Hormonas intestinales y regulación del metabolismo
Las células
enteroendocrinas (EE) son células
especializadas, secretoras de hormonas,
que se encuentran dispersas en la capa epitelial mucosa del tracto
gastointestinal (TGI). Colectivamente, estas células constituyen 1% de la
población celular de la mucosa y son, por masa, el tejido endocrino más grande
en el cuerpo. Las células EE comprenden diferentes tipos de células, sintetizan
y secretan una combinación de más de 20 hormonas en respuesta a una variedad de
estímulos luminales y basolaterales. La caracterización de los distintos tipos de células EE
tradicionalmente se ha basado en su dominante y supuestamente único perfil de
expresión de hormonas, como células enterocromafines (EC) que secretan
serotonina (5-HT), células L que secretan péptido similar a glucagón-1 (GLP-1),
péptido YY (PYY) y oxintomodulina (OXM) y células K que secretan péptido
insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP). Actualmente, está claro que tal
clasificación no concuerda con la evidencia que señala que existe la
coexpresión de hormonas de una manera
regionalmente distinta, dando origen a subtipos de células EE. Las hormonas
intestinales influyen en una variedad de procesos fisiológicos, incluyendo rutas
metabólicas. Ellas tienen roles en la homeostasis de la glucosa, el control del
apetito y la adiposidad.
La regulación del metabolismo del cuerpo
involucra la actividad integrada de múltiples tejidos metabólicamente activos,
incluyendo TGI, páncreas, tejido adiposo y sistema nervioso central (SNC). La
liberación de una -o una combinación- de hormonas intestinales
postprandialmente (GLP-1, GIP, PYY, 5-HT, colecistoquinina (CCK), oxintomodulina
(OXM) o durante períodos de ayuno (grelina, 5-HT) influyen significativamente
en la homeostasis de la glucosa y en el estatus energético general. Cada una de
estas hormonas puede ejercer efectos de manera independiente o pueden actuar de
manera sinérgica para influir en estos procesos.
El control coordinado de la producción
endógena de glucosa y el aclaramiento de
la glucosa exógena es requerido para mantener la homeostasis de la glucosa. Sin
este control adecuado, se pueden presentar enfermedades metabólicas como diabetes
mellitus tipo 2 (DMT2) y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. La
producción hepática de glucosa es el determinante primario de la homeostasis de
la glucosa y es predominantemente regulada por la insulina y el glucagón
producidos en el páncreas. Adicionalmente, la disposición de glucosa por otros
tejidos sensibles a insulina como músculo esquelético y tejido adiposo, y la
captación de glucosa exógena por el intestino también determinan
significativamente los niveles periféricos de glucosa. En particular, el
intestino delgado distal contribuye a la disposición de glucosa mediada por TGI
en humanos sanos y con DMT2 y coincide con la liberación de hormonas
incretinas. Las hormonas intestinales tienen roles glucorreguladores bien
establecidos, a través de la activación de receptores expresados en los tejidos
blancos.
La desregulación de la secreción de insulina
y glucagón, las dos hormonas primarias de los islotes pancreáticos, es un
factor contribuyente del desarrollo de diabetes mellitus. Aunque muchas hormonas derivadas del intestino
aumentan la secreción de insulina estimulada por glucosa (SIEG) por las células
β pancreáticas y la expansión de la masa de células β, algunas de estas
hormonas incluyendo GLP-1, GIP, CCK, PYY y 5-HT han sido identificadas en el
páncreas. Por tanto, las contribuciones relativas de las hormonas derivadas de
los islotes pancreáticos y del intestino a la función pancreática han aumentado
significativamente. Las células enteroendocrinas, L y K, liberan GLP-1 y GIP, respectivamente,
en respuesta a la glucosa intraluminal y los dos péptidos estimulan a las células β
pancreáticas de una manera endocrina. El GLP-1R de las células β pancreáticas es esencial para el
mantenimiento de la homeostasis de la glucosa, pero el ligando fisiológico de
este receptor es tema de controversia. La demostración que pequeñas cantidades
de GLP-1 son producidas por los islotes pancreáticos ha dado lugar a la noción
que el péptido derivado de los islotes, de una manera paracrina, más que el
GLP-1 derivado del intestino, de una manera endocrina, es crucial para la gluco-regulación. Sin embargo, esta noción
ha sido puesta en duda por varios
hallazgos recientes. En primer lugar, en condiciones fisiológicas
normales, solo una cantidad extremadamente pequeña de GPL-1 es producida por los
islotes pancreáticos. Más aún, el GLP-1R de las células β es activado por el
glucagón en los niveles observados en el microambiente de los islotes
pancreáticos. En segundo lugar, sobre la base de experimentos en los cuales es
usado un antagonista de GLP-1R no se puede concluir que el GLP-1 derivado de
los islotes es esencial para la
homeostasis de la glucosa, pues fueron bloqueadas las acciones de los péptidos
pancreáticos glucagón y GLP-1. La
necesidad del GLP-1 derivado del intestino en la gluco-regulación es confirmada
por un reporte que demuestra que la ablación del gen Gcg (codifica los péptidos
derivados del proglucagón que incluyen glucagón, GLP-1, GLP-2 y OXM) en ileum y
colon de ratón altera significativamente la tolerancia a la glucosa oral e intraperitoneal,
a pesar de una regulación al alza compensatoria del GLP-1, lo cual apoya la
noción que el GLP-1 derivado del intestino juega un rol esencial en la
gluco-regulación. Las células β pancreáticas también sintetizan y secretan
5-HT, la cual es importante para la expansión
de la masa de células β inducida por el embarazo que es esencial para
evitar la diabetes gestacional.
