El tracto gastrointestinal y la ingesta de
nutrientes
La secreción de
insulina conjuntamente con la inhibición recíproca de la secreción de glucagón es importante para el
mantenimiento de la tolerancia a la glucosa. Sin embargo, otros factores
también requieren consideración, incluyendo la capacidad de la glucosa y de la
insulina para estimular la captación de glucosa y suprimir la producción de
glucosa (efectividad de la glucosa y acción de la insulina, respectivamente).
Dado que el tracto gastrointestinal (TGI) es el primer sistema de órganos en hacer contacto con los nutrientes
ingeridos, es necesario considerar su rol en la determinación de la tasa sistémica de nutrientes ingeridos y las contribuciones directas e indirectas
del TGI al metabolismo postprandial. El rol del TGI superior en el
mantenimiento de la tolerancia a la glucosa ha recibido particular atención con
el advenimiento de las terapias antidiabetes que alteran la motilidad
gastrointestinal (con efectos secundarios sobre la saciedad y el peso corporal)
o tienen un efecto combinado sobre la motilidad gastrointestinal y la función de las células β del páncreas.
Adicionalmente, el renovado interés en la cirugía bariátrica dado sus efectos
sobre la diabetes tipo 2, sugiere que el TGI produce mediadores diabetógenos
y/o antidiabetógenos cuya secreción es respectivamente inhibida o estimulada
por la cirugía.
La fibra dietética está compuesta predominantemente de polímeros de carbohidratos no digeribles y su composición confiere beneficios en la
prevención de enfermedad cardiaca isquémica, cáncer colorectal y diabetes tipo
2. Al disminuir la densidad energética de los alimentos ingeridos, mejora la
absorción de algunos nutrientes a través de interacciones físicas, y estimula
la saciedad. En estudios epidemiológicos, la ingesta de fibra se correlaciona
inversamente con la adiposidad y el índice de masa corporal. Múltiples estudios
sugieren que el incremento en el consumo de fibra tiene efectos a corto plazo
que son positivos en términos de la
glucemia postprandial y el apetito. La fibra insoluble tiene la asociación más
fuerte con la disminución del riesgo de diabetes, mientras la fibra soluble
ejerce efectos fisiológicos sobre el estómago y el intestino delgado que modulan respuestas glucémicas
postprandiales a través del retardo del
vaciamiento gástrico, modificación de la actividad mioeléctrica gastrointestinal,
retardo del tránsito en el intestino delgado, reducción de la difusión de glucosa
y disminución de la accesibilidad de la α-amilasa a sus sustratos debida a un
incremento en la viscosidad del contenido intestinal.
El contenido de nutrientes de la suspensión que atraviesa el píloro
influye en la tasa de vaciamiento gástrico. La diferencia de presión entre el
estómago y el intestino delgado así como también el volumen de la comida
ingerida gobiernan la vida media del vaciamiento gástrico. El volumen de la
comida, su densidad de energía (kcal/ml) y las proporciones de grasa,
carbohidrato y proteína en la comida tienen efectos menores sobre la tasa de
vaciamiento gástrico de energía. La regulación es activada a través del efecto osmótico (incluyendo
contenido calórico) y la unión de calcio de los productos de la digestión en el
duodeno. El incremento en el contenido calórico retarda el vaciamiento gástrico
independientemente del volumen de la
comida ingerida. Una serie de estudios reportan
enlentecimiento del vaciamiento gástrico por disacáridos a través de la
estimulación de osmoreceptores duodenales después de ser hidrolizados a
monosacáridos. En esta línea, otros estudios sugieren enlentecimiento del
vaciamiento gástrico por cantidades isocalóricas de grasa, proteína y carbohidrato.
Adicionalmente, un estudio reciente sugiere que las propiedades osmóticas del
contenido estomacal que ingresa al
duodeno así como también la saponificación de triglicéridos parcialmente
hidrolizados determinan la tasa de vaciamiento gástrico. La presencia de grasa
(oleato, por ejemplo) en el duodeno estimula la secreción de colecistoquinina
(CCK), la cual a su vez inhibe la motilidad antral, estimula el tono pilórico
y, por lo tanto, retarda el vaciamiento gástrico.
