Irisina: “grasa” o
artefacto
La irisina es un péptido recientemente identificado como
un factor derivado del músculo que
presumiblemente es secretado después del clivaje de la porción extracelular de
la proteína de membrana FNDC5
(fibronectin type III domain containing 5). La FNDC5 tiene un péptido señal, un
dominio fibronectina III y un dominio hidrofóbico insertado en la membrana
celular. Teóricamente, la irisina podría tener un peso molecular de 12 kDa. La
relevancia de este descubrimiento se debe a los efectos beneficiosos atribuidos
a esta mioquina. En este contexto, se ha
descrito que el ejercicio, a través del PGC1α, aumenta la expresión de FNDC5 y
por consiguiente la secreción de irisina, induciendo la estimulación de genes
de la termogénesis en ciertos adipocitos.
Como resultado de lo anterior, la irisina puede actuar como una señal
derivada del músculo que comunica directamente con el tejido adiposo blanco induciendo
su “marronización”. Este efecto mejora
el perfil metabólico del tejido adiposo blanco y aumenta el gasto energético
del cuerpo, lo cual convierte a la irisina en un potencial recurso para el
tratamiento de las enfermedades metabólicas. En este sentido, la evidencia
acumulada sugiere un rol antidiabético de la irisina, mejorando la homeostasis
de la glucosa, una asociación inversa de
la irisina con el contenido de grasa en el hígado y una correlación
positiva con la folistatina, un péptido
que regula el crecimiento muscular.
La controversia
surge porque muchas investigaciones han cuestionado el rol beneficioso
de la irisina. Por una parte, hay inconsistencias con respecto a la
regulación de FNDC5/irisina por el
ejercicio y diferentes reportes señalan que los niveles circulantes de irisina
en humanos se correlacionan positivamente
con parámetros de adiposidad como el índice de masa corporal, el cual es más
alto en individuos obesos. Algunos
estudios sobre los desordenes metabólicos relacionados con la obesidad han
demostrado una asociación de la irisina
con los marcadores de disturbios
de la homeostasis de glucosa y lípidos en la obesidad. Por otra parte, la teórica forma 12 kDa de la
irisina aun no ha sido identificada en la circulación de humanos. A partir de la controversia con respecto a la asociación entre irisina y
enfermedad metabólica y considerando la falta
de consenso sobre la identidad de
la porción soluble de la FNDC5 y el
mecanismo de su secreción, surge la duda razonable sí el nuevo factor que se encuentra aumentado
en los pacientes obesos es realmente
irisina, reflejando masa grasa, o si se trata de un artefacto.
Los potenciales roles atribuidos a la irisina desde su
descubrimiento en el año 2012 aun no están consolidados a pesar de los numerosos reportes publicados. La razón
para esto puede estar en ciertos aspectos de la irisina que no están
completamente claros. Desde el principio
se consideró que la FNDC5 es sintetizada como una proteína de membrana
tipo 1 que es clivada proteolíticamente, liberando la porción amino terminal de
12 kDa en el espacio extracelular. Sin
embargo, la dificultad de identificar cual parte de la FNDC5 es reconocida por los kits
comerciales disponibles exacerbó la controversia alrededor de su secreción y
niveles circulantes. Adicionalmente, existe gran incertidumbre acerca de la
confiabilidad de los anticuerpos comerciales usados para detectar la verdadera
irisina, lo cual se pone de manifiesto en las inconsistencias de los
niveles de irisina reportados en la
bibliografía. Por otra parte, los estudios que predicen los niveles de
secreción de irisina a través de la expresión
del ARNm de la FNDC5 deben ser interpretados con mucha cautela porque la
expresión no siempre va paralela con la secreción, particularmente cuando es regulada proteolíticamente. En este sentido, es aun cuestionable si una porción o la FNDC5 completa es secretada y si la
porción extracelular de la proteína
es secretada como un dímero. Adicionalmente, a pesar de la gran
homología entre las especies, un estudio
reciente sugiere que el gen humano de la FNDC5 tiene una mutación en el codón
inicial que resulta en una baja eficiencia translacional y en la expresión de
formas truncadas más pequeñas.
