Mioquinas y
metabolismo
El músculo esquelético juega roles críticos en la
actividad física, el gasto de energía y la disposición de glucosa. El ejercicio
y las hormonas anabólicas (insulina, factor de crecimiento similar a insulina
1, hormona de crecimiento y testosterona) incrementan la masa muscular. Por el
contrario, la inactividad física, el envejecimiento, los desordenes
neuromusculares y las enfermedades crónicas (cáncer, insuficiencia renal,
diabetes mellitus, hipertiroidismo, hipercorticolismo) causan atrofia muscular
o “sarcopenia”. Por otra parte, el músculo esquelético secreta factores
humorales que lo comunican activamente con otros órganos. En este contexto, el
término “mioquinas” describe citoquinas y otros péptidos producidos y liberados
por las células musculares, los cuales actúan
a través de mecanismos autocrinos, paracrinos y endocrinos.
La miostatina es un miembro de la superfamilia de
proteínas factor de crecimiento transformante β (TGF-β). Conocida también como
factor de crecimiento y diferenciación 8, la miostatina es expresada y
secretada predominantemente por el músculo esquelético y funciona como
inhibidor del crecimiento muscular.
Durante el desarrollo postnatal temprano, la miostatina inhibe la proliferación
y diferenciación de las stem cells
musculares, así como también la síntesis de proteínas. Normalmente, la diferenciación de las células
musculares requiere de un cese de crecimiento, el cual es seguido por la
expresión de genes específicos del músculo.
Estos procesos son coordinados por la activación de ciclinas específicas,
quinasas dependientes de ciclinas (Cdk), inhibidores de Cdk (CdkI) y factores
reguladores. Durante la fase de proliferación, la miostatina regula hacia
arriba al p21 (un CdkI) y disminuye los niveles de Cdk2 y Cdk4, provocando el
cese del ciclo celular.
La miostatina inhibe la activación de células satélites
regulando hacia abajo la transcripción
del factor Pax7 y también controla el programa de diferenciación
miogénico a través de la inhibición de factores reguladores miogénicos como
Pax3, MyoD y My15. Estudios recientes
indican que el efecto inhibidor de la miostatina sobre la diferenciación muscular en el periodo postnatal es
mediado parcialmente por la perturbación de la señal Akt/complejo 1 del blanco de
rapamicina de mamíferos (mTORC1). En las fibras musculares maduras de adulto,
el dímero terminal C de la miostatina se une al receptor II de activina
(ActRII) (especialmente ActR1IB), y en menor extensión al ActRIIA, para
reclutar, fosforilar y activar las quinasas similares a receptor (Alk) 4 y 5, y
producir la fosforilación y activación
de las proteínas Smad2 y Smad3.
Una vez fosforiladas, Smad2 y
Smad3 forman un complejo heterodimérico
con Smad4, el cual se traslada al núcleo y actúa como factor de transcripción
para regular la expresión de genes. La
señal miostatina también produce la activación de Smad7, la cual funciona como
inhibidor por retroalimentación negativa. La activación de la ruta miostatina-Smad
inhibe el inicio de la traslación y por consiguiente la síntesis de proteínas.
La miostatina suprime la señal Akt y actúa vía factores de transcripción Fox01
(forkhead box protein 01) para promover la degradación de proteínas a través de
la activación del sistema ubiquitina-proteasoma. La miostatina también inhibe al
sistema autofagia-lisosoma.
La inhibición genética o farmacológica de miostatina,
ActRIIB, Alk4/Alk5 o Smad2/3 resulta en hipertrofia del músculo esquelético
asociada con aumento de la síntesis de proteínas y reducción de la degradación
de proteínas. Los ratones “knockout” en miostatina (Mstn-/-) tienen incremento
de masa muscular esquelética, reducción de grasa corporal y aumento de la
utilización de la glucosa y de la sensibilidad a la insulina. La ausencia de la
señal miostatina en los adipocitos no afecta la composición corporal ni la
homeostasis de la glucosa. Los ratones que carecen de Akt1 o Akt2 tienen masa
muscular reducida y disminución de la fuerza contráctil, lo cual es consistente
con el importante rol de la señal Akt en la promoción del crecimiento muscular. Los estudios con
ratones Mstn-/- han confirmado que la
deficiencia de miostatina promueve la “marronización” del tejido adiposo
blanco. El tejido adiposo blanco de los ratones Mstn-/- exhibe características de tejido adiposo marrón como, por ejemplo, una
mayor expresión de UCP1 y PGC1α así como la expresión de marcadores de
adipocitos beige (Tmem26 y CD37). La aumentada marronización del tejido adiposo
blanco aparentemente es mediada por la irisina, una mioquina secretada por el
músculo esquelético. La deficiencia de miostatina estimula la expresión y fosforilación de AMPK, la cual activa al
PGC1α y a la irisina y promueve la marronización del tejido adiposo blanco y la termogénesis. La
obesidad humana está asociada con un incremento en la expresión y niveles
plasmáticos de miostatina. La secreción
de miostatina por los miotúbulos
derivados de biopsias musculares es mayor en mujeres obesas que en
mujeres delgadas. El significado biológico de estos hallazgos y si la miostatina y otros péptidos de la familia TGF-β pueden
ser blancos del tratamiento de la obesidad
y los desordenes metabólicos aún no se ha determinado.
