Vitamina D, obesidad y músculo
esquelético
La piel expuesta a la luz solar es
la principal fuente de producción de
vitamina D, más del 80% de la vitamina D3 sistémica deriva de la
epidermis y el otro 20% es obtenido a
través de la dieta como colecalciferol
(D3) de origen animal o ergocalciferol (D2) de las plantas y a través de suplementos farmacológicos. La
producción de vitamina D3 en la piel depende de un proceso
fotoquímico en el cual el 7-dehidrocolesterol
(o provitamina D) es convertido
en previtamina D3 (pre-D3) por la radiación ultravioleta (290-315 nm).
La pre-D3 se isomeriza en D3 en un proceso termosensible pero no
catalítico. Sin embargo, la exposición prolongada a la luz solar no produce
cantidades tóxicas de vitamina D3
porque la pre-D3 puede ser convertida en los compuestos
biológicamente inactivos lumisterol y
taquisterol. Las investigaciones de la última década han revelado que además de
la ruta clásica de producción de vitamina D3 existen numerosas
rutas para el metabolismo de la vitamina
D con la producción de al menos 40
metabolitos cuyos roles sólo se conocen parcialmente.
De acuerdo con la ruta clásica, para que la vitamina D se vuelva
completamente activa debe ser hidroxilada en el carbono 25 (25(OH)D) en el
hígado y posteriormente en el carbono 1 en el riñón para formar
1,25-dihidroxivitamina D (1,25(OH)2D). El 25(OH)D es el principal
metabolito circulante de la vitamina D,
tiene una vida media de 21-30 días y su
concentración plasmática es el índice bioquímico más confiable de déficit de
vitamina D. El 1,25(OH)2D (también conocido como calcitriol) es el
metabolito de la vitamina D,
fisiológicamente activo, más potente producido por los humanos, tiene
una vida media de 4-15 horas y es responsable
de la homeostasis de calcio y fosfato a través de efectos coordinados en
el riñón, el intestino y el hueso. El 1,25(OH)2D regula la absorción
intestinal de calcio y fósforo, la movilización de calcio del hueso y la
reabsorción renal de calcio y fósforo. La conversión
de 25(OH)D en 1,25(OH)2D depende de la acción de una enzima citocromo P450 (CYP450), la 25-hidroxivitaminaD-1α-hidroxilasa
(1α-OHasa), en el riñón. En el hueso, la
enzima citocromo P27B1 (CYP27B1), con actividad 1α-hidroxilasa, interviene en
la producción local de 1,25(OH)2D en los osteocitos y afecta
directamente la actividad autocrina que
promueve la maduración de osteoblastos y osteocitos y el remodelado
óseo. La actividad 1α-hidroxilasa
también ha sido encontrada en tejidos como placenta, piel y sistema inmune. La síntesis de 1,25(OH)2D
en el riñón es estimulada directamente
por la hormona paratiroidea (PTH) integrando el rol de la vitamina D en la
homeostasis mineral. En efecto, la
hipocalcemia, la hiperfosfatemia o la disminución del factor de crecimiento fibroblástico 23
(FGF23) resulta en la producción aumentada de PTH que estimula la hidroxilación de 25(OH)D. Por el contrario, cuando los
niveles de 1,25(OH)2D aumentan, el FGF23 inhibe a la 1α-OHasa en el
túbulo proximal del riñón.
Adicionalmente, 1,25(OH)2D es capaz de regular
inversamente sus propios niveles
induciendo la síntesis de 25-hidroxivitamina D-24-hidrolasa (24-OHasa). Esta enzima
es una citocromo P450 oxidasa localizada en todas las clases de células
incluyendo células renales e intestinales que cataliza la hidroxilación del
carbono 24 para la producción de 1,24,25-hidroxivitamina D. La primera etapa de
la reacción consiste en una oxidación que produce ácido calcitroico, un metabolito
inactivo soluble en agua que excretado en la orina. La 24-hidroxilasa también
interviene en la producción del metabolito inactivo 24,25-hidroxivitamina D
(24,25(OH)2D) a partir de 25(OH)D.
