huésped ha sido establecida en
múltiples estudios. Varios estudios
reportan que los microbios comensales en el intestino pueden mejorar el
crecimiento lineal y la ganancia de peso del huésped. Por ejemplo,
Lactobacillus acidophilus, Enterococcus faecium y Escherichia coli promueven el
crecimiento, incrementan la ganancia de peso, previenen la colonización de
patógenos e inhiben la disminución de
masa muscular. Más aun, ciertos microbios han sido asociados con obesidad en
ratones y humanos. La alimentación con formula láctea, incrementando la riqueza
microbiana (número de poblaciones bacterianas) y la proporcionalidad de las
poblaciones bacterianas en el microbioma intestinal infantil, ha sido asociada
con incremento en el riesgo de ganancia de peso y obesidad.
Múltiples estudios demuestran que el
microbioma intestinal impacta el crecimiento del hueso cortical (formación y
resorción). Los microbios intestinales y sus productos, como SCFA, regulan la
producción de hormonas asociadas con la salud ósea, incluyendo esteroides
sexuales, vitamina D y serotonina. Otro mecanismo por el cual los microbios
pueden alterar la formación y resorción de hueso es a través del sistema inmune. Algunos investigadores proponen un
eje intestino-hígado-hueso, sugiriendo que ciertos microbios induce un fenotipo
inflamatorio en el intestino, el cual suprime la formación de hueso y aumenta
la resorción ósea a través de cambios en el hígado. Los microbios y los SCFA
pueden regular el crecimiento óseo alterando los niveles plasmáticos y óseos de
IGF-1.
La disbiosis microbiana, o carencia de diversidad en la comunidad
microbiana intestinal, está implicada en varias enfermedades metabólicas e
intestinales que causan insuficiencia secundaria del crecimiento. La inmadurez
microbiana o un retardo en el desarrollo esperado de la comunidad microbiana,
han sido asociados con enfermedades metabólicas que resultan en restricción del
crecimiento. Los niños con desnutrición presentan baja estatura, dificultad
para ganar peso aun después de la restauración de nutrientes y alteración de la
microbiota intestinal (por ejemplo, disbiosis, inmadurez y niveles alterados de
SCFA). Las enfermedades inflamatorias intestinales (IBD) (por ejemplo,
enfermedad de Crohn en niños) están asociadas con restricción del crecimiento y
un patrón microbiano único, incluyendo disminución de número y diversidad. La anorexia nervosa también está asociada
con inmadurez microbiana y alteraciones
en Firmicutes, Bacteroidetes y proteobacterias. Más aún, el desarrollo alterado
de la riqueza y diversidad microbiana y la producción de SCFA está asociado con obesidad, diabetes
tipo 1 y tipo 2.
Las enfermedades asociadas con disbiosis e
inmadurez microbiana también resultan en disminución de la señal GH/IGF-1. La
anorexia nervosa, la IBD y diabetes tipo 1 son ejemplos de estados de
resistencia a GH debidos a restricción de nutrientes o un fenotipo inflamatorio
en el hígado. En particular, la inflamación intestinal incrementa el nivel de
TNF-α en el hígado, el cual inhibe la ruta STAT5b del receptor de GH (GHR). Más
aún, la inflamación intestinal (como se observa en pacientes con colitis
ulcerativa) no solo resulta en resistencia a GH en el hígado sino también
localmente en el intestino. Por otra parte, la obesidad ha sido asociada con
disminución de los niveles de GH e IGF-1. Colectivamente, estas enfermedades
implican una relación entre la microbiota intestinal y el eje GH/IGF-1.
La GH influye directamente en el crecimiento
de varios órganos, incluyendo intestinos y huesos. La GH también estimula la
producción de IGF-1, un potente factor de crecimiento que trabaja de manera
sinérgica con la GH en el mantenimiento del crecimiento y el metabolismo.
