Glucagón, aminoácidos y células alfa
El glucagón es una
sustancia hiperglucemiante descubierta en 1923. Las técnicas de clonaje
molecular aplicadas casi 60 años después hicieron posible la identificación del
proglucagón y sus péptidos derivados, incluyendo al péptido similar a
glucagón-1 (GLP-1). El glucagón es producido principalmente en las células α de
los islotes pancreáticos mediante el
clivaje proteolítico del proglucagón por la convertasa de prohormona 2 (Pcsk2)
mientras el GLP-1 es producido principalmente en las células L intestinales por
la Pcsk1. Aunque tanto el Glucagón como el
GLP-1 están involucrados en la regulación del nivel de glucosa,
aparentemente trabajan en direcciones opuestas. El glucagón estimula la glucogenolisis
y la gluconeogénesis en el hígado para incrementar el nivel de glucosa
sanguínea. Por el contrario, el GLP-1, es una hormona incretina que estimula la
secreción de insulina y la proliferación de células β para reducir el nivel de
glucosa sanguínea. Dado que ambos péptidos derivan del proglucagón, es difícil
producir deficiencia de glucagón sin
afectar la producción de GLP-1.
La proliferación de células en varios
órganos y/o tejidos endocrinos como la tiroides, la corteza adrenal y las
gónadas, está estrictamente regulado por las correspondientes hormonas tróficas
secretas por el eje hipotálamo-hipófisis.
Por el contrario, los mecanismos que regulan la proliferación de células
de los islotes pancreáticos son menos entendidos. Los modelos animales, en los
cuales la acción del glucagón es específicamente alterada, desarrollan
hiperplasia de células α. En este contexto, las señales que estimulan la
proliferación de células α son consideradas derivadas del hígado. Por otra
parte, los resultados de los estudios sobre trasplante de islotes o células similares a las células
α en la cápsula subrenal de animales deficientes de glucagón sugieren que las
señales son humorales más que neurales. Por lo tanto, la expresión de los genes
que codifican estimuladores de la proliferación de células α en el hígado debe
ser regulada al alza en modelos de animales con deficiencia de glucagón,
mientras la expresión de los genes que
codifican supresores debe ser regulada a la baja. Sin embargo, esos estudios no
han identificado los factores humorales específicos que controlan la
proliferación de células α. Por el contrario, en ratones, varios genes
involucrados en el catabolismo de aminoácidos
son regulados a la baja. Estos
cambios en la expresión de genes son acompañados por incrementos en las
concentraciones de aminoácidos en plasma y extractos de hígado. Entonces, la
ausencia de la acción del glucagón resulta en la alteración del metabolismo de
aminoácidos en el hígado e incremento en los niveles plasmáticos de aminoácidos.
En los años 80 se reportó que los niveles
plasmáticos de aminoácidos aumentan en pacientes pancreatectomizados con
deficiencia de glucagón. Asimismo, se reportó que el glucagón reduce los niveles
plasmáticos de aminoácidos. Por otra parte, los pacientes con mutaciones en el
gen que codifica al receptor de glucagón presentan hiperglucagonemia e hiperplasia de células α. Estos
reportes demuestran que el glucagón es requerido para regular a la baja los niveles plasmáticos de aminoácidos en
humanos. El glucagón incrementa la expresión de los genes que codifican enzimas que convierten los
aminoácidos en sustratos para la gluconeogénesis. Por el contrario, la insulina
actúa como factor de crecimiento y promueve la utilización de aminoácidos como
sustratos para la síntesis de proteínas. Glucagón e insulina regulan los
niveles sanguíneos de glucosa en direcciones opuestas. La cantidad de insulina
requerida para el control de la glucosa sanguínea disminuye en condiciones de
deficiencia de glucagón. En modelos animales con deficiencia de glucagón, la utilización
de aminoácidos para síntesis de proteínas y el consumo de aminoácidos para
gluconeogénesis disminuyen, por lo que esos animales desarrollan hiperaminoacidemia.
El bloqueo de la acción del glucagón ha sido
considerado como herramienta terapéutica para reducir el nivel de glucosa
sanguínea. La administración de REGN1193, un anticuerpo monoclonal humano que
inhibe la señal del receptor de glucagón, resulta en un incremento de tres
veces el nivel total de aminoácidos en monos diabéticos. El incremento en los
niveles plasmáticos de aminoácidos
combinado con la expresión alterada de genes que codifican el
catabolismo de aminoácidos ha sido
reportado en ratones tratados con mAb7, un antagonista monoclonal del receptor
de glucagón. Estos datos demuestran claramente que el bloqueo transitorio de la acción del glucagón es suficiente para remodelar el metabolismo de aminoácidos
en el hígado.