El rol y el mecanismo de acción de los metabolitos de 25(OH)D no están bien definidos, se ha propuesto
que de existir un receptor para 24,25(OH)2D, podría ser un
receptor nuclear análogo al receptor de
vitamina D (VDR). En efecto, el 1,25(OH)2D lleva a cabo su mecanismo de
acción a través de la unión al VDR, un
receptor intracelular que es
miembro de la familia de receptores
nucleares. El VDR forma un heterodímero
con el receptor retinoide X y el complejo hormona-receptor actúa como factor de
transcripción que se une a los elementos de respuesta de vitamina D en la región promotora de los genes. Esta interacción con secuencias
específicas de ADN resulta en la
activación –o represión- de procesos de
transcripción. El VDR es expresado en
los órganos involucrados en la homeostasis mineral que son blancos clásicos de
la vitamina D y en la mayoría de células
y tejidos del cuerpo humano
involucrados en las acciones “no clásicas” de la vitamina D. Este sistema,
además de regular la proliferación y
diferenciación celulares, tiene
propiedades inmunomoduladoras, anti-inflamatorias y anti-fibróticas.
Una buena cantidad de estudios han
demostrado que la obesidad está asociada con bajos niveles circulantes de 25(OH)D. La base de la baja concentración de
vitamina D en la obesidad está aún en
debate y podría ser el resultado de varios mecanismos. Una hipótesis es que el
alto contenido de grasa en el cuerpo actúa como reservorio de vitamina D soluble en lípidos e incrementa
su secuestro, lo cual determina su baja biodisponibilidad. También se ha
reportado que el contenido de grasa está inversamente relacionado con la
concentración plasmática de 25(OH)D y que esta asociación es mayor que la que
existe entre 25(OH)D y el índice de masa corporal. Los estudios en animales han demostrado que el
33% del 25(OH)D del cuerpo está
almacenado en la grasa y 20% en el músculo, lo cual sugiere que el músculo
esquelético podría ser otro reservorio de vitamina D en los humanos. Otra hipótesis es que, en los sujetos obesos,
la síntesis de 25(OH)D en el hígado puede ocurrir en una tasa baja debido a la
esteatosis hepática. Una explicación alternativa es que los elevados
niveles circulantes de leptina e IL-6, secretadas por el tejido
adiposo, pueden tener un efecto inhibitorio sobre la síntesis de 25(OH)D. Por
otra parte, un estudio reciente que toma en cuenta no sólo el índice de masa
corporal sino también el tamaño corporal demuestra que en los sujetos obesos,
una vez ajustadas las concentraciones circulantes de 25(OH)D al tamaño corporal,
no hay mayores diferencias entre individuos obesos y no obesos.
Está claramente demostrado que el tejido adiposo puede regular –y al vez
ser regulado por- la vitamina D. La
expresión de VDR, 1α-OHasa y 24-(OH)asa ha sido demostrada en los adipocitos
humanos y los datos experimentales sugieren que la vitamina D podría promover
mayor adiposidad a través del incremento
de PTH, la cual puede incrementar la entrada de calcio en el adipocito y por
consiguiente aumentar la lipólisis. El 1,25(OH)2D también modula la adipogénesis a través de la
inhibición dependiente de VDR de componentes críticos de la adipogénesis como el receptor activado
por el proliferador de peroxisomas-γ (PPAR-γ). De las complejas interacciones bioquímicas in
vitro entre tejido adiposo y vitamina
D surge la pregunta si la hipovitaminosis D, por si misma, puede
contribuir a la obesidad o inhibir la pérdida de peso in vivo. Algunos estudios han demostrado que la
vitamina D, con o sin calcio, no parece tener un efecto definitivo sobre el
peso, pero si puede afectar la masa y distribución de grasa. Este efecto ha
sido observado sólo cuando el nivel de
25(OH)D es menor que 50 nmol/L.
Una pregunta aún sin respuesta satisfactoria es ¿cuál es la dosis de vitamina D que debes
ser usada en los sujetos obesos? La guía de la Endocrine Society sugiere dos o
tres veces más vitamina D en las
personas obesas que en las personas no obesas de su mismo grupo de edad, para satisfacer sus requerimientos de vitamina D. Esta conclusión es apoyada por
un estudio reciente de siete dosis de vitamina D (desde 400 IU/d hasta 4800
IU/d), que demuestra cómo la respuesta a la suplementación de vitamina D
depende del tamaño corporal. Después de
la suplementación de vitamina D, todas las mujeres obesas alcanzaron niveles
circulantes adecuados de 25(OH)D, pero
las mujeres con índice de masa corporal <25kg/m2 alcanzaron
niveles de 25(OH)D mucho más altos con la misma dosis. Esta consideración debe extenderse también
a los pacientes obesos sometidos
a cirugía bariátrica. La cirugía bariátrica puede inducir malabsorción
intestinal; por lo tanto, la combinación
de baja concentración preoperatoria de vitamina D y malabsorción puede hacer a estos pacientes más propensos a
una severa deficiencia de vitamina D.