Muchos factores regulan a la GH, incluyendo hormonas y factores externos (como el ayuno, los ácidos grasos
libres, el ejercicio y el sueño). En términos de regulación endocrina, la
secreción es promovida por hormona
liberadora de GH (GHRH), ghrelina y
leptina, mientras es inhibida por IGF-1 y la secreción hipotalámica de
somatostatina. Ghrelina y somatostatina son secretadas por el hipotálamo y el
tracto gastrointestinal (estómago e intestinos/páncreas, respectivamente). La
leptina, como la ghrelina y la somatostatina, también ejerce un efecto sobre el
hipotálamo, pero la leptina es producida principalmente en el tejido adiposo
con una pequeña cantida producida en el estómago. Estas tres hormonas no solo
regulan la secreción de GH sino que también tienen roles en la regulación del
apetito, la función intestinal, el crecimiento óseo y han sido relacionadas con
la microbiota intestinal.
La ghrelina, un péptido acilado de 28
aminoácidos, es conocida por su rol en la estimulación del apetito, el
metabolismo y la función intestinal. La ghrelina incrementa la adipogénesis,
inhibe la secreción de insulina y regula la gluconeogénesis, la motilidad
intestinal y la formación de hueso. La ghrelina también estimula la producción
de GH. El receptor de secretagogo de GH (GHSR), un receptor acoplado a proteína G al cual se une la ghrelina, fue
descubierto en 1997 por su rol en la promoción de la secreción de GH. La
ghrelina y el GHSR están asociados con la microbiota intestinal. Estudios
recientes demuestran que ciertos microbios y metabolitos microbianos, como los SCFA,
pueden alterar los niveles de ghrelina. En ratas, la ghrelina se correlaciona
positivamente con Bacteroidetes y Prevotella y
se correlaciona negativamente con Bifidobacterium y Lactobacillus. En el
intestino, los comensales Lactobacillus y Bifidobacterium han sido asociados
con producción de SCFA, los cuales disminuyen los niveles de ghrelina en
humanos y modelos animales y atenúan al GHSR-1α.
La leptina es otro péptido involucrado en la
regulación del apetito, la adipogenésis, el metabolismo y la formacio0n de
hueso. La inhibición de leptina, vía secreción de somatostatina en el
hipotálamo a través de neuropéptido Y, provoca la supresión de la secreción de GH.
Los individuos con deficiencia de GH y los individuos con anorexia nervosa
tienen disminución de los niveles circulantes de leptina. El microbioma
intestinal altera los niveles de leptina en el huésped. La leptina ha sido
asociada positivamente con la presencia de Bifidobacterium y Lactobacillum en
la microbiota intestinal y se correlaciona negativamente con la presencia de
Clostridium, Bacteoidetes y Prevotella, en oposición a los efectos de la
ghrelina. Otro potencial mediador entre la microbiota intestinal y la leptina
parece ser SCFA con hallazgos contradictorios entre los estudios in vitro
(relación directa) y los estudios in vivo (relación inversa). Otro estudio
sugiere que la leptina también puede influir en la microbiota intestinal de
manera independiente de la dieta. Este estudio demuestra que la leptina se une
a su receptor en las células de Paneth, lo cual podría incrementar la
producción de péptidos antimicrobianos e influir en la comunidad microbiana.
La somatostatina, descubierta en 1973, tiene
una función compleja en hipotálamo e intestino. A partir de la
prosomatostatina, por “splicing” alternativo,
se obtienen dos isoformas de somatostatina, un péptido de 14 aminoácidos
y un péptido de 28 aminoácidos. La somatostatina 14 es secretada principalmente
por el hipotálamo e inhibe la secreción de GH
y hormona estimulante de la tiroides (TSH) en la hipófisis. La
somatostatina 28 es secretada por las células δ en el páncreas y las células D
en el intestino delgado y ha sido implicada en la inhibición de la secreción de
insulina, glucagón, secretina, gastrina
y otras hormonas. La somatostatina derivada del intestino previene la secreción
de ácido gástrico, enlentece la motilidad intestinal y altera los niveles de
ácidos biliares. Relativamente pocos estudios han enfocado la relación directa
entre somatostatina y microbiota intestinal. En un modelo in vitro de colon, la
comunidad microbiana metaboliza somatostatina y su análogo octreotide. En
efecto la somatostatina es rápidamente metabolizada en el intestino por la
comunidad microbiana con degradación completa a los cinco minutos.