La resistencia al glucagón, como
resultado de defectos genéticos o
intervención farmacéutica para inhibir la señal glucagón, causa
hiperaminoacidemia e hiperplasia de
células α. En este contexto, estudios recientes reportan un mecanismo regulador
de retroalimentación entre el hígado y las células α, el cual es mediado por
glucagón y aminoácidos. El glucagón incrementa el catabolismo de aminoácidos en
el hígado y también controla los niveles plasmáticos de aminoácidos. El bloqueo
de la acción del glucagón resulta en un incremento de los niveles plasmáticos de aminoácidos, lo
cual a su vez activa el complejo mTORc1 en las células α y promueve su
proliferación. Entre los diversos transportadores de aminoácidos, el SLC38A5 es
regulado por el mTORC1 y juega un rol mayor en la regulación de la
proliferación de células α. Por el contrario, el GLP-1 y los niveles bajos de
glucosa no son prerrequisitos para la proliferación de células α inducida por
la deficiencia de glucagón. Aunque el
SLC38A5 juega un rol importante en la proliferación de células α en respuesta
al bloqueo de glucagón, la masa de células α en ratones con deficiencia del gen
slc38a5 es comparable con la de ratones controles. Por tanto, el SLC38A5 no es
requerido para la formación y mantenimiento de la masa de células α. Cómo la
masa de células α es controlada bajo
condiciones de desarrollo normal y/o condiciones fisiológicas permanece elusivo.
El incremento en los niveles circulantes de
aminoácidos tiene varios efectos sobre órganos con numerosos tipos de células.
La respuesta de las células a la alteración
de la concentración de aminoácidos está determinada por el repertorio de
transportadores de aminoácidos expresado en cada célula y los sensores
intracelulares de aminoácidos, incluyendo al mTORC1. Los mecanismos
involucrados en la proliferación selectiva
de células α en respuesta a la aminoacidemia como resultado del bloqueo
de la acción del glucagón no ha sido dilucidado completamente. Las células α de
los islotes pancreáticos y las células L del intestino expresan el gen
glucagón. Sin embargo, aunque las células α muestran hiperplasia, el número de
células L no aumenta en los modelos de animales con deficiencia de glucagón.
Entre los aminoácidos, leucina y arginina juegan roles mayores en la activación
de mTORC1 bajo condiciones de ayuno de aminoácidos. En un estudio reciente
usando ratones con pérdida de la señal mTORC1 específicamente en células α, la
masa de células α era normal en el nacimiento pero disminuyó gradualmente
después del destete. Este resultado sugiere que la señal mTORC1 no es
indispensable para el desarrollo de las células α, pero sí para su maduración
durante la transición de la dieta a base
de leche a una dieta basada en comida. Estos hallazgos sugieren que los
mecanismos involucrados en el desarrollo
de células α y aquellos involucrados
en la regulación de la masa de
células α en respuesta a alteraciones de
aminoácidos son distintos.
El bloqueo de la acción del glucagón afecta
muchas rutas metabólicas, incluyendo las
de aminoácidos, carbohidratos, ácidos grasos y nicotinamidas. La expresión de
FGF21 es regulada por el glucagón y algunos investigadores postulan que la
acción fisiológica del glucagón es
parcialmente mediada a través de un
incremento en el nivel de FGF21. Sin embargo, la proliferación de células α en
respuesta al bloqueo de la acción del glucagón no es atenuada en ratones sin
FGF21. Entonces, el FGF21 no es requerido para la regulación. Por el contrario,
el FGF21 sirve como señal endocrina para la restricción de proteínas. Una dieta
rica en proteínas incrementa la secreción de glucagón y suprime los niveles de
FGF21, desacoplando la regulación al alza del FGF21 por el glucagón.
En conclusión, la regulación del metabolismo
de aminoácidos es la más importante función fisiológica del glucagón. La
deficiencia de glucagón resulta en hiperaminoacidemia más que hipoglucemia. Aunque
los efectos de la deficiencia de glucagón sobre el metabolismo de la glucosa
son compensados por la supresión de la secreción de insulina, no ocurre lo
mismo con los efectos del glucagón sobre el metabolismo de aminoácidos. Los
datos recientes demuestran un mecanismo de regulación por retroalimentación
entre el hígado y las células α de los islotes pancreáticos mediado por
glucagón y aminoácidos. Entre los aminoácidos, la concentración plasmática de
glutamina es la más alta y la glutamina puede servir como fuente de
energía a través de la glutaminolisis,
especialmente en células con rápido recambio como las de la mucosa intestinal.
Entonces, un incremento en la concentración plasmática de glutamina puede
afectar el metabolismo de varios tipos de células.
Fuente: Hayashi Y,
Seino Y (2018). Regulation of amino acid metabolism and α-cell proliferation by
glucagon. Journal of Diabetes Investigation 9: 464-472.
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