Neurobiología de la pubertad:
mecanismos noveles
La pubertad es un fenómeno clave en la maduración sexual y somática. El
inicio de la pubertad es el resultado final de las interacciones entre los
determinantes genéticos y un gran número de reguladores que incluyen factores endógenos y señales ambientales. Estas interacciones
comienzan en estadios muy tempranos de la diferenciación sexual del cerebro,
por lo que la pubertad puede ser considerada como el punto final de un proceso
de maduración continuo signado por las interacciones dinámicas de los genes y
el ambiente durante el desarrollo prenatal y postnatal. Desde un punto de vista
neurobiológico, el inicio de la pubertad se manifiesta a través del incremento
en la actividad neurosecretora de las neuronas GnRH en el cerebro, lo cual, a
su vez, aumenta la actividad del eje gonadotrópico que conduce a la completa
maduración gonadal. La secreción episódica de hormona liberadora de
gonadotropinas (GnRH), necesaria para la liberación hipofisiaria de
gonadotropinas y, por tanto, para la función gonadal, es el resultado del interjuego entre
la naturaleza oscilatoria intrínseca de las neuronas GnRH y las señales
aferentes excitatorias e inhibitorias
que se integran en el llamado pulso generador de GnRH.
Entre los diferentes reguladores trans-sinápticos de las neuronas GnRH, las kisspeptinas (Kp)
han recibido mucha atención en los últimos años. Las Kp (Kp-54, Kp-10) constituyen
una familia de péptidos relacionados estructuralmente, codificados por el gen
Kiss 1, que actúan a través del receptor GPR54 (también llamado Kiss1R),
acoplado a proteína G. El patrón de distribución anatómica de las neuronas Kiss1 en el hipotálamo ha sido bien caracterizado en roedores, donde
se han identificado dos poblaciones prominentes de neuronas, una en el núcleo arcuato y otra
en el área periventricular rostral del
tercer ventrículo (RP3V). En otros
mamíferos, incluyendo primates, las neuronas Kiss1 son abundantes en el núcleo arcuato, pero la población del
RP3V no ha sido confirmada plenamente. A
pesar de la capacidad común para producir Kp, las neuronas del núcleo arcuato y
del RP3V responden de manera diferente a
los reguladores y aparentemente juegan papeles diferentes en el control de los
diversos aspectos de la reproducción, pero la naturaleza de tales acciones y sus eventuales mecanismos reguladores no
han sido dilucidados.
Una de las facetas más interesantes del sistema Kiss1 es su potencial
implicación en el control de la pubertad. Esto ha sido sugerido por el hallazgo de ausencia de pubertad en humanos y ratones con
inactivación genética del receptor GPR54
y apoyado por el reporte reciente de
impuberismo en humanos con mutaciones del gen Kiss1. El patrón de activación de las neuronas Kiss1
durante la pubertad ha sido documentado sobre
la base de los siguientes hallazgos; i) un incremento del tono Kp endógeno,
suficiente per se para activar completamente el eje GnRH/gonadotropinas; ii) una elevación en la sensibilidad de los
efectos estimuladores de las Kp en términos
de las respuestas GnRH/LH; iii) un aumento de la eficiencia de la señal
GPR54 y resistencia a la desensibilización por estimulación Kp continua; y iv) un incremento en el número de neuronas
Kp y sus proyecciones hacia las neuronas GnRH.
Otra faceta del sistema Kiss1 que ha despertado considerable interés ha sido la identificación de señales reguladoras y patrones interactivos de Kp. Los estudios
sobre este punto han hecho posible la identificación de neurotransmisores que son coexpresados con las Kp en poblaciones
neuronales específicas. Por ejemplo, la
expresión de neuroquinina B (NKB) ha sido demostrada en las neuronas Kiss1 de
numerosas especies. La relevancia de esa coexpresión y de las acciones NKB (TAC3 en humanos) en el cerebro reproductivo ha sido reforzada por
los datos de estudios en humanos que
demuestran que las mutaciones en el gen
que codifica a la NKB o a su receptor
NKBR (TAC3R en humanos) están asociadas con impuberismo. Para agregar más complejidad, la dinorfina-A
(Dyn) también ha sido identificada en las neuronas que expresan Kiss1/NKB. La
colocalización Kiss1/NKB/Dyn es una característica específica de la
población de neuronas Kiss1 del núcleo arcuato. El término neuronas KNDy usado
para referirse a esas neuronas enfatiza la colocalización de los tres
neuropéptidos. Las neuronas KNDy son
elementos clave en la generación de los
pulsos de GnRH. Las Kp podrían operar como la señal responsable de la activación directa de las neuronas GnRH. A su vez, la NKB puede
actuar sobre las neuronas KNDy para
estimular la liberación de Kp y, por consiguiente, inducir la secreción de GnRH
de una manera indirecta. Esta posibilidad es apoyada, al menos parcialmente,
por un importante número de evidencias experimentales. El tercer miembro del
trío KNDy, la dinorfina, ha sido reconocido por mucho tiempo como
inhibidor de la secreción de
gonadotropinas a través de su capacidad para reprimir la liberación de Kp en
las neuronas GnRH. Entonces, el balance
y las acciones recíprocas de KNB y Dyn
podría ser un determinante de la secreción dinámica de Kp y por
consiguiente de la generación de la
secreción pulsátil de GnRH y LH.