Varios estudios han demostrado que los
ratones libres de gérmenes tienen bajos niveles de IGF-1 y/o expresión de GHR.
Más aún, los ratones libres de gérmenes con desnutrición crónica representan un
estado de resistencia a la GH consistente con los hallazgos en humanos. Por el
contrario, la colonización de la comunidad microbiana intestinal en ratones
libres de gérmenes ha sido asociada con incremento en el crecimiento y los
niveles de IGF-1. Estos estudios demuestran que la presencia de microbiota
intestinal se correlaciona positivamente con los niveles de GH e IGF-1 para
influir en el crecimiento y desarrollo del huésped.
Varios estudios sugieren la posibilidad que
el impacto de la microbiota intestinal sobre el eje GH/IGF-1 sea mediado
específicamente a través de ciertos microbios como Lactobacillus. En uno de
estos estudios, la adición de un microbio comensal (Lactobacillus plantarum o
Acetobacter pomorum) en Drosophila juvenil incrementó factores de crecimiento
comparables a la señal GH/IGF-1 en mamíferos. En pollos, sometidos a estrés
térmico, la administración de L. plantarum resulta en mayor peso corporal,
mejoría de la altura de las vellosidades intestinales e incremento de los
niveles de los transcriptos Ghr e Igf1 en el hígado. Un coctel de probióticos
(Lactobacillus, Pediococcus, Bifidobacterium y Enterococcus) también resulta en
incremento de los niveles de mARN Igf1 en el hígado y un mayor crecimiento en
pollos.
Otros potenciales mediadores del impacto
microbiano sobre el eje GH/IGF-1son los productos microbianos. Dado que
Lactobacillus parece ser uno de los microbios claves en la alteración de los
niveles de IGF-1 y los miembros de este género son conocidos productores de
SCFA, no es sorprendente que el acetato, el propionato y el butirato alteren
los niveles de GH e IGF-1. Los SCFA inhiben directamente la producción de GH a
través de la ruta cAMP/PKA/CREB. El propionato parece tener un efecto inhibidor
más potente que el acetato y el butirato
sobre la producción de GH.
Otra frontera excitante en el entendimiento
de la interacción entre la microbiota intestinal y el eje GH/IGF-1 es el tema
de los miméticos microbianos. En este contexto, insulina y péptidos similares a
IGF-1(VILP) han sido descubiertos en virus. Específicamente, insulina/VILP han
sido descubiertos en cuatro virus diferentes de la familia Iridoviradae, los
cuales existen en el viroma del intestino humano. La secuencia primaria de
aminoácidos de los VILP es significativamente similar con la de la insulina y
el IGF-1. Los VILP se unen al receptor de IGF-1 humano (con mayor afinidad que
la insulina humana) y al receptor de insulina para ejercer acciones similares
a las de la insulina y el IGF-1, como
incrementar la captación de glucosa y activar la fosforilación de AKT y ERK.
Los estudios in vivo e in vitro demuestran que los VILP pueden estimular la
proliferación celular y pueden actuar como mitógenos. Estos hallazgos
demuestran la relación directa entre la microbiota intestinal y la señal
insulina e IGF-1.
En el año 2018, algunos estudios examinaron
la asociación entre el IGF-1 y la microbiota intestinal en humanos. Uno de esos
estudios comparó la microbiota intestinal humana y los parámetros inflamatorios
(incluyendo IGF-1) entre jóvenes sanos y adultos mayores. En este estudio, el
IGF-1 es significativamente diferente entre jóvenes y adultos y se correlaciona
positivamente con Bacteroidetes,
Tenericutes y Leptospirae. El IGF-1 endocrino y local tiene un efecto promotor sobre células
epiteliales y enteroendocrinas. El IGF-1 también ha sido asociado con la
maduración y diferenciación de células inmunes en el intestino. Estos hallazgos
sugieren que el IGF-1 influye en la presencia de ciertos microbios en la
microbiota intestinal.