El hígado es central en el mantenimiento de
la homeostasis de la glucosa como el mayor contribuyente de los niveles plasmáticos
de glucosa con la producción de glucosa a través de la glucogenolisis y la
gluconeogénesis en el estado postabsortivo. Durante el período postprandial,
los hepatocitos incrementan la captación de glucosa y regulan al alza la
síntesis de glucógeno en respuesta a los niveles elevados de insulina y reducen
la producción de glucosa en respuesta a la disminución de los niveles de
glucagón. Varias hormonas derivadas del
intestino contribuyen a la producción hepática de glucosa a través de su
capacidad para aumentar la glucogenolisis y la gluconeogénesis. Adicionalmente,
el aclaramiento hepático de insulina contribuye significativamente a la acción
de la insulina, a través del control de la disponibilidad de insulina en
tejidos periféricos. La liberación postprandial de GLP-1 atenúa la producción
hepática de glucosa, independientemente de sus efectos sobre los islotes
pancreáticos, potencialmente a través de la activación del GLP-1R en las
aferentes vagales que inervan la vena porta hepática. La CCK suprime la
producción hepática de glucosa en roedores activando receptores CCK-A en las
aferentes vagales intestinales que se proyectan al núcleo del tracto solitario
(NTS), una ruta de señalización que es perturbada por la obesidad inducida por
dieta. Sin embargo, si este mecanismo existe en humanos aún no está claro.
Varios estudios in vivo indican que aunque la infusión de CCK disminuye los
niveles plasmáticos postprandiales de glucosa en humanos, esto parece ser mediado por su
efecto inhibidor sobre el vaciamiento gástrico o por potenciales acciones insulinotrópicas más que por efectos directos
sobre el hígado. Por el contrario, la liberación de 5-HT derivada del intestino
durante el ayuno incrementa la glucogenolisis y la gluconeogénesis en el hígado
mientras inhibe la captación periférica de glucosa. Por otra parte, la grelina
liberada durante el ayuno incrementa la producción hepática de glucosa.
Las hormonas derivadas del intestino juegan
un rol integral en la regulación del apetito, lo cual a su vez gobierna la
ingesta de alimentos, uno de los mayores pilares del balance energético. Las
hormonas intestinales anorexigénicas GLP-1, PYY, CCK y OXM son liberadas
postprandialmente para inducir saciedad y reducir la ingesta de alimentos,
mientras, durante el ayuno, aumentan los
niveles de las hormonas orexigénicas grelina y factor similar a insulina 5 (INSL5)
para inducir hambre y conducta
alimentaria. Las hormonas intestinales liberadas por células EE estimulan las
fibras aferentes vagales activando receptores localizados cerca de las
terminaciones nerviosas, las cuales se proyectan a núcleos del tallo cerebral. La
obesidad inducida por dieta altera esta
ruta de señalización neuroendocrina entre el intestino y el cerebro, bloquea la
actividad de las hormonas anorexigénicas y causa hiperfagia.
