Glucocorticoides y corazón fetal
Durante la mayor
parte de la gestación, el feto se mantiene en un ambiente con bajos niveles de
glucocorticoides (5 a 10 veces más bajos que los niveles maternos). En el
momento del nacimiento, la concentración plasmática fetal de glucocorticoides
aumenta dramáticamente. Esto es esencial para la supervivencia del neonato. Sin
la acción glucocorticoide, los pulmones, el corazón y otros órganos y tejidos
son inmaduros en el nacimiento, resultando en muerte neonatal. El nacimiento
pretérmino (antes de la semana 37 de gestación) ocurre antes del aumento
fisiológico de glucocorticoides endógenos. La terapia antenatal con corticorticoides
(TAC), en la cual es administrado un potente glucocorticoide sintético
(betametasona o dexametasona) es
ampliamente usada para la maduración de los pulmones. Esto ayuda a reducir la
mortalidad neonatal y mejora la supervivencia de los niños con nacimiento pre-término.
La glándula adrenal es el sitio de síntesis
y liberación de las hormonas corticoesteroides:
mineralocorticoides y glucocorticoides. En embriones humanos, la corteza
adrenal es distinguible a partir de la
octava semana de gestación, aunque la morfología difiere de la del adulto.
Antes del nacimiento, la zona fetal es
el principal sitio de esteroidogénesis. La zona definitiva comienza a producir mineralocorticoides en la
gestación tardía, mientras la zona transicional produce cortisol y se transforma en la
zona fasciculada, el sitio de producción de glucocorticoides a partir de la
gestación tardía. En la glándula adrenal fetal, la síntesis de novo de cortisol
a partir de colesterol se inicia
alrededor de la semana 28 de gestación,
pero la concentración plasmática de glucocorticoides permanece baja hasta una
semana antes del nacimiento. Durante la gestación, el ambiente con baja
concentración de glucocorticoides es mantenido al menos por dos mecanismos
placentarios: (1) la 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa (11β-HSD)-2 convierte
el cortisol activo en su ceto-metabolito, cortisona, intrínsecamente inerte y
(2) el transporte retrogrado de glucocorticoides, mediado por la
p-glucoproteína, del feto a la madre, manteniendo el gradiente feto-maternal de
glucocorticoides. La 11β-HSD2 es ampliamente expresada en el feto durante la gestación
temprana y media. En la gestación tardía, la actividad de la 11β-HSD2
placentaria disminuye marcadamente y la concentración materna de
glucocorticoides aumenta coincidiendo con el incremento en la producción fetal
de glucocorticoides. En conjunto, estos cambios generan el dramático aumento en
la concentración plasmática fetal de glucocorticoides hacia el final del
embarazo. El incremento en la concentración endógena de glucocorticoides actúa
vía receptor glucocorticoide (GR) para madurar los pulmones y otros órganos
fetales en preparación para la supervivencia en el ambiente extra-uterino
después del parto.
El uso de corticoesteroides antenatales es
ampliamente aceptado como la terapia más efectiva para reducir la morbilidad y mortalidad en
niños nacidos entre 24-34 semanas de
gestación. La TAC reduce la incidencia de muerte neonatal y la severidad del
síndrome de distrés respiratorio, la hemorragia cerebral y la enterocolitis
necrotizante. Sin embargo, hay potenciales efectos adversos a corto y largo
plazo asociados con tratamientos innecesarios o inapropiados con corticoesteroides. En este contexto, el parto después de 7 días de una TAC está
asociado con un mayor riesgo de muerte
perinatal e infección materna. Algunos
estudios han demostrado efectos adversos en el neurodesarrollo en niños con
nacimiento pre-término o expuestos a múltiples TAC. Si la TAC aumenta el riesgo
de enfermedad cardiovascular en humanos aún no está claro. No obstante, hay
estudios que demuestran que la excesiva exposición in útero a los
glucocorticoides incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y/o
metabólicas en animales, incluyendo primates no humanos.
En el corto tiempo antes -e inmediatamente
después- del nacimiento, el corazón desarrolla un marcado crecimiento y una notable
remodelación debidos a hiperplasia de los cardiomiocitos y asociados con maduración estructural,
funcional y bioquímica. Estos cambios son manejados por factores mecánicos y
hormonales que son cruciales para la supervivencia después del nacimiento.
Asimismo, son importante para la vida posterior e influyen en el riesgo de
desarrollar enfermedad cardíaca en la adultez. El aumento de la carga cardíaca
estimula la proliferación de los miocitos. Por otra parte, el corazón fetal
necesita bombear en contra de la resistencia vascular placentaria y las fuerzas
hemodinámicas resultantes son importantes para la maduración cardiaca. La
complejidad de la parte fetal de los
vasos placentarios aumenta a través de la ramificación. La hipertensión fetal
promueve la proliferación de los cardiomiocitos antes de la diferenciación
terminal. Por el contrario, la reducción de la carga sistólica disminuye la
proliferación de miocitos y por consiguiente el peso del corazón fetal. Sin
embargo, la insuficiencia placentaria con alta impedancia contra el flujo
pulsátil, también afecta la maduración miocárdica, pero el mecanismo aún está
completamente dilucidado.
