Función del
receptor glucocorticoide en salud y enfermedad
El receptor glucocorticoide (GR), clonado en 1985, forma parte de la familia de receptores
nucleares que incluye 48 miembros en los humanos. El GR tiene roles distintos, y probablemente
separables, en el mantenimiento de la homeostasis de la glucosa,
particularmente en condiciones de ayuno,
y en la respuesta al estrés, incluyendo la respuesta inmune. Las hormonas glucocorticoides (GC) son liberadas por la corteza suprarrenal en
respuesta a la hormona adrenocorticotrópica (ACTH). Los GC (cortisol, por
ejemplo) son derivados hidroxilados del colesterol, con estructura muy
similar a los esteroides aldosterona y
progesterona. La aldosterona y el cortisol
tienen similar afinidad por el GR, pero como el cortisol circula en
mayores concentraciones es el ligando dominante. La progesterona se une al GR
con baja afinidad y es un antagonista. Esto puede ser relevante en los tejidos
con altas concentraciones de progesterona como el tracto genital femenino. La
aplicación terapéutica de cortisol
resulta en activación del receptor mineralocorticoide (MR) y por
consiguiente en retención de sal y agua.
En el riñón, la activación del MR por el cortisol está restringida, aunque no
completamente, por la acción de la
enzima 11β-hidroxiesteroide
deshidrogenasa tipo II. Los esfuerzos por producir GC sintéticos están dirigidos a obtener
compuestos que retengan la actividad de unión al GR, pero que pierdan los
efectos mineralocorticoides. Esto ha
tenido como resultado compuestos más selectivos como la prednisona y la
dexametasona. Sin embargo, aunque se ha alcanzado un cierto grado de
separación a través de las
modificaciones, se mantiene una significativa reactividad cruzada con el MR.
El GR se encuentra en el citoplasma formando complejos con proteínas de shock térmico y experimenta cambios
conformacionales que exponen las señales
de localización nuclear y modificaciones post-traslacionales en la unión
del ligando. El receptor activado es hiperfosforilado y traslocado al núcleo en donde se une a la
cromatina o forma interacciones proteína-proteína para regular la transcripción
de genes, directa e indirectamente. Directamente, el GR puede unirse como un
dímero a sus elementos de respuesta (GRE) para actuar como factor de
transcripción. Esta interacción puede promover (transactivación) o inhibir
(transrrepresión) la transcripción de un
determinado gen. El elemento de respuesta
donde se une el GR para inhibir la transcripción es llamado GRE negativo
(nGRE). Alternativamente, el GR puede modular la función de otros factores de transcripción, uniéndose
transitoriamente a ellos en un proceso conocido como “atadura”. Este proceso
también puede promover o inhibir la
transcripción de genes, dependiendo de la
interacción específica. El GR también puede provocar la transrrepresión compitiendo directamente con factores de
transcripción alternativos por la unión a los elementos de respuesta.
Los primeros genes blancos de los GC estudiados fueron
los involucrados en la gluconeogénesis. En estos estudios se identificó una
secuencia de ADN requerida para la unión del GR, el cual forma
un homodímero cabeza a cabeza en el ADN. Este homodímero recluta proteínas
efectoras con actividad enzimática para remodelar la cromatina y dirigir la ARN polimerasa II en la
transcripción del gen. Este modelo explica algunos aspectos de la acción de los GC, pero no todos. Se
mantiene sin aclarar cómo este mecanismo podría explicar la regulación hacia
arriba de los genes de las enzimas de la
gluconeogénesis y la regulación hacia abajo
de citoquinas y genes pro-inflamatorios.
La represión de los genes inflamatorios por los GC es
terapéuticamente deseable y se ha hecho un gran esfuerzo para determinar cómo
es que esto ocurre. La evidencia actual indica que distintas secuencias de ADN se unen al GR y provocan en él una
conformación diferente, el GR solo o unido localmente a otros factores de transcripción promueve un complejo multiproteico con función
represiva. Hay también efectos rápidos
no genómicos de los GC a través de
interacciones con rutas de señalización
intracelulares. Sin embargo, los detalles siguen siendo inciertos, lo cual ha
retardado el desarrollo de nuevas y más
específicas drogas anti-inflamatorias.