Las hormonas intestinales también pueden
tener efectos reguladores sobre el apetito de una manera endocrina donde, vía
capilares fenestrados, las hormonas circulantes alcanzan al núcleo arqueado
(ARC) en el hipotálamo así como también
al NTS y al área postrema (AP) en el tallo cerebral que forman los
centros del apetito claves en los mamíferos. En el ARC, las neuronas
orexigénicas AgRP/NPY son activadas durante el ayuno y manejan la búsqueda y
consumo de alimentos. La grelina activa las neuronas AgRP mientras 5-HT, CCK y
PYY, hormonas liberadas postprandialmente, suprimen la actividad de las
neuronas AgRP. La ingesta aguda de alimento inhibe rápidamente las descargas de
las neuronas AgRP, resultando en la desinhibición de las neuronas anorexigénicas
proopiomelanocortina (POMC). En contraste con los rápidos pero cortos de
duración efectos de las neuronas AgRP, la activación de las neuronas POMC en el
ARC reduce la ingesta de alimentos de una manera retardada pero más sostenida. El
agonista de GLP-1R, liraglutide, actúa sobre neuronas POMC para reducir la
ingesta de alimentos y protege a los ratones de la obesidad inducida por dieta.
En el tallo cerebral, las neuronas del NTS y el AP adyacente son activadas por
señales de saciedad derivadas del intestino principalmente vía nervio vago y en
menor extensión por hormonas derivadas del intestino circulantes. El NTS y el
AP también producen NPY y POMC y tienen conexiones reciprocas con el ARC, lo
cual permite una extensa comunicación entre el tallo cerebral y el hipotálamo
para regular la conducta alimenticia. La magnitud de la respuesta a la
detección de alimentos es también dictada por las propiedades hedónicas de los
alimentos como la palatabilidad y la densidad de energía.
La motilidad del TGI influye en la digestión
y absorción de nutrientes a través de la luz intestinal y de esta manera
contribuye a la homeostasis de la glucosa y a la ingesta de energía. Existe una
relación entre motilidad gastrointestinal y control glucémico. Por ejemplo, la
tasa de vaciamiento gástrico influye en la absorción de glucosa oral y por
tanto en el manejo postprandial de glucosa. CCK, grelina, PYY, GLP-1 y 5-HT son
potentes estimuladores del sistema nervioso entérico (SNE) y modulan la
motilidad del TGI. La 5-HT derivada de células EE incrementa la frecuencia y la
fuerza de las contracciones colónicas. La grelina estimula la motilidad
gástrica y acelera el vaciamiento gástrico. Por el contrario, la mayoría de
hormonas intestinales anorexigénicas inhiben la motilidad del TGI. La CCK
inhibe el vaciamiento gástrico mediante la relajación del fundus gástrico
inducida por péptido intestinal vasoactivo (VIP) como parte de una ruta refleja vago-vagal. El GLP-1 retarda el vaciamiento gástrico y
suprime la motilidad del intestino delgado. El PYY inhibe la motilidad del
intestino proximal como parte del mecanismo de “ruptura ileal”.
La absorción óptima de un nutriente depende
de la absorción eficiente del alimento ingerido, un proceso que es regulado por
hormonas intestinales. La CCK es la principal hormona intestinal que dispara la
contracción de la vesícula biliar y la secreción pancreática exocrina. La
primera libera ácidos biliares, moléculas anfifílicas que ayudan a la
solubilización de los lípidos luminales, mientras que la última consiste de una
mezcla de enzimas digestivas como lipasa, amilasa y proteasas, críticas para la
degradación de macronutrientes. La secretina liberada por el intestino delgado
proximal en respuesta al ácido gástrico prandial estimula la secreción de
enzimas digestivas pancreáticas mientras reduce el vaciamiento gástrico y la
secreción de ácido gástrico. La 5-HT derivada de células EE también está
implicada en la secreción de enzimas pancreáticas y bicarbonato por el páncreas
exocrino. Un rol inhibidor del PYY sobre la secreción pancreática exocrina ha
sido sugerido en varios estudios, aunque podría ser mediado por el PYY derivado
de islotes pancreáticos de una manera paracrina. Aunque el GLP-1 no parece afectar
directamente la motilidad de la vesícula biliar, hay evidencia de un rol
modulador para antagonizar la contracción de la vesícula biliar inducida por la
CCK. Por otra parte, un estudio reciente demuestra que el GLP-2, otra hormona
producida por las células L, actúa sobre la vesícula biliar e induce su
relajación y promueve el rellenado.