Varias funciones metabólicas de la
microbiota intestinal están asociadas con la GH, incluyendo la producción de
acetato y butirato, la biosíntesis de folato y la biosíntesis de heme B. Los
hallazgos de los estudios con ratones sugieren que la GH influye en la
composición y el desarrollo de la microbiota intestinal. En varios estudios, la
acción de la GH disminuye Lactobacillus e incrementa Lachnospiraceae. La GH
tiene varios roles en el ambiente intestinal, estimula la proliferación de
enterocitos y colonocitos y promueve la
diferenciación de “stem cells” intestinales en células de Paneth y células enteroendocrinas.
La GH también inhibe la translocación bacteriana, disminuye la permeabilidad
intestinal. Todos estos cambios, a su vez, influyen en el ambiente anaeróbico y
el pH de la luz intestinal, potencialmente creando un nicho para ciertas
bacterias (Lactobacillus y otros productores de SCFA). Por otra parte, la GH ha
sido asociada con respuesta inmune, producción de mucina y engrosamiento muscular en el intestino. Adicionalmente,
algunos estudios proponen un eje hígado-microbiota intestinal, un eje
músculo-microbiota intestinal y un eje tejido adiposo-microbiota intestinal,
todos estos tejidos son influenciados por el eje GH/IGF-1.
La dieta es una consideración adicional en
la relación entre el eje GH/IGF-1 y la microbiota intestinal. La nutrición no
solo altera el eje GH/IGF-1, también se correlaciona con cambios marcados en la
microbiota intestinal relacionados con
abundancia, riqueza, diversidad, madurez microbianas y en los niveles de
metabolitos (SCFA, aminoácidos de cadena ramificada, amonio y
neurotransmisores). Varias hipótesis han sido propuestas sobre cómo la dieta
puede afectar esta relación bidireccional: (1) la dieta cambia la composición
de la microbiota intestinal y los niveles de metabolitos microbianos, lo cual a
su vez modula hormonas asociadas con el eje GH/IGF-1; (2) la dieta (por
ejemplo, baja en proteínas y ácidos grasos libres) afecta los niveles de GH,
IGF-1, ghrelina y leptina, lo cual a su vez influye en la composición de la
microbiota intestinal; (3) la nutrición independientemente altera la microbiota
intestinal y el eje GH/IGF-1, potenciando el impacto sobre ambos.
En conclusión, la evidencia reciente sugiere
una relación entre el eje GH/IGF-1 y la microbiota intestinal. Varios estudios
indican un rol de la microbiota intestinal sobre los niveles de GH e IGF-1.
Este rol puede ser mediado directamente a través de su producción de SCFA y miméticos microbianos como somatostatina y
VILP o indirectamente a través de su impacto sobre hormonas que modulan a la
GH, el ambiente intestinal y el sistema inmune. La evidencia emergente también
señala un rol del eje GH/IGF-1sobre la microbiota intestinal, potencialmente
mediado por su impacto sobre el sistema inmune, el metabolismo y el ambiente
intestinal. GH e IGF-1 han sido asociados con la presencia de ciertos microbios, los cuales podrían alterar la
madurez y la función metabólica de la comunidad microbiana. Las anormalidades
en la acción de GH y la disbiosis microbiana
(o una carencia de diversidad) en el intestino han sido implicadas en
restricción del crecimiento, desórdenes metabólicos (como desnutrición crónica,
anorexia nervosa, obesidad y diabetes) y disfunción intestinal (como enfermedad
de Crohn y cáncer de colon).
Fuente: Jensen EA
et al (2020). Crosstalk between the growth hormone/insulin-like growth factor-1
axis and the gut microbiome: a new frontier for microbial endocrinology. Growth
Hormone & IGF Research 53-54: 101333.
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