Si bien es cierto que la naturaleza y la
concentración de la FNDC5 circulante no
están claras, la irisina ha llamado mucho la atención debido su potencial terapéutico para el tratamiento
de la obesidad y la diabetes. Los
estudios clínicos reportan que los individuos obesos tienen mayores niveles circulantes de irisina
que los individuos con peso normal y los
pacientes anoréxicos. Asimismo, en los sujetos con síndrome metabólico los niveles de irisina
son significativamente mayores que en los sujetos sin síndrome metabólico. En concordancia con estos hallazgos, se ha demostrado que la pérdida de peso, por
cirugía bariátrica o por restricción energética, disminuye los niveles
circulantes de irisina. Es de hacer notar que la reducción en los niveles de irisina después de la pérdida
de peso fue revertida en los pacientes
que recuperaron su peso original. A
pesar de la controversia existente, la mayoría de los trabajos publicados indican correlaciones entre la irisina y los diferentes marcadores
de adiposidad, lo que sugiere que los niveles plasmáticos de irisina
reflejan la adiposidad corporal neta.
Desde el
descubrimiento de la irisina, los investigadores señalan que es
secretada por el músculo sometido a
ejercicio aeróbico. En este contexto, es posible que el procesamiento y
la liberación de irisina por el músculo sean inducidos por señales que se originan en el tejido adiposo,
contribuyendo al incremento de los niveles circulantes que se observan en la
obesidad. Más aún, los niveles
plasmáticos de irisina observados en los
pacientes obesos podrían explicarse por
el alto costo físico asociado con el
elevado peso corporal. En este sentido,
a pesar de la asociación positiva de los
niveles de irisina con el índice de masa corporal, la
cual al menos en los humanos se
explica por la masa muscular, diversos
estudios sugieren que otros tejidos
incluyendo al tejido adiposo podrían estar involucrados en esta materia. En un
estudio con pacientes cuya patología
varía desde anorexia hasta
obesidad mórbida, la masa grasa es el principal factor que explica aproximadamente
30% de la variabilidad en los niveles plasmáticos de irisina,
independientemente de la edad, la masa de libre de grasa, la actividad física
diaria, el gasto energético en reposo y
el índice de masa corporal. La
contribución del tejido adiposo a los niveles circulantes de irisina ha sido confirmada por un estudio molecular
en ratas alimentadas ad libitum. Este estudio identifica por primera vez la
expresión y secreción de FNDC5/irisina por el tejido adiposo visceral y, en mayor
extensión, por el tejido adiposo
subcutáneo. Más recientemente, se ha
demostrado que el tejido adiposo de
humanos es capaz de expresar y
secretar FNDC5/irisina. Estos resultados
han dado lugar a la hipótesis que el tejido adiposo puede jugar un rol en la
determinación de los niveles circulantes de FNDC5/irisina en cooperación con el
músculo y que esta contribución puede
variar dependiendo de la situación
fisiológica o patológica. La
participación del tejido adiposo puede ser alta en situaciones de adiposidad
aumentada, como la
obesidad. A la luz de estos hallazgos, se podría postular que la tasa de
secreción músculo/tejido adiposo es afectada por la situación fisiopatológica.
Por lo tanto, la irisina, además del músculo, es también generada por el tejido
adiposo en respuesta directa a las alteraciones en la masa de tejido adiposo.
Si el incremento en los niveles circulantes de irisina
que se observa en la obesidad representa
una respuesta adaptativa para
contrarrestar los disturbios metabólicos asociados con la obesidad o juega un
rol en la promoción de estos disturbios metabólicos es todavía una pregunta
abierta porque ningún dato funcional de la irisina ha sido confirmado
inequívocamente. Sin embargo, se ha observado
una relación directa entre irisina e insulina y una correlación inversa entre
irisina y grelina, una hormona orexigénica con acción opuesta a insulina o
leptina. El potencial efecto de la
irisina sobre sobre los parámetros relacionados con la homeostasis de la
glucosa fue revelado en un estudio de
sujetos obesos con características de síndrome metabólico. Después del
tratamiento diseñado para pérdida de peso, se encontró que al inicio de la
intervención las mayores concentraciones
de irisina estaban asociadas con mayores reducciones en las concentraciones de
glucosa e insulina, independientemente de la perdida de peso corporal. Más aún, el mejoramiento en los parámetros
metabólicos inducidos por dieta fue concomitante con una disminución en los
niveles circulantes de irisina.