Los cambios estructurales que ocurren en la
maduración de los cardiomiocitos durante el periodo neonatal incluyen:
incremento de la densidad y organización de
miofibrillas, maduración del acoplamiento mecánico y eléctrico entre los
cardiomiocitos y el aparecimiento de células binucleadas. En ratones, esto último está asociado con una
onda de síntesis de ADN que ocurre en
los cardiomiocitos entre el cuarto y el séptimo día postnatal. Adicionalmente,
algunos núcleos se vuelven poliploides. La mayoría de los núcleos de los
cardiomiocitos murinos son diploides y solamente el 10% son poliploides. En
humanos, la mayor parte de los núcleos de los cardiomiocitos son diploides.
Los glucocorticoides juegan un rol vital en
los cambios maduracionales normales que ocurren en los cardiomiocitos antes del
nacimiento. Los glucocorticoides, a
través de receptores GR, promueven la remodelación estructural, funcional y
metabólica en los cardiomiocitos fetales. No todas las acciones de los
glucocorticoides endógenos sobre el
corazón fetal son directas. Los glucocorticoides ejercen poderosos efectos vasopresores
y la insuficiencia adrenal es un factor de la inestabilidad hemodinámica que es
muy común en los infantes pre-término. Los sitios no cardíacos para estos
efectos hemodinámicos, incluyen a los vasos sanguíneos fetales y placentarios. La excesiva concentración de glucocorticoides
también puede impactar los vasos sanguíneos feto-placentarios en humanos. Por
ejemplo, el uso de glucocorticoides en mujeres embarazadas con asma está
asociado con reducción de longitud y volumen de los capilares fetales.
Entonces, dado el rol crucial de los vasos sanguíneos placentarios en el
desarrollo cardiaco, los glucocorticoides contribuyen a la maduración cardiaca
fetal a través de sus efectos sobre los
vasos sanguíneos feto-placentarios.
El mecanismo por el cual los
glucocorticoides intervienen en la maduración de los cardiomiocitos fetales ha
sido investigado en experimentos in
vitro. El tratamiento de cardiomiocitos
fetales de ratón con dexametasona o corticosterona por 24 horas promueve su
maduración estructural, funcional y bioquímica e involucra una cascada de
efectos mediados por GR que incluye numeroso factores de transcripción. La
dexametasona induce al PGC-1α, un regulador crítico de la capacidad
mitocondrial cardíaca y vital para la maduración funcional y metabólica del corazón fetal. Los glucocorticoides, vía
PGC-1α, pueden incrementar la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS)
en los cardiomiocitos en maduración. Otros blancos primarios del GR en
cardiomiocitos fetales incluyen a Ppara, Klf15 y Lipina 1, lo que indica que el
GR promueve la capacidad de los cardiomiocitos para oxidar ácidos grasos como sustratos preferidos para la generación
de ATP. El GR también induce a Dio2, el gen que codifica a la desyodasa 2 que
convierte tiroxina (T4) en T3, la hormona tiroidea más activa biológicamente.
Algunas de las acciones de los glucocorticoides y las hormonas tiroideas se sobreponen
durante la maduración del corazón fetal y neonatal. Por ejemplo, ambas hormonas
aceleran el paso de MHC-β a MHC-α e incrementan la producción de péptido
natriurético atrial (ANP). Por otra parte, la T3 y los glucocorticoides
sintéticos tienen una acción
anti-proliferativa en los cardiomiocitos, promoviendo el crecimiento
hipertrófico e incrementando la población
de miocitos binucleados terminalmente diferenciados. Asimismo, T3 y
dexametasona son requeridas para el desarrollo de los túbulos T en los
cardiomiocitos humanos. Es interesante que mientras la dexametasona sola es
inefectiva para inducir cardiomiocitos derivados de células pluripotenciales,
en conjunto con la T3 mejora la electrofisiología, la bionergética y la
generación de fuerza contráctil de los
cardiomiocitos.
La transición a la vida extra-uterina es
acompañada por la pérdida de la placenta, una red vascular de baja resistencia. En el nacimiento a
término, los cambios circulatorios asociados
rápidamente incrementa la resistencia en la circulación sistémica con
mayor carga cardiaca y presión arterial. Asimismo, aumentan la sangre y la
oxigenación de los tejidos y también las
concentraciones plasmáticas de glucosa y ácidos grasos libres como combustibles
para satisfacer las demandas energéticas. Los glucocorticoides endógenos tienen
un rol crítico facilitando estas adaptaciones. Varios estudios sugieren que
durante la transición de la vida fetal a
la vida neonatal, los glucocorticoides suprimen transitoriamente las respuestas
inmunes y sirven como soporte para los cambios metabólicos.
En conclusión, los glucocorticoides son
esenciales para la maduración de los órganos y tejidos fetales y para la
supervivencia después del nacimiento. Los
experimentos en roedores han demostrado que la acción de los glucocorticoides
endógenos es requerida para la maduración del corazón fetal. Por otra parte, el
tratamiento prenatal con glucocorticoides es usado comúnmente en mujeres con riesgo de parto prematuro. Sin
embargo, no está muy claro actualmente que los potentes glucocorticoides
sintéticos utilizados en la terapia antenatal con corticoesteroides tengan
efectos similares sobre el corazón
fetal. Más aún, la terapia antenatal con corticoesteroides puede incrementar el
riesgo de enfermedad cardiovascular en el adulto.
Fuente: Agnew EJ
et al (2018). Glucocorticoids, antenatal corticosteroid therapy and fetal heart
maturation. Journal of Molecular
Endocrinology 61: R61-R73.
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