Por otra parte, la cantidad de los depósitos de energía (grasa) y el estatus metabólico del organismo
son reguladores clave del inicio de la pubertad. Esto es especialmente evidente
en la hembra, pues las reservas de
energía son necesarias para el establecimiento de la pubertad y la fertilidad,
específicamente el embarazo y la lactancia están acoplados a un marcado
“drenaje” metabólico. Sin embargo, este
fenómeno también tiene lugar en el varón y
situaciones de exceso de energía
sostenido, como la obesidad, pueden estar asociadas con alteraciones de la
pubertad. En este contexto, la evidencia experimental acumulada durante los
últimos 15 años ha documentado el papel
esencial de la leptina en el control metabólico de la pubertad y la fertilidad.
En diferentes especies, incluyendo humanos, se ha demostrado que la leptina más
que un disparador opera como un factor permisivo para el desarrollo de la
pubertad si se han alcanzado suficientes reservas energéticas en el cuerpo. Con
relación a los sitios y los mecanismos de acción de la leptina, la situación es menos clara.
Por un lado, se asume que la leptina es capaz de modular el sistema neuronal
GnRH. Por otro lado, esta acción parece ser indirecta, vía aferentes
intermediarios, dado que las neuronas GnRH carecen de receptores funcionales de
leptina. El reconocimiento de tal modo
indirecto de acción de la leptina sobre las neuronas GnRH ha dado lugar a las preguntas sobre cuáles
son los blancos primarios y las rutas de
los efectos de la leptina en el cerebro reproductivo. En este sentido, los
potenciales modos de acción incluyen: (1) acciones directas de la leptina sobre
las neuronas Kiss1, las cuales a su vez se proyectan a las neuronas GnRH; (2)
acciones indirectas de la leptina sobre neuronas aferentes que se proyectan sobre
las neuronas Kiss1; y/o (3) acciones de la leptina sobre núcleos hipotalámicos
(o extra-hipotalámicos) que carecen de neuronas Kiss, como el núcleo premamilar
ventral.
En la cada vez más grande lista de potenciales modulares puberales,
recientemente se ha incorporado al péptido nesfatina-1. Considerando que la
obesidad frecuentemente está asociada con resistencia a la leptina y teniendo
en cuenta la íntima asociación entre los mecanismos reguladores centrales del
balance energético y la pubertad, y la posibilidad de rutas independientes de
la leptina que modulen el inicio de la pubertad se ha explorado la hipótesis de
que la nesfatina-1 puede jugar un rol en el control central de la pubertad. Los estudios preclínicos han
apoyado esta hipótesis. La nesfatina-1
es un producto peptídico del gen NUCB-2, con efectos anoréxicos independientes
de la señal de la leptina y con expresión en áreas hipotalámicas relacionadas
con el control de la ingesta de alimentos: núcleo arcuato, núcleo
periventricular, e hipotálamo lateral. La
expresión hipotalámica de NUCB-2/nesfatina-1 aumenta durante la transición
puberal y las condiciones de balance energético negativo conocidas por
perturbar la pubertad disminuyen los niveles del péptido en el hipotálamo. La relevancia de la señal nesfatina-1 en el
inicio de la pubertad es apoyada por el
análisis funcional de los efectos de su activación o inactivación. En este sentido, la inyección
central de dosis bajas de nesfatina-1 produce
incrementos moderados pero significativos
en los niveles circulantes de LH en ratas hembras peripuberales. Si
además de su papel en la pubertad, la nesfatina-1está involucrada en el control
del eje gonadotrópico en el adulto es algo que aún no ha sido definido.
Dada la intrincada naturaleza de la pubertad como un evento complejo
sensible a numerosos reguladores es
viable pensar no sólo en el control transcripcional de las múltiples rutas sino
también en elementos reguladores adicionales
como la epigenética y los microARN. Estudios recientes han identificado una
asociación de la edad de la menarquia con variabilidad en 6q21, en o cerca del
gen Lin28B. Este hallazgo ha sido reforzado por el hecho de que el Lin28B está
relacionado con el desarrollo mamario y la talla adulta. El Lin28B y su
relacionado Lin28A son proteínas unidas a ARN
cuya principal función conocida
es bloquear el procesamiento de los microARN de la familia let7, a
través de la inhibición de la maduración de los precursores let7. Además de los
microARN, la evidencia preliminar sugiere que la regulación de los componentes
clave de las rutas centrales que
gobiernan el inicio de la pubertad puede involucrar también mecanismos
epigenéticos. Entre los diferentes mecanismos de control epigenético de la
expresión de genes, los más relevantes y mejor caracterizados son la metilación
de ADN y la modificación de histonas.
Las modificaciones epigenéticas pueden contribuir al control de los cambios
transitorios y dinámicos de las rutas
neuroendocrinas que gobiernan el inicio de la pubertad. Esta posibilidad ha
sido explorada recientemente y los datos reportan cambios profundos en los patrones de metilación del ADN en el
hipotálamo durante la pubertad. Adicionalmente, el bloqueo farmacológico de la
desacetilación de histonas en ratas hembras juveniles retarda el tiempo de la pubertad. Sobre la base de estos resultados se ha
propuesto que, en condiciones
fisiológicas, los cambios epigenéticos podrían operar en el hipotálamo para
inhibir la expresión de genes represores de la pubertad. En este contexto, y
considerando su perfil biológico, es posible que el gen Kiss1 esté bajo regulación epigenética.
Fuente: Tena-Sempere M. (2012). Deciphering puberty:
novel partners, novel mechanisms. European Journal of Endocrinology 167:
733-747.
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