Adicionalmente, la irisina fue identificada como un potencial factor
asociado con el progreso de la resistencia a la insulina en pacientes con re-ganancia
de peso después de la pérdida inducida por dieta. Cuando la asociación entre sensibilidad a la
insulina e irisina, entre otras hormonas
relacionadas con la homeostasis del peso corporal, fue explorada en condiciones de re-ganancia
de peso, los resultados identificaron a la irisina y la leptina como factores
relevantes que contribuyen al inicio de
la resistencia a la insulina. El riesgo
de resistencia a la insulina durante el periodo de mantenimiento de peso
después de una intervención dietética fue mayor entre los pacientes con niveles
altos de irisina y leptina. En una
condición de exceso de peso corporal, los disturbios en el metabolismo de los
lípidos también parecen ser regulados
por la irisina, como ha sido sugerido por su asociación con los triglicéridos
(TG) y el índice aterogénico TG/HDL-c o los niveles de Apo B. Los niveles de irisina disminuyeron en paralelo con estos factores
aterogénicos en los pacientes con
síndrome metabólico que seguían un programa de restricción de energía. Estos resultados apoyan la hipótesis que el incremento en la irisina circulante puede ser una respuesta adaptativa para compensar la disminución en la
sensibilidad a la insulina y otros disturbios metabólicos asociados con la
obesidad. Es decir, la irisina
proporciona una retroalimentación fisiológica
que aumenta en situaciones metabólicas desfavorables disparando un mecanismo compensatorio que
puede desaparecer una vez restaurado
el estado metabólico alterado después de la pérdida de peso.
Con relación a las enfermedades metabólicas, diferentes
reportes indican bajos niveles de
irisina en los pacientes con diabetes tipo 2.
Sin embargo, esta relación negativa no se ha encontrado en individuos obesos y se ha demostrado que
la irisina se correlaciona con la mayoría
de los signos de resistencia a la insulina en poblaciones no diabéticas.
Por lo tanto, la respuesta adaptativa, potencialmente mediada por irisina, para compensar las funciones metabólicas
alteradas, podría ser disparada primariamente por el tejido adiposo. El tejido
muscular puede participar fuertemente en
los niveles circulantes de irisina
después del ejercicio, pero el tejido adiposo podría ser responsable de los elevados niveles de irisina en situaciones metabólicas atípicas como la
obesidad. En sujetos obesos, el patrón
de secreción de irisina se asemeja al de
la leptina. Igual que la leptina, las concentraciones circulantes y los niveles de expresión de irisina en músculo y tejido adiposo aumentan en la obesidad, sugiriendo una
potencial resistencia a la irisina. Como
ocurre con la leptina y dado que la irisina también es secretada por el tejido
adiposo, la disminución de sus niveles
en la diabetes tipo 2 puede ser explicada por la disminución de los
depósitos de grasa del cuerpo en casos
de diabetes por deficiencia de insulina descontrolada. También se especula que en la obesidad, la
exposición de larga duración a niveles
elevados de irisina provoca condiciones
patológicas que promueven insensibilidad
a la insulina y procesos aterogénicos.
La potencial resistencia a la irisina en la obesidad podría promover la secreción de insulina hasta llegar a la hiperinsulinemia y provocar
resistencia a la insulina y otros desordenes asociados con la obesidad. Esta hipótesis es apoyada también por la asociación entre
los niveles elevados de irisina y el estrés oxidativo y los procesos inflamatorios involucrados en
el inicio de la resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares.
En conclusión, la FNDC5/irisina es expresada y secretada principalmente por
el tejido muscular cuando es estimulado
por el ejercicio a través del PGC1α. El incremento en los niveles circulantes
de irisina podría inducir la “marronización” de ciertas células del tejido
adiposo blanco, y la activación de los
genes termogénicos en estas células
podría mejorar el perfil metabólico del tejido adiposo blanco, aumentar el gasto
energético del cuerpo y la tolerancia a
la glucosa así como también producir una
significativa pérdida de peso. Ahora bien, varios reportes han demostrado una
asociación entre niveles de irisina y marcadores de adiposidad. Esto sugiere una
potencial contribución del tejido
adiposo a los niveles circulantes de la
proteína. En efecto, en situaciones de obesidad, el tejido adiposo blanco es el
principal contribuyente de los niveles circulantes de irisina en un esfuerzo
por compensar los disturbios metabólicos disparados por el exceso de peso corporal. Por lo tanto, los niveles
de irisina se correlacionan con el índice de masa corporal y otros
parámetros de adiposidad. En esta
situación patológica, la pérdida de peso y la reducción de la masa grasa podrían
ser responsables de la disminución de
los niveles de irisina que se observa
después de este tipo de intervención.
Fuente:
Crujeiras AB et al (2015). Irisin: “fat” or
artefact. Clinical Endocrinology 82: 467-474.
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