Un aspecto central en la investigación actual es determinar cómo el GR actúa de manera
específica en un determinado tipo de
célula. Estudios recientes han revelado que los sitios de unión del GR, y por
lo tanto los genes blanco, son altamente específicos para cada tipo de célula.
El ADN genómico existe en complejos con proteínas histonas (cromatina) en una estructura altamente
organizada. Si la arquitectura de la cromatina es alterada, se puede crear un
ADN “abierto”, accesible a la unión del
GR, o un ADN “cerrado” que no puede ser alcanzado por el GR. Por supuesto,
estos nuevos descubrimientos sugieren
nuevas maneras de cómo puede ser regulada la acción del GR, modificando la
cromatina.
El control de la inflamación/inmunidad in vivo requiere
una respuesta coordinada y es estímulo-específica. Para apoyar una respuesta efectiva del
huésped es necesaria la movilización de
fuentes de energía que proporcionen los requerimientos energéticos a la célula
inmune. Este “switch” a un estado catabólico
es mediado en parte, por la activación del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal y la hormona GC efectora cortisol (en humanos). La
acción del cortisol promueve la
movilización -y síntesis de glucosa- y la liberación de ácidos grasos como
sustratos energéticos. Sin embargo, en el sitio de la infección, las acciones
del cortisol pueden ser perjudiciales si resultan en la disminución de la
respuesta inmune y la supresión de la inflamación. Entonces, las señales locales, las cuales
incluyen citoquinas producidas localmente, actúan para prevenir u oponerse a la
acción glucocorticoide. La acción del
cortisol en el sitio de la inflamación puede ser importante en la promoción de la resolución a través de
macrófagos tisulares en un estado M2 de polarización que permite la remoción de
células inflamatorias y tejido dañado con restauración de la arquitectura y la
homeostasis. Por lo tanto, hay un equilibrio dinámico entre señales pro y
anti-inflamatorias en el sitio de la inflamación. En la acción del cortisol en
la inflamación es relevante la proteína ligadora de cortisol (CBG). La CBG deriva del hígado y transporta
aproximadamente 90% del cortisol plasmático. La CBG es sometida a proteólisis
en el sitio de la inflamación por proteasas de los neutrófilos por lo que libera cortisol libre.
Adicionalmente, la afinidad del cortisol por la CBG es reducida por el aumento
de temperatura, corporal (fiebre) o
local en el sitio de inflamación.
La falla del
organismo para resolver la inflamación
puede tener muchas causas, pero la pérdida o la alteración de la acción
de los GC es un componente frecuente. Esto puede deberse a una resistencia
congénita a los GC o más frecuentemente debido a procesos intrínsecos en el establecimiento
y mantenimiento de la inflamación. Las consecuencias son severas, en algunos
casos los pacientes desarrollan síndrome de Cushing iatrogénico. Los mecanismos mejor caracterizados que
causan resistencia a los GC involucran la insuficiencia del GR para la transcripción de genes. El gen
GR puede dar origen a múltiples
variantes: GRα (la isoforma más abundante), GRβ, GRγ, GR-A y GR-P. El GRβ
carece de un dominio de unión al ligando funcional, pero forma heterodímeros
negativos con GRα. Estos heterodímeros previenen la represión de los genes
blanco de GR compitiendo por los sitios de unión y coactivadores o represores. La relación de
GRα a GRβ es más importante que la
expresión total. El incremento en GRγ está asociado con una pobre respuesta a
los GC. La isoforma GRγ tiene una arginina adicional en el dominio de unión al ADN y esto altera
selectivamente la regulación de algunos genes blanco del GR. La expresión aumentada
de GRγ se puede encontrar en algunas leucemias y se sospecha que es uno de los
mayores contribuyentes de la resistencia
a los GC. Las isoformas GR-A y GR-P se encuentran en algunos cánceres como
mieloma y leucemia, pero representan formas inactivas del GR debido a lesiones
de exones que resultan en incapacidad
para unir ligando.