La deficiencia de vitamina D ha sido
asociada con disminución del rendimiento físico, mayor riesgo de caídas y
disminución de la fuerza muscular, particularmente en la vejez. La vitamina D
ejerce un importante rol en la regulación
del tropismo y la contracción del músculo esquelético. Se ha propuesto
que la vitamina D actúa sobre el tejido muscular a través de efectos directos e
indirectos. Los mecanismos propuestos de la deficiencia de vitamina D incluyen
atrofia muscular proximal, pérdida de fibras musculares tipo II e hiperparatiroidismo
secundario. La vitamina D actúa para mantener la función de las fibras
musculares tipo II, los hallazgos histopatológicos demuestran atrofia de fibras tipo II en los músculos esqueléticos de adultos con deficiencia de vitamina D. Con relación
al hiperparatiroidismo secundario, se ha demostrado que la PTH afecta
negativamente la función del músculo
esquelético a través de la proteólisis
de proteínas musculares y de la reducción de fosfato inorgánico, fosfato
de creatina y Ca-ATPasa en las células musculares.
Los efectos directo de la vitamina D sobre el músculo están relacionados
con el VDR. La vitamina D afecta la función muscular a través de la unión de 1,25(OH)2D a su receptor, lo
cual resulta en crecimiento muscular así
como en otras adaptaciones. Esto es, la
vitamina D induce efectos
genómicos en el músculo, lo cual favorece la síntesis de nuevas proteínas en la
célula muscular que afectan la
contractilidad, la proliferación y la
regulación del transporte de calcio en
el retículo sarcoplasmático. Durante el desarrollo, el 1,25(OH)2D
disminuye la proliferación celular y
aumenta la diferenciación de células
miogénicas en las “stem cells”
mesodérmicas a través de la modulación de la expresión de factores pro –y anti- miogénicos, como
IGF-I, IGF-II, folistatina y miostatina.
Estudios recientes sugieren un efecto directo de la hormona sobre el músculo
que consiste en la inhibición de la proliferación de células musculares y de la formación de miotubos y en el
incremento del tamaño de los miotubos. Sin embargo, otros estudios sugieren que
el efecto de la vitamina D en la función muscular es indirecto. Los estudios clínicos reportan
resultados contradictorios, lo que demuestra que el efecto de la vitamina D
sobre la función muscular presenta muchos puntos controversiales y muchas preguntas sin respuesta. En
particular, el posible efecto directo de
la hormona sobre el tejido muscular es
aún controversial, pues los datos disponibles sobre la expresión del VDR en el músculo esquelético son
contradictorios. Más aún, los cambios metabólicos asociados con deficiencia de vitamina D parecen estar
relacionados con el mejoramiento de la
fuerza muscular después de la
suplementación de vitamina D.
En resumen, la síntesis de vitamina D en la piel representa la primera
etapa de una ruta metabólica cuyas características han sido aclaradas en los últimos años. En
particular, la producción de las formas
activas e inactivas de la hormona y las
acciones de las diferentes enzimas involucradas. Adicionalmente, la descripción de los diferentes órganos y tejidos que expresan receptor de vitamina D y sus
posibles funciones, así como sus determinantes genéticos, han sustentado las
relaciones entre la vitamina D y muchas
de sus funciones fisiológicas. En este sentido, varios estudios reportan una
asociación entre la vitamina D y el metabolismo del tejido adiposo y un posible
papel de la hormona en la obesidad, el
peso corporal y la distribución de la masa grasa. Estos estudios consideran a la obesidad como
una condición predisponente de
hipovitaminosis D y a la vitamina D como un cofactor en la patogénesis de la
obesidad. Por otra parte, hay una variedad de reportes sobre los efectos de la
vitamina D en el músculo esquelético, particularmente sobre el mecanismo por el
cual la vitamina D podría afectar directamente la fuerza y la masa muscular. El
conocimiento de los efectos directos e indirectos de la hormona sobre el músculo esquelético ha
permitido un mejor entendimiento de las características
clínicas asociadas con la deficiencia de
vitamina D.
Fuente:
Cipriani C et al (2014). Vitamin D and
its relationship with obesity and muscle. International Journal of
Endocrinology, Article ID 841248.
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