El estómago, además de la trituración de
alimentos sólidos, facilita la absorción de nutrientes a través de la
desnaturalización por su medio ácido y la secreción de pepsinas y lipasa
gástrica. Las pepsinas son secretadas por la mucosa gástrica y son activadas
por el ambiente ácido del estómago. La lipasa gástrica es secretada por las
células principales en el fundus gástrico
en respuesta a estímulos, como la gastrina y la acetilcolina, que son
provocados por la ingesta de alimentos. La lipasa gástrica inicia la digestión
de lípidos y los ácidos grasos libres derivados de los triglicéridos por su
acción en el duodeno estimulan la secreción de CCK, la cual conjuntamente con
el péptido glucagonoide 1(GLP-1), inhibe la secreción de lipasa gástrica. Por
el contrario, la digestión de carbohidratos comienza con la amilasa salival, la
cual es inactivada por un pH<4, condiciones que típicamente se encuentran en
el estómago. La digestión de carbohidratos continúa en la mucosa intestinal en
presencia de amilasa pancreática en el duodeno y el intestino delgado proximal.
La grasa agregada a las comidas que
contienen carbohidratos estimula las hormonas incretinas y retarda el vaciamiento gástrico.
La ingesta de comida estimula la acomodación
gástrica, el proceso activo donde el volumen gástrico (proximal>distal)
aumenta para acomodar la comida ingerida
sin incremento en la tensión de la pared
o la presión intragástrica. Esto permite ingerir alimentos sin el
disconfort que podría limitar la ingesta de nutrientes. La acomodación gástrica
es mediada a través del nervio vago y la desnervación está asociada con
saciedad y disminución de la ingesta calórica. Las concentraciones
farmacológicas de GLP-1 incrementan el
volumen gástrico, pero requiere un vago intacto. La inhibición del GLP-1 por
exendina (un antagonista competitivo de GLP-1 por su receptor) produce
disminución de la “compliance” gástrica. Estos datos sugieren que, al menos en
presencia de un nervio vago intacto, el GLP-1 endógeno contribuye a la
“compliance” gástrica.
A diferencia de los alimentos sólidos, los
líquidos ingeridos tienden a distribuirse pasivamente y uniformemente a través
del estómago. La tasa de vaciamiento líquido difiere significativamente de la
de los sólidos y es mucho más rápida.
Sin embargo, un estudio reciente demuestra que el vaciamiento liquido no es
completamente pasivo y que la tasa de vaciamiento disminuye cuando aumenta el
contenido calórico, lo cual sugiere una capacidad activa para regular el manejo
calórico que no es completamente dependiente del tamaño de las partículas y la
capacidad para pasar a través del píloro. Las partículas de los alimentos sólidos
son sometidas a trituración por las contracciones circulares del antro gástrico
que impulsan el alimento hacia el píloro cerrado. Estas fuerzas junto a la
digestión ácida y péptica (la cual comienza en el estómago), degrada el
alimento en partículas de tamaño suficientemente pequeño (2mm) para que puedan
atravesar el píloro. El corolario de esto es que el vaciamiento sólido es precedido por una fase donde no ocurre vaciamiento
seguida por una fase de vaciamiento lineal. Típicamente, el vaciamiento sólido
ocurre en periodo de 3-4 horas. Sin embargo, el volumen, la consistencia y el
contenido de grasa afectan la tasa de vaciamiento y las comidas grandes y ricas
en grasas pueden vaciarse en períodos
mayores que 4 horas. El vaciamiento gástrico más que la acomodación gástrica
parece ser la principal función gástrica determinante de la saciedad
postprandial.
La tasa de vaciamiento gástrico está
sometida a modulación por varios
factores circulantes. Las concentraciones sanguíneas de glucosa alteran el
vaciamiento gástrico; la hiperglucemia retarda el vaciamiento gástrico mientras
la hipoglucemia lo acelera. Sin embargo, las concentraciones elevadas de
glucosa sanguínea en el rango observado
en la mayoría de personas con diabetes
tienen efectos relativamente menores sobre el vaciamiento gástrico. Por
ejemplo, el incremento de glucosa sanguínea de 4 a 8 mmol/L retarda el
vaciamiento de una comida líquida 10 a 12 minutos en pacientes con diabetes tipo 1. Por lo
tanto, la contribución de la
hiperglucemia per se a los cambios en el vaciamiento gástrico tiende a ser
pequeño.
La gastrina, secretada por las células G en
el antro gástrico y por las células parietales
del fundus gástrico, es responsable
de una significativa proporción
de la liberación postprandial de ácido a través de la activación directa de
receptores CCK2 en las células parietales y a través de la
liberación de histamina por las células enterocromafines. Por otra parte, la
CCK es liberada por la mucosa duodenal en respuesta a nutrientes,
particularmente ácidos grasos de al menos 12 carbonos. La CCK activa
directamente fibras aferentes vagales provocando relajación del estómago
proximal (incrementa su capacitancia) e inhibición del vaciamiento gástrico. La
CCK también estimula la contracción de la vesícula biliar y la secreción
pancreática exocrina. Los receptores CCK, centrales y periféricos, median la
saciedad después de la ingesta de una comida. Aunque CCK y gastrina exhiben
estructura similar así como afinidad por receptores CCK2, la CCK
induce la secreción de somatostatina que a su vez inhibe la secreción de
gastrina, la motilidad gastrointestinal y la secreción gástrica de ácido.