El estado pre-existente
de la arquitectura de la cromatina tiene un efecto profundo sobre la actividad GC, no solamente es el acceso a la cromatina controlado por
tipo de célula, sino también el estado
de la célula. La arquitectura de la cromatina es modificada por metil –y acetil- transferasas,
enzimas importantes para determinar las
acciones y sitios de unión del GR. Por ejemplo, la resistencia a GC causada en
la inflamación por TNFα e INFγ es
mediada por la degradación de una enzima
metil transferasa, MERM1, la cual es requerida para la unión del GR a los
sitios blancos y por consiguiente para la regulación de transcripción de genes. La MERM1 es un
blanco directo de la señal inflamatoria
que juega un rol importante en la sensibilidad de células y tejidos a los GC. Estos cambios de la cromatina hacen
que los genes sean accesibles o inaccesibles para su transcripción.
Los estresores, incluyendo al estrés oxidativo, la
hipercolesterolemia y la inflamación, pueden activar cascadas de señalización
citoplasmáticas que resultan en
remodelación de la cromatina. La cromatina abierta es marcada por grupos acetil
–y trimetil- que permiten el acceso al ADN. Estos grupos son agregados y
removidos por acetiltransferasas de histonas (HAT) o desacetilasas de histonas
(HDAC) y metiltransferasas/desmetilasas, respectivamente, causando que la cromatina se vuelva
condensada e inaccesible al GR. Los estresores pueden alterar el balance, o
afectar la actividad, de estas enzimas que modifican la cromatina, produciendo
una pobre respuesta a los GC. Las isoformas GR
pueden contribuir a la resistencia a los GC formando hetrodímeros (αβ) negativos dominantes, previniendo la
regulación transcripcional, o en el caso
de GRγ compitiendo por los sitios de unión del GR.
A pesar de las poderosas capacidades
anti-inflamatorias e inmunosupresoras de
los GC sintéticos, las altas dosis o su uso prolongado inducen una variedad de efectos colaterales
(hiperglucemia, osteoporosis, hipertensión y adelgazamiento de la piel) que
limitan su aplicación terapéutica. En
este contexto, los agonistas GR selectivos (SEGRA), basados en las
actividades de transactivación y
transrrepresión de los GR, surgen como
una nueva clase de GC con un índice
terapéutico mejorado. Los SEGRA interactúan con el GR de una manera
similar a los GC convencionales pero
también son capaces de inducir cambios
conformacionales en la estructura del
receptor y promover la interacción proteína-proteína del GR y factores de
transcripción proinflamatorios
(transrrepresión) o la unión directa GR-ADN (transactivación). Estos SEGRA han
sido creados para promover selectivamente
la transrrepresión del GR sobre los
genes blanco y minimizar la transactivación a la que se le atribuye la
inducción de los efectos colaterales. Los SEGRA representan una nueva clase de
ligandos que tienen el potencial de
modular selectivamente la actividad transcripcional del GR.
Sin embargo, algunos genes que codifican proteínas
anti-inflamatorias (ej. GILZ y DUSP1) son inducidos a través
de transactivación, lo cual sugiere
que los ligando que solamente
inducen transrrepresión no pueden ejercer completamente los efectos
anti-inflamatorios de los GC convencionales.
Más aún, el GR es capaz de activar
rápidamente cascadas de señalización de quinasas fuera del núcleo, algunas de
las cuales tienen efectos protectores en células y tejidos en inflamación. Los
cambios estructurales en el GR inducidos a través de la unión de los SEGRA
pueden resultar en una conformación que tiene profundos efectos en la capacidad del GR para reclutar quinasas y por lo tanto
pueden afectar negativamente su actividad anti-inflamatoria a nivel no
genómico. Por otra parte, de los compuestos SEGRA que han superado las pruebas
toxicológicas y de eficacia en modelos animales, muy pocos han superado las
pruebas clínicas en humanos.
En conclusión, las acciones de los GC son específicas
para tipos de células particulares. Los GC
a través de su receptor GR regulan el metabolismo de carbohidratos, la
inflamación y el estrés. El desarrollo
de moléculas GC sintéticas que actúan como ligandos del GR ofrece nuevas
oportunidades para tratar pacientes con enfermedades inmunes o malignas sin algunos
de los efectos colaterales de los GC. En este contexto,
han surgido drogas con actividad anti-inflamatoria selectiva, estos compuestos
producen una conformación distinta del GR que puede permitir al receptor evadir
la resistencia que proviene del sitio de la inflamación.
Fuente:
Carratti G et al (2015). Glucocorticoid
receptor function in health and disease. Clinical Endocrinology 83: 441-448.