Varias hormonas intestinales ejercen efectos
sobre el tejido adiposo, influyendo en la captación, utilización y
almacenamiento de lípidos. Por ejemplo, el efecto obesogénico de la 5-HT es
mediado a través de su acción sobre los adipocitos. La 5-HT estimula la
lipólisis en el tejido adiposo blanco (TAB) para liberar ácidos grasos libres y
glicerol, pero altera la β-oxidación en el hígado y el TAB previniendo la
utilización de los nuevos ácidos grasos libres disponibles. Más aún, la 5-HT
reduce el gasto de energía previniendo la “marronización” del TAB. La 5-HT
junto con la grelina regula a la baja la
capacidad termogénica del tejido adiposo marrón (TAM) y por tanto incrementan
la conservación de energía. La grelina, conjuntamente con el GIP, incrementa el
almacenamiento de lípidos regulando al alza la lipogénesis. Por otra parte, las
hormonas intestinales que incrementan la capacidad termogénica de los
adipocitos pueden prevenir el desarrollo de
obesidad. El rol del GLP-1 en la capacidad termogénica de humanos es
menos claro. Un estudio reciente demuestra que la hormona intestinal secretina
induce la termogénesis en el TAM, independientemente de la actividad del sistema
nervioso simpático. El tejido adiposo,
además de su rol crítico en el almacenamiento de energía y la regulación
termal, es un prominente regulador del metabolismo periférico a través de la
secreción de hormonas llamadas adipoquinas. Las hormonas intestinales tienen la
capacidad para alterar la secreción de estas adipoquinas. Específicamente, la
5-HT atenúa la liberación de adiponectina por el TAB, una adipoquina
sensibilizadora de insulina, anti-lipogénica y anti-aterogénica. El GIP regula
al alza la expresión –y estimula la secreción- de osteopontina, una adipoquina
pro-inflamatoria derivada del TAB e implicada en el desarrollo de resistencia a
la insulina inducida por obesidad.
La mayor parte de los tipos de células EE
tienen la capacidad para actuar como sensores de carbohidratos luminales. Durante una prueba
de tolerancia a la glucosa oral, la secreción de grelina es significativamente
suprimida, mientras aumenta la secreción de 5-HT, CCK, GIP y GLP-1. La secreción
de GLP-1 inducida por glucosa es manejada primariamente por la captación de Na+
dependiente de glucosa vía SGLT-1 y el metabolismo intracelular de glucosa, lo
cual provoca el cierre de canales KATP y la posterior
despolarización y exocitosis. Otras células EE como las células K que secretan
GIP también actuar como sensores de glucosa a través de mecanismos dependientes
de metabolismo. Por otra parte, los mecanismos que subyacen a la liberación de
5-HT aún no han sido determinados, aunque las células enterocromafines (EC) que
secretan 5-HT son sensibles a glucosa in vitro e in vivo y expresan sensores de
glucosa como SGLT-1, GLUT2 y receptores del gusto dulce T1R2/T1R3. Aunque las
células X/A que secretan grelina son sensibles a la glucosa in vitro, no
parecen ser sensores directos de la glucosa luminal o vascular in vivo.
La fructosa se encuentra naturalmente en las
frutas, pero la fuente de fructosa en la dieta moderna es la sucrosa, un
disacárido que es degradado por la enzima sucrasa en glucosa y fructosa. El
transporte y la absorción de fructosa son mediados por el GLUT5, el cual es
expresado por las células EE, L y K. La fructosa dispara la liberación de 5-HT,
GLP-1, CCK y PYY. Aunque las células K expresan GLUT5, la fructosa luminal no
induce la liberación de GIP in vivo en ratones, ratas o humanos.
La ingesta de proteínas es un potente
estimulante de la secreción de hormonas intestinales. Las proteínas ingeridas
son degradadas en oligopéptidos y aminoácidos individuales por proteasas en el
estómago. Los péptidos son translocados
a través de la pared intestinal por el transportador de oligopéptidos acoplado
a protón PEPT1 (también conocido como SLC15A1), el cual es expresado por las
células EC que secretan CCK y GPL-1. Los aminoácidos individuales también
pueden disparar la liberación de hormonas intestinales activando diferentes
receptores acoplados a proteína G. El
receptor sensor de calcio (CaSR) inicialmente fue descrito como un sensor de
calcio, pero posteriormente se demostró que es un sensor de aminoácidos,
activado preferencialmente por aminoácidos aromáticos como triptófano y fenilalanina, pero no por aminoácidos
ramificados. Las células EE que liberan CCK, GIP y GLP-1 expresan CaSR. Las
células K que secretan GIP expresan altos niveles del sensor de aminoácidos
básicos GPRC6a, el cual es activado por arginina y lisina, pero es insensible a
aminoácidos aromáticos. La evidencia emergente sugiere que la secreción de CCK
estimulada por leucina es mediada a través del receptor del gusto umami
T1R1/T1R3. Las proteínas de la dieta también pueden regular la biosíntesis de
hormonas intestinales, predominantemente a través de la activación de mTOR, el
regulador master de los procesos anabólicos celulares.