La citoquina interleuquina 6 (IL-6) es considerada una
mioquina porque sus niveles aumentan en respuesta al ejercicio y la contracción
muscular. El músculo esquelético se adapta al ejercicio alterando el contenido de glucógeno e
incrementando la β-oxidación de ácidos grasos,
la hidrólisis intramiocelular de triglicéridos y la lipólisis inducida por adrenalina. El
músculo esquelético entrenado usa grasa como sustrato y es menos
dependiente de glucosa y glucógeno
durante el ejercicio. Los estudios epidemiológicos han encontrado una
correlación inversa entre actividad
física y concentración plasmática de IL-6. Los niveles plasmáticos basales de
IL-6 están fuertemente asociados con inactividad física, obesidad y síndrome
metabólico. El ejercicio crónico disminuye los niveles basales de IL-6.
¿Cuáles son los roles biológicos de la IL-6? En ratas, el
tratamiento con IL-6 incrementa la captación de glucosa estimulada por insulina
y a través de la translocación de transportadores de glucosa GLUT4. El efecto
de la IL-6 sobre la captación de glucosa es mediado, al menos
parcialmente, a través de la activación
de AMPK. Los estudios sugieren que la IL-6 puede estimular la oxidación de
ácidos grasos vía AMPK. En humanos en reposo, la administración aguda
de IL-6 no tiene efecto sobre la
producción endógena de glucosa ni sobre
la disposición de glucosa. Por el
contrario, cuando la IL-6 es
administrada por infusión hasta alcanzar los niveles observados durante el
ejercicio de alta intensidad, la producción endógena de glucosa aumenta
marcadamente, lo que sugiere que la conexión músculo-hígado mediada vía IL-6 puede tener un rol en la
regulación de los niveles plasmáticos de glucosa a través de la producción
endógena de glucosa durante el ejercicio. Adicionalmente, la IL-6 estimula la
lipólisis en músculo esquelético sin afectar al tejido adiposo. Por otra parte, la IL-6 atenúa durante el
ejercicio la capacidad de las endotoxinas de incrementar los niveles de factor de necrosis tumoral (TNF) en
individuos sanos. Esta propiedad de la IL-6 está asociada con la inducción de citoquinas anti-inflamatorias como IL-10.
La IL-15 fue clasificada como interleuquina en base a su
estructura secundaria 4-α-hélice y su capacidad para mimetizar las funciones de
la IL-2. Experimentos in vitro con células miogénicas sugieren que la IL-15 es
un factor anabólico para el músculo esquelético.
Sin embargo, in vivo, los niveles de IL-15 no inducen hipertrofia muscular. El
receptor de la IL-15 está compuesto por el receptor β de IL-2 (IL-2Rβ), la
cadena γ común (γc) y una cadena α específica del receptor de IL-15 (IL-15Rα). La
cadena IL-15Rα tiene un rol en las propiedades contráctiles y las
características de fatiga de los
músculos esqueléticos. La pérdida de la cadena IL-15Rα provoca una transformación
de músculo de sacudida rápida a un
fenotipo más oxidativo asociado con mayor capacidad de ejercicio y resistencia
a la fatiga. La lesión de IL-15Rα resulta en una mayor densidad mitocondrial
que indica un cambio hacia el fenotipo oxidativo en el músculo.
El ejercicio crónico incrementa la biogénesis mitocondrial
en el músculo esquelético, la cual es regulada por el PGC1α. El gen FNDC5 (fibronectin type III domain-containing 5) es un blanco del
PGC1α y su expresión aumenta en músculos de ratones y humanos
ejercicio-entrenados. Los adipocitos subcutáneos tratados con FNDC5
recombinante incrementa la expresión de
genes de adipocitos marrones (UCP1, Elov13, Cox7a y Otop1). Más aún, células UCP1
positivas tratadas con FNDC5 desarrollan gotas de lípidos multi-loculadas e
incrementos del contenido mitocondrial y del consumo de oxigeno, características
del fenotipo termogénico. Sobre la base
de estos resultados, se ha propuesto que FNDC5
induce un fenotipo beige del
tejido adiposo blanco en ratones y este
efecto es atenuado con el tratamiento con antagonistas del receptor activado
por el proliferador de peroxisomas α (PPARα). Experimentos en humanos y
roedores revelaron que la FNDC5 es una proteína transmembrana cuya porción N-terminal extracelular es secretada. Esta mioquina fue llamada
“irisina” y sus niveles plasmáticos incrementan después del ejercicio de corta
duración en humanos y roedores. La
irisina produce la marronización del tejido adiposo blanco subcutáneo, lo cual provoca incremento del gasto
energético y protección contra la obesidad y la resistencia a la insulina. Aún no está claro si la irisina es verdaderamente una mioquina,
pues el tejido adiposo blanco de humanos
es capaz de expresar FNDC5 y secretar irisina. Algunos estudios indican
que ni el ejercicio agudo ni el crónico incrementan significativamente la expresión de FNDC5 y/o irisina en humanos.
Sin embargo, otros estudios demuestran
asociaciones entre la irisina y el envejecimiento, la obesidad y la actividad
física. Estas controversias alrededor del rol de la irisina pueden provenir de
diferentes regímenes de ejercicio y ensayos para medición de irisina, así como
de diferencias en la función de la irisina en humanos y roedores.
En conclusión, las mioquinas median la comunicación entre
músculo esquelético y tejido adiposo, hígado, cerebro y otros órganos. Las mioquinas
afectan la masa muscular y las características contráctiles de las fibras
musculares y tiene efectos sobre la inflamación y el metabolismo de glucosa y
lípidos, por lo que contribuyen a la homeostasis de energía y a la patogenia de
la obesidad, la diabetes y otras enfermedades.
Fuente: Ahima RS y Park HK (2015). Connecting myokines and metabolism. Endocrinology and
Metabolism 30: 235-245.
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