El polipéptido inhibidor gástrico (GIP),
también conocido como polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa, es una
hormona peptídica secretada por las células K en duodeno y yeyuno proximal. El
GIP actúa a través de un receptor específico (GIPR). En animales, los niveles
de GIP aumentan inmediatamente después
de la ingesta de nutrientes para inhibir la secreción de ácido en el estómago y
el vaciamiento gástrico. En humanos estos efectos son observados con
concentraciones farmacológicas y,
por lo tanto, la acción del GIP en
humanos es incierta. El GIP también estimula la secreción de insulina en
condiciones de hiperglucemia, respuesta que alterada en diabetes.
El GLP-1, secretado por las células L del
duodeno, es la hormona incretina más importante. El GLP-1 proviene del
procesamiento posttranslacional del proglucagón (el cual también da origen al
GLP-2, un factor trófico de la mucosa
intestinal) y, además sus efectos sobre la función gastrointestinal, estimula
la secreción de insulina mientras inhibe la secreción de glucagón de una manera
dependiente de glucosa. La terapia con GLP-1 ha sido usada para el tratamiento
de la diabetes tipo 2 y la obesidad.
La grelina funciona como una hormona
orexigénica en humanos, su concentración aumenta durante el ayuno y disminuye después de ingerir alimentos. La
gastrectomía en manga (SG) disminuye la concentración de acil-grelina,
presumiblemente debido a la escisión de una parte del estómago secretora de
grelina, lo cual debe disminuir el apetito. Después de una SG, el ayuno no está
asociado con aumento en la concentración de grelina en contraste con lo que
ocurre después del “bypass” gástrico en Y de Roux (RYGB). No está claro si la
restauración de la concentración prequirúrgica de acil-grelina en ayunas altera
la función gastrointestinal y restaura el apetito después de la SG. Además de
su efecto central directo sobre la
regulación del apetito, la grelina también puede acelerar el vaciamiento
gástrico de líquidos y sólidos. Sin embargo, en concentraciones fisiológicas,
la grelina no contribuye a la función gástrica en humanos.
La amilina es una hormona peptídica
cosecretada con insulina por las células β del páncreas. Consecuentemente, la
amilina es deficiente en la diabetes tipo1, mientras los niveles plasmáticos
incrementan en obesidad, tolerancia a la glucosa alterada y diabetes tipo 2. Un
análogo sintético, pramlintide, retarda el vaciamiento gástrico, a través del
nervio vago, de una manera dosis-dependiente. El pramlintide es usado para el
tratamiento de la hiperglucemia postprandial
en pacientes con terapia intensiva con insulina. Sin embargo, a pesar de
sus efectos farmacológicos, la contribución fisiológica de la amilina a la regulación del metabolismo a la glucosa es incierto.
Los ácidos biliares son sintetizados a
partir del colesterol en los hepatocitos y excretados en la bilis.
Posteriormente, los ácidos biliares son reabsorbidos en el intestino delgado distal y solamente 5%
se pierde en las heces. La conjugación con glicina o taurina hace a los ácidos
biliares impermeables a las membranas celulares y les confiere propiedades
detergentes que ayudan a solubilizar las micelas de lípidos al tiempo que facilitan la absorción de grasa en el intestino
delgado. Los ácidos biliares son almacenados en la vesícula biliar durante los
periodos interdigestivos, pero la activación
de la CCK por el vaciamiento de grasa en el duodeno estimula la
contracción de la vesícula biliar y la relajación del esfínter de Oddi,
permitiendo la llegada de bilis al intestino delgado. Los ácidos biliares
actúan como ligandos naturales del
factor de transcripción receptor farnesoid X (FXR). La activación de este
receptor nuclear estimula la expresión
de genes que codifican proteínas involucradas en la síntesis, transporte y
metabolismo de ácidos biliares. La activación del FXR por la unión del ligando
causa la heterodimerización con el receptor retinoico X α y la posterior unión a las regiones
promotoras del ADN. Los ácidos biliares difieren en su capacidad para activar al FXR, lo cual sugiere que cambios en la composición de los ácidos
biliares pueden alterar los efectos metabólicos
de la activación del FXR. Los ácidos biliares también pueden influir en
el metabolismo a través del receptor de
ácidos biliares 1 acoplado a proteína G (también conocido como TGR5). El TGR5
es un receptor de membrana expresado en
el tejido adiposo, el sistema nervioso entérico y las células enteroendocrinas
L que producen GLP-1. Una vez activado, el TGR5 provoca la activación de la proteína quinasa A y la fosforilación de proteínas. Después de
la cirugía bariátrica, aumenta la secreción de GLP-1, lo cual ha sido atribuido
al incremento en la llegada de ácidos
biliares al intestino delgado.