Los lípidos de la dieta son ingeridos
típicamente en la forma de triglicéridos, los cuales son degradados por la
lipasa pancreática en ácidos grasos de cadena larga (AGCL) y monoacilglicerol
(MAG) que son absorbidos pasivamente o por transporte facilitado en los
enterocitos para ser resintetizados en triglicéridos, empacados en los
quilomicrones y liberados en el sistema linfático. La señal de ácidos grasos
libres (AGL) a través de receptores de ácidos grasos libres (AGLR), acoplados a proteína G, ha sido identificada
en poblaciones de células EE. La ingesta de lípidos estimula la liberación de
hormonas intestinales, incluyendo CCK, GLP-1 y GIP. La expresión del receptor
de lípidos, GPR119, activado por monoacilgliceroles ha sido demostrada en
células L, I y K y aumenta la secreción de GLP-1 y GIP, pero no CCK o PYY en
humanos. Con relación a la localización de los
receptores AGLR, inicialmente se consideraba que eran expresados exclusivamente
en la membrana apical de las células EE, pero la evidencia emergente sugiere
que residen en la membrana basolateral. Por otra parte, la formación de
quilomicrones induce la secreción de CCK, GLP-1 y GIP.
Los ácidos biliares son moléculas
sintetizadas por los hepatocitos a partir del colesterol y luego almacenados en
la vesícula biliar. La exposición a lípidos en la luz intestinal causa que las
células L liberen CCK que dispara la contracción de la vesícula biliar que
libera la bilis en el duodeno para ayudar a la solubilización de lípidos,
facilitando su absorción. Además de su rol como detergentes gastrointestinales,
los ácidos biliares tienen importantes implicaciones en el metabolismo
periférico. La exposición aguda a ácidos biliares estimula la liberación de
GLP-1 y PYY por las células L en intestino delgado y colon. La activación
crónica del receptor de ácidos biliares Takeda acoplado a proteína G 5 (TGR5)
incrementa la biosíntesis de proglucagón. La transducción de la señal de ácidos
biliares en las células EE también se lleva a cabo a través del receptor nuclear farnesoid X (FXR), el
cual influye en las rutas de transcripción de genes y la biosíntesis de
hormonas intestinales más que en la activación de la liberación de hormonas. La
activación del FXR inhibe la biosíntesis de proglucagón y por consiguiente
reduce los niveles plasmáticos de GLP-1 en ayunas.
El TGI es huésped de abundantes microbios
intestinales (o microbiota) y conjuntamente con los rasgos genéticos
(colectivamente referidos como el microbioma intestinal) contribuyen a los
procesos metabólicos del huésped. Está bien establecido que hay una señal
bidireccional entre las células EE y la microbiota intestinal. La microbiota
intestinal se relaciona con las células EE a través de varios mecanismos incluyendo
la liberación de componentes microbianos como lipopolisacáridos (LPS) y
metabolitos como ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y ácidos biliares
secundarios. La evidencia emergente sugiere un efecto estimulador de los LPS
sobre las células L que eleva los niveles de GLP-1. Mientras la mayor parte de
proteínas y aminoácidos de la dieta son absorbidos en el intestino delgado, los
aminoácidos no absorbidos entran al colon y sirven como fuente de nitrógeno
para la microbiota colónica. El indol y el sulfuro de hidrógeno producidos por
el metabolismo microbiano de triptófano y cisteína, respectivamente, estimulan
la secreción de GLP-1.
En conclusión, el intestino sintetiza y
secreta diferentes hormonas a través de las células EE que están dispersas a lo
largo del epitelio intestinal. Estas hormonas incluyen entre otras a GLP-1,
PYY, GIP, serotonina y CCK, las cuales tienen roles claves en el mantenimiento
del balance energético y la homeostasis de la glucosa. El ambiente en el cual
se encuentran las células EE también es complejo y están expuestas a numerosos
factores fisiológicos incluyendo
nutrientes ingeridos, factores circulantes y metabolitos producidos por la
microbiota intestinal.
Fuente: Martin AM
et al (2020). Mechanisms controling hormone secretion in human gut and its
relevance to metabolism. Journal of Endocrinology 244: R1-R15.
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