AMPK y sensibilidad
a la insulina en músculo esquelético
El ejercicio (contracción muscular) tiene dos efectos diversos sobre el metabolismo de la glucosa. Primero, el ejercicio agudo estimula la
captación de glucosa en el músculo esquelético a través de la
translocación de GLUT4. Este efecto es
independiente de insulina y la captación de glucosa permanece elevada por dos
horas después de la terminación del
ejercicio. Segundo, el ejercicio incrementa
la sensibilidad a la insulina en
el músculo esquelético. Este efecto se mantiene por muchas horas después del
cese del ejercicio y obviamente es dependiente de insulina. Los mecanismos de
señalización para ambos efectos aún no son completamente claros. Desde el punto
de vista de la salud del individuo, el incremento en la sensibilidad a la
insulina en el músculo esquelético en el período post-ejercicio mejora la
regulación metabólica.
La observación que la contracción muscular incrementa la acción de la insulina en el
músculo activo fue reportada en 1982 por Ritcher y Col. Hasta ahora, el hallazgo más importante sobre
los mecanismos que gobiernan la acción de la insulina después del ejercicio es
el reporte de los años 80s de Holloszy y Col, el cual describe que el contenido
de glucógeno en los músculos determina la sensibilidad a la insulina después
del ejercicio. Estos estudios
demuestran que la ingesta de
carbohidratos reduce la sensibilidad a la
insulina en los músculos, la cual aumenta cuando el contenido de glucógeno se
mantiene bajo. En la actualidad, el glucógeno sigue teniendo un rol central en
la regulación de la acción de la insulina y la capacidad para almacenar
glucosa, pero muy poco se ha progresado
en los mecanismos del incremento en la sensibilidad a la insulina en los
músculos después del ejercicio. En este contexto, un punto de atención es la
activación de la ruta de señalización de la insulina. En efecto, varios estudios
reportan que el ejercicio reduce la
actividad de la PI3K asociada a IRS-1.
Otros estudios, incluyendo estudios en humanos, encontraron que el incremento
en la captación de glucosa estimulada por insulina no está asociado con el
aumento de la activación de la ruta de señalización de insulina. El limitado progreso en el
entendimiento de los mecanismos que
regulan la sensibilidad a la insulina puede resultar en la preponderancia del
aumento de la activación de la
señalización de insulina sobre otros mecanismos de señalización.
Un estudio reciente relaciona a la proteína quinasa
activada por AMP (AMPK) con el incremento en la sensibilidad a la insulina
después del ejercicio. Este estudio demuestra que la actividad AMPK es requerida
por la contracción muscular para
incrementar la sensibilidad a la insulina y que la alteración de las dos subunidades catalíticas (α1
y α2) previene la capacidad del ejercicio para incrementar la
sensibilidad a la insulina. El estudio también aborda otro problema conocido en
el campo de la AMPK, la fosforilación de
Tir172 de la AMPKα no es un método sensible para juzgar la
activación de la AMPK. A pesar de no
detectar ningún incremento significativo en la fosforilación de Tir172 de la AMPK, la
actividad del complejo AMPKγ3 se mantuvo
elevada hasta 3 horas después de la
contracción muscular concomitante con la
elevada sensibilidad a la insulina. Este es un hallazgo significativo porque la
medición de la actividad en varios complejos AMPK puede proporcionar
información importante acerca de la
regulación de la AMPK en el futuro.
La AMPK ha sido por mucho tiempo un “caballo oscuro” en
la regulación del metabolismo de la glucosa. Inicialmente, hubo mucho entusiasmo porque se demostró que el
AICAR, un activador de la AMPK,
incrementa la captación de glucosa
en los músculos esqueléticos. Sin embargo, posteriormente quedó claro,
en modelos con deficiencia de AMPK, que la proteína no es necesaria para que el
ejercicio estimule la captación de glucosa. Por otra parte, algunas mutaciones
en las subunidades de la AMPK causan acumulación de glucógeno en músculos y
corazón, pero los mecanismos no son claros.
En este contexto, un estudio reciente demuestra que la estimulación del AICAR incrementa la sensibilidad a la insulina de una manera dependiente de
AMPK. El hecho que la activación de la
AMPK incremente la sensibilidad a la
insulina aumenta la posibilidad que el elevado contenido de glucógeno en los músculos resulte del aumento de la sensibilidad a la
insulina.
La insulina y el ejercicio estimulan la fosforilación de TBC1D4 y la elevada fosforilación de
TBC1D4 ha sido relacionada con mejoría de la acción de la insulina. Kjabsted y
col reportan el incremento en la
fosforilación de TBC1D4 estimulada por insulina en músculos esqueléticos en ejercicio y
sugieren que se trata de un mecanismo
para elevar la sensibilidad a la insulina. Esta explicación ha sido relacionada con la
resistencia a la insulina detectada en una población con mutación de TBC1D4 en
Groenlandia. Los investigadores sugieren que la actividad de la AMPKγ3 hasta tres horas después
del cese del ejercicio activa un pool de
TBC1D4 para su fosforilación por la PKB durante la estimulación con insulina.
La AMPK
normalmente es considerada un sensor de estrés
que ayuda a restaurar la homeostasis energética promoviendo rutas
catabólicas e inhibiendo rutas anabólicas. Sin embargo, las subunidades AMPKβ tienen un dominio de unión a glucógeno
y está bien documentado que la activación
de la AMPK después de la contracción muscular es mucho mayor cuando el glucógeno es bajo. ¿La AMPK
funciona como un sensor de glucógeno? Si la respuesta es afirmativa, esto
podría explicar también porque la acción de la insulina es elevada cuando el
contenido de glucógeno es bajo.
Desde una
perspectiva evolucionista, la síntesis de glucógeno es necesaria para restaurar la homeostasis
energética con ayuda de la AMPK. A su
vez, la degradación de glucógeno contribuye a la síntesis de ATP, pero la
degradación de glucógeno puede ser
considerada como un disturbio de la homeostasis energética y el glucógeno
muscular debe ser repuesto para optimizar la respuesta en una próxima situación
de “pelea o huida”. En apoyo de esta idea, el glucógeno muscular (en humanos)
se mantiene durante 72 horas de ayuno. Entonces, el incremento en la sensibilidad
a la insulina después del ejercicio
puede ser una cuestión de supervivencia
(dirigir la glucosa al glucógeno muscular) más que una cuestión de salud metabólica.
En conclusión,
la acción de la insulina en el músculo esquelético es elevada cuando el
contenido de glucógeno se mantiene bajo y la actividad de la AMPK es requerida para incrementar la sensibilidad a la insulina
en el músculo esquelético después del ejercicio.
Fuente: Jensen J
y O¨Rahlity S (2017). AMPK is required for exercise to enhance insulin
sensitivity in skeletal muscles. Molecular Metabolism 8: 315-316.
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