La producción de FGF19 es casi
exclusivamente restringida al ileum
terminal, el sitio donde los ácidos biliares son activamente tomados por el
cotransportador sodio/ácido biliar. La expresión de FGF19 es incrementada por
la señal FXR y es secretado en la circulación porta donde suprime la enzima que
controla la síntesis de ácidos biliares. El FGF19 también estimula la captación
hepática de glucosa y la síntesis de glucógeno de una manera independiente de insulina.
Los cambios en la composición de ácidos
biliares (y en la circulación
enterohepática) pueden contribuir a los beneficios metabólicos de la cirugía
bariátrica. Por ejemplo, la concentración plasmática de ácidos biliares es alta
después de la RYGB. Sin embargo, estos cambios no son aparentes inmediatamente
después de la cirugía (el momento en el cual ocurren la mayoría de los cambios
metabólicos) y se observan aproximadamente un año después del procedimiento.
Por el contrario, el secuestro de ácidos biliares con resinas disminuye su
reabsorción en el ileum terminal, provocando un incremento en la pérdida
fecal de ácidos biliares. Esto es
acompañado por una disminución de la concentración de FGF19 y un incremento en
la síntesis de ácidos biliares. En humanos, la disminución de FGF19 se acompaña
con una disminución de la concentración de glucosa en ayunas.
La cirugía bariátrica es la intervención más
efectiva para pérdida de peso y los estudios retrospectivos sugieren que la tasa de remisión está asociada con la longitud del bypass intestinal. Por otra parte, la
remisión de la diabetes después de la
cirugía bariátrica depende de la duración
y severidad de la enfermedad
antes del procedimiento. Esto podría sugerir que los efectos de la cirugía
bariátrica sobre la capacidad para
sintetizar y secretar insulina son limitados. La secreción de insulina en respuesta a la hiperglucemia con GLP-1 o
GIP, una prueba de función de células β, no cambia después de la intervención
quirúrgica. Los procedimientos que resultan en una llegada más rápida de
calorías al intestino proximal
incrementan la secreción de GLP-1. La extensión en la cual esto
contribuye a la remisión de la diabetes ha sido debatida con algunas
divergencias en la literatura. El GLP-1 también tiene efectos sobre núcleos
hipotalámicos y el GLP-1 o agonistas del
receptor de GLP-1 disminuyen la ingesta
de alimentos y causan pérdida de peso. Sin embargo, el efecto de la concentración
postprandial de GLP-1 sobre la saciedad
después de la RYGB o la SG es hasta ahora incierto.
El epitelio gastrointestinal proporciona una
barrera selectiva que limita la permeabilidad a toxinas mientras permite el
paso de nutrientes y agua. La disrupción de la barrera puede jugar un rol en la
patogénesis de múltiples desordenes del
tracto gastrointestinal. La selectividad es atribuida a las uniones estrechas,
las cuales responden a estímulos extracelulares y alteran la permeabilidad
paracelular a través de cambios en las proteínas que forman el complejo. Los
factores que influyen en la permeabilidad intestinal incluyen ácidos grasos en
la luz intestinal (ingeridos directamente o productos de la fermentación
bacteriana) y ácidos biliares como ácido deoxicólico y ácido quenodeoxicólico.
Los ácidos biliares alteran tanto la permeabilidad intestinal como la secreción
de GLP-1 a través del receptor TGR5. Algunos estudios sugieren que la
permeabilidad intestinal es incrementada en la diabetes, lo cual
contribuye a la hiperglucemia
postprandial y la inflamación sistémica a través de mediadores como los
lipopolisacáridos.
En conclusión, el tracto gastrointestinal
superior integra nutrientes intraluminales y mecanismos neurales, mecánicos y
hormonales para modular la respuesta a la ingesta calórica. La absorción de los
nutrientes ingeridos y consiguiente la
tasa de aparecimiento de los nutrientes en la circulación periférica depende
grandemente de la tasa de manejo de nutrientes por el intestino delgado
proximal. A su vez, esto está
determinado por las respuestas integradas del tracto gastrointestinal
superior a una comida. El vaciamiento gástrico es probablemente el componente
más significativo, pero otros factores también deben ser considerados.
Fuente: Vella A
y Camilleri M (2017). The gastrointestinal tract as an integrator of mechanical
and hormonal response to nutrient ingestion. Diabetes 66: 